lunes, 4 de junio de 2012

Un ataque que… ¿no fue?




Es de mañana y todavía es temprano. En la radio escucho a Rodríguez Larreta, que aún entrevistado por un periodista amigable como Nelson Castro, no puede evitar tartamudear. Esa forma tan particular de hablar, que a algunos les concede cierta pátina de intelectual reflexivo, en él  evidencia vacilación. El tipo de vacilación propio de quien ha construido una versión sobre los hechos, y debe cuidarse de recordar los detalles para no revelar la trama.
Comencemos por los hechos. El sábado 2 de junio, el Jefe de Gabinete de la CABA, Horacio Rodríguez Larreta estaba reunido con un grupo de vecinos en un club de Villa del Parque, en Nazca 2325. Según el mismo Rodríguez Larreta, la razón de la reunión era el tratamiento de “temas del barrio”. Al parecer se estaba desarrollando con normalidad, cuando irrumpió un grupo de jóvenes. Y hasta ahí los hechos sobre los que todos acuerdan. Porque justo a partir de allí los relatos comienzan a separarse, entre ellos y de la verdad.
No sabemos a ciencia cierta el número de ingresantes, tanto así difieren las versiones. No tenemos tampoco muy claro quiénes fueron. En un principio, Rodríguez Larreta aseveró que se trataba de jóvenes de La Cámpora. Y aunque luego trató de desmarcarse de la acusación, amparándose en que él sólo había repetido lo que habían dicho “los vecinos” (así, en genérico, y por lo tanto sin que nadie pueda contradecirlo ni confirmarlo), en cada aparición en los medios quedó clara su intención de instalar esta versión: él dice que los vecinos dicen que fueron los de La Cámpora; que no lo dice él, que sólo repite lo que otros dicen. Pero lo sigue aseverando. Al parecer el argumento se fundamenta en que antes de iniciarse la reunión, en las cercanías del club habrían sido vistos algunos adherentes a la agrupación repartiendo volantes. Y eso a pesar de la lógica de su presencia, puesto que justamente a la vuelta del club donde se realizó la reunión está el local donde se congregan. Y  a pesar de que –hasta ese momento- no estaban provocando ningún disturbio ni molestando a nadie.
Ese mismo día, en su Facebook, Rodríguez Larreta escribió:
Como hago todas las semanas, me reuní con vecinos para conversar temas del barrio. Esta vez fue en Villa del Parque. Lamentablemente, en un momento entraron 20 patoteros que nos pegaron, nos insultaron, nos tiraron huevos y vinagre. Según los vecinos, estas personas están identificadas con La Cámpora y antes de entrar a golpearnos, llevaban banderas con consignas de esa agrupación. Nunca en mi vida viví algo así, le pegaron a una señora mayor, otra chica con el ojo morado y a Franco, que es de mi equipo, le partieron la nariz a trompadas. Repudio enérgicamente estos ataques violentos, vengan de quien vengan. Nosotros vamos a seguir reuniéndonos con los vecinos y dialogando.


También le dedicó a los hechos tres entradas en el Twitter, y luego se llamó a silencio hasta el día de hoy, lunes 4:
En reunión con vecinos, entraron 20 patoteros Nos pegaron, nos insultaron, nos tiraron huevos y vinagre. Según vecinos, son de La Campora
Nunca viví algo así. Le pegaron a una señora mayor, una chica con el ojo morado y a uno de mi equipo le partieron la nariz de una trompada.
Lamento y repudio enérgicamente estos ataques violentos, vengan de quien vengan. Nosotros vamos a seguir dialogando con los vecinos.

Llamativamente, según INFONews,  dos días después declaró: “No sé si eran de La Cámpora. La denuncia la hicieron los vecinos. A mí personalmente no me tomaron declaración, pero por supuesto estoy a disposición de la Justicia. Lo que tengo es que una de las personas me dejó el volante que repartían en la esquina, según la gente, algunos de los que entraron”.
Digo “llamativamente” porque apenas después del ataque la Policía Federal ya había detenido a una persona vinculada, que se identificó como barrabrava del Club Comunicaciones. Este hombre, que según informó la Policía tiene 33 años, quedó detenido en la Comisaría 41 y pertenecería a la facción más dura de la hinchada. También informaron que los agresores eran un grupo de vecinos y socios del Club Comunicaciones, que entró en quiebra en el año 2000.
En este punto se vuelve necesario recordar que existe un conflicto de intereses entre el club y el Gobierno porteño, ya que este aspira a levantar la quiebra para quedarse con la gerencia de la institución. Este escenario se complejiza aún más si también recordamos que el Sindicato de Camioneros está interesado en quedarse con el club. Este relato no son meras especulaciones: en este momento se está a la espera de una resolución de la Justicia, que debe decidir quién se hace cargo de la institución.
En resumidas cuentas, hay tres actores en juego que podrían tener participación en el incidente, ninguno de los cuales parecería ser La Cámpora. Pero, a la vez, es en este juego de intereses que se comprende por qué Rodríguez Larreta pretende desviar el foco de la atención hacia otros conflictos, aunque le cueste levantar un nuevo frente de tormenta.

Más allá de este relato de los hechos, lo más interesante es lo que no está, lo silenciado, de lo que no hay.
En primer lugar, no hay ninguna referencia en el Twitter de Mauricio Macri -Jefe de Gobierno del que Rodríguez Larreta es Jefe de Gabinete- sobre estos incidentes. Ese día se limitó a escribir “Tonia en guerra c la espinaca !!” incluyendo fotografía. Y al igual que Rodríguez Larreta, el día 3 se llamó a silencio.
Por su parte, poco tuvo para decir Diego Santilli, Ministro de Medio Ambiente y Espacio Público, a pesar de que no sólo este hecho, sino los cacerolazos que acontecieron ese mismo día (y el anterior) y el sí brutal ataque a camarógrafos de canal 7 sucedieron en ámbitos públicos. Como si no se tratara más que de un simple ciudadano manifestando su solidaridad, les dedicó dos twits:
Lamentable la agresión a @horaciorlarreta y vecinos en V del Parque. No puede ser que pasen estas cosas en la Argentina de hoy.
Desde ya que también repudio la violencia ejercida contra el equipo periodístico de 678. La violencia debe ser PASADO en Argentina
Quizás, con esa actitud prescindente, Macri y Santilli se estén desmarcando de un problema que los ensucia, y quieran evitar todas las salpicaduras posibles. Si tienen suerte, y evitan ser implicados, tal vez el tema salga de los medios antes de que alguien los relacione con él. Pero no olvidemos que de lo que se trata es de un conflicto por quién se hará cargo del club, algo en lo que los tres tienen injerencia directa según sus cargos y las funciones adscriptas a ellos. De ninguna manera se trata de un grupo de patoteritos que se entretuvieron pegándole a Larreta y a inocentes vecinos.
Y ahí viene otra cuestión sobre lo que no aparece, lo que no se dice, lo que no hay. Me tomé el trabajo de buscar todas las imágenes que se estuvieron publicando sobre los hechos.  Si aparece alguna que no he logrado encontrar y contradice lo que voy a afirmar, ruego que me la envíen y prometo corregir de inmediato la publicación y hacer todas las disculpas y aclaraciones del caso. Pero lo cierto es que he buscado y mucho. Y he hecho una comparación de lasimágenes cuya publicación se ha repetido.

Lo primero que llamó mi atención es la sobreabundancia de imágenes en un sentido y la ausencia en otro. Esto me hace suponer que no se trató de la impericia de quien sacó fotos en medio de un problema y no registró lo importante. Está muy bien registrado lo que se quiere mostrar: se ve el antes y el después. ¿Ninguna del momento de un golpe, el vuelo de un huevazo, la irrupción de la patota violenta? Con esto no estoy diciendo que no haya ocurrido que un grupo de violentos interrumpiera la reunión: lo que estoy cuestionando es el grado de violencia. No se ha dado a publicidad ni una imagen de alguien siendo pateado en el suelo, como se relató. No hay una fotografía de una nariz rota a patadas, ni de un ojo amoratado. La única imagen que muestra que algo pudo haberle sucedido a una persona, son las marcas de salpicadura de huevo fresco en la parte trasera de la pierna de un pantalón femenino. Luego algunas sillas caídas, algunas mesas corridas, las paredes algo manchadas… nada como lo que se relató. Nada que con un balde, un trapo y detergente no pueda solucionarse.
Y la tercera ausencia, quizás la más grave. Otra cosa que no hay es la denuncia –según él mismo cuenta- de Rodríguez Larreta frente a la policía. ¿No es su obligación, no ya como funcionario sino como ciudadano, denunciar los delitos que presencia? ¿Por qué no lo hizo? No me gustaría pensar que para evitar la falsa denuncia, o sea, incurrir en un delito. Es fácil acusar a alguien de un hecho cuando se lo hace ante los medios, pero la falsa denuncia frente a la policía tiene otras consecuencias legales.
¿Si creo que el incidente lo armaron Rodríguez Larreta y el Gobierno porteño? De ninguna manera. Sí creo que, una vez ocurrido, aprovecharon la ocasión y reconstruyeron la historia. Como bien sabemos, la historia siempre la escriben los que ganan. Es que si uno se apura y la escribe antes, es la propia versión la que nos da las de ganar.