sábado, 28 de diciembre de 2013

Parada Final: el centro del Círculo Rojo


Todos los caminos conducen a…

 

1ª Parada: Sergio Massa

Cruce de caminos: Sergio Massa – MauricioMacri

2ª Parada: Mauricio Macri




 


Parada Final
El Centro del Círculo Rojo

Por Viviana Taylor


Esta mañana -sábado 28 de diciembre de 2013- la periodista Mona Moncalvillo relató un hecho inquietante en su programa radial Núcleo Duro.
Para quienes no la conocen (cierta prensa hegemónica prefiere no nombrarla ni para criticarla, no vaya a ser que le sumen oyentes aunque más no sea por curiosidad para ver de qué hablan) aclaro que vengo siguiendo a Mona desde el año 1980, cuando la descubrí por sus antológicos reportajes en la recordada Revista Humor®, y no tengo dudas sobre su honestidad intelectual –ni periodística, por si hiciese falta especificar-. De modo que lo que contó, lo doy por corroborado.

Los hechos relatados fueron estos: en la localidad bonaerense de Caseros estaban sufriendo un corte de electricidad como los que se vienen repitiendo y continuando desde hace días, cuando un grupo de vecinos llamó a la casa de otro para invitarlo a hacer un cacerolazo con corte de avenida como protesta. Este vecino expresó su disconformidad con perjudicar a quienes estuviesen intentando llegar a sus casas –igual de acalorados y quizás igual de afectados por los cortes- por lo que después de barajar varias opciones decidieron hacer un cacerolazo en la empresa. Como sabían que no iban a permitirles la entrada, se organizaron y simularon ir a pagar la factura: así fue como de a uno fueron llegando hasta juntarse 25 de ellos, y comenzó el cacerolazo. Después de un rato de bullicio insoportable, apareció alguien con cierto poder de decisión (o de intercesión con quienes efectivamente lo tienen, para ser más precisa) y les prometió que si se retiraban en una hora tendrían la restitución del servicio eléctrico. Pero no accedieron: desconfiados, decidieron quedarse allí hasta que de sus propias casas los llamaran para comunicarles que había vuelto la electricidad. Y cosa ‘e Mandinga, en menos de una hora comenzaron a sonar sus celulares con la buena noticia: ¡volvió la luz!

A ver: estos días –y cada vez que hay una suspensión de servicios de este tipo- se suelen escuchar historias sobre empleados no del todo afectos a la honestidad, o más bien afectos al intercambio de prioridad por estímulos económicos, que por diferentes sumas –peso más, peso menos- restablecen el servicio más rápidamente.

Pero este relato es sustancialmente diferente: no se habla de uno o dos empleados, ni de una cuadrilla que estimulada por unos pesillos desvía su trabajo desde una zona hacia otra. Estamos hablando de una empresa con capacidad para devolver un servicio donde no lo había. Y yo me pregunto: ¿habrán tenido la misma diligencia para privarlos de él? Voy a ser más directa: ¿habrán cortado la luz a propósito, sin aviso previo? Y si lo hicieron: ¿cuántos de estos cortes fueron a propósito? Si fueron “cortes preventivos”, ¿por qué no se avisó de modo que todos pudiésemos prevenirnos de las dificultades inesperadas? ¿O es que detrás de estos cortes hay otras intenciones, de orden político antes que técnico?

Estaba pensando en esto cuando por esas cosas del pensamiento lateral –que es una forma elegante de llamarle a la loca asociación de ideas- recordé una foto. Esta foto.
 


Esta fotografía fue tomada el 19 de noviembre de 2010, durante la fiesta de cumpleaños de Augusto Rodríguez Larreta, quien durante más de diez años fue el gerente de Relaciones Institucionales del Grupo IRSA (propietario de los shoppings Alto Palermo, Paseo Alcorta, Patio Bullrich, Abasto, Buenos Aires Design y Dot; y accionista mayoritario del Banco Hipotecario en sociedad con el Estado).  En la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo señalan como quien –aprovechando la relación con su hermano Horacio Rodríguez Larreta como Jefe de Gabinete- llevó adelante el lobby para que se aprobara el megaemprendimiento inmobiliario que impulsaban tanto el holding Grupo IRSA como la gestión PRO en la ex Ciudad Deportiva de La Boca: un barrio de lujo similar a Puerto Madero con torres de 50 pisos junto a la Reserva Ecológica, que finalmente no logró el acuerdo en la legislatura y se frustró.

Mientras este proceso de lobby estaba en plena gestación, Augusto Rodríguez Larreta apareció en el Boletín Oficial del 18 de abril de 2012, donde se publicó su designación como asesor en del Ministerio de Gobierno porteño, con un sueldo de 16.995 pesos (mayor que el de un director general), a pesar de la incompatibilidad entre los intereses privados que defendía y los públicos que supuestamente iba a defender. Parecería que los porteños iban a pagar con sus impuestos la defensa de los intereses de un puñado de privados. O más bien, era la confirmación de que ya lo estaban haciendo: la publicación fue tardía, puesto que estaba contratado desde el 10 de diciembre de 2011, según consta en la Resolución 71 del Ministerio, como asesor en temas políticos. Y, aunque no se le pagaron los sueldos hasta la publicación de la resolución, el cobro de los mismos fue retroactivo a la fecha de su nombramiento en diciembre.
¿Cuáles eran sus méritos en política? Había sido vocero de los ministros menemistas Oscar Camilión (de Defensa) y Roque Fernández (de Economía); estuvo involucrado en la causa por sobresueldos en el gobierno de Menem (le dictaron la falta de mérito); y en 1999 formó parte del equipo de campaña de Palito Ortega.
Como corresponde al cumpleañero, de pantalón negro y camisa blanca, ocupa el centro de la escena.


El tercero contando desde la izquierda es Jorge Rendo, el principal operador judicial de Ernestina Herrera de Noble –junto con Pablo Casey, sobrino de Héctor Magnetto-. Es su haber cuenta las medidas cautelares contra la Ley de Medios, y la caída de Roberto Marquevich, el juez que dejó de serlo después de haberse entrometido con la identidad de los hijos ilegítimamente adoptados por Ernestina Herrera, que llevan el apellido de Noble a pesar de que llevaba años fallecido cuando los niños nacieron –y, lógicamente, cuando fueron apropiados-. Uso esta expresión porque toda adopción ilegal es una apropiación: no entraré en delicadezas semánticas con un tema de semejante gravedad, sobre el que ya he escrito antes.
Podría parecer extraña la presencia de Rendo en este cumpleaños: el dueño del holding del que el cumpleañero Augusto todavía era gerente, Eduardo Elsztain, había querido formar parte de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), pero Clarín –uno de los dos grupos concentrados que la dominan- se lo impidió por su condición de judío practicante. Sí: por eso. No fue una razón que se hubiesen preocupado por disimular, así que el propio Elsztain lo puede corroborar.

En fin: Elsztain no está en la foto y Rendo sí. Tres años después de cuando fue tomada, Augusto Rodríguez Larreta ya no está en IRSA pero las relaciones con el Grupo Clarín siguen yendo de lo mejor: el macrismo proyecta cederle el edificio El Dorrego a emprendedores privados para que desarrollen un Centro Metropolitano Audiovisual, y transfirió un millón de pesos del programa de Intervención Social en las Villas para  reacondicionar el edificio antes de entregarlo a privados, entre quienes se encuentra Adrián Suar –vinculado al Grupo Clarín a través de Polka/Canal 13-. En efecto, la remodelación fue dispuesta mediante la resolución 647/13 del 30 de agosto de 2013 por el ministro de Desarrollo Económico Francisco Cabrera, con posterioridad al tratamiento en la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña del proyecto de su traspaso a manos privadas.


 Un recorte similar, de 3 millones de pesos, proveyó los fondos transferidos al programa Industria Audiovisual, uno de cuyos eventos es “Buenos Aires, Ciudad de Moda”,  en los que Julieta Spina –la esposa de Augusto Rodríguez Larreta- coordina los desfiles de moda.

 
Evidentemente, la protección mediática del Grupo Clarín y sus asociados (La Nación y Perfil entre otros) le cuesta millones a los porteños, que pagan no sólo con pauta publicitaria, sino sobre todo con negocios inmobiliarios, pérdida de espacios verdes, y honorarios de funcionarios que los defienden y promueven sus negocios.


Volvamos nuevamente a la foto. Tomado del hombro de Rendo aparece Carlos Pagni: el segundo desde la izquierda. También es segundo en La Nación, donde ejerce su oficio de periodista como aspirante a sucesor de Joaquín Morales Solá, el gran novelador de intrigas palaciegas. Por ahora, Joaquín resiste. Pero Carlos hace buenos méritos para sucederlo: sus novelas y noveletas, palaciegas y de negociados y corruptelas varias, nada tienen que envidiarle.

Lo que quizás Carlos Pagni no sospechaba por aquellos días de festejo es que el escándalo por el espionaje a mails de funcionarios iba a llevarlo a ser procesado: en septiembre de 2012 la titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 1 de San Isidro, Sandra Arroyo de Salgado, lo procesó por los delitos de “revelación de secretos”, y un año después -en septiembre de 2013- la Cámara Federal de Apelaciones de San Martín confirmó el procesamiento sin prisión preventiva de Juan Bautista “Tata” Yofre -el ex titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado (ex SIDE) durante la presidencia de Carlos Menem-, del ex agente de inteligencia Pablo Carpintero; el ex secretario general del Ejército Daniel Raimundes; de los directores de los portales SEPRIN y Urgente24 (Héctor Alderete y Edgard Mainhard, respectivamente); del empresario periodístico Néstor Ick; y de los columnistas Roberto Ángel García (Perfil) y el mentado Carlos Pagni. Tuvo suerte: la Cámara atenuó la calificación del delito: todos ellos están imputados por espionaje ilegal, asociación ilícita y encubrimiento agravado. Entre las víctimas figuran la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el por entonces vicepresidente Daniel Scioli, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, la ex ministra de Defensa Nilda Garré, el ex canciller Jorge Taiana, el ex cónsul y actual canciller Héctor Timerman y la ex embajadora en Venezuela Alicia Castro. La Sala I entendió que “con los elementos probatorios reunidos hasta el momento, se pudo acreditar, con la convicción que requiere esta etapa del proceso, que se procuró, buscó y obtuvo información que debía permanecer secreta en función de la seguridad de la Nación”.
Qué afortunado Pagni, que vive en una dictadura como esta y no en un país serio, libre y republicano como Estados Unidos. Seguramente disfrutaría de una tropical Guantánamo sin derecho a juicio y sin esperanza de defensa ni sentencia. Es algo con qué consolarse en caso de que le corten la luz, y sienta que se asa en este diciembre de alerta roja sin heladera ni aire.

El otro abrazado a Rendo –el cuarto, vestido de negro, a contar desde la izquierda- es Alejandro Macfarlane, yerno de Hugo Anzorreguy, ex jefe de la SIDE menemista, de cuya mano -durante el apogeo de Menem- llegó a la presidencia de Telinfor, que junto con Hard Communication –de Rodolfo Galimberti, Jorge Born y “Corcho” Rodríguez- manejaba los juegos telefónicos de Susana Giménez que terminaron en aquel recordado y patético escándalo entre la diva, las empresas y la Fundación Felices los Niños,  entonces presidida por el Padre Grassi –ahora condenado pero aún no secularizado-.
Cuando se tomó esta fotografía era CEO de Edenor, cargo que ocupó desde 2005 hasta febrero de 2012, cuando lo abandonó después de haberse convertido en dueño de EDELAP en diciembre de 2011.  
Pero está claro que no es por estos cargos que está en la foto, sino por su llegada a Papel Prensa, donde se ganó un sumario de la Comisión Nacional de Valores en su contra, junto con Magnetto, José Aranda, Julio Saguier y Alberto Jorge Gowland Mitre, entre otros. La CNV los denunció a todos ellos (miembros privados del Comité Ejecutivo, de la Comisión Fiscalizadora, del Consejo de Vigilancia y directores titulares) por "severas irregularidades" en el funcionamiento de firma.
Por esta asociación se vuelve comprensible que por estos días, en que podrían haberlo crucificado desde sus páginas y las pantallas de TN y Canal 13, su nombre no aparezca vinculado a los cortes de suministro eléctrico, la alusión a su empresa se diluya entre las renombradas y vueltas a nombrar EDENOR y EDESUR –pero, sobre todo, en las acusaciones al gobierno nacional-, y los cortes en La Plata se desdibujen gracias a la omnipresencia de la desventura de los usuarios de Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense. Business are business. Y, entre bomberos, no se pisan la manguera.


Si uno de los dos grupos que dominan a AEA es Clarín, el otro es Techint. Su director corporativo, Luis Betnaza, es el sexto y está tomado de la cintura de Augusto Rodríguez Larreta, con cuyo todavía jefe Elstain también había tenido lo suyo: cuando en 2003 el Grupo Techint quiso quedarse con el Banco Hipotecario, desplazándolo, contó con el apoyo mediático de Clarín y La Nación. Pero el Duhaldismo entró en retirada… y sus anhelos con él.
 
Betnaza es el segundo de Paolo Rocca, el empresario que recientemente, frente a un grupo de estudiantes de ingeniería de la Universidad Austral, ante la pregunta acerca de cómo hacer para que los empleados se sientan cómodos y a la vez exigirles, acotó: “te faltó agregar que hay que pagarles poco”.

 


Aunque el tono de la respuesta puede dejarnos la duda respecto de qué tan en broma fue dicho, y cuáles serán sus verdaderas convicciones sobre el trabajo, el empleo y la empleabilidad, podemos reducir ese margen de duda contextualizándolas en las políticas económicas que defienden: Rocca y Betnaza, quien además es vicepresidente primero de la Unión Industrial Argentina (UIA), tanto desde esta como desde los foros de IDEA vienen pidiendo sistemática y persistentemente una devaluación que reafirman en los medios; y como vicepresidente de la Fundación Mediterránea (de la que actualmente es vocal titular) en los ’90 catapultó a Domingo Cavallo como ministro de Economía de Menem y De la Rúa. Lo que trajeron sus políticas lo llevamos tatuado a sangre y fuego. Y lo que quienes las ponderan cuentan -ya sabemos- es puro cuento.

Quien posa junto a Betnaza, con la camisa blanca por fuera del jean, es Miguel Peirano, a quien siempre se lo vinculó con el Grupo Techint, del que fue empleado por dos años. También se cruzaron en la UIA, donde ocupó diferentes cargos entre 1993 y 2004.

Peirano es uno de esos casos que cuando se tomó la foto todavía nos parecían extraños, pero a los que hoy estamos acostumbrados: fue secretario de Industria, Comercio y Pyme de la Nación hasta 2007 cuando -aunque ya pocos lo recuerdan- fue designado ministro de Economía y Producción (cargo que ocupó entre Felisa Micelli y Martín Losteau, desde el 17 de julio al 10 de diciembre de 2007). Por entonces podríamos haberlo calificado como funcionario K pero, cuando el escándalo por las supuestas coimas de Skanska enfrentó a Néstor Kirchner con Paolo Rocca,  su salida del gobierno dejó en claro a quién le debía lealtad. Y aunque –según ha contado sobre él Clarín- siempre mantuvo sus vínculos con Elisa Carrió, ahora acompaña a Massa en su Frente Renovador.


El primero entre tantas presencias es Jorge Telerman, quien había llegado a jefe de gobierno entre 2006 y 2007, cuando el macrismo eyectó a Aníbal Ibarra apelando a formas y pruritos que perdió en el camino en cuanto Macri ocupó ese lugar. Después de una gestión marcada por las denuncias por el uso indebido del título de Licenciado y una indagación fiscal por el supuesto uso de facturas truchas, integró en 2007 una alianza con Elisa Carrió, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, para poder continuar con la Jefatura de Gobierno.
De esta época viene su relación con Augusto Rodríguez Larreta, quien fue su asesor de campaña, con la que alcanzó apenas el tercer lugar. El primero fue Mauricio Macri, cuyo jefe de campaña del PRO fue Horacio Rodríguez Larreta.
En 2011 Telerman insistió, pero obtuvo apenas el 1,76% de los votos. Y desde mediados de este año forma parte del gabinete de Scioli en la Provincia de Buenos Aires, como presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
 
Mal que pueda pesarle –o no- a Telerman, no representa ni las microgotas de poder que exudan quienes comparten con él la foto. La imagen parece, más bien, una metáfora del verdadero poder detrás de la apariencia de poder. Detrás de una cara conocida y reconocible, entre tantas otras más o menos desconocidas se oculta el verdadero poder, el que está entre las sombras y sólo ocasionalmente se deja ver. Aunque siempre a medias.


El verdadero poder ni siquiera es el que se abraza y es abrazado por Clarín y Techint. El verdadero poder son Clarín y Techint, que abraza abrasando. ¿O abrasa abrazando? No importa: es de ambas formas.

El país que proponen y por el que luchan Clarín y Techint es un país para pocos. Un país en la línea que proponía Martínez de Hoz –el más honesto en explicitarlo- y que se consolidó en la década de los ’90, cuando uno de cada cuatro argentinos perdió el trabajo, se dio la mayor concentración del ingreso de la que pueda dar cuenta nuestra historia, y más de la mitad de los argentinos caímos bajo la línea de la pobreza.

En esta lucha por recuperar ese país que mejor entiende y más le gusta, quizás Clarín haya cometido un error, seguramente envalentonado en la convicción de su pasada omnipotencia: volvió demasiado visibles sus intereses. Como en un ajedrez demasiado confiado, sacrificó a todos sus peones, y ahora le peligran sus más valiosos trebejos.

Quizás por esta imprudencia, por no poder parar en la escalada de agravios y una construcción casi literaria de la realidad cuando debió hacerlo, por no ejercitar la mesura y cuidar la verosimilitud en la elección y el grado de las denuncias, poniendo repetidamente en riesgo una credibilidad cada vez menos creíble, está obligando a salir a otros al juego.

Creo que esta exposición obscena de la miseria del Grupo Clarín, a través de sus medios propios y afines, marca el final de una forma de batalla. Pero no de la guerra.

El Grupo Techint ha dado muestras de estar alistándose para salir al ruedo con más fuerza. Seguramente, también, con mejores armas y estrategias.

Si no me equivoco, esta fotografía nos servirá de testimonio de una época en que todavía no conocíamos ciertos rostros pero que, gracias a la pluralidad de voces que garantizará la Ley de Servicios Audiovisuales que tanto nos costó conseguir, se nos volverán reconocibles.

Los peones, ya los conocemos. Sus nombres y sus caras siguen apareciendo como fieles servidores de su proyecto. Cada vez menos creíbles. Cada vez más payasescos.





Epílogo


Esta serie de posteos, a la que llamé “Todos los caminos conducen a…” tuvo su origen en una expresión de Mauricio Macri: el círculo rojo.


Con esta expresión no desnudó nada que no pudiésemos saber o al menos sospechar. Pero le puso nombre. Y con el nombre llegó la confirmación de su existencia y de su tangibilidad. A partir de sus dichos, no quedaron dudas de que el círculo rojo no sólo tiene una existencia real, sino que actúa. Y ya no podrá hacerlo desde las sombras.


Por esas cosas del destino, apenas unas horas después de posteado el último artículo de esta serie, a Macri volvió a soltársele la lengua. O, con más precisión, esta vez se le soltaron los dedos.

Si bien algunos veníamos sospechando que mucho de este caos emocional que algunos medios venían fogoneando –al calor de la temperatura y los cortes de energía eléctrica- contaba con la colaboración de las empresas en cuestión (y con la sugerencia de esta hipótesis comencé este artículo), volvió a ser su imprudente verborragia la que confirmó las sospechas.


 
La expresión no deja dudas. No usó conjugaciones que sugieran posibilidad. Afirma y da por sentado: los cortes están programados y la información, que podría colaborar en la previsión de al menos parte de las incomodidades que generan, se retacea.

¿Cómo es que Mauricio está tan seguro? Quizás porque lo sabe.

¿Cómo es que Mauricio lo sabe? Quizás porque, además de las relaciones que han quedado descriptas más arriba, hay otra que no entró porque la persona en cuestión no está en la fotografía que articuló la estructura de la descripción, como muchas otras que seguramente también forman parte del núcleo del círculo rojo y tampoco están. Me estoy refiriendo a Nicolás Caputo, amigo de Mauricio Macri y uno de los dueños de  EDESUR.







Caputo no es un recién llegado a la vida del Jefe de Gobierno porteño: se conocen desde los 6 años, cuando ambos iban al colegio Cardenal Newman. Fue quien lo contuvo ante cada destrato de su padre, quien pagó el rescate por su secuestro, y quien lo acompañó como testigo en su casamiento con Juliana Awada.  Por eso, también otros lo han descripto como “hermano de alma de Mauricio”.


Así fue que pasó de ser su sostén emocional a su socio: Caputo es dueño de Mirgor S.A., una empresa de aires acondicionados para autos, que  crearon juntos en 1983, y que luego se expandió a la refrigeración privada, la telefonía celular y los microondas. Y fue la mano derecha de Macri en la compra y venta de jugadores en Boca.
Y de su socio, pasó a parte de la mesa chica en la que Mauricio toma las decisiones de gobierno: apenas asumido su primer mandato como Jefe de Gobierno, Mauricio lo nombró su asesor. Pero fue rápidamente cuestionado por incompatibilidad: Caputo era un fuerte contratista del Estado, y una cosa es disimular su doble juego tras bambalinas, y otra hacerlo subir a escena. Después de un intento por legitimarlo declarando que su cargo era ad honorem, no quedó otra posibilidad que la renuncia.
Sin embargo, Caputo no se quedó afuera. No es extraño verlo llegar después de las reuniones de gabinete, para conversar con los ministros y otros funcionarios sobre cuestiones relativas a la gestión de gobierno. Dicen que tiene más afinidad con el ala peronista del PRO, compensando con carisma y capacidad de diálogo las carencias del Jefe de Gobierno.
Nicolás Caputo es, al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que podríamos llamar una eminencia gris: un poder desde las sombras. De hecho ha sido descripto como el “jefe de gabinete sin papeles”.
 
¿Y qué clase de empresario es? La empresa familiar Caputo S. A. (con una participación del 20% de las acciones) lidera el mercado de la construcción privada (construyó el Shopping Abasto, el Casino Trillenium en Tigre y la planta impresora del diario La Nación). Es, además, contratista en la Ciudad desde la década del ’70. La empresa SES S.A. (que controla en un 50%) es la principal contratista para la reforma y mantenimiento de los hospitales municipales. Si bien estas obras fueron otorgadas antes de la asunción de Macri, la oposición ha señalado en varias ocasiones su recelo por el decreto con que Telerman (el primer personaje que aparece –aunque con difícil justificación- en la fotografía de cumpleaños que inició este posteo), apenas seis días antes de terminar su mandato, avaló la redefinición de mayores costos para esas tareas. En 2010 ganó la licitación para la reparación de 14 escuelas por 30 millones de pesos, y para las obras bajo nivel de los ferrocarriles, durante cuyo trámite se realizó una transferencia de 300 millones hacia Autopistas Urbanas S.A. (AUSA), una empresa del gobierno de la Ciudad, con caja propia, que no está sujeta a la ley de compras y contrataciones.
 La empresa también tiene contratos con la Nación, a través del Ministerio de Planificación Federal: no quedan dudas de que De Vido sabía precisamente a quién le hablaba, cuando ayer -frente a los cortes de energía recurrentes y sostenidos- pidió que los responsables se hicieran cargo. Es que el Grupo Caputo S.A. también opera en el rubro energético a través del Grupo SADESA, que controla el 48,5% de EDESUR.


En EDESUR, Nicolás Caputo ingresó con su nombre, pero no lo hizo así en el negocio de la alta tensión. Sus familiares y los de Macri construyeron junto con José Cartellone las empresas Líneas Mesopotámicas S.A. (LIMSA) y Líneas del Litoral S.A. (LITSA), que se fusionaron recién el año pasado por autorización del Ente Nacional Regulador de Energía (ENRE), pero que en 2006 se quedaron con un negocio de 1001 millones de pesos para la construcción del "Subtramo Norte de la Interconexión Rincón Santa María – Rodriguez", licitado por el gobierno nacional cuando la represa binacional Yacyretá subió su cota para garantizar mayor suministro de energía al norte y a la ciudad de Buenos Aires.
En la actualidad, todo ese tramo de alta tensión está en manos de LITSA: el 46,5% de sus acciones pertenece a Cartellone (a través de Tito Biagini) y otro 40,5% a Sideco Americana del Grupo Macri (a través de Nicolás Caputo).

No se entendería de otra manera la reacción del Jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cuya respuesta a la interpelación de De Vido a los responsables de las empresas, fue suspender sus vacaciones para –en presurosa conferencia de prensa- responder como si el mismísimo diablo le hubiese tocado el propio culo. Parece que nada resulta tan incómodo e impúdico como que a uno le toquen el culo públicamente, cuando lo tiene visiblemente sucio.
 
Este año, además, Caputo se adjudicó la construcción de un edificio para instalar un data center y oficinas que serán utilizados por las empresas First Data Cono Sur y Posnet (por casi 50 millones de pesos) como parte del Distrito Tecnológico que se creó en Parque Patricios.

 
Ahora, en serio… ¿no es una ironía del destino en estos vericuetos del camino, que justo Mauricio y Nicolás funden una empresa que fabrica aires acondicionados, que además Nicolás esté en el negocio de la distribución de la energía y ambos en el de la alta tensión, y se arme semejante zafarrancho en el que Mauricio parecía más interesado en sacar alguna ventaja política y dejar a su nombre fuera del brete, que en resolver algún problema?
Extraña ventaja política la que pueda proveer una conferencia de prensa en la que se apuró a exculpar a su amigo y socio (y, de paso, expulsarse a sí mismo, silenciado tras él), adjudicándole toda responsabilidad al gobierno nacional. Seguramente no se sentía tan apremiado por la emergencia energética que declaró en la ciudad, como por haber tenido que suspender sus vacaciones para poner la cara -paradójicamente- para que permaneciera oculta. Al menos, eso pareció indicar el que –apenas un par de horas después de su vuelta- haya retomado sus vacaciones en Villa La Angostura, sin capacidad ni viveza para quedarse simulando un interés que evidentemente no tenía ni tiene.
En fin… Pasen y vean: las páginas de los amigos son una delicia.
http://www.mirgor.com.ar/esp/un_electronica.php
 
 
http://www.litsa.com.ar/esp/home.html
 

 

 

"Es por mí que se va a la ciudad del llanto,

es por mí que se va al dolor eterno

y al lugar donde sufre la raza condenada,

yo fui creado por el poder divino,

la suprema sabiduría y el primer amor,

y no hubo nada que existiera antes que yo,

abandona la esperanza si entras aquí"

(Inscripción de la puerta del Infierno de Dante)

 
Viviana Taylor

domingo, 15 de diciembre de 2013

3ª Parada: Elisa Carrió



Todos los caminos conducen a…

 

1ª Parada: Sergio Massa

Cruce de caminos: Sergio Massa – MauricioMacri

2ª Parada: Mauricio Macri



Nota preliminar: Mi intención original era postear este artículo el 11 de octubre para terminar esta serie de Todos los caminos conducen a… el 18, justo antes de los cierres de campaña para las elecciones del 27. No pudo ser: quedé imprevistamente fuera de combate por algo más de dos meses. Pero esta dilación vino con la oportunidad de ver a una Lilita recargada no tanto por el envalentonamiento posterior al resultado de las PASO como por la declaración de constitucionalidad plena de la Ley de Servicios Audiovisuales (de Medios, como eligieron nominarla sus más amigos). Casi una caricatura de sí misma.  Y como en toda caricatura,  los rasgos definitorios están exagerados en desmedro de otros, accidentales. Como esculpida por el cincel de un imitador con oficio, quizás nunca antes pudimos verla más fiel a sí misma.

3ª Parada: Elisa Carrió

-recargada-

Por Viviana Taylor



La vida tiene sus vericuetos. Y la política –entramada en ella- la acompaña en los meandros, continuidades e interrupciones de sus laberínticos caminos.
En el cruce anterior -muy a pesar suyo- ya veíamos que Francisco De Narváez se iba quedando sin parada. Fue apenas un alto que derivó en una cortada.
Pero también hay sorpresas en sentido inverso: quien parecía haber dado hace tiempo atrás a una cortada, encontró la manera de sacar la cabeza por sobre el laberinto y encontrar una salida. Después de todo, ya es veterana en esto de construir y dinamitar caminos. Y mientras sus ocasionales acompañantes, inexcusablemente ingenuos, cuentan heridas donde habían calculado obtener réditos, ella avanza.

Allí está, como última parada hacia el centro del círculo rojo. Lilita recargada.

 


Haciendo un poco de historia
Lo que una persona cuenta de sí siempre es una buena primera aproximación para imaginarnos quién es. Claro que los relatos sobre uno mismo y su propia historia suelen ser interesantes no sólo por lo que se cuenta –y cómo se lo cuenta- sino sobre todo por lo que se calla.
Y lo que Carrió nos cuenta no es la excepción.

Los Carrió

Cada vez que hemos oído a Lilita hacer referencia a su historia familiar, parecería que estamos frente a una estirpe patricia, entramada a la historia  de los caudillos radicales del interior del país.
Pero su relato dista del que hacen otros coterráneos, también protagonistas de esas historias.

Sabio cuenta que cuando tenía 14 años, en tiempos de la Revolución Libertadora pudo ver a Coco y Yayo Carrió (padre y tío de Lilita) arrancar el busto de Perón y Evita con un tractor. Y lo cuenta para ejemplificar lo que él considera “su odio de clases hereditario”. Y refuerza con un segundo ejemplo: “Fui testigo en mi casa, ya que mi padre era compañero de juergas de los hermanitos, de un acuerdo para destituir al director de la escuela secundaria del pueblo, el gordo De Jesús, y el argumento a utilizar era demostrar que estaba afiliado al peronismo”.
Sigue su relato: “La familia Carrió era conocida como los cubos porque siempre caían parados. El abuelo de Lilita, don Pancho Carrió, era cuando menos filoperonista, razón por la que se le había acordado la concesión de la estación de servicio YPF. Las tías estaban casadas con militares, uno de ellos, el entonces Coronel Ormaechea (en realidad, Teniente Coronel), fue interventor del IPS de la provincia en uno de los gobiernos militares que no recuerdo. Los dos hermanos Coco y Yayo eran radicales –del pueblo- que, como perdieron las elecciones con Frondizi, fregotearon con los cuñados desde el primer minuto. Yo fui testigo de algunas reuniones porque, como era chico, no me consideraban peligroso. Las reuniones se realizaban en la casa del Dr. Emilio Federico Rodríguez, quien fue candidato a vicegobernador por los radicales del pueblo en 1958 y era cuñado de los hermanos Carrió.”


Según otras fuentes, que recoge el Grupo Arturo Jauretche, la familia se enriqueció notablemente tras el golpe de 1976, cuando la estación de servicio de Quitilipi –que para ese entonces ya habían heredado Coco y Yayo- se convirtió en la principal proveedora de combustibles del distrito, que comandaba su cuñado Ormaechea, Jefe del Regimiento Chaco.

 
Este mismo Ormaechea –tío de Lilita, por si hiciera falta aclararlo- fue el verdadero mentor de una de las más significativas ausencias en el currículum de Carrió.

Resulta que lo que Lilita cuenta sobre su actividad político/profesional puede ser leído tanto en su página oficial como en la que todavía puede encontrarse del Bloque ARI en el Congreso de Diputados de la Nación. En ambos casos puede leerse como actividad en la Justicia “Secretaria Letrada de la Procuración General del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Chaco (Nivel Juez de Cámara)”. A diferencia de otras actividades, en las que sí la especifica, no figura el período en que desempeñó el cargo.

 
Lo que Elisa Carrió no cuenta es que el 7 de febrero de 1978 –recién cumplidos los 21 años y todavía no graduada de abogada- ingresó al área de asesoría técnica de la Fiscalía de Estado, por el Decreto Provincial Nº 72 firmado por el Interventor del Chaco, el General de Brigada Antonio Facundo Serrano.

Cuando se la confrontó con este silenciamiento –que siguió silenciado en su currículum- su explicación fue que su propia madre le había pedido a la fiscal de Estado –la Doctora Castaño- que la incorporara a su grupo de abogados. Y que la razón del pedido -y de su aceptación- se justifica en la supuesta necesidad de contar con una obra social por causa de un accidente en el que habían fallecido seis amigos y su novio. Quizás buscando mayor legitimación en más tragedia, adujo que fue gracias a esa obra social que pudo mantenerse viva.

Otros, víctimas cuyos crímenes debieron haberse investigado por esa época, no pudieron sentirse igual de acogidos por la fiscalía que –no habiéndolos amparado en vida- tampoco lo hizo ya asesinados: es el caso de las víctimas de la masacre de Margarita Belén.

A pesar de que la masacre de Margarita Belén –ocurrida en diciembre de 1976- se produjo poco más de un año antes de su acceso a la Fiscalía, Lilita parece no haber sabido nada de ella hasta mucho tiempo después, cuando en mayo de 2001 acompañó personalmente a Horacio Verbitsky –presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)- y a los sobrevivientes, familiares de las víctimas y representantes de organismos de derechos humanos, en la presentación de la denuncia ante el juez federal de Resistencia, Carlos Skidelsky, para que anulara las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y así poder abrir la investigación penal para su esclarecimiento.
 
Ese poder judicial dictatorial que no amparaba víctimas, sí fue generoso cobijándola: dos años y medio después de aquel primer nombramiento, la Resolución 522 del Superior Tribunal de Justicia –el 21 de agosto de 1980- designó a una jovencísima Elisa Carrió como Secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia de Chaco, con nivel y jerarquía de Juez de Cámara. Este cargo sí aparece en su currículum, aunque sin hacer alusión a fechas.
Tampoco cuenta que el 25 de octubre de 1982 fue premiada con un rápido ascenso, pese a la objeción de varios jueces por no contar con experiencia jurídica que lo justificara, no haberse respetado el escalafón ni la convocatoria a concurso para la promoción.
Lilita no sólo prefirió callar la influencia de su tío -el Teniente Coronel Ormaechea- para llegar a Fiscal de la Justicia Militar, adjudicándosela a un favor a su madre, sino que  también calló -y calla- que María Elisa Rodríguez de Carrió fue funcionaria por aquellos años: fue subsecretaria de Educación del Chaco desde el 7 de diciembre de 1978.
Mientras tanto, en las postrimerías de la dictadura, su padre era uno de los precursores del Movimiento de Renovación y Cambio de Raúl Alfonsín en el Chaco, en tiempos en que la Multipartidaria ya sesionaba y la derrota en Malvinas hacía inevitable la reapertura democrática.
 
Ya en democracia, su madre ocupó otros cargos provinciales: durante el gobierno de Ángel Rozas (UCR – 1995/2003) fue Secretaria de Desarrollo Social, cargo por el que estuvo implicada en graves casos de corrupción por los que no se ha aclarado el destino de fondos de su cartera, los que terminaron con la renuncia del Vicegobernador Miguel Pibernus, acusado de autorizar negligentemente los despachos mientras el gobernador estaba ausente de la provincia.

Los Carrió, como decían en el pueblo, seguían cayendo parados.

Cuando su pasado laboral comenzó a hacerse público, Elisa Carrió expresó durante una sesión del Congreso: “Que digan lo que quieran. Lo que intentamos hacer durante largos años fue arrepentirnos de algunas cosas, construir otras y poder comprometernos. Lo reconozco, pero no me preocupa; nunca levanté un arma, nunca firmé sentencia alguna. No fui jueza ni fiscal, por lo tanto lo que se dice es mentira. Pero era joven y debí haberme dado cuenta de algunas cosas, y otros también debieron haberse dado cuenta.”
 
Eduardo Macaluse –quien por entonces era diputado nacional del bloque Solidaridad e Igualdad y había sido integrante del ARI, la agrupación política fundada por Elisa Carrió y luego abandonada a su (mala) suerte- cuando Carrió cuestionó su postura de acompañamiento a la estatización de las AFJP, respondió: “En ese momento ella era muy joven, pero ahora es grande y sabe que hacer un acuerdo con Coti Nosiglia nada tiene que ver con lo que ella ha venido predicando. Pasa de Alfredo Bravo a Nosiglia, pasa de hacer campaña en autitos que se rompían a hacer campaña en aviones privados. Están claras las decisiones y los cambios que adoptó en los últimos dos años”. “Carrió trató de nazis e idiotas útiles a todos los que votaron por el pase, cuando en la época en que los nazis realmente estaban en la Argentina ella se calló la boca”.

 
 
“Era joven y debí haberme dado cuenta de algunas cosas…”
Por aquellos tiempos en que Carrió era joven y –según cuenta- no se daba cuenta de las cosas que le pasaban por arriba, por abajo y por los costados sin atravesarla, Clarín se sentó a la mesa de negociaciones de los dictadores y sus cómplices (¿o patrones?)  empresariales y mediáticos,  y se levantó pagando con silencio y obsecuencia la entrega monopólica de un insumo estratégico para la prensa: Papel Prensa.

 
Por aquellos otros tiempos en que seguía siendo joven y al parecer seguía sin darse cuenta, Clarín volvió a valerse de esa posición dominante para condicionar no sólo a competidores, sino al gobierno de Raúl Alfonsín: así fue como –a fuerza de extorsión- consiguió que se le otorgara la explotación de Radio Mitre. Mal negocio para el gobierno: se quedaron con la radio, y la extorsión no cejó.

Fue este el contexto en el que se produjo ese diálogo ya legendario entre Magnetto y Alfonsín: cuando faltaban apenas seis meses para la finalización de su mandato, y Alfonsín le pidió a un grupo de empresarios que le permitieran completarlo, la respuesta de Magnetto fue “imposible, el obstáculo es usted”. Desde entonces es que circula la leyenda a la que muchos políticos le temen: ningún dirigente sobrevive a cuatro tapas negativas de Clarín.

Quizás alertado por la leyenda, y seguramente porque era afín a sus propios intereses, Carlos Menem se apresuró a modificar las leyes que  permitieron la construcción audiovisual del Grupo Clarín. Lilita ya se iba despidiendo de las lozanías de la juventud, y quizás comenzaba a darse cuenta.

Lo que sí es seguro es que ya se había dado cuenta cuando Néstor Kirchner receló de la leyenda, en aquellos primeros tiempos en que Alberto Fernández era su Jefe de Gabinete y por sus buenos oficios todavía no le había hecho frente al Grupo. La desobediencia a la leyenda, y la salida de Fernández del gobierno para dar comienzo a su ininterrumpido paseo por los medios del Grupo demonizando al kirchnerismo –aunque reivindicando un “primer kirchnerismo bueno”- se volvieron hechos inescindibles de un mismo proceso.

 



 
Sin embargo, de algo más debe haberse dado cuenta cuando –siete años después, en 2010- la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentó el informe sobre Papel Prensa.



 
Y debe haber sido algo muy trascendente, o demasiado peligroso, para que se parara tan abiertamente a defender a quienes –en aquellos tiempos acalorados del 2003- había confrontando tan contundentemente.

Debe haber sido algo realmente tremendo para que, en Radio El Mundo, expresara “estoy dispuesta a defender al Grupo Clarín, en ello no me temblará la mano”, y ensayara la siguiente explicación: “Todo empezó con el secuestro de los Born, por el que se pagaron 60 millones de dólares a la organización terrorista Montoneros. Una parte de ese dinero lo pusieron en un banco de Cuba, y a la vez pidieron a José Ber Gelbard asesoramiento para ver dónde colocaban unos 17 millones; entonces él les recomendó a David Graiver, quien con ese dinero compraría Papel Prensa. Cuando el empresario murió, Montoneros empezó a amenazar a la familia, la cual ignoraba que Graiver había manejado dinero de la guerrilla. En esas circunstancias se decidió la venta urgente de Papel Prensa.”

Ya no era tan joven -y seguramente se daba cuenta de muchas cosas- cuando días después, en septiembre de 2010, se sentó a la mesa de Mirtha Legrand e insistió con el argumento. Lo interesante es que hizo una aclaración: “Ojo, que de esto yo no me enteré leyendo al general Ramón Camps”.

 
¿Qué se esforzaba por desmentir con su aparente aclaración? Es que apenas unos días antes, el 28 de agosto, el periodista Ricardo Ragendorfer en la columna “Clarín, Papel Prensa, el pulso y la memoria de Lilita” publicada por Tiempo Argentino, no se había andado con medias tintas al criticar sus dichos radiales: “en la solidez argumental de Lilita se advierte que su fuente no fue otra que el esclarecedor libro Caso-Timerman-Punto Final, escrito nada menos que por el general Ramón Camps.

Carrió, en cambio, aseguró que se había enterado “por Patricia Bullrich, que de esto sabe mucho.

Efectivamente, Ragendorfer cuenta que el 25 de agosto Lilita había recibido en una cena a los referentes del Grupo A: Jorge Aguad, Felipe Solá, Federico Pinedo, Silvana Giudici y Patricia Bullrich. Fue allí donde Bullrich –quien había sido un cuadro de Montoneros, pero sin suficiente rango como para que le hubiesen confiado la ruta del dinero obtenido de los Born- se refirió al tema. No deja de ser interesante que haya concluido el relato con una apelación: “Debemos frenar a tiempo la chavización”.

Los saltos políticos siempre estratégicos de Patricia Bullrich y la evidencia de la ubicuidad de su apelación permiten significar su posicionamiento en defensa de la venta de Papel Prensa, y su adhesión al relato de un represor como si fuese propio.

Que Lilita lo haya adoptado como fuente, también.

 
¿Qué pudo ser tan peligrosamente relevante?
José Pirillo no tenía un nombre popularmente reconocido: no era un Magnetto, no era una Hernestina de Noble, ni siquiera era un Aranda. Sin  embargo, tampoco era un desconocido en el mundo de los medios.
Afortunadamente para nosotros, antes de fallecer –en diciembre de 2010- dejó numerosos testimonios periodísticos de cuando era dueño de La Razón. Testimonios periodísticos que hoy nos ayudan a comprender parte de la historia.
Pirillo le compró en 1985 el diario La Razón a Patricio Peralta Ramos, que permaneció como su director. Según él mismo contara, en la primera reunión de Papel Prensa, Héctor Magnetto le relató cómo había sido el proceso de apropiación de la empresa por parte de los diarios Clarín, La Nación y La Razón, en connivencia con la Junta Militar. Y, según también él mismo contara, un par de años después Magnetto lo presionó para que su diario continuara cumpliendo con los acuerdos que se habían hecho con el gobierno de la dictadura, preocupado porque Jacobo Timerman -director editorial de La Razón- estaba publicando acerca de los delitos de lesa humanidad que se habían cometido.
Ante esta presión, Pirillo le solicitó hablar con la dueña del diario –Ernestina Herrera de Noble-, ante lo que Magnetto respondió que tenía el poder para decidir por ella. Fue en ese momento en que le reveló que, además, era albacea de Marcela y Felipe desde que había hecho la gestión ante Videla para conseguir a los chicos. Y que fue así como se quedó con la línea editorial del diario y el poder en Papel Prensa.

Este es uno de los primeros nudos que no debemos perder de vista: la causa de Papel Prensa está íntimamente ligada a la adopción ilegal y la supresión de identidad de Marcela y Felipe. No hay modo de investigar la apropiación de la empresa sin echar luz sobre la apropiación de los entonces menores, y viceversa. Y no hay modo de hacerlo porque las propias causas están entramadas judicialmente: Reinaldo Bandini –ex secretario de redacción de Clarín- declaró como testigo que la adopción se arregló por razones de negocios, para asegurar herederos que, en caso de fallecer Ernestina Herrera, no permitieran que la empresa cayera en manos de la ex esposa de Noble ni de su hija Guadalupe. He ahí el vínculo más fuerte entre estos actores.
Pero la historia no termina allí. El segundo nudo que no podemos perder de vista es el que enlaza toda esta historia con Carrió: Pirillo dejó de publicar sobre hijos de desaparecidos, pero siguió con el tráfico de bebés en el norte del país. Entonces, Magnetto volvió a pedirle que dejara de publicar sobre ese tema porque los afectaba directamente a su esposa y a él, ya que sus hijos habían sido conseguidos a través de su amiga personal Elisa Carrió en el Chaco cuando era empleada de la Corte Suprema y en nada sus atribuciones y funciones justificaban su implicación en la adopción de niños.
Por si estos dos nudos no fueran suficientes, un refuerzo: Alejandro Carrió –primo de Lilita- integra el buffette de abogados de Magnetto y de Ernestina Herrera de Noble. Si bien el parentesco no prueba nada, sí podríamos decir que vuelve a cumplirse el axioma de los antiguos vecinos de Quitilipi: los Carrió no sólo siempre están estratégicamente ubicados sino que, como los cubos, siguen cayendo parados.
Quien no cayó parado en esta historia fue José Pirillo. A partir de ese momento recrudecieron las presiones, que se fueron agravando en la medida en que La Razón publicó sobre los Graiver, los hijos de Noble y los de Magnetto: el diario tuvo que avalar una deuda preexistente de 5 millones de dólares y sufrir distintos tipos de extorsión. Según denunció, el Grupo Clarín sobornó a sus abogados, al síndico de la empresa y al juez de la causa, quienes  en 1987 tomaron el diario hasta su quiebra, sacándole las acciones de Papel Prensa.




Darse cuenta
Quizás porque era muy joven -según ha dicho- Lilita no se dio cuenta de lo que no advirtió.

Pero ya no era joven cuando decidió no recibir a las Abuelas de Plaza de Mayo, mientras Magnetto les ofrecía decirles quiénes eran las madres biológicas de Marcela y Felipe Noble Herrera a cambio de que le proporcionaran los nombres de los denunciantes, quién sabe con qué propósito.

Tampoco era joven cuando la ex funcionaria Ana María di Lonardo, despedida en 2006 del Banco Nacional de Datos Genéticos, se llevó con ella una computadora con información sensible: el banco acumula los datos de familias que buscan a los niños robados durante la última dictadura. Esta ex funcionaria fue contratada como perito de parte por el ex juez Gabriel Cavallo, defensor de Ernestina Herrera de Noble en el caso por la apropiación de Marcela y Felipe, quienes a partir de esta contratación –y después de 10 años de negativas- aceptaron los análisis que -como era esperable- resultaron negativos respecto de las dos primeras familias querellantes, que fueron las únicas con las que se permitió el cotejo. ¿Qué podría haber en la computadora sustraída, que diez años después dejara tan tranquila a la familia Noble Herrera como para aceptar lo hasta entonces inaceptable?.
No era joven cuando sus declaraciones sobre la ley de requerimiento obligatorio de ADN provocaron que fuera expulsada de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos por decisión unánime de su comisión directiva, por considerarlas incompatibles con los principios y valores de los derechos humanos. Sin intenciones de bajarle el tono a la confrontación, su respuesta a la expulsión fue: “Si soy separada de la APHD a causa de defender los derechos humanos de todos los argentinos y no sólo de algunos, entonces en buena hora.” El único antecedente de una decisión similar es la expulsión de Carlos Menem, quien fue separado cuando indultó a los represores que no habían sido alcanzados por las leyes de impunidad.
No era joven en ninguno de esos momentos, ni es joven ahora. Probablemente ya haya pasado mucho tiempo desde que se dio cuenta de las cosas que debió haberse dado cuentas antes, cuando era muy joven y sostiene no haberlas advertido. Quizás la historia familiar le jugó una mala pasada: parece que no siempre los cubos caen parados. Y aunque no ruedan, sí pueden andar a los tumbos.
 

Quizás ahora, habiéndose dado cuenta, sienta que no tiene otra opción que mantenerse aliada a Magnetto y su grupo de secuaces, entenados, obsecuentes y serviles. Si se abre la caja de Pandora de las causas de lesa humanidad en las que está entrampado, probablemente emerja su nombre desde el fondo de ella. Después de todo, parece ser que efectivamente fue ella quien cargó en sus propios brazos a los niños de los que se hizo el matrimonio Magnetto en circunstancias del todo reñidas con la legalidad y la legitimidad, amparados unos y otra por la corrupta corporación judicial, a la que todavía defiende frente a la pretensión de su democratización. 

Sólo falta ver hasta qué punto se elevará su oposicionismo radicalizado, en sus bastante pueriles intentos por mostrarse presidenciable a los ojos del Grupo Clarín y sus aliados mediáticos.  Sin dudas buscará asegurarse -y asegurarles- el código de silencio que todos beneficia, y que es más fuerte que los intereses que coyunturalmente podría unirlos provisoriamente a otro candidatos.

Aunque también podría suceder que, de continuar con su escalada de reactividad violenta y emocionalidad desbordada, finalmente resulte más confiable como estrella de show televisivo que como aliada política. Después de todo, bien pueden promoverla desde su pantalla, llevándonos de la compasión a la risa, encarnándola en una deslucida y poco creíble caricatura de sí misma.


Viviana Taylor