Por Viviana Taylor

Las vidas de
Maximiliano Kosteki y Darío Santillán no se las llevó la crisis, como publicó
por entonces Clarín, mientras cajoneaba las fotografías de Pepe Mateos hasta que
fue inevitable ocultar lo que ya había sido revelado. Esas fotos del mismo fotógrafo
que –por las curiosas volteretas del destino, la vida y la política- hace poco fue
herido de bala en otra represión, esta vez por la policía metropolitana
macrista, desatada en el Borda.
Por la
masacre que hoy recordamos, y que se llevó la vida de dos militantes sociales,
fueron condenados siete policías: los entonces comisario inspector Alfredo
Fanchiotti y cabo Alejadro Acosta, quienes recibieron cadena perpetua; y por
encubrimiento Féliz Vega, Carlos Quevedo y Mario de la Fuente a cuatro años,
Gastón Sierra a tres y Lorenzo Colman a dos. El único civil enjuiciado fue Celestino
Robledo, cuya condena fue de diez meses de prisión en suspenso, por usurpación
de títulos y honores.
Otra
historia es la que cuentan, en tanto, los responsables políticos de la masacre.
Después de que Gendarmería realizara el peritaje en el que se cruzaron 200 mil
llamadas telefónicas realizadas entre los sospechosos durante 2002, el fiscal
Miguel Osorio identificó unas 80 como interesantes
para intentar establecer si en los preparativos del operativo los actores
políticos habían dado directivas que pudieron haber determinado la actuación
criminal del ex comisario Fanciotti.
Si bien no
se lograron condenas, sí se develaron indicios concretos de que el gobierno de
Eduardo Duhalde planeó reprimir ese día con especial contundencia. Durante el
juicio oral, el entonces Secretario de Seguridad bonaerense Juan Pablo Cafiero
declaró que Atanasof –jefe de Gabinete de Duhalde- había dicho esa misma semana
que los cortes a los accesos a Capital eran una “declaración de guerra”, y agregó que en esos días los políticos “echaron nafta al fuego”. Fue muy gráfica
la descripción de Cafiero sobre la Policía Bonaerense, a la que comparó con “perros de presa” a los que si se les
suelta la correa, atacan. Y, según su punto de vista, el 26 de junio de 2002,
esos perros de presa habían sido dejados sueltos. Una jauría de perros de presa
a las órdenes del gobernador bonaerense Felipe Solá, quien a pesar de estos
hechos revalidó su cargo en las elecciones de 2003.
En su
declaración, el ex ministro de Defensa Horacio Jaunarena se desmarcó del
operativo, y responsabilizó a Juan José Alvarez (quien había sido Secretario de
Seguridad) y a Jorge Vanossi (Ministro de Justicia) como responsables directos.
Y el jefe de la SIDE por aquellos días Carlos Soria fue quien reivindicó el
informe en el que se mencionaban a sectores piqueteros –a pesar de que nunca se
habían juntado- como co-planificadores de un golpe contra el Estado.
Mientras a siete
policías este nuevo aniversario los encuentra condenados, otros responsables
forman parte de listas para las próximas PASO.
Alfredo Atanasof
(quien, como quedó recordado más arriba, era Jefe de Gabinete del gobierno de
Duhalde cuando ocurrió la masacre) busca renovar su banca, que ocupa desde 2009
por Unión Pro (la alianza que oportunamente sellaran De Narváez y Macri), esta
vez desde la lista de Francisco De Narváez.
Felipe Solá
(quien era por entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires) después de
abandonar el bloque oficialista en la Cámara de Diputados en medio del
conflicto por “la 125 y el campo” y formar un bloque propio con otros
peronistas disidentes, volvió al Congreso también de la mano de Unión Pro. Esta
vez, busca renovar su banca desde la lista del intendente de Tigre, Sergio
Massa. Una lista armada por Juan José Alvarez, ex jefe de la SIDE y coordinador desde el
gobierno de Duhalde del operativo que culminó en la masacre. Del mismo Duhalde que ahora también opera para Massa, apoyando su lista.
Mejor suerte
ha corrido Luis Genoud, quien protege sus sentaderas sobre un sillón en la
Corte Suprema de Justicia Bonaerense.
Jorge
Matzkin (que no dejó de involucrarse en otros hechos policiales), Jorge Vanossi
(un radical devenido ministro duhaldista devenido macrista), Oscar Rodríguez (responsable de la base
operativa de la SIDE implicada en la masacre y posterior diputado nacional
duhaldista) y Aníbal Fernández (Secretario General de la Presidencia de
Duhalde y kirchnerista de la primera hora) también tienen todavía mucho que aportar y explicar. Varios de ellos, incluso,
hasta mucho de qué responsabilizarse.
El malogrado Carlos Soria ya no puede ni una cosa ni otra.
Descansa. Quién sabe si en paz.
Por Viviana Taylor