martes, 19 de diciembre de 2017

Reformas previsional, tributaria y laboral. La tríada expoliatoria

La Saga Continúa
(No hay dos sin tres)

Viviana Taylor


Finalmente, esta madrugada se aprobó una de las leyes necesarias para concretar la transferencia de recursos desde los bolsillos de los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad hacia las élites concentradas del poder real. Digo que una de las leyes necesarias porque este pretendido ahorro conduce a un botín todavía mayor. Y la vía de transferencia de ese botín hacia las arcas de los ladrones se intentará habilitar a través de la reforma tributaria.
No es casualidad que esta misma tarde se debata la segunda ley de esta tríada expoliadora: la reforma tributaria contiene un artículo que es el tiro de gracia para desfinanciar la ANSES. Tríada que intentarán completar con la reforma laboral.


Voy por partes. Pasemos a los datos para que quede más claro de qué estoy hablando.

La ANSES se ocupa del pago de jubilaciones, pensiones, Asignación Universal por Hijo (AUH) y por embarazo, seguro de desempleo, pensiones no contributivas, retiros y pensiones de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, y de los Veteranos de Malvinas, más otros gastos de seguridad social.
Los fondos para responder a estos gastos se conforman con los aportes de los trabajadores, las contribuciones patronales, más un porcentaje de la recaudación de ganancias (20%), del IVA (11%) y otros impuestos (combustibles, adicional a los cigarrillos, etc).
Esta tarde (la sesión está llamada para las 17hs) se intentará aprobar la reforma tributaria. Aunque merecería mayor dedicación, me voy a concentrar en un artículo que está pasando inadvertido en la mayoría de los análisis, pero que revela su extraordinaria importancia a partir de la reciente aprobación del robo a jubilados, pensionados y beneficiarios de la seguridad social. Justamente, esta artículo habilitará a que quienes pagan impuesto a las ganancias puedan derivarlo a un fondo de pensión privado. Dicho en otras palabras: si de mi sueldo se descuentan $1000 por ganancias, puedo solicitar que esos $1000 sean transferidos a una cuenta de un fondo de retiro con capitalización individual. O sea, a las viejas AFJP.
Parece un beneficio. Y de los grandes: el impuesto de todos modos me lo descuentan, así que si puedo transferirlo a un fondo de pensiones es como si me regalaran una pensión futura por la que no tengo que pagar nada adicional. ¿Qué puedo perder? Suena tan ventajoso que hasta San Cayetano desconfiaría.

Primero, lo que podés perder -en lo inmediato- es resultado de que este artículo es casi una confirmación de que cuando este gobierno accedió encabalgado en la promesa de la eliminación del impuesto a las ganancias para la 4ª categoría, mintió. Si tuviese alguna intención de eliminarlo, este artículo no tendría razón de ser, salvo que hayan cometido un error. Y en cuestiones económicas y financieras no cometen errores: aún en las decisiones más desastrosas para el colectivo, en lo personal nunca salen desfavorecidos. De hecho, es más bien todo lo contrario.

Si estás pensando que “perdido por perdido, por lo menos lo capitalizo”, pasemos a lo segundo: esos $1000 se transfieren a una AFJP (voy a llamarle de este modo porque es un nombre que ya tenemos internalizado, aunque seguramente le pondrán otro para intentar fisurarlas de nuestra experiencia) que cobrará una comisión por su administración. Cuando las hubo, la comisión promedio era del 30%. O sea que nos quedan $700, suponiendo que la comisión ya incluya “otros gastos administrativos”. Esos $700 son invertidos por la AFJP y lo que generen depende de la rentabilidad. La GRAN ESTAFA argentina fue que muchos de estos fondos manipulaban las inversiones a su conveniencia: invertían en acciones que si generaban ganancias pasaban a formar parte de su propia cartera, mientras las que generaban pérdida eran transferidas a los fondos de pensión. O sea, esos $700 a veces rendían alguna ganancia, muchas veces rendían pérdida (ya que eran los que realmente corrían el riesgo de la inversión), y como resultado las más de las veces si quedaba un saldo positivo no alcanzaba para compensar la pérdida por inflación. Este es un régimen que sólo funciona en sistemas económicos estables con tendencia a la prosperidad, en los que se aporte el máximo tiempo posible con la mínima sobrevida esperable. La razón es simple: esos fondos se agotan. Cuando mes a mes se retira lo programado, la cuenta va bajando. Es un régimen de capitalización individual: si uno deja de aportar y comienza a retirar, sucede lo mismo que con cualquier cuenta de ahorro. Y esto considerando que estamos contando con administradoras honestas, por supuesto.

Tercero: Mauricio Macri ganó la presidencia prometiendo que “no te vamos a quitar nada de lo que tengas”, así que nadie está hablando de que te vayan a quitar tu derecho a la jubilación. O sea que, puedas o no acceder al régimen de capitalización individual, vas a poder jubilarte. O algo así: seguramente habrás oído cuánta prensa le están haciendo a una “pensión universal a la vejez”. Para mí, que soy una obsesiva del lenguaje, si se dice de otra manera se trata de otra cosa. Pero son cosas mías… y todavía no la han legislado. Todavía: ayer en el debate fue el caballito de batalla de Carrió y varios de sus secuaces, así que cuando llegue el momento, agarrate si todavía te queda algo de dónde hacerlo. Lo concreto, HOY, es que según la ley que se acaba de aprobar vas a jubilarte con un haber menor al que se calculaba hasta ayer, y con una movilidad también menor -incluso inferior a la inflación- lo que va a llevar a que ese haber ya degradado siga degradándose progresiva y sostenidamente. Claro que si tenés un ingreso adicional por el régimen de capitalización individual al que transferiste tus impuestos por ganancias, por ahí compensás… Siempre va a ser mejor tener algo más que no tenerlo (bah, depende de qué tengas, pero pongámosle). Pero…

Cuarto: Como el impuesto a las ganancias financia en parte los fondos de la ANSES, cada trabajador que lo transfiera a una cuenta de capitalización individual va a estar sacándoselo. O sea, los va a estar descontando del fondo que financiará su jubilación: la única que tiene asegurada por ley de por vida, porque es un régimen solidario de reparto, y no de capitalización individual. Cuando te jubiles (o te otorguen la pensión a la vejez, lo que sea que eso signifique) y ese fondo esté totalmente desfinanciado, entre otras cosas (como la reiteradamente anticipada quita a los aportes patronales) porque los trabajadores transfirieron ese recurso a las administradoras, ¿va a ser capaz de compensar con lo que te quede después de la apropiación por parte de las aseguradoras de ese dinero que les transferiste? Ya va a ser tarde para darte cuenta de que en realidad lo que estuviste haciendo fue colaborar en transferir a las AFJP fondos cuyo destinatario era la ANSES. Fondos que, si no hubieses transferido, te habrían garantizado un mejor haber jubilatorio, pérdida que de ninguna manera se compensará con la miseria que te van a dar, ni guardará proporción razonable con lo que transferiste. En ese momento, quizás hasta agradezcas que la acumulación de pérdidas/estafas no te obligue a ser vos quien tengas que seguir pagándole a la AFJP por el saldo negativo en tu cuenta. Esperemos.

Este artículo, casi inadvertido, de la ley de reforma tributaria que se debatirá esta tarde en Diputados, es la instalación del caño por el que se desagotarán parte de los fondos de la ANSES hacia las administradoras de seguros de jubilaciones y pensiones. Sumale la quita a los aportes patronales, y la combinación es fatal.


Lo interesante va a ser ver quiénes van a estar en primera fila para constituir esas administradoras. Aunque no creo que sea difícil preverlo. La historia nos puede ayudar, porque hay nombres que se repiten.
En la década de 1990, con el segundo desembarco de las recetas neoliberales a nuestro país (el primero había sido con José Martínez de Hoz en 1976), comenzó a instalarse el criterio de que la previsión social no debe tener como función la redistribución de ingresos sino el fomento del mercado de capitales a través de un régimen obligatorio de capitalización individual. El allanamiento de ese camino hacia la privatización del sistema previsional lo inició el entonces Ministro de Trabajo Jorge Alberto Triaca, padre del actual ministro de quien heredó mucho más que su nombre, durante la presidencia de Carlos Menem.
De las 26 compañías que comenzaron a operar en 1994, en 2008 sólo quedaban 10, 4 de las cuales eran propiedad de bancos y 2 de compañías de seguros. Estas 10 compañías constituyeron un oligopolio que les permitió mantener costos altos (como dije antes, un 30% promedio como comisión de administración) sin mejora de servicios.
Cuando el Estado necesitó endeudarse lo hizo vendiéndoles a las AFJP bonos con tasas de interés muy altas. Esta colocación de bonos alimentó el proceso recesivo, ya que a los bancos les convenía prestarle dinero al Estado a través de sus AFJP antes que al sector privado, que tenía enormes dificultades para poder conseguir préstamos a tasas que no fueran exorbitantes. Todo parecido con el caso de las LEBACS no es pura coincidencia, sino continuidad ideológica y estratégica.
A lo largo de este proceso de depredación, la AFJP se apropiaron de unos 100 mil millones de dólares de comisiones (un número que se repite, aunque en pesos, en el nuevo robo a los jubilados que esta madrugada se acaba de legalizar). Como consecuencia, sólo el 23% de los jubilados por este sistema pudo cobrar enteramente sus haberes de las AFJP.
Paralelamente, se desguazaba el sistema de reparto: en sus tiempos de Ministra de Trabajo, Patricia Bullrich impulsó y firmó el decreto que estableció la reducción del 13% a los haberes de los trabajadores estatales y de las jubilaciones cuyos montos fuesen mayores a 500 pesos argentinos convertibles a dólares estadounidenses. Durante su gestión, el desempleo se elevó del 15 al 25%, agravando más el desfinanciamiento del sistema de jubilación estatal. Esta vez a Bullrich no le tocó estar del lado del Ministerio de Trabajo, vehiculizando estas supuestas reformas que no son más que una brutal transferencia de recursos al sector financiero: le tocó comandar la represión salvaje para contener la protesta social.


¿Cómo les fue posible hacerlo? 

Las AFJP estaban fiscalizadas por la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, dependiente del Ministerio de Trabajo. Lejos de vigilar que cumplieran con las leyes respecto de los aportes jubilatorios y las pensiones, la Superintendencia hizo vista gorda a las irregularidades y les condonó las multas millonarias fruto de estas irregularidades.

Posteriormente, terminado el ciclo de complicidad favorecido por el modelo neoliberal sostenido por Menem y De la Rúa, durante la presidencia de Néstor Kirchner y la primera de Cristina Fernández de Kirchner hubo investigaciones judiciales por delitos de índole económica contra varias empresas y AFJP por el desvío de los fondos (peligro contra el que alerto en el segundo punto de mi enumeración, más arriba).

El caso paradgmático fue la distorsión de precios de las acciones del Grupo Clarín compradas por las AFJP, que fraguó una salida a la Bolsa con precio inflado. Cuando las administradoras las incorporaron a sus carteras el precio se desplomó, con una pérdida catastrófica que se descontó de las cuentas de los aportantes. Por este delito el por entonces titular de la Unidad de Información Financiera (UFI) José Sbatella presentó el 7 de julio de 2010 una denuncia penal por estafa y asociación ilícita contra el Grupo Clarín, Banco Patagonia, Consultatio y el banco JP Morgan como agente colocador. El testimonio clave para desenmascarar la operación lo aportó el ex vicepresidente del JP Morgan Hernán Arbizu, quien se autodenunció por la maniobra a la que calificó como “un saqueo a las AFJP”, que había sido realizada durante los primeros meses de 2007. En ese momento, la por entonces fiscal de la Cámara Comercial Alejandra Gils Carbó había dictaminado en contra de la oferta realizada por el Grupo, en la que había constatado irregularidades.

Finalmente, el 21 de octubre de 2008 la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó el proyecto de ley para terminar con el sistema de jubilaciones privadas y reemplazarlo por un único régimen estatal de reparto. “Venimos a esta reunión a dar nacimiento al sistema previsional argentino, un sistema de reparto de base solidaria y de administración estatal” dijo en su presentación Amado Boudou, titular de la ANSES e ideólogo del proyecto, al comenzar el acto. Ese mismo día fue enviado al Congreso, con la firma de la Presidenta, el Ministro de Trabajo Carlos Tomada y el Jefe de Gabinete Sergio Massa.

Se entiende el odio fraguado a llama viva que el Grupo Clarín guarda para con estas personas, sus enemigas íntimas. Tanto como se entiende por qué Massa es, entre ellas, la excepción que confirma la regla.



Comencé este artículo diciendo que la ley aprobada esta madrugada es la primera de una tríada necesaria para la transferencia de recursos desde los bolsillos de los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad hacia las élites concentradas del poder. Tanto es así que esta misma tarde, a las 17hs, se inicia el debate de la reforma tributaria.

La victoria que lograron esta madrugada (así como la que probablemente logren esta tarde) será indudablemente sin gloria. Una victoria lograda a golpes de extorsiones, complicidades y traiciones; a espaldas del Pueblo, con ocultamientos y mentiras que se fueron desarticulando a lo largo de la tarde y provocaron esa multitud impensada que marchó hacia el Congreso a la noche, cuando no había sido convocada más que por la convicción de su propio sentido de emergencia. Una victoria que no condice con el nerviosismo y la falta de cohesión discursiva del Presidente Mauricio Macri en la conferencia de prensa brindada hace apenas un par de horas, cuyo relato ya no es suficiente para ocultar lo que sucedió. A pesar de los ingentes esfuerzos de los medios cómplices.

Una victoria sin gloria.

Que sea una victoria a lo Pirro. 

Que ninguno de los extorsionadores, de los cómplices ni de los traidores salga indemne. Que carguen con el costo político que ser lanzados al ostracismo. Que sea un nuevo “que se vayan todos”, pero que esta vez lo sea en serio: que cuando cumplan su mandato no vuelvan a ser admitidos en las urnas.

Cuando seamos capaces de volver a darnos un gobierno que mire por los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad, un gobierno que no expolie los haberes jubilatorios y las pensiones mientras quita los remedios y prestaciones médico-asistenciales, que no meta la mano en la AUH mientras empuja a sus padres al desempleo y aumenta la mortalidad infantil, que no descuide a las embarazadas ni reniegue de los Veteranos de Malvinas mientras entrega a cambio de negocios propios lo que defendieron con su vida, que no desfinancie el Plan Progresar mientras cierra puertas al futuro para los jóvenes… Cuando seamos capaces de volver a un gobierno por nosotrxs y para nosotrxs, revirtamos estas leyes de la infamia, y consolidemos el Estado de Derecho en una Patria justa, inclusiva, libre y soberana.

O asumamos que nuestra falta de conciencia política y social es más fuerte que nuestra dignidad, y dejemos de cantar que “coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir”.
Viviana Taylor