Por Viviana Taylor
A algunos medios les vendría bien
contratar a un equipo de psicólogos que supervise la elección de contenidos,
sobre todo cuando intentan construir campañas para desprestigiar al Gobierno Nacional
y sus funcionarios.
¿Por qué digo esto? Sólo unos
ejemplitos, porque –es sabido- para muestra basta un botón. Y, como es mejor que so-sobre antes que
fa-falte, van tres de los más fresquitos:
El escandalete mediático promovido por Lanata desde la pantalla de Canal 13 con la confusa e indecisa denuncia sobre enriquecimiento ilícito/evasión/tráfico de influencias/fuga de capitales/asociación ilícita entre Lázaro Báez y Néstor Kirchner, con bóvedas incluidas, arrojó sobre el tapete de la memoria las causas por esos mismos delitos por las que el Grupo Clarín tanto tiene que explicar, con el agregado –nada menor- de su muy comprobable participación en delitos de lesa humanidad.
La indignada denuncia de la
supuesta irrupción de Moreno en una asamblea de accionistas del mismo Grupo
Clarín, con videíto respaldatorio sobre la ofensa cometida y todo, habilitó la
televisación del video completo, quedando claro cómo se tergiversó
el relato a través de la edición, y la riqueza del mismo para demostrar hasta
qué punto las supuestas víctimas no eran más que cínicos victimarios.
La acusación de una nueva embestida contra la Justicia por parte
del oficialismo, publicada hoy en Clarín, en razón del ingreso en la
Cámara de Diputados de un proyecto de ley para que el Consejo de la Magistratura
se haga cargo de las facultades presupuestarias, de manejo de personal y de
fijación de sueldos tal como lo estipula el artículo 114 de la Constitución
Nacional en su punto 3, desnuda que la permanente apelación a la Constitución para
denunciar su supuesta violación sistemática por parte del Gobierno Nacional, no
es más que mera estrategia (y de la más baja calaña). Según se acomoden los
melones en el carro, bien se puede acusar al gobierno de embestidas plagadas de
inconstitucionalidad, o de embestidas plagadas de constitucionalidad: la cuestión
es acusarlo de embestir.
La verdad… algunos medios necesitan
con urgencia contratar a un equipo de psicólogos y hacer una sesión de terapia
para tratar las motivaciones ocultas en su propia sombra que los mueven a
elegir ciertos contenidos. Sobre todo, porque están arrastrando con ellos a
quienes pretenden promover.
Un caso especialmente jugoso para
ejemplificarlo es este asuntito tan extraño de Lorenzetti y la AFIP. Ya deben
haber leído –o escuchado por ahí- algo sobre la cuestión, así que resumo: dicen que
Lorenzetti se siente perseguido porque la AFIP estaría investigándolos a él y a
sus hijos; dice la AFIP que no está investigando ni a Lorenzetti ni a sus
hijos; dicen algunos de los miembros de la Corte Suprema de Justicia que la
AFIP debería aclarar (cosa que ya hizo al negarlo) si está investigando a Lorenzetti, y
que –por supuesto- no harán declaraciones públicas al respecto. Serán
solidarios y corporativos, pero no comen vidrio: vaya uno a saber qué surge si se hacen declaraciones públicas. Así y todo, esta vez se embarraron
las patas. Fayt y Zaffaroni se abstuvieron de firmar el pedido, ¿será por eso
de que ya aprendieron aquello de que gallina que cacarea es porque puso un
huevo?
Y los medios lo hicieron de
nuevo: pretendiendo denunciar una persecución fiscal a Lorenzetti, para
vincularlo con una venganza por obstaculizar el proceso de democratización de
la Justicia, ponen el foco en la pregunta inevitable… ¿será que a Lorenzetti no
le conviene que la AFIP meta la nariz en sus asuntos? ¿Y por qué sería esto?
¿Qué podría encontrar?
Quizás Lorenzetti no quiera que
se descubra lo que hasta ahora, milagrosamente, no ha terminado de estallar: su
pasado de carancho, los estímulos que
podría haber abonado a cambio de frenar su publicación, y las acciones de censura y secuestro de
materiales en que podría haber incurrido directamente o a través de
interpósitas personas en los casos en que los estímulos pecuniarios no fueron efectivos.
Hagamos un poco de historia…
La noche del 27 de agosto de 2010
el periodista y escritor Carlos Del
Frade iba a presentar su libro “Salud, Valores y Esperanza”, una
investigación sobre el sistema de salud de la ciudad de Rafaela (Santa Fe) y
sus principales actores. La presentación se iba a hacer en el marco de una
conferencia de prensa, a las 20 horas, en el auditorio Alicia Lucino de Bertoni.
Pero no fue posible: cuando Del
Frade llegó al lugar, 2000 de los 2500 ejemplares de su libro habían sido
secuestrados (todos los que allí estaban). Y él lo vincula al hecho de que en el mismo se nombra –y no queda
nada bien parado- a Ricardo Lorenzetti, el actual presidente de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, que es oriundo de la ciudad de Rafaela.
¿Qué cuenta el libro en cuestión?
Según las propias palabras de Del Frade en declaraciones que hizo el día de
ayer en el programa de radio Nada del Otro Mundo conducido por Cristian
Maldonado en AM 580, “Lorenzetti fue abogado y socio de una de las prestadoras privadas del PAMI que
terminaron saqueando a la obra social de los jubilados durante los tiempos de
Menem y De la Rúa”, “fue quien prestó toda la ingeniería intelectual para hacer
esa prestadora que se llamaba APREME S.R.L. y reunía a las principales familias
que manejaban la salud privada de la ciudad de Rafaela”.
Lorenzetti fue socio de esta
gerenciadora APREME S.R.L., que nació el 16 de abril de 1994, y por la que
según cuenta Carlos Del Frade habría recibido 4 mil pesos mensuales como piso
mínimo deducible de ganancias. Esta estipulación –de ser cierta- sería
violatoria de lo dispuesto en la ley de sociedades comerciales, y ningún otro
socio incluyó una cláusula semejante. En otras sociedades, en las que
Lorenzetti no era socio, era apoderado o asesor legal, además de ser abogado de
distintos médicos miembros de las sociedades a quienes representó en juicios y
luego –ejercitando representaciones de otros accionistas- demandó. Todo muy
oscuro y enredado…
¿Es posible que Lorenzetti,
estando ya en la Corte, se enterara de la publicación y presentación del libro
donde se relatan todas estas cuestiones? No sólo es posible, sino que
evidentemente lo sabía e intentó frenar su publicación. De hecho, Del Frade
cuenta que en febrero de 2010 se reunió por cuarenta minutos con Lorenzetti en
su despacho, al que lo convocó para explicarle las razones por
las que había sido socio y asesor de las prepagas en épocas de Alderete, y que
le ofreció tres o cuatro veces 40 mil dólares a cambio de que no publicara la
historia. “Lorenzetti nunca negó el hecho, lo justificaba”, dijo Del Frade en
el programa de radio al que asistió ayer.
No es la primera vez que Del
Frade cuenta esto, como podemos ver en este programa emitido el 7 de julio de
2011, donde cuenta la misma historia, con muchos más detalles, gracia e ironía.
En el minuto 9:27 deja sentado que la denuncia se
había hecho pública incluso mucho antes, desde la radio que por entonces conducía
en Santa Fe el radical Mario Barletta, y fueron “echados como perros”.
A Mario Barletta tampoco le debe estar haciendo
gracia que esta historia salga a la luz, porque puede llegar a iluminar sus
propias oscuridades: fue rector de la Universidad Nacional del Litoral e
intendente de la ciudad de Santa Fe; candidato a gobernador de su provincia en
2011, y actualmente preside el Comité Nacional de la UCR desde diciembre de
2011. Menos aun desde que su hijo, siendo secretario general del Ministerio
Público de la Acusación de Santa Fe, está siendo cuestionado por su vinculación
laboral con el estudio jurídico del abogado del ex comisario Tognoli, detenido
en una causa que investiga la protección de un narcotraficante. Lo que, además,
podría recordarnos que Rosario y Santa Fe son dos de las ciudades con mayor
nivel de violencia en Argentina, violencia vinculada al crecimiento del
narcotráfico, lo que podría a su vez llevarnos a preguntar qué acciones
implementó Barletta padre durante su reciente intendencia.
Y sí: a algunos medios les vendría bien contratar
a un equipo de psicólogos para supervisar la construcción de campañas de
desprestigio. Se les están volviendo todas en contra.
Por Viviana Taylor