martes, 30 de junio de 2009

La emergencia sanitaria que -por ahora- no fue


El sábado pasado publiqué una nota sobre "lo que la gripe porcina nos está enseñando". En ella, manifestaba cierta esperanza respecto de que el lunes 29, al otro día de las elecciones, se declarara la emergencia sanitaria. Algo que, por ahora, no ha pasado.
Después de una semana en que el Comité de Crisis fue convocado al menos dos veces, a pesar de lo que no se reunió, y del portazo nada sorprendente de la ministra Ocaña, el Comité finalmente se juntó, invitando a un grupo de "especialistas y notables". Y a la noche, presidida por el ministro Massa, se dio una conferencia de prensa con los resultados de sus negociaciones.

¿Negociaciones? ¿No habré equivocado el concepto, y debería haber escrito "acuerdos" o "consensos"? La verdad es que no me parece... lo que escuché me sonó a "negociaciones". Si hubiese habido acuerdos, las medidas habrían sido coherentes con los reclamos que los especialistas habían hecho ante los medios a lo largo de toda la semana. No se habrían pronunciado semejantes tibiezas después de las explosivas declaraciones que se venían haciendo. Tal como concluí en la nota de referencia, lo que sigue estando claro es que los tiempos políticos son diferentes de los tiempos de la salud.


El ministro Massa se encargó de dejarnos claro que una emergencia sanitaria no es otra cosa que una herramienta administrativa, herramienta que permite destinar fondos para la compra de insumos, reorganizar el sistema de salud, destinar recursos humanos... En fin, quedó claro que la entiende como una herramienta para mejorar la eficiencia.Sin embargo, la eficiencia no alcanza. Debería buscarse la eficacia y la efectividad para evitar más contagios -o reducirlos-, más que la eficiencia en la atención de nuevos enfermos. Y para eso, hacen falta medidas más agresivas. Hace falta tener una idea de cómo vive la gente, para saber cómo se contagia.


No es casual que la mayor cantidad de casos se concentre en el Conurbano Bonaerense, y derrame sobre la CABA (ilustrativa metáfora de la verdadera teoría del derrame). Miles de personas suben a un colectivo cerrado en José C. Paz para, después de dos horas y media hacinados, llegar a Constitución. Millones atraviesan el conurbano en trenes igualmente abarrotados para llegar a distintos puntos de la ciudad. Y así cada día... y así vuelta al atardecer.Por otra parte, parecería que se esperará para extender en dos semanas las vacaciones de invierno, a que lleguen a las escuelas unos cuadernillos que -supuestamente- evitarán un retraso en los aprendizajes. Sin embargo, en las escuelas hace ya más de un mes que los aprendizajes están retrasados, porque el ausentismo de docentes y alumnos ha roto con los porcentajes históricos. Caminar hoy por sus patios y transitar sus aulas da una idea real de la dimensión del problema: las enfermedades respiratorias los han vaciado.


El problema no son los patios de comida chatarra, ni los shoppings, ni los cines, ni las canchas. Por esos lugares, también transita la posibilidad de contagio, pero en medida ínfima. El problema no estuvo en las colas de espera para votar, porque aunque por allí también transtitó la posibilidad de contagio, también fue mínima. Mínima en comparación con los lugares que transitan los habitantes de este conurbano a diario: sus medios de transporte y sus escuelas. Por eso, toda medida realmente efectiva, debe considerar -sobre todo- la evitación de contagio en estos lugares.


Quizás, en definitiva, todo se trate de diferir la decisión para dentro de una semana, de modo que no parezca tomada bajo la presión de la opinión pública. Una estrategia que parece bastante común en esta gestión de gobierno. Sin embargo, algo debería haberse aprendido del revés del domingo. No son los mosquitos, ni los porcinos, ni la gripe los que hacen temblar a los gobiernos. Lo que los hace temblar es la sensación de la gente de no estar siendo considerada.Me gustaría ver cómo se justificarán los contagios que se produzcan durante esta semana, y las muertes derivados de ellos. Porque, en este caso, la espera, la negligencia y el abandono de personas van de la mano.Y porque, si bien es cierto que las tasas de mortalidad no justifican considerar a esta "influenza a h1n1" como una enfermedad mortal, también es cierto que más enfermos significan más muertos. Y que, enfermos evitados, significan muertes evitadas.

sábado, 27 de junio de 2009

Lo que la "gripe porcina" nos está enseñando


Viviana Taylor
Quienes han tenido la oportunidad de estudiar alguna materia que incluya al menos algún contenido relacionado con la historia de la ciencia, seguramente habrán leído acerca del brote de fiebre puerperal, en el célebre Hospital de Viena, durante el siglo XIX.
Ignaz Semmelweis es recordado por haber liderado el equipo de trabajo que investigó sus causas, tratando de detenerla. Y, al menos según mi experiencia con mis alumnos, quienes toman contacto con esta historia no dejan de asombrarse por los caminos extraños que a veces toma el conocimiento, pero sobre todo por las vidas que se pierden en el proceso.
Luego, la Historia hace lo suyo: el tiempo pasa, los muertos se olvidan, los nombres de los investigadores se vuelven notables, y todos nos felicitamos por saber algo que no sabíamos. Algo que, a partir de ese momento, cambia la ciencia y nos cambia la vida.

Desde los primeros casos de la ya popular “gripe porcina”, no puedo dejar de pensar en Semmelweis y su equipo de médicos. Y es que la historia también hace lo suyo cuando cambia las personas y los detalles, introduce algunas variables novedosas, y así –pareciendo original- vuelve a repetirse.
Recordemos qué fue pasando en estos días. Hace apenas un mes y medio, creíamos que la “gripe porcina” era una enfermedad que sólo atacaba a niños ricos que se habían contagiado en el exterior. Muy poco antes nos sorprendíamos con las estrategias de escudamiento de México, que cerraba lugares públicos y escuelas; pero, por las dudas, cancelábamos los viajes aéreos. Montábamos scanners para detectar viajeros afiebrados, y hospitales de campaña en el Aeropuerto de Ezeiza. Y hasta recibimos a piedrazos, volviendo a la época del Paleolítico, a un micro que venía desde Chile con un hombre afiebrado. Era una enfermedad de otros. De ellos, más que de la gripe, debíamos defendernos.
Cuando nos dimos cuenta de que se podían contagiar, además, quienes habían estado con ellos, cerramos sus escuelas. Tenembaun, desde su programa en la tempranísima mañana de Radio Mitre, se preguntaba si estos niños no contagiarían además a las empleadas domésticas de sus casas, llevando la gripe a sectores de lo población desigualmente preparados para su atención. Se ve que la duda era políticamente incorrecta, porque ninguna autoridad sanitaria lo previó. Y si lo hizo, no lo previno: los padres de los chicos enfermos siguieron yendo a trabajar y sus compañeros se tomaron unos días de vacaciones en los shoppings, cines y patios de comida de la zona. La gripe comenzó a extenderse –sobre todo- porque no se respetó el aislamiento.

Mientras todos nos agarramos la cabeza, se están escribiendo las páginas que dentro de un tiempo leerán los alumnos cuando estudien historia de la ciencia. Se está empezando a generar algún conocimiento sobre esta enfermedad nueva, sobre la que tan poco sabemos: que pasó de cerdos a humanos, pero ahora nosotros volvemos a contagiar a los cerdos; que la mortalidad es superior a la de la gripe estacional, y que –a diferencia de ella- afecta a jóvenes sanos; que se debe redefinir el grupo de riesgo, incluyendo a obesos y embarazadas, aunque todavía no se sabe por qué; que las complicaciones se producen con una inusitada rapidez. Como el equipo de Semmelweis, los médicos toman nota de las evidencias que van encontrando, aunque todavía haya pocas explicaciones. Y van haciendo recomendaciones sobre la marcha, más tratando de encontrar por ensayo y error aquellas que funcionen para detener los contagios, que por la seguridad de estar en lo cierto.

Lo que sí está claro es que los tiempos políticos son diferentes de los tiempos de la salud. El Comité de Crisis fue citado dos veces la última semana –deberíamos acotar “antes de las elecciones”- y no se reunió. Al parecer, la campaña tenía a los ministros muy ocupados.
La Federación de Profesionales de la Salud de la República Argentina, mientras tanto, exigía que se declare emergencia sanitaria.
En las escuelas, el ausentismo ha roto con los porcentajes históricos. Caminar hoy por sus patios y transitar sus aulas da una idea real de la dimensión del problema: las enfermedades respiratorias los han vaciado.

Quizás, el lunes –con las elecciones ya realizadas- por fin se declare la emergencia sanitaria. Seguramente va a ser una herramienta útil. Siempre que se respete el aislamiento. Y para eso, no va a alcanzar con que se suspendan las clases, ni con que se cierren lugares que propicien la convergencia de muchas personas en sitios cerrados, ni con que se recomiende no asistir a encuentros ni reuniones con mucha gente. Va a ser necesario pensar en una estrategia concreta y viable de aislamiento.

Por ahora, lo que no podemos negar, es el conocimiento que estamos obteniendo de esta experiencia. Como durante el brote de fiebre puerperal, y como frente al descubrimiento del SIDA, lo que no deja dudas es que los prejuicios matan. Y que no somos cuidadosos, y mucho menos solidarios.

martes, 23 de junio de 2009

PRO, ¿Quo vadis?


Esta mañana, Ernesto Tenembaum -en su programa de Radio Mitre- entrevistó a Claudia Rucci, en su rol de candidata por el PRO para las próximas elecciones legislativas. Me llamó particularmente la atención su defensa de la estatización, considerando la impronta fuertemente privatizadora asumida por el espacio político del que forma parte.

Hace una semana, el mismo Ernesto -pero esta vez en el programa en TN cuya conducción comparte con Marcelo Zlotowiazda- entrevistando a Gabriela Michetti, también candidata del mismo espacio, le preguntó por su postura frente a las retenciones a las exportaciones. Grabriela -sin darse cuenta y entre titubeos- defendió las retenciones móviles (sí, las de la ya famosa Resolución 125, la que no fue y por la que casi estalla el país).

Considerando, además, la extraña relación que une a Macri y De Narváez, quienes parecen estar midiendo todo el tiempo quién la tiene más larga (la posibilidad de ser "presidenciable", claro); y la más extraña aún que tienen con Solá (a quien esconden de a ratos) y con Duhalde (a quien escondieron del todo), me permito sospechar dos cosas:



  1. Ernesto Tenembaum está pronto a ser declarado presencia no grata en la Ciudad de Buenos Aires, situación que podría extenderse -ni Dios lo permita- a la Provincia.

  2. Este rejunte de gente, que no se puso de acuerdo en las cosas en las que hay que estar de acuerdo (mínimo: qué tipo de Estado se pretende, y cómo se lo financia) va a disgregarse más rápido que viento en una canasta.

Y las consecuencias, como siempre, las pagamos nosotros. Salvo que esta vez decida hacerse cargo Francisco al grito de "la platita es mía, toda mía", y nos tire unos mangos.

Identidades radicalizadas y ciudadanía


Viviana Taylor



La sociedad argentina, como todas las sociedades contemporáneas, ha sufrido una crisis aguda de las identidades, de las maneras como sus ciudadanos se imaginaban dentro de colectivos.
Modernamente, las opciones eran variadas e inclusive podían superponerse: uno era ciudadano, pero a la vez trabajador/a, joven, hombre/mujer, universitario/a, peronista, practicante de alguna religión, gordo/a e hincha de un club. Muchas veces, todo eso junto. Pero hoy asistimos a un mundo en el que el mundo del trabajo se dedica a expulsar, ser joven es delito, el género permite migraciones, no se puede ser universitario porque no alcanza el dinero o no vale la pena, ser peronista significa un estallido de significaciones o la traición menemista, ser gordo es un estigma, la propia noción de ciudadanía ha entrado en crisis, y las grandes tradiciones de inclusión ciudadana se convierten en las duras políticas de exclusión social.
Parecen quedar pocas posibilidades. Apenas ser hincha de algún equipo de fútbol, o participar de una tribu[1]. En menor medida, quizás, participar de alguna fe religiosa. Es fácil, y permiten tener una gran cantidad de compañeros que no preguntan de dónde viene uno.

El problema frente al que nos encontramos es doble:
Por un lado, que estas identidades no son ni pueden ser políticas y entonces implican que la discusión por la inclusión y la ciudadanía se diluye en esta ciudadanía menor, confortable y mentirosa.
El otro, mucho más grave, es que estas identidades son radicales: existen sólo frente a otra identidad que le sirva de oposición. Y cuando la identidad queda tan solitaria, sin otra opción que ella misma para afirmarse como sujeto social, el otro se transforma en un absolutamente otro, y el deslizamiento a la consideración del otro como rival y como enemigo es inevitable. De ahí el “no existís”. No existís que es el grito de guerra que acompaña al “aguante fulano”.

Negar la existencia del otro, lejos del contacto tolerante de la sociedad democrática, implica aceptar que el otro, simplemente, puede desaparecer, puede ser suprimido. O lo que es peor, que debe ser suprimido.


[1] Una tribu adolescente es un colectivo de adolescentes que asumen como marcas de identidad un lenguaje, una vestimenta, unas formas de arte, esto es, sobre todo una postura estética, que les permite identificarse como pertenecientes a la misma a la vez que los diferencia del resto.

lunes, 22 de junio de 2009

Apuntes para ir pensando un modelo de Estado



Viviana Taylor






Cuando intentamos entender una comunidad, lo primero que salta a la vista es que se trata de una pluralidad.
La pluralidad es un hecho. Implica la existencia real de sujetos diferentes en las sociedades y en las instituciones que forman parte de ella. Pluralidad que está dada no sólo porque sea plural el número de individuos que las conforman, sino sobre todo porque son plurales sus identidades, intereses, las funciones que en ellas desempeñan, así como los lugares que ocupan, sus deseos y expectativas, aquello que reconocen como propio y con lo que se identifican. Y son justamente estos elementos los que determinan la existencia de grupos, que se caracterizan por una relativa homogeneidad interna con un mayor o menor sentido de pertenencia, a la vez que una diferenciación respecto de otros grupos. La resolución de la dinámica de estos dos polos, pertenencia-diferenciación, es lo que determina la posibilidad de convivencia, y debería ser lo primero a considerar al pensar en el papel del Estado. Esto es, pensar en el papel del Estado requiere hacer referencia a sus funciones reguladoras y legitimadoras.

Pensar en el Estado es pensar en una cierta idea de comunidad. Y lo cierto es que esta comunidad es más ideal que concreta. Como veíamos en los primeros párrafos, no existe una homogeneidad tal en la que todos los que pertenecemos a la misma comunidad nos encontremos totalmente identificados, al modo de clones culturales. Y en la medida en que las sociedades se complejizan se vuelve cada vez más difícil la existencia de un grupo homogéneo de individuos. La cohesión, entonces, pasa a ser una función del Estado, que es quien debe formular y ejercer las acciones de política pública que aseguren una integración mínima dentro de la heterogeneidad.
Así entendida, la comunidad se convierte, más que nada, en un proyecto. Y cuanto mayor es la complejidad de una sociedad, mayor es su necesidad de un Estado presente.

En Argentina, a pesar de las casi tres décadas transcurridas desde la vuelta a la democracia, el Estado democrático se halla aún en proceso de consolidación, y el tipo de diálogos en torno de estos intentos nos ayudan a analizar qué tipo de democracia se pretende construir. Durante el transcurso de esta construcción, los diálogos han girado en torno de ciertas obsesiones (como las ideas de racionalización y privatización, que se han repetido en los discursos y análisis políticos) que han llevado a una creciente reducción de la esfera de influencia del Estado, a diferencia de los estados económicamente desarrollados, que la han ido extendiendo, sobre todo en respuesta a la actual crisis económica globalizada. Es así que un Estado puede conocerse por cómo regula los distintos subsistemas de la sociedad para asegurar su integración. Y esta regulación debe estar legitimada, de modo que no dependa de un proceso de represión sino de la constitución de una común-unión. Los modos de legitimación pasan a ser, entonces, el concepto clave en este complejo proceso.

Llamo legitimación al proceso por el cual el Estado trata de consolidar estos procesos de identificación necesarios para la concreción de la comunidad. Se relaciona, por lo tanto, con la pretensión de que cada individuo se transforme en un ser idéntico al cuerpo social, normativamente determinado, y con el acuerdo acerca de cuál es el momento a partir del cual el Estado tiene derecho de intervenir en esta transformación. En nuestro país, el ejemplo más claro lo encontramos en la Escuela, que se ha convertido en el escenario privilegiado de esta realización.
Está claro que las personas no ingresan al sistema escolar vírgenes de cultura. Cada uno de nosotros -antes, durante y con posterioridad a nuestra escolarización- hemos recibido y estamos recibiendo el influjo de los valores y tradiciones de nuestra familia, de los grupos comunitarios y religiosos de los que formamos parte, de los medios de comunicación y la opinión pública… en fin, de nuestro contexto de referencia. Valores, tradiciones, costumbres y creencias que hemos disfrutado o padecido, con las que hemos acordado o a las que hemos cuestionado y hasta transgredido. Y es esta práctica primera de adhesión y diferenciación la que nos posiciona frente a las estrategias legitimadoras, según nos aproxime o no a su discurso.
Consecuentemente, en respuesta a esta función de reproducción ideológica, tanto la Escuela como las otras instituciones del Estado, están muy lejos de ser fieles a la diversidad cultural que surge de la natural heterogeneidad de la comunidad. En ellas los valores, los códigos de conducta y aún el habla se hallan sesgados, distorsionados, en favor del grupo dominante. Y los aspectos de la cultura, la práctica y la conciencia que no son coincidentes con aquellos, son presentados como de menor valor.
El choque entre la pedagogía local y el discurso legitimado es inevitable. En los casos en que se verifica la predominancia de esta cultura-local-devaluada, se pone a los sujetos en una situación de inferioridad. Y el Sistema, indolente en la consideración de la heterogeneidad, tiende a expulsarlos.
Si la Escuela, como dijimos antes, es el escenario privilegiado de este proceso de constitución de una comunidad, es también la administradora del privilegio de pertenecer a esta comunidad con derecho de admisión.

Si pretendemos consolidar un estado democrático, cuyos rasgos sean la libertad y la equidad, que considere la diversidad cultural y a partir de ella se busquen las coincidencias mínimas que nos permitan construir la comunidad, necesitamos repensar el lugar de la Escuela. Hacer extensivos sus beneficios a todos, asumiendo un compromiso de justicia y de solidaridad para con aquellos sectores hasta ahora silenciados, implica la necesidad de darles la palabra y escuchar lo que tienen que decir. Es necesario consolidar la Educación Pública, ya que –así entendida- la educación es un bien público y no privado porque, aún cuando privadamente gocemos de sus beneficios, los mismos son extensibles a la sociedad toda. Y es deber del Estado, por lo tanto, garantizarla para cada uno.
Y para ello, es necesario garantizar la gratuidad de la educación escolarizada. Garantía que no debería confundirse con soluciones falsas y simplistas, como los sistemas de becas. Es imprescindible que nos preguntemos seriamente qué significa realmente la noción de gratuidad, y cuáles son las condiciones que deben darse en el sistema social –y no sólo en el educativo- para que sea posible.

Pensar de esta manera al Estado, es optar por un Estado-Social-Regulador, a diferencia de las propuestas por un Estado-Ausente-Liberal.
Para comprender esta diferenciación debemos tener en cuenta dos principios, dos pactos entre Sociedad y Estado, que ya señalé antes como los rasgos de un estado democrático. El primero es la libertad, por la cual cada miembro goza de la máxima libertad compatible con la del resto. Y el segundo, la equidad -que expresa la diferencia entre los dos tipos de Estado- para permitir que el progreso de aquellos a quienes les va mejor posibilite el progreso del conjunto. En nuestro país los discursos democratizadores, pero sobre todo las acciones de gobierno, han optado casi exclusivamente por el primer pacto, realizando una desviación de sentido:
1. Se concibe a los pactos como a una disyunción exclusiva, “libertad o equidad”, con lo que se empobrecen ambos conceptos, que deben ser entendidos como complementarios, dos pactos de un mismo contrato social.
2. Producido este empobrecimiento de significado y entablada la falsa disyunción, se opta por la libertad, excluyendo la equidad.
3. La libertad sin equidad radicaliza su significado: es libertad para competir.
Así es como se termina creyendo que la equidad sobrevendrá por derrame. Pero la experiencia nos ha enseñado que, cuando el Estado se niega a arbitrar en la mesa de negociaciones, triunfa la posición del más fuerte. Y, mientras los fuertes se fortalecen, los débiles pueden debilitarse indefinidamente.

Clientelismo político. Una mirada alternativa




Viviana Taylor



Estos últimos días, como en muchas otras ocasiones de períodos electorales, pude ver que muchos periodistas sacaron a relucir el viejo tema del clientelismo político. Y como muchas otras veces, me dio la sensación de que sus opiniones estaban sesgadas: el clientelismo como un fenómeno extraño que se mira desde una clase diferente a aquella donde se produce, distancia desde el que no se lo comprende pero se lo (des)valoriza.






Creo que es tiempo de que ampliemos la mirada. Considerado a menudo como un fenómeno premoderno, constituye, por el contrario, una forma de satisfacer necesidades básicas entre los pobres (tanto urbanos como rurales), mediante las llamadas relaciones clientelares (entendidas como el interambio personalizado -entre masas y elites- de favores, bienes y servicios por apoyo político y votos). En consecuencia, debe ser analizado como un tipo de lazo social que puede ser dominante en algunas circunstancias y marginal en otras.
El término clientelismo ha sido usado para explicar no sólo las limitaciones de nuestra democracia, sino también las razones por las cuales los pobres seguirían a líderes autoritarios, conservadores y/o populistas. Especialistas en política latinoamericana y estudiosos de los procesos políticos en Argentina están familiarizados con las imágenes estereotipadas del “electorado clientelar cautivo” producidas sobre todo por los medios de comunicación. Estereotipo que oculta el funcionamiento del clientelismo en su dinámica más elemental, haciéndolo permanecer desconocido. El tan extendido entendimiento de esta relación basada en la subordinación política a cambio de recompensas materiales se deriva más de la imaginación y el sentido común, alimentados ambos por las descripciones simplificadoras del periodismo antes que de la investigación social.

En general, quienes obtienen un trabajo o algún favor especial por medio de la intervención del puntero no admiten que les fue requerido algo a cambio de lo que recibieron. Sin embargo, es posible detectar una asociación más sutil. A lo que el cliente suele sentirse compelido es a asistir a un acto, aunque no lo entienda como una obligación recíproca sino en términos de colaboración o gratitud. La gente que recibe cosas sabe que tiene que ir; es parte de un universo en el que los favores cotidianos implican alguna devolución como regla de juego, como algo que se da por descontado, como un mandato que existe en estado práctico.
Pero el acto debe ser comprendido como mucho más que sólo esto. Es también visto como participación espontánea, como la oportunidad para evadir lo opresivo y cansador de la vida cotidiana en la villa o el barrio. Una forma de entretenimiento en un contexto donde lo común es no tener las distracciones habituales del tiempo libre. La privación material extrema en la que la vida cotidiana se sucede, puede ayudar a entender el sentido increíblemente significativo de un viaje gratis al centro de la ciudad, no sólo en términos materiales sino simbólicos.
Para aquellos que han obtenido un trabajo municipal mediante la influencia de su referente, la asistencia a los actos es apenas un momento en el largo proceso por el cual demuestran su fe en el mediador, con lo que el acto partidario puede ser analizado como un ritual en el que se manifiestan y evalúan las intenciones de los seguidores y los mediadores. No es algo que viene a agregarse a la forma de resolver un problema, obtener un subsidio, una medicina, un paquete de comida, o un puesto público, sino que es un elemento dentro de una red de relaciones cotidianas.
En esta idea de “favor”, lo que se comunica y entiende es un rechazo a la idea de intercambio. Tanto los clientes como los punteros hablan de confianza mutua, de solidaridad, de trabajo conjunto, de una gran familia. Los patrones y sus punteros presentan su práctica política como una relación especial que ellos tienen con los pobres, como una relación de deuda y obligación, en términos de un especial cuidado que les tienen.
La verdad del clientelismo es así colectivamente reprimida, tanto por los mediadores como por los clientes, lo que implica que las prácticas clientelares no sólo tienen una doble vida (en la circulación objetiva de recursos y apoyos, y en la experiencia subjetiva de los actores), sino que también tienen una doble verdad (que está presente en la realidad misma de esta práctica política como una contradicción entre la verdad subjetiva y la realidad objetiva). Y esta contradicción no aparece como tal en la experiencia de los sujetos –clientes y punteros- porque se sostiene en un autoengaño, una negación colectiva que se inscribe en la circulación de favores y votos y en las maneras de pensar la política. Dar, hacer un favor, termina siendo así una manera de poseer.

La idea de que hay un “tiempo de política”, a pesar de que también es un fuerte sentimiento entre mucha gente de la villa y los barrios humildes, está más asociada a los sectores medios. Se trata de la creencia en que hay un “tiempo de elecciones” en el que las demandas pueden ser rápidamente satisfechas y los bienes prontamente obtenidos porque los políticos quieren conseguir votos. Esta creencia es consecuencia de que la política partidaria es percibida como una actividad extremadamente alejada de las preocupaciones cotidianas del agente, una actividad “sucia”, que aparece cuando se acercan los tiempos electorales y desaparece con las promesas incumplidas.
Se trata en realidad más que de un tiempo, de la ruptura del orden temporal, de algo que rompe con la rutina de la vida cotidiana: la política vista como una actividad discontinua, como un universo con sus propias reglas y que puede servir para mejorar la propia posición sin tomar en cuenta el bien común. Pero la percepción más extendida en los barrios más humildes es que, así como se percibe la permanente accesibilidad a los punteros, gran parte de la gente no cree que la ayuda que viene de los políticos aumente en períodos de elecciones: la asistencia es un asunto cotidiano y personalizado.
Pero, como la capacidad distributiva del puntero es limitada, ya que puede asistir sólo a una cantidad restringida de gente; y puesto que además esa capacidad depende de las buenas o malas relaciones que el puntero establezca con sus patrones, está claro que el clientelismo por sí sólo no puede garantizar resultados electorales. Sin embargo las relaciones clientelares son sumamente importantes para la política local, dado que los seguidores de los punteros son cruciales durante las elecciones internas no sólo en tanto votantes, sino también como militantes y fiscales, y porque mantienen la organización partidaria activa durante todo el año y no sólo en épocas electorales. Los clientes, en definitiva, son los actores centrales en la fortaleza organizativa y la penetración territorial.

El carácter cotidiano y duradero del clientelismo no hay que buscarlo en una supuesta cultura de la pobreza ni en los valores morales de los pobres. Antes que eso, la persistencia del clientelismo debe examinarse en un contexto de privaciones materiales extremas, de destituciones simbólicas generalizadas y de un funcionamiento estatal particularista y personalizado.
Fue la extensión de los derechos sociales al conjunto de la ciudadanía, derechos a los cuales se accede por el hecho de ser ciudadano y no por integrar una red partidaria, lo que en otro momento histórico hirió al clientelismo. La lucha contra el “intercambio de favores por votos” no debe ser una cruzada moral contra los clientes ni contra los punteros, sino una lucha por la construcción de un auténtico Estado de Bienestar.

jueves, 18 de junio de 2009

A cuatro voces


Lo que quedó del debate



Anoche, en el programa “A dos voces” de TN, conducido por Silvestre y Bonelli, se presentaron a debate los candidatos a legisladores por la Ciudad de Buenos Aires representativos de las cuatro listas mejor ubicadas en las encuestas: Gabriela Michetti por el PRO, Carlos Heller por Encuentro Popular para la Victoria, Alfonso Prat Gay por el Acuerdo Cívico y Social, y Fernando “Pino” Solanas por Proyecto Sur. Los ejes del debate fueron tres: modelo nacional, modelo de ciudad, y seguridad.

Lo más notorio fue la visible incomodidad de Michetti, entendible si consideramos el doble rol que le tocó jugar. Mientras ella buscaba mostrarse como una candidata con propuestas, sus contendientes la obligaron a jugar el de defensora de la gestión del gobierno de la Ciudad. Justificada incomodidad, además, por su falta de contundencia para alternar entre ambos: la confrontación entre su discurso y los hechos que le señalaban no dejó bien parada a la gestión de la que forma parte, además de revelar la debilidad de su información sobre los aconteceres de la legislatura. Por ejemplo, propuso en varias ocasiones la realización de acciones que ya se están desarrollando y la conformación de equipos que ya existen. Ante el consiguiente señalamiento por parte de sus compañeros, su respuesta se repetía: “por eso, qué bueno que estemos de acuerdo en esto”. No pudo, en cambio, dar respuesta alguna cuando lo que quedó revelado fue su desconocimiento sobre la ejecución del presupuesto. En fin… la falta de solidez para sostener sus propias propuestas, que intentaba disimular con un discurso cargado de lemas, se hacía cada vez más evidente en el rictus de su cara.

A Prat Gay, por su parte, no le tocó lidiar con las incomodidades de Gabriela, pero tampoco logró destacarse. Lejos explicitar los proyectos que en concreto se propone defender en el congreso, puso el foco en criticar las gestiones de los gobiernos municipal y nacional. Terminó acusado por Heller de hacer “terrorismo barato” por sus dichos acerca de la presunta actitud confiscatoria del gobierno nacional, el que también se propondría la estatización de bancos privados. Heller descalificó, además, sus acusaciones en torno de posibles fraudes en las próximas elecciones, tildándolas de la excusa que esgrimen aquellos a quienes les va mal en las encuestas. Como si fuera poco, Pino le (y nos) recordó su paso por el Banco Central y la Banca Morgan. Lástima que le haya tocado a Alfonso defender al Acuerdo: no mostró la autoridad política de Ricardo Alfonsín y de Margarita Stolbizer, ni el carisma de Lilita Carrió.

¿El más didáctico? Carlos Heller. A pesar de las sonrisitas sarcásticas y la búsqueda de miradas cómplices de Gabriela, el recurso de sostener sus argumentos con la presentación de recortes periodísticos fue –por lo menos- eficaz. Un giro curioso: eligió que fueran de Clarín. Demostró buen dominio de la información, y una impresionante capacidad de anticipación de los argumentos que presentarían los otros representantes, especialmente Michetti, quien en más de una oportunidad habrá deseado que cayera un rayo del cielo y le partiera los cartones al medio. No dejó argumento de su colega en pie.

¿El más apasionado? Solanas. Su defensa del medio ambiente y su discurso en contra de la entrega de recursos estratégicos del Estado no tuvo fisuras. Su explicación sobre la noción de área metropolitana y las propuestas para la democratización de sus instituciones fue tan clara que dejó a los demás en la deslucida posición de repetidores de lo que él ya había dicho.
Sobre este punto no puedo dejar de señalar, por su lugar en la gestión, la devaluada concepción de Michetti, para quien la ciudad es “un sentimiento de estar juntos, porque nos daría miedo estar solos”, por lo que enumera una serie de lemas vacíos de contenido relativos a mejorar la salud, la educación, la cultura, la seguridad y la recuperación de los espacios públicos, a los que concibe como un mero lugar de tránsito y no como sitios de reunión y participación. Ante estas palabras, Heller le señaló que su equipo, al asumir, se jactó de haber trabajado cinco años preparándose para el gobierno, y que aún así no concretó sus propuestas, y sólo mostró improvisación, burocratización y aumento de impuestos como estrategia de financiación. “El problema de esta gestión –agregó- es la ideología, que es privatista”. “Y antipública” acotó Solanas, acotación que sostuvo con el ejemplo del veto de la ley de fabricación de medicamentos genéricos. La defensa de Gabriela fue que la discusión sobre lo público y lo privado es superficial y está superada; para Pino, en cambio, el debate no está cerrado. ¿Entenderá Gabriela que, si son falsos opuestos –como los define- no lo son porque puedan sintetizarse en lo mismo, sino porque son conceptos complejos que se refieren el uno al otro y deben ser abordados en conjunto para ser comprendidos y para mantenerlos en equilibrio? ¿Y comprenderá que en política los valores no se resumen a la eficiencia, la eficacia y la efectividad (como en el neoliberalismo) sino que deben subsumirse al de la relevancia? No creo. De la misma manera en que sí creo que, en el fondo, tampoco comprendió qué le cuestionaba Solanas.

Al final, ¿qué quedó?
Para Gabriela todo parecería resumirse en que “va a estar lindo” trabajar juntos, y “va a estar bueno” Buenos Aires. Palabras simples, llanas, de un lenguaje ramplón… ¿evidencias de un pensamiento también simple, llano y ramplón? “Tenemos un plan”, habría dicho su compañero De Narváez. Lo que no tienen, según parece, es un proyecto.
Alfonso insistió, en su síntesis final, que todo se trata de ponerle límites a Kirchner, y duda de que puedan hacerlo otros. ¿Un contagio de cierta visión mística de Lilita? Una pena… con tanta otra cosa que se le podría haber pegado.
Carlos, concreto, invitó a rever lo hecho en estos seis años, en una larga lista lo enumeró, y propuso renovar el voto.
Fernando se lamentó de que no se hayan respondido sus acusaciones, sobre todo las relativas a la entrega de los recursos estratégicos. Y sí, Fernando, ¿pero qué te iban a decir? Para ninguno hubiese sido prudente arrojar esa piedra.

Al terminar, mientras los otros tres aplaudían más o menos sonrientes, una Gabriela cabizbaja se sacaba los micrófonos. Un Alfonso (¿rencoroso?) le estrechó la mano a Pino, pero besó a Carlos y Gabriela. Y Solanas, genio y figura, repartió apretones de manos –sin beso- a todos.
El zoom se alejó. Lo que sucedió a partir de ese momento ya es otra historia.

miércoles, 17 de junio de 2009

viernes, 12 de junio de 2009

Parafraseando a Martin Niemöller


Cuando abandonó a los radicales por una vicepresidencia,
guardé silencio
porque yo no era radical.
Cuando votó “no positivo” a la propuesta de su gobierno,
no me quejé
porque yo no estaba con la 125.
Cuando dijo que el patriarca, con su cuerpo aún tibio,
lo había querido de vuelta,
yo no lo refuté
porque no era problema mío.
Cuando amenazó con volver a irse
porque cuestionaron sus candidatos a las legislativas,
yo no dije nada
porque no era del Acuerdo Cívico.
Cuando se dio la mano con De Narváez
no me importó
porque a mí nunca habían estado unidos.
Cuando, por fin, nos haya traicionado a todos
ya no quedará nadie que diga nada.

miércoles, 10 de junio de 2009

Luces y sombras de una sentencia


Condenan a 15 años de cárcel al cura Julio Grassi, pero no queda detenido

El tribunal de Morón lo encontró culpable de "abuso sexual" en por lo menos dos casos. Y consideró que el delito se vio agravado por ser un sacerdote encargado de la guarda. Seguirá en libertad hasta que la sentencia quede firme. (Anticipo publicado a las 14:40 hs en http://www.clarin.com/diario/2009/06/10/um/m-01936467.htm)


Fue el juicio oral más largo del que se tenga referencia en los Tribunales de Morón. Y fue un juicio de asimetrías: de un lado, el poder y el prestigio de un sacerdote mediático, mimado por no pocos periodistas y políticos; del otro, un grupo de jóvenes con una historia de abandono en común. Un juicio donde los silenciados fueron escuchados; y quienes vociferaban no lograron aturdirlos ni ensordecernos. Un juicio donde la sordidez de la pobreza no fue victimizada, y donde la violación de la responsabilidad de cuidado del otro fue un agravante tenido en cuenta. Un juicio donde el culpable fue declarado culpable, y los inocentes fueron reconocidos en su inocencia.

Sin embargo, es un juicio con sombras: quien violó, se abusó, pervirtió, atemorizó, podrá seguir en contacto con aquellos a los que violó, abusó, pervirtió, atemorizó. Como si la presencia obligada de otro eclipsara su propia presencia, como si su sólo estar no continuara la violación, el abuso, la perversión y la atemorización.


Un juicio en el que los 15 años se parecen mucho a la Justicia. Pero no alcanza.

Grassi fue condenado sólo por uno de los casos; para los otros dos denunciantes no hay -todavía- justicia. Los hechos -dicen- no fueron debidamente acreditados.

Grassi sigue al frente de la fundación mientras no esté encarcelado, ya que su sentencia aún no está firme. ¿Qué se necesita para garantizar que los niños puedan estar seguros, cuidados, felices? No es cosa que a los otros responsables pareciera importarles demasiado.


Grassi no puede, no debe, estar en contacto con los niños. Sin embargo, legalmente, todavía nada se lo impide. Y quienes deberían velar por los niños que estuvieron bajo su tutela, al parecer tampoco lo harán.

lunes, 1 de junio de 2009

El procompañero De Narváez y las terceras presidencias


Hace unos días, en un reportaje, al compañero properonista Francisco De Narváez se le preguntó cuál de las presidencias de Menem le había parecido mejor. Seguramente habiendo cometido un fallido, respondió que le había parecido mejor "la tercera de Perón", ante lo que se corrigió rápidamente: "la tercera de Perón y la tercera de Menem". Por si quedaban dudas, el periodista repreguntó, y De Narváez re-respondió.

A veces, ante ciertas respuestas tan reveladoras, uno no está demasiado seguro de que lo que estén revelando sea una profunda ignorancia, o un profundo arraigo a ciertas ideas...


A ver… vamos a hacer un poco de buena memoria, a ver si comprendemos mejor la respuesta del procompañero.
En 1944 el Ministro de Guerra y Vicepresidente Juan Domingo Perón ya planteaba la necesidad de integrar al obrero al sistema como un consumidor y, de esa manera alejarlo de la influencia revolucionaria. En sus palabras se evidenciaba su pensamiento político, producto de influencias muy diversas que iban desde el nacionalismo católico, el falangismo español y el fascismo hasta el socialismo. A raíz de la creciente preocupación que generaban sus palabras y sus acciones, fue obligado a renunciar a principios de octubre de 1945 y detenido y trasladado a Martín García. El 17 de octubre miles de trabajadores provenientes del cordón industrial del Gran Buenos Aires ocuparon la Plaza de Mayo decididos a no moverse hasta que Perón apareciera en los balcones de la Casa Rosada. Por la noche finalmente el Coronel pudo estrenar su saludo con los brazos en alto. Perón se había impuesto y ya ocupaba un lugar destacado en la política nacional.
Pocos días después, ocurrieron dos hechos significativos para la historia del peronismo: la creación del Partido Laborista por parte de los sindicatos peronistas para lanzar la candidatura de Perón y el casamiento de Perón –por entonces viudo- con Eva Duarte, una joven actriz de radio que vivía con Perón desde hacía algunos meses.
Mientras Perón organizaba sus fuerzas partidarias con el Partido Laborista, la U.C.R, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista y el Partido Comunista constituyeron la Unión Democrática, con el apoyo de la Sociedad Rural, la Unión Industrial, la Bolsa de Comercio y el embajador de los EEUU, Spruille Braden. La candidatura de Perón, por su parte, fue apoyada por los sindicatos, por sectores militares y por la Iglesia Católica.
En las elecciones de febrero de 1946, Perón se impuso obteniendo casi los dos tercios de la Cámara de Diputados, la mayoría de los puestos del Senado y casi todas las gobernaciones provinciales. Entre sus primeras medidas modificó los mecanismos de gobierno del poder ejecutivo para optimizar la coordinación de los trabajos y controlar personalmente los organismos claves, para lo que creó el Consejo Federal de Coordinación, el Consejo Coordinador de Investigaciones, Estadísticas y Censos, los ministerios de Asuntos Técnicos y Asuntos Políticos, reorganizó los viejos ministerios y creó nuevas secretarias dándoles a sus responsables rango ministerial.
El Plan Quinquenal constituyó el programa de gobierno. Constaba de cuatro aspectos fundamentales para su éxito:
1- Prever las necesidades de materia prima de origen nacional, combustibles, energía eléctrica (hidráulica y térmica) maquinarias y transportes.
2- Conocimiento y verificación del estado y eficiencia de los sistemas de explotación, producción y distribución de esos elementos.
3- Desarrollar el programa mínimo de inversiones y obras necesarios para asegurar los suministros de materias primas, energía y combustible y desarrollar así la industria y agricultura.
4- Descentralizar la industria, diversificar la producción, crear fuentes de energía, vías de comunicación, medios de transporte y aumentar los mercados consumidores.
Se incluyeron también una serie de medidas para reformar la educación en todos los niveles, organizar la sanidad y los servicios públicos.
Con el Banco Central recién nacionalizado obtuvo el control de cambios, la emisión de 250 millones de pesos en bonos del Tesoro y la creación del IAPI (Instituto Argentino de Promoción de Intercambio), medidas todas realizadas para obtener la financiación del plan quinquenal.
En mayo de 1947 se realizó el Cuarto Censo Nacional que contó una población total de 15.893.827 habitantes.
Otro aspecto importante que caracterizó el primer gobierno peronista fue la nacionalización de los Servicios Públicos: una de las primeras operaciones fue la compra de los ferrocarriles a Gran Bretaña. También pasó subsidiaria de la ITT y conocida popularmente como la Unión Telefónica, que se constituyó como una sociedad mixta llamada Empresa Mixta Telefónica Argentina (EMTA). Otro problema a resolver lo constituyeron los transportes urbanos, que se encontraban monopolizados desde 1936 por empresas británicas; el estado se convirtió en su principal accionista y en 1946 las líneas de colectivos y troles fueron expropiadas. En junio de 1948 se creó la Secretaría de Transportes que adquirió con la Constitución de 1949 el rango de ministerio y desde 1951 se decidió iniciar la privatización de algunas líneas para superar el déficit en la atención de usuarios.
La política energética fue dirigida desde la Dirección Nacional de Energía, creada en 1943, quen coordinó la creación en 1946 de cuatro entidades: Gas del Estado, Combustibles Sólidos y Minerales, Centrales Eléctricas del Estado y Combustibles Vegetales y Derivados. Durante 1947 se fusionaron Centrales Eléctricas del Estado y la Dirección General de Irrigación para dar nacimiento a Agua y Energía Eléctrica obtener energía barata y favorecer la industrialización. Se construyeron diques con sus respectivas centrales hidroeléctricas como el Escaba en Tucumán, el Nihuil en Mendoza, Los Quiroga en Santiago del Estero y seis diques con usinas en Córdoba, seis en Catamarca, cuatro en Río Negro y tres en Mendoza, usinas térmicas en Mar del Plata, Mendoza, Río Negro y Tucumán. En 1943 Argentina tenía una potencia instalada en centrales de 45.000 kilovatios pasando en 1952 a producir 350.000 kilovatios.
Otro de los proyectos energéticos fue la explotación del yacimiento carbonífero de Río Turbio, que se inició en 1947, para lo que debieron construirse caminos, puentes, usinas, viviendas, traerse maquinarias y tenderse líneas férreas para unir Río Turbio con el puerto de Río Gallegos.
También se construyó entre 1947 y 1949 el gasoducto que unió Comodoro Rivadavia con Buenos Aires, en ese momento el más largo del mundo. Permitió aprovechar el gas que escapaba de los pozos petroleros y suspender la compra de carbón de hulla importado para fabricarlo.
En materia de explotación petrolera se renovó la flota de buques tanque para transporte y se construyó uno nacional, el Figueroa Alcorta. Se exploraron nuevas zonas y se descubrió petróleo en Neuquén, Salta, Tierra del Fuego y Mendoza. También se puso en funcionamiento la destilería de La Plata.
En 1946 se inició la renovación de la Flota Mercante del estado con la compra de tres buques a Italia y la compra de la Compañía de Navegación Dodero, lo que permitió que un importante porcentaje del comercio costero se realizara con la flota argentina.
En 1950 se creó una empresa estatal de vuelos, Aerolíneas Argentinas, que monopolizó el cabotaje y realizó viajes a Nuevas York Europa y se construyó el aeropuerto internacional de Ezeiza Ministro Pistarini.
Se desarrolló un importante plan de obras públicas cuyas actividades fueron coordinadas por el ministro de Obras Públicas general Juan Pistarini y por el Banco Hipotecario Nacional. Su actividad se centró especialmente en la construcción de viviendas para solucionar el déficit habitacional revelado por el censo. Se implementó un sistema de préstamos de dinero en efectivo con un bajo interés anual y garantizados mediante una hipoteca. Otra de las funciones del BHN fue la Administración Nacional de la Vivienda, encargada de la construcción de monobloques.
Ademá del aeropuerto de Ezeiza, se construyó una zona de esparcimiento compuesta por tres hoteles y seis piscinas. En una segunda etapa se realizaron hoteles turísticos en Corrientes, Paso de los Libres, Comodoro Rivadavia, Bariloche y San Luis, dos colonias de vacaciones con seis hoteles en Chapadmalal y Embalse de Río Tercero.
Impulsado por la Fundación Eva Perón se construyeron 1.000 escuelas en todo el país y otras importantes obras de asistencia social.
El 08 de septiembre de 1947 se sancionó de 1947 la ley 13.010 del voto femenino, por medio del cual las mujeres obtuvieron los mismos derechos políticos que los hombres y quedaron sujetas a las mismas obligaciones cívicas, debiendo ser empadronadas y documentadas mediante la libreta cívica.
Se completó el sistema de jubilaciones beneficiando a trabajadores independientes, empresarios y profesionales. Se estableció en 1948 un fondo para pensionar a personas sin recursos no acogidas en el sistema jubilatorio y también se legisló sobre la pensión para viudas. En el curso de 1946 se consiguió por primera vez la efectivización del pago del aguinaldo (decreto 33.302 de 1945) que fue muy resistido por los empresarios.
Se crearon y se pusieron en funcionamiento los primeros juzgados laborales. Inicialmente inclinaron la balanza en favor del obrero pero luego mejoraron su funcionamiento y adquirieron respetabilidad.
Se legisló sobre el peón rural y se reglamentaron las convenciones colectivas de trabajo reconociendo así el grado de evolución en la organización sindical del proletariado.
En política internacional el objetivo primordial fue reconquistar una posición internacional satisfactoria para la Argentina y mantener una postura equidistante de los bloques que lideraban Estados Unidos y la Unión Soviética a la que se llamó Tercera Posición.
El punto de partida de esa rehabilitación lo constituyó la firma por parte de Argentina del Acta de Chapultepec (1945) por medio de la cual se reanudaban las relaciones con los países americanos.
En 1947 sesionó en Río de Janeiro la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores, conocida como Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente. Allí se firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, con la participación de todos los estados americanos excepto Ecuador y Nicaragua. Se estableció la zona de seguridad continental desde el Polo Norte hasta el Polo Sur incluyéndose las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
En abril de 1948 sesionó en Bogotá la IX Conferencia Interamericana que buscaba encontrar estructura de la Organización de Estados Americanos, OEA. La delegación argentina presidida por el canciller Bramuglia se opuso a que la OEA se constituyera en un superestado que limitara la soberanía de las partes.
Durante 1948 y 1949 se suscribieron más de veinte convenios bilaterales con Europa, Asia y América, destacándose el convenio ANDES (febrero de 1948) con Gran Bretaña que establecía el pago de los ferrocarriles con exportaciones de ese año y la liberación de los saldos bloqueados en Londres aunque no podían usarse fuera del área de la libra esterlina, la compra los ingleses de carbón, petróleo, acero y productos químicos. Este convenio fue renovado anualmente hasta 1955. Con España suscribimos en abril de 1948 otro convenio por el que les otorgábamos un crédito de 1750 millones de pesos pagaderos en pesetas con cuatro de plazo y les asegurábamos la provisión de trigo y la compra de barcos mercantes.
En 1950 se evidenció una preocupante situación económica causada por la exclusión del plan Marshall, además durante dos años seguidos hubo una gran sequía que redujo el área cultivable, también el desmesurado aumento del gasto público fruto de las nacionalizaciones agotaron las divisas. Se hizo necesario recurrir a un préstamo de Estado Unidos por 125 millones de dólares.
En agosto de 1951 el Congreso sancionó la ley que incorporaba con el carácter de provincias a los territorios nacionales de el Chaco, La Pampa y Misiones.

El 03 de septiembre de 1948 Perón anunció al país la próxima reforma de la Constitución Nacional. El 24 de enero de 1949 quedó constituida la Convención Reformadora, y el 09 de marzo de 1949 se aprobaron las reformas propuestas, luego del abandono del de la Convención por parte de la oposición. Se incluyeron los derechos del trabajador, la familia y la ancianidad, el derecho a la propiedad privada con una función social y el capital al servicio de la economía nacional. Por el artículo 40 se nacionalizaban los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y las demás fuentes de energía exceptuando los vegetales. Nacionalizaba también los servicios públicos y prohibía su enajenación o concesión a particulares. No estableció un monopolio rígido estatal sino que prohibió el lucro privado permitiendo sociedades mixtas o cooperativas. En el plano político permitía la reelección presidencial y constituía también a la Suprema Corte de Justicia como un tribunal de casación.

A pesar de los esfuerzos, no se logró transformar a la industria en la principal fuente de ingresos del estado, cuyas divisas seguían proviniendo de la exportación de granos y carnes, por lo que dos malas cosechas consecutivas fueron la gota que rebasó una difícil situación internacional con mercados cerrados y un fuerte boicot norteamericano contra nuestro país, lo que obligó a Perón a replantear su política económica. El Segundo Plan Quinquenal planteaba volver a una economía más tradicional y la aplicación de ajustes en los salarios y las políticas sociales. Las bases del modelo peronista comenzaban a tambalear.



Si consideramos que el peronismo, además, tuvo ciertas características autoritarias y personalistas que irritaban a la oposición (durante gran parte de su gobierno fue muy difícil poder expresar ideas opositoras con libertad, la mayoría de los medios de comunicación estaban en manos del estado y los restantes sufrían permanentes clausuras, en las universidades los estudiantes protestaban por el bajo nivel educativo y la importante presencia de profesores de tendencias fascistas, y que líderes como el radical Ricardo Balbín y el socialista Alfredo Palacios sufrieron la cárcel y el exilio) es fácil comprender cómo se fue generando la crisis desatada en 1952, coincidentemente con la muerte de Eva Perón.



En 1954, estalló el conflicto con la Iglesia Argentina cuando ésta decidió apoyar a un partido Demócrata Cristiano, siguiendo las orientaciones mundiales del Vaticano. Perón se ofendió porque consideraba a su partido democrático y cristiano, y no veía la necesidad de crear otro, y actuó en consecuencia: sancionó una Ley de Divorcio, legalizó los prostíbulos y suprimió la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas. La Iglesia, por su parte, encabezó la oposición, y el 11 de junio de 1955 la tradicional procesión de Corpus Christi se transformó en una multitudinaria manifestación antiperonista. El descontento eclesiástico alentó la disconformidad militar y comenzó a prepararse un nuevo golpe cívico militar.
El primer intento golpista se concretaría el 16 de junio con el bombardeo de la Plaza de Mayo por parte de la Marina con el objetivo de matar a Perón. La acción causó más de trescientos muertos. En represalia, por la noche, grupos de peronistas quemaron las principales Iglesias de la Capital. Perón intentó parar la ola de violencia pero ya era tarde. El 16 de septiembre las fuerzas armadas tomaron el poder expulsando a Perón quien finalmente marcharía al exilio por 18 años.



Durante su exilio pasó por Paraguay y Panamá -donde conoció a la que sería su tercera esposa, Estela Martínez, más conocida por su nombre artístico: “Isabelita”-. En 1958, durante su estadía en Venezuela, llegó a un acuerdo con Arturo Frondizi, en el que se establecía que los peronistas votarían por el candidato de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) que a su vez se comprometía a legalizar al Partido Peronista, aumentar los salarios y aplicar una política económica favorable al desarrollo del mercado interno. Pero Frondizi no cumplió con el pacto, de modo que los peronistas que lo habían votado se lanzaron a innumerables paros y planes de lucha. En tanto, Perón instaló su residencia en Madrid en 1960, desde donde continuó dirigiendo la resistencia peronista y se consolidó como el referente obligado de la política argentina.
En 1964, durante la presidencia de Arturo Illia, el principal referente del sindicalismo peronista, el dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, organizó el "operativo retorno" del general a la patria. El presidente Illia declaró: "el regreso es un problema del señor Perón, yo no me opondré". Los militares y los grupos de poder no pensaban lo mismo. Al llegar el avión al aeropuerto de Río de Janeiro, las autoridades militares brasileñas le impidieron seguir viaje y debió regresar a Madrid.
Durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, la resistencia popular comenzó a manifestarse violentamente, empujada por la prohibición de toda actividad política, con un pico máximo el 29 de mayo de 1969, en lo que se conoce como “el Cordobazo”. Al Cordobazo le sucedieron diversas puebladas en todo el país y la aparición de grupos guerrilleros de orientación marxista como el ERP, y de tendencia peronista de izquierda, como los Montoneros. En este clima, en marzo de 1971, asumió el poder el General Alejandro Lanusse, y proclamó su intención de restaurar la democracia constitucional y permitir el restablecimiento de los partidos políticos, incluyendo al Peronista.
Perón volvió a la Argentina por un corto tiempo en noviembre de 1972 y se negó a presentarse como candidato para las elecciones del 11 de marzo de 1973, en las que finalmente se impuso el candidato peronista, Héctor Cámpora, cercano a los sectores juveniles.
Mientras los jóvenes ligados a los Montoneros se hacían eco de la promesa de Perón de instaurar un "Socialismo Nacional", los sectores mayoritarios del movimiento, vinculados a los poderosos sindicatos y al aparato partidario, dirigido por José López Rega, secretario privado de Perón, recordaban que el líder hablaba de comunidad organizada y acuerdo social.
El 20 de junio de 1973, unas dos millones de personas aguardaban en Ezeiza el retorno del líder. Por la tarde, se produjeron graves incidentes entre los sectores de la derecha sindical y los grupos juveniles que pugnaban por acercarse al palco. Hubo un violento tiroteo con un saldo de 13 muertos y 365 heridos. Ante la falta de seguridad, Perón decidió aterrizar en Morón y dirigirse al país por televisión.
El 13 de julio de 1973, Cámpora y el Vicepresidente Solano Lima, fueron forzados a renunciar por los sectores tradicionales del peronismo. Tras un confuso episodio, asumió como primer mandatario Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados y yerno de López Rega. Lastiri convocó a elecciones presidenciales para el 23 de septiembre. Sin comicios internos, Perón decidió que su mujer, Estela Martínez, ocupara el segundo término en la fórmula presidencial. En las elecciones se impuso la fórmula Perón-Perón por casi el 62% de los votos contra el 25% de la fórmula radical Ricardo Balbín-Fernando la Rúa.


El 12 de octubre, Perón asumió la presidencia por tercera vez. Al poco tiempo quedó evidenciado su distanciamiento de los sectores cercanos a los Montoneros al reemplazar a los gobernadores y funcionarios vinculados a ese sector del movimiento. Pero el punto culminante de este enfrentamiento se produjo el 1 de mayo de 1974, cuando el gobierno convocó a la Plaza para celebrar el "Día del Trabajo y la Unidad Nacional". Las columnas de los sectores vinculados a los Montoneros avanzaban sobre la Plaza al grito de "¿Qué pasa, qué pasa, General, que está lleno de gorilas el gobierno popular?” En su duro discurso, el general llamó a los Montoneros “imberbes y estúpidos”, lo que provocó la retirada de más de la mitad de la concurrencia. En tanto, la Confederación General de los Trabajadores (CGT), convocó a un acto para respaldar al gobierno, para el 12 de junio en la Plaza de Mayo. En esa ocasión Perón se dirigió por última vez a sus seguidores y les pidió que cuidaran las conquistas laborales porque se avecinaban tiempos difíciles. Se despidió diciendo: "Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que es para mi la palabra del pueblo argentino".
Su estado de salud era precario debido a una delicada afección bronquial. El 29 de junio de 1974 delegó el mando temporariamente a María Estela Martínez de Perón, popularmente llamada "Isabelita". Pocos días después, el 1º de julio moría Juan Domingo Perón.

De su tercera presidencia, asumida el 12 de octubre de 1973, podemos resumir que:
En materia de política interior, se intervinieron las provincias de Córdoba, Salta, Mendoza, Santa Cruz y Buenos Aires, con lo que se consiguió la destitución o renuncia de los gobernadores y su posterior reemplazo por hombres fieles.
Se decretó la prohibición de introducir en el país literatura que "difunda ideologías, doctrinas o sistemas políticos, económicos o sociales tendientes a derogar formas republicanas de gobierno" y se decretó la intervención de los canales 9, 11 y 13.
Se destituyó al rector de la Universidad de Buenos Aires, Rodolfo Puiggros nombrado durante la gestión de Cámpora y se designó para ese cargo al ex vicepresidente Solano Lima.
Las organizaciones guerrilleras continuaron cometiendo actos de extrema gravedad como el asesinato de Rucci o el intento del ERP de copar la guarnición militar de Azul. Para acabar con su accionar cada vez más osado se reformó el Código Penal, elevando las penas correspondientes a las actividades terroristas. La sanción de esta reforma originó algunos enfrentamientos dentro de la Cámara y especialmente en el bloque oficialista donde renunciaron ocho diputados vinculados a la Juventud Peronista. La reforma no contó con el apoyo de la bancada radical. Hubo manifestaciones callejeras de repudio, duramente reprimidas por la policía.
Como señalara antes, la reunión del 1 de mayo de 1974 en Plaza de Mayo fue un hecho importante dentro de la historia de este período porque marcó la ruptura entre la Juventud Peronista y los Montoneros con su líder. Estos se congregaron en el acto entonando consignas contrarias a Isabel y López Rega. Perón los criticó duramente y manifestó su respaldo a los sindicatos. Al escuchar la descalificacón del líder, los manifestantes abandonaron la plaza. Entre ellos se encontraban viejos dirigentes de la Resistencia Peronista, como Sebastián Borro y Andrés Framini. Se puso así de manifiesto el avance en el entorno de Perón del ala derecha del partido representada por Isabel y López Rega.
La política económica continuó los objetivos del gobierno anterior trazados en el Plan Trienal y el Pacto Social. Estos eran mejorar la distribución y la inversión, aumentar el nivel de demanda y disminuir el proceso inflacionario. El ministro encargado de conducir esta etapa fue José Ber Gelbard.
El Pacto Social entre trabajadores, empresarios y el Estado permitió fijar precios máximos, pero esto resulto ineficaz ya que continuó el proceso inflacionario con la secuela de desabastecimiento y mercado negro. Estallaron así varios conflictos por lo que Perón decidió convocar a una paritaria nacional, pero tampoco esto fue una solución. Se decidió entonces dar un aumento salarial del 13%, se elevó el salario mínimo y se creó el seguro de vida obligatorio, aunque se permitió a los empresarios el traslado a los precios del aumento con algunas restricciones. El proceso inflacionario siguió su curso.
La situación laboral se desarrolló en este complicado marco. La CGT estaba dividida en dos líneas irreconciliables: una liberada por la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) era partidaria de llamar a convenciones colectivas de trabajo y de liberar los precios; la otra controlada por los textiles planteaba un aumento igualitario a todos los gremios. Se desarrollaron entonces varias huelgas que pusieron de manifiesto el fracaso del plan económico y el pacto social.
En materia de política internacional se recibió la visita del presidente de Bolivia, Hugo Banzer en noviembre de 1973. Perón realizó una visita a Uruguay donde se firmó un tratado sobre límites y se realizó un convenio con el presidente Bordaverry para construir la represa de Salto Grande. En diciembre la vicepresidente viajó al Paraguay donde firmó un tratado para la construcción de la represa de Yaciretá Apipé. También se firmaron una serie de acuerdos comerciales con países del bloque socialista como Cuba, Polonia y la Unión Soviética.
Entre sus últimos actos de gobierno podemos mencionar una visita al Paraguay y el encuentro con el líder radical Ricardo Balbín, a quién le manifestó se cansancio y desengaño.
El 12 de junio de 1974 habló por televisión al país y anunció la posibilidad de renunciar ante lo inútil de su sacrificio para pacificar al país, ante lo que la CGT organizó una concentración en Plaza de Mayo para manifestarle su adhesión.
El 29 de junio de 1974 delegó el mando temporariamente a María Estela Martínez de Perón, popularmente llamada "Isabelita", dando inicio a una de las etapas más terribles de nuestra historia, dejando una sociedad debilitada en múltiples enfrentamientos sectoriales y políticos.



De este relato resulta me resulta confuso encontrar cuáles son los hechos históricos que llevan al señor De Narváez a valorar como mejor la tercera presidencia de Perón frente a las dos anteriores, sobre todo la primera.


En cambio, coincido con él en que la mejor de Menem fue la tercera. Sí, esa que no llegó a ser.

Fuentes para la investigación:

www.elhistoriador.com.ar

http://www.todo-argentina.net/historia/civmil/peron/