jueves, 1 de junio de 2017

Revolución de Mayo. La Revolución Inconclusa




(Sobre la clase abierta ofrecida en el Profesorado de Educación Inicial del ISFD 112, en el marco de la conmemoración de la Revolución de Mayo, 2017)




Viviana Taylor

Uno de los recuerdos que tengo asociados a los actos escolares de mi infancia, sigue en mí como una especie de asociación refleja: cada vez que escucho “Revolución de Mayo” en mi cabeza resuene “el Pueblo quiere saber de qué se trata”.

Me sigue pasando. Sigo queriendo saber de qué se trata. Y sospecho que todos los que estamos acá queremos saber de qué se trata.

Por eso, para empezar, vamos a ponernos de acuerdo en qué significamos cuando decimos “REVOLUCIÓN”. Como para entendernos.

Cuando comencé a pensar sobre esto que ahora les propongo pensar juntos, definir REVOLUCIÓN fue un problema. No por el significado en sí de la palabra: una REVOLUCIÓN ES UN CAMBIO RADICAL Y RÁPIDO DE LAS ESTRUCTURAS VIGENTES. Se convirtió en un problema porque al significarla como REVOLUCIÓN DE MAYO se complejizó el concepto. Cuando era una niña que iba al jardín y bailaba el pericón vestida de paisanita lo tenía más claro: nos reuníamos  para celebrar el “cumpleaños de la Patria”. Pero hoy esa idea no me resulta tan clara: uno nace una vez y listo, ya nació, ya está, ya existe.

Mi hipótesis (espero que como docentes en formación y ciudadanas que son se tomen en serio el desafío de refutarla, porque para eso están las hipótesis) es que la Revolución de Mayo es una revolución inconclusa. Una revolución que todavía estamos librando, que continúa. A veces con mayor o menor visibilidad, y por momentos casi clandestinamente. En este sentido, somos herederos de batallas inconclusas, en las que de un lado hay un modelo de país y del otro lado un modelo de colonia.

Para poder seguir pensando en torno de esta hipótesis, necesitamos derribar dos mitos:

1º MITO: HAY VARIOS MODELOS DE PAÍS. No, no hay varios modelos de país: hay un modelo de país. Un modelo de país significa independencia económica, soberanía territorial y política, ciudadanía con derechos. Podrá haber diferentes formas de construirlo, y diferentes momentos en su construcción, pero un país es eso. Frente a eso lo que hay no es otro modelo de país, sino un modelo de colonia, de dependencia.



2º MITO: NO ES NECESARIO QUE UNA REVOLUCIÓN SEA VIOLENTA. Si una revolución, por definición, busca el cambio radical y rápido de las estructuras vigentes, sin dudas va a tocar intereses. Y no hay manera de que eso no provoque una reacción violenta por parte de quienes sientan que pierden privilegios. En nuestra historia, esas reacciones –a veces más sutiles y a veces más dramáticas- siempre han sido brutales, y es importante que aprendamos a reconocerlas porque de estas formas de violencia está atravesada nuestra identidad común.



Hablando de ser herederos de batallas inconclusas… viajemos a 1806. Se había producido la primera invasión inglesa, y el Gral Carr Beresford era el flamante gobernador de Buenos Ayres. El 10 de julio de 1806 Beresford, abrió una oficina en la que se presentaron 50 familias a jurarle fidelidad al Imperio Británico, a cambio de protección a perpetuidad de todos sus bienes para ellos y para las generaciones venideras. La mayoría de esos vecinos permanecen desconocidos porque los documentos firmados fueron destruidos para contribuir a la desmemoria, como vamos a ver que ha sucedido mucho a lo largo de nuestra historia.

Lo que sí sabemos es que en esa reunión también les tomó juramento a los miembros de su flamante regencia. Y que quien hasta entonces había sido el Director de Aduana, Manuel Belgrano, no se había presentado a jurar lealtad al imperio y había renunciado a su cargo. Así que, en su lugar, fue nombrado como Director de Aduana un conocido comerciante español que se dedicaba a traficar esclavos y al contrabando, y que más tarde llegó a ser alcalde de primer voto del Cabildo y Síndico del Consulado de Comercio. Su nombre: José Martínez de Hoz.

Adivinen cuál Director de Aduana terminó pobre y cuál rico él y todas las generaciones venideras.

Toda la línea sucesoria de los Martínez de Hoz está plagada de presidentes de la Sociedad Rural Argentina, un gobernador de la Pcia de Buenos Aires gracias al fraude electoral en la década del 30, y muchos cargos políticos con sus consecuentes juicios por malversación de caudales públicos. Los que la historia argentina tiene más frescos fueron dos de sus homónimos:

José Martínez de Hoz (1895) fue director de La Forestal, una compañía inglesa fundada con capitales franceses y con deuda que toma Argentina en Inglaterra, que constituyó un estado paralelo: tenía ferrocarriles y puertos propios, pagaba a sus trabajadores con pagarés que debían canjear en los almacenes de la empresa, con su propia fuerza de represión, y que dejó devastadas millones de hectáreas en Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero, para exportar postes, durmientes y tanino, y con un pago simbólico de impuestos, prácticamente nulo. Además, presidió la Sociedad Rural Argentina.

Su hijo, otro José Martínez de Hoz (1925) fue ministro de Economía de la Pcia de Salta durante la dictadura que se autodenominó Revolución Libertadora (Fusiladora para los enemigos) y de la Nación durante la dictadura cívico-militar-clerical del ’76. Fue el verdadero ideólogo del modelo económico neoliberal: apertura de las importaciones, incentivos para el sector financiero que generaba más ganancias que la inversión productiva (bicicleta financiera), libre disponibilidad de compra de dólares, desindustrialización, endeudamiento externo, sujeción a las medidas recomendadas por el FMI, y una brutal censura informativa y represión bajo la forma de terrorismo de Estado para poder llevarlo adelante. Y aunque en 2010 fue condenado por los crímenes que cometió durante la dictadura, murió gozando de prisión domiciliaria.

Y otro José Martínez de Hoz, hijo del anterior, que viene de asesorar multinacionales en propiedad intelectual, es el actual vicepresidente del Instituto Nacional de Propiedad Industrial por Mauricio Macri. Es el encargado de proteger las patentes de nuestra actividad fabril… Me eximo de mayores comentarios, porque ya fue denunciado por incompatibilidad de funciones.

Volvamos a Beresford. Como sabemos, Buenos Aires fue reconquistada. Para celebrar la victoria, un acaudalado vecino ofreció junto con su esposa un Banquete en honor a los Oficiales de la Reconquista: no era otro que José Martínez de Hoz, flamante ex Director de la Aduana al servicio del Imperio Británico. Y su historia no terminó ahí: en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 apoyó al virrey Cisneros y manifestó su lealtad a España.

¿Por qué me remonté hasta las invasiones inglesas? Porque con ellas (recordemos que hubo otra en 1807) ingresó por primera vez  el modelo de mercado a Buenos Aires, que si bien no era una ciudad económicamente importante (había muy poco, casi nada fuera de contrabando), sí era un elemento clave como punto estratégico y político.

Peguemos un salto en el tiempo. Pasamos los hechos de Mayo de 1810 y todos los que los sucedieron… y llegamos a febrero de 1826. Bernardino Rivadavia, primer presidente de las Provincias Unidas del Río del Plata. Estábamos en guerra con Brasil y eso había apurado la necesidad de un cargo que hasta ese momento no existía: un hombre con bastón de mando y banda presidencial que representara al país en formación.

19 de febrero. Apenas 11 días después de su asunción, llegan a Buenos Aires los últimos hombres que habían peleado casi 14 años a las órdenes de San Martín: el gran enemigo de Rivadavia. ¿Qué los enfrentaba? Cuestiones de modelos, se ve que San Martín era otro populista de esos que creen que hay un modelo de país y un modelo de colonia. Y a él le parecía que lo que proponía Rivadavia no era un modelo de país.

Recordemos que el general San Martín había partido al exilio en 1824, después de dejar a sus Granaderos en manos de Bolívar.

Este ejército, que había sido abandonado por Buenos Aires, se quedó peleando hasta la última batalla a pesar de estar sin recursos. Y recién entonces emprendió la vuelta a Buenos Aires. Después de un mes de marcha desde Mendoza, llegó a la Plaza de Mayo en 23 carretas trayendo lo poco que quedaba del Regimiento de Granaderos a Caballo y del Ejército de los Andes. El único documento que lo prueba son unas líneas en la Gaceta Mercantil que dicen:

Retornan al mando del Coronel José Félix Bogado. A sus órdenes llegan 78 hombres, entre ellos había seis que hicieron toda la campaña desde San Lorenzo hasta Ayacucho: Paulino Rojas, Francisco Olmos, Segundo Patricio Gómez, Damasio Rosales, Francisco Vargas y Miguel Chepoya”.

Nadie conoce en Buenos Aires esos seis nombres: no hay calles, ni plazas, ni estatuas. Nada. Y no sabemos, porque no hay registro,  quiénes son los otros 72 hombres sólo conocidos por Dios y por la Patria. Nadie creyó tener ninguna deuda con esos soldados sucios, llenos de cicatrices y heridas, mutilados, que ataron sus caballos en los palenques de la Plaza de Mayo.

Lo que quedaba del Regimiento regresó a su antiguo cuartel de Retiro para depositar lo que quedaba de sus armas, y fue disuelto. Algunos de sus jefes y oficiales pasaron a otros cuerpos de reciente creación o a escoltar al gran enemigo de su general y de la gesta sanmartiniana: a Rivadavia, el inventor de la deuda externa, que prometía primer mundo mientras procuraba convertirnos en una próspera colonia a las órdenes de Londres. De esa deuda, Rosas pagó algo, y el resto -120 años después- la saldó Perón. Así que tuvo bastante éxito con su modelo de coloniaje, pero la prosperidad nos la quedó debiendo.



Este fue el camino por el que se transitó hacia la segunda conquista, destruyendo los sueños de soberanía que habían llegado con la Revolución de Mayo, con el grito de independencia en Tucumán, y con la victoria militar de los Libertadores de América.

Y esta segunda conquista se concretó entre 1852 y 1946, cuando –ya sin Rosas- se abrieron de par en par las puertas para que Europa nos reduzca durante esos 94 años a ser proveedores de materias primas y compradores compulsivos de productos elaborados. No es poco: casi un siglo.



Pero por la década de 1920 algunos oficiales del Ejército Argentino comenzaron a discutir la necesidad de desarrollar tecnología nacional para lograr autonomía económica y autodeterminación política. Entre ellos:

·        Enrique Mosconi >>>>>>> promotor de la producción nacional de petróleo y combustibles

·        Manuel Savio >>>>>>>>> padre de la siderurgia nacional

·        Francisco de Arteaga >>> pionero en la producción de aeronaves

Eran tiempos en los que en nuestro país se importaba TODO. Y llegó  el peronismo que puso en marcha POR PRIMERA VEZ un modelo de país.

El primer peronismo  se encargó de motorizar esos sueños consolidando las bases de la industria nacional, que a su vez se apoyaron en las tres columnas del modelo de país: soberanía política, independencia económica y justicia social. Se promulgaron los Derechos del Trabajador, se puso en marcha el Plan Quinquenal, se decretó la Independencia Económica al pagar la deuda externa (aquella que venía desde hacía 120 años, contraída por Rivadavia) y se aprobó el voto femenino. Y ese proceso culminó dos años después, con la Constitución del ’49, que sentó las bases para un modelo de país con un perfil exportador, con la profundización de la sustitución de importaciones,  con una banca con sentido nacional, leyes laborales y distribución de la riqueza. La Constitución del ’49 fue realmente revolucionaria: incorporó como derechos constitucionales los del trabajo, la niñez y la ancianidad; el voto femenino, la provincialización de los antiguos territorios nacionales, la elección directa del presidente y vice, y su reelección. Una Patria nueva con reglas de juego nuevas…

hasta 1955, cuando el golpe militar que terminó con el primer peronismo terminó también con este modelo de país para volver al modelo de colonia. La Revolución Fusiladora pactó el ingreso del FMI, se derogaron impuestos a la oligarquía, se cerraron las paritarias, y se comenzó un proceso de endeudamiento externo,  desindustrialización y avance de las multinacionales, que a través de distintas fases se mantuvo en el gobierno hasta el año 2003. Por supuesto, también se derogó la Constitución del 49: una constitución para fundar un modelo de país era un obstáculo para la reinstalación del modelo de colonia.

El argumento para derogarla fue que la Constituyente estuvo mal convocada (una falacia: fue convocada de la misma manera que todas las otras reformas) y por el artículo 78 que permitía la reelección de presidente y vice.

Pero en realidad, lo que molestaba para la reinstauración del modelo de colonia eran sus artículos 37, 38, 39 y 40 que establecen los derechos especiales y un criterio de interpretación sobre cómo realizarlos: es el núcleo de la Justicia Social.

Lo interesante es que esa constitución fue derogada en 1956 por un bando militar, un decreto, así que técnicamente podríamos argumentar que sigue vigente. No está derogada sino “desaparecida”.



La derecha, con su modelo de colonia, fue gobierno en Argentina en el siglo XX casi exclusivamente a través de golpes de Estado: se logró imponer a través de las dictaduras, o condicionando democracias frágiles y con proscripción de las mayorías.

 El menemismo fue una bisagra histórica: le sirvió de Caballo de Troya para permitirle al neoliberalismo desembarcar por segunda vez en 1989, esta vez con el voto de los que tenían hambre de trabajo y distribución de la riqueza. El menemismo prometió revolución productiva y salariazo, pero en cuanto estuvo dentro de la Rosada liberó importaciones, aumentó la deuda externa y trajo flexibilización laboral, más desocupación y pobreza. Y una vez que estuvo desgastado, fue abandonado por los centros financieros de poder, pero tuvo continuidad con la Alianza.

El saldo de esta segunda década infame inaugurada por Menem y continuada por De la Rúa dejó 24% de desocupación, muerte del aparato productivo por segunda vez en 25 años, 53% de argentinos bajo la línea de la pobreza y casi 150 mil millones de dólares de deuda externa.

La gran pregunta es ¿cómo logró sostenerse este modelo de colonia, de dependencia, durante más de una década, sin golpe de Estado?

En principio, avalado por el Congreso, donde un sector dejó de votar en defensa de la República e inauguró la Reforma del Estado con la que se remató el patrimonio que demandó un siglo y medio de trabajo construir. Y por un sector del sindicalismo que de la mano de las privatizaciones se convirtió en empresario.



Y llegamos a  Néstor Kirchner animándose a buscar la presidencia que pocos querían y a pensar una gobernabilidad distinta que nadie proponía como viable: volver a un modelo de país, basado en el desendeudamiento externo, la sustitución de importaciones (con Cristina se iba a extender a la sustitución de exportaciones), la vuelta a una banca nacional en la que el sistema financiero se subordine al económico y el sistema económico se subordine al sistema productivo, un proceso de industrialización con generación de empleo protegido, redistribución de la riqueza, recuperación del poder adquisitivo y reapertura de paritarias, extensión y universalización de derechos (“para todos y todas”), recuperación de las empresas públicas que habían sido privatizadas… ¡en síntesis, un modelo de país y de Estado! que dejó varios pendientes: la reforma constitucional, la estatización de servicios esenciales, la democratización del poder judicial (que tiene estilos cortesanos, más propios de los sistemas monárquicos)…



La novedad llegó con Cambiemos, con la incorporación de CEOs para la conformación del gabinete. Por primera vez, en forma directa, el poder real tomó la conducción del gobierno.

Un informe fresquito, de este año, de la Universidad Nacional de San Martín da cuenta de que 3 de cada 10 funcionarios jerárquicos convocados por Macri ocuparon alguna vez un puesto gerencial en el sector privado: 114 ejecutivos de las principales compañías y estudios de abogados del país están ocupando alguno de los 367 cargos de ministro, secretario o subsecretario. Así es como el modelo de colonia pasó de la intermediación al protagonismo político.



A pesar de estas mutaciones –de forma pero no de contenido- el modelo neoliberal de colonia se mantuvo consistente en el tiempo. Y la evidencia la proveyó el mismísimo Mauricio Macri al contar en una entrevista quiénes son sus referentes políticos: Cacciatore, Menem y Frondizi.

Osvaldo Cacciatore, como intendente de facto de la Ciudad de Buenos Aires entre 1976 y 1982, participó de la dictadura que introdujo el modelo neoliberal de la mano de Martínez de Hoz, y representa las interrupciones constitucionales que arrasaron con el país durante todo el siglo XX. Es el representante de un sector que entendió que los caminos para confrontar con los opositores eran la muerte, la cárcel y el exilio.

Carlos Menem significó la primera instalación del neoliberalismo en el gobierno con apoyatura constitucional: con leyes en lugar de decretos, con la legitimación en las urnas de la ejecución del modelo de colonia.

Arturo Frondizi olvidó sus raíces yrigoyenistas en cuanto asumió a la presidencia (1958-1962) y cedió a cada una de las presiones del partido militar esperando una lluvia de inversiones que nunca llegó, fue quien puso el petróleo al servicio de las multinacionales, fue el represor del Plan CONINTES, el que cerró miles de kilómetros de vías de ferrocarril; el que debutó como privatizador con la entrega del frigorífico Lisandro de la Torre; el que jugó a favor de la educación privada en la disputa “laica o libre”, el que puso cuatro ministros de economía neoliberales para anti-distribuir la riqueza...

Mauricio Macri los reivindica como sus referentes políticos, y Cambiemos consolida cada día su modelo de colonia sin cometer ningún error.



Volvamos a preguntarnos, ¿cómo es que sigue sosteniéndose este modelo? ¿Cómo es que logró legitimarse a través del voto?

Bertold Brecht es el autor de una frase de una lucidez maravillosa: “el peor ignorante es el analfabeto político”. Y lo es porque va generando miseria con cada decisión, a cada paso y NO SE DA CUENTA.

Y no se da cuenta, porque su posibilidad de concientización está siendo enajenada permanentemente por los medios corporativos de comunicación (que también son grandes corporaciones empresariales y por lo tanto se benefician con este modelo de colonia, que promueven y sostienen). Por eso a través de ellos, de su comportamiento, también podemos ver la consistencia del modelo:



DICTADURA DEL 76
‘90
Revolución de la Alegría
Papel Prensa: a Clarín, La Nación y La Razón
·        Apropiada a la familia Graiver
·        Vendida a las empresas periodísticas a precio vil que nunca pagaron.
·        Única empresa que produce papel de diario en el país
·        Y se lo provee a alto precio a las otras empresas periodísticas
Le entregaron Canal 13 a Clarín
(las privatizaciones comenzaron estratégicamente por los medios de comunicación)
Se les entregó la televisación del fútbol, a través del que crearon su casi monopolio de cable.
Suspensión de la aplicación de la Ley de Medios
Se absuelve a todos en la causa Papel Prensa y la querellante Lidia Papaleo tiene que pagar las costas del juicio.
Además, el Grupo Clarín recibe la explotación de 4G para telefonía (una tecnología desarrollada en nuestro país gracias a ARSAT, y esos satélites que dijeron que eran lavarropas que lanzábamos al espacio) y a través de sus socios de la explotación del fútbol, que le interesa en tanto herramienta para monopolizar la explotación del sistema de televisación por cable.

La Nación inaugura su canal de cable.
Editorial Atlántida (Vigil): Revistas Gente y Para Ti – Promueven la campaña “Somos derechos y humanos” mientras sesiona la CIDH (1979)
Le entregaron Canal 11
Sus principales revistas siguen siendo Gente y Para Ti. Ya no pertenece a la flia Vigil sino a Televisa. Este año cerró la redacción local de casi todas sus revistas, cuyos contenidos ahora se producen en el exterior para reducir costos.

Volvió la CIDH para tratar el caso de Milagro Sala y los presos políticos.



Quienes proponemos un modelo de país no perseguimos un país utópico: queremos que nos dejen construir el país que fuimos y por eso sabemos que podemos ser. Queremos poner patas para arriba la estructura de este modelo de colonia para construir un modelo de país justo, libre y soberano.

Para eso necesitamos construir memoria, juntos, colectivamente, porque sin memoria no hay verdad, y sin verdad no puede construirse nada que valga la pena.

Esto lo entendieron muy bien quienes se deshicieron de los documentos del juramento de lealtad al imperio británico en cuanto Beresford fue derrotado y Buenos Aires reconquistada. Sin embargo, los invasores no olvidaron: los Martínez de Hoz y los encumbrados vecinos de la élite porteña fueron protegidos, y borrar la memoria de los hechos fue parte de eso.

Lo entendió muy bien Rivadavia cuando desapareció de la memoria a los Granaderos y los soldados del Ejército de los Andes, no reconociéndoles deudas ni honores. Ni su nombre.

Lo entendió muy bien Mitre, que escribió una deshistoria de la Patria y fundó el diario La Nación como tribuna de doctrina para divulgarla. Y ahora sigue haciéndolo a través del cable.

Así nos fueron privando de nuestra identidad histórica. No es casualidad que en nuestro país coexistan la desaparición de la verdad histórica y la privación de nuestra identidad como Pueblo, con la desaparición de personas y la privación de la identidad de miles de niños y niñas bajo las distintas formas de apropiación, cuya expresión más dramática y atroz fue la apropiación durante la dictadura, pero no es la única ni ha terminado.

Lo entienden muy bien los medios corporativos de comunicación, que contaminan el espacio comunicacional con hechos irrelevantes, con medias verdades y con mentiras, creando un sentido común cada vez más alejado de la realidad.

Lo entendió muy bien Mauricio Macri cuando el 16 de enero de 2016, apenas cumplido un mes de mandato, disolvió a través de un DECRETO DE NECESIDAD Y URGENCIA el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego, que había sido creado 5 años antes para alimentar investigaciones sobre nuestro pasado desde una óptica diferente a esta mirada colonialista liberal que nos priva de la verdad sobre nuestra identidad. Y de un decretazo volvió a proscribir a pensadores nacionales de la talla de José María Rosa, Jorge Abelardo Ramos, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortíz, Fermín Chávez, Juan José Hernández Arregui, Jorge Eneas Spilimbergo, Alberto Methol Ferré, y Manuel Ugarte. Seguramente varios de estos nombres les suenan ajenos, ¿no? No es casualidad: el modelo de colonia es incompatible con ellos y los borra a través de su desconocimiento.

Lo entendió muy bien Federico Stürzenegger, al borrar de los billetes a “próceres muertos, que ahora representan un ser viviente que invita a pensar en el futuro y no en el pasado”, como dijo cuando presentó los nuevos billetes ilustrados con “peluches” (el sustantivo es suyo, no mío).

Así es como se construye un relato sin protagonismo popular, sin luchas, sin desaparecidos, sin muertos ni presos políticos, sin exilio, sin conquistas… en fin, sin historia. Sólo hay alegría. No esa alegría de la que nos habla Arturo Jauretche, la alegría de conquistar derechos, frente al rencor de perder privilegios. La que proponen es una  alegría tonta, hueca, sin ideas, sólo de consignas (SÍ, SE PUEDE; VAMOS; TODOS JUNTOS; LO QUE SUCEDE CONVIENE). 

Por eso quizás quien mejor lo entendió fue Alejandro Rozitchner, el “filósofo” del gobierno que puso a todo el gabinete nacional a tratar de convencernos de que debemos abandonar el pensamiento crítico, al que acusa de dañoso, y contrario al entusiasmo y al optimismo.

¡CUIDADO! NOS ADVERTIRÍA JOHN WILLIAM COOKE: “EN UN PAÍS COLONIAL, LAS OLIGARQUÍAS SON DUEÑAS DE LOS DICCIONARIOS”.



Cuando comenzamos les conté que la hipótesis a partir de la que comencé a pensar en todo esto, es que LA REVOLUCIÓN DE MAYO ES UNA REVOLUCIÓN INCONCLUSA. Y que somos herederos de estas batallas entre quienes luchan por un modelo de país y quienes lo hacen por un modelo de colonia.

Si les resulté provocativa, o en algún momento las enojé, eso también formó parte de mi intención. Por eso les reitero mi invitación a que se tomen el desafío de refutarla. Y si en el camino se tropiezan con alguna verdad y con alguna certeza, celébrenla. Y compártanla. Aunque duela, porque la verdad suele doler, y muchas veces cuando se revela nos trae vergüenza. Pero siempre es mejor asumir la vergüenza histórica que repetir históricas vergüenzas. Porque como nos enseñó Rodolfo Walsh, LA VERDAD SE MILITA.

Y para un maestro, para un profesor, la militancia de la verdad no es una opción. Es una obligación.

Viviana Taylor

31 de mayo de 2017

Un agradecimiento especial a Andrea Montenegro por la fotografía.