domingo, 3 de agosto de 2014

Relaciones carnales entre la política exterior renovadora y los intereses de EEUU




La defensa de la propiedad intelectual

como caso de análisis
 
 
 
 
Por Viviana Taylor
 

En mi posteo anterior, 497 días para el fin. ¿Entre el postkirchnerismoy la política vintage?, indagué acerca de algunos de los vínculos entre el equipo de política exterior del Frente Renovador y los intereses de Estados Unidos sobre la región: acuerdos de servicios, inversión, propiedad intelectual  y compras de gobierno.
En este nuevo posteo me propongo abordar uno de estos intereses en particular, la defensa de la propiedad intelectual, para que echemos un poco de luz sobre el modo en que los Estados Unidos –particularmente en nuestro caso, a través de su embajada en Buenos Aires- busca proteger los intereses que luego instrumenta a través de la manipulación política de los gobiernos locales y la acción directa de los organismos multilaterales en los que participa y promueve.

Como suelo proponer, hagamos un poco de historia
La defensa de la propiedad intelectual estadounidense ha sido una de las prioridades de la embajada de EEUU en Argentina, y fue uno de los temas casi excluyentes que el embajador Earl Anthony Wayne asumió durante su gestión.
Sus esfuerzos en este tema pueden seguirse en la lectura de los cables que firmó la embajada entre enero de 2007 y abril de 2009, que fueron filtrados por Wikileaks.
Partamos de una aclaración necesaria: al referirnos a propiedad intelectual, vamos a tener en cuenta que estamos considerando dos grandes categorías.

1.     patentes y marcas

2.     derechos de autor

En las negociaciones de comercio internacional, lo que típicamente exigen los países desarrollados es que sus patentes, marcas y derechos de autor sean respetados en los países en desarrollo con los que firman acuerdos y tratados. A cambio, los países en desarrollo exigen que los desarrollados abran sus mercados a los productos agrícolas que producen, y que no subsidien más a sus propios agricultores, para poder acceder a condiciones equitativas de competencia.

Esto fue lo que sucedió durante la Ronda de Uruguay, que es el nombre con que se llama a la octava reunión de países de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que se inició en Punta del Este en 1986 y concluyó en  1993 en Marrakech. Esta Ronda tenía por objetivo negociar la política de aranceles y la liberalización de mercados a nivel mundial, y Estados Unidos logró imponer un tratado de propiedad intelectual conocido como TRIPS (Trade Related Aspects ofIntellectual Property Rights).

Para adecuarse al TRIPS, la Argentina aprobó una modificación a la Ley de Patentes de Invención y Modelosde Utilidad a principios del gobierno de Néstor Kirchner, con el apoyo de todas las bancadas excepto las del socialismo y la Izquierda Unida. El gobierno argentino dio por cumplidas sus obligaciones con lo que le exigía la OMC (o más bien, lo que exigía Estados Unidos a través de ella), pero el gobierno de Washington no se dio por satisfecho, y decidió mantener a Argentina en una lista de países que no alcanzan el grado de cooperación suficiente, en la que había sido confinada desde 1996.

Esta lista de no cooperación es realmente un caso de análisis muy interesante, y por eso merece que nos detengamos a ver qué es y cómo funciona. Se trata de una lista doble o doble categorización que confecciona la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos: la “Special 301 Priority Watch List” en la figuran todos los países que no alcanzan el grado de cooperación suficiente que esa Oficina de EEUU considera adecuado y para los que se sugiere una vigilancia prioritaria –en 2013 los tres países sudamericanos que quedamos en ella somos Argentina, Chile y Venezuela- y la “Special 301 Watch List”, en la que figuran los países que no requieren una vigilancia prioritaria, pero cuya legislación no alcanza a satisfacer los estándares de la Oficina. En esta segunda lista están el resto de los países sudamericanos, excepto Uruguay que fue quitado en 2007. Ese mismo año Brasil pasó de estar en la primera lista a esta segunda. El resto sigue sin cambios interesantes desde su creación, en los años ’90.
Digo que es un caso de análisis interesante porque esta doble lista que confecciona la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos no es una mera clasificación, sino que tiene una  consecuencia concreta y directa: habilita al Departamento de Comercio estadounidense a presentar denuncias ante la OMC y así logra justificar la remoción de las preferencias arancelarias que le concede a los países en desarrollo.
Efectivamente, es así como parece: Estados Unidos es legislador, juez y parte. Y la OMC lo ampara.

Sin embargo la decisión de remover las preferencias arancelarias no se toma por el solo hecho de estar en la lista, sino en función de un entramado de decisiones políticas más complejas. A Argentina, a pesar de que estamos en la lista desde 1996, las preferencias arancelarias le fueron retiradas recién en mayo de 2012, y nada tuvo que ver con cuestiones de propiedad intelectual. Fueron retiradas por una orden ejecutiva firmada por el presidente Barak Obama, en la que se aduce que Argentina no actúo “de buena fe en el cumplimiento de fallos arbitrales a favor de empresas o ciudadanos de los Estados Unidos”: habíamos recibido un fallo adverso del CIADI en favor de dos empresas estadounidenses que se negaron a iniciar los trámites del cobro de la sentencia, respetando el reglamento del CIADI y de la legislación argentina. Argentina le solicitó a las autoridades comerciales de EEUU que resolvieran el diferendo interpretativo, pero estas autoridades aceptaron la postura de las empresas e insistieron en la pretensión de obligar a que se aplique un mecanismo a medida de los fondos buitres y contrario al sistema legal vigente en Argentina. Como esa sentencia sigue sin ejecutarse, el castigo fue el retiro de estas preferencias arancelarias.

La OMC no es el único organismo que –revestido de multilateralidad e internacionalismo- ampara los intereses de Estados Unidos. Antes lo amparaba el ALCA, hasta que la herida de muerte que le asestaron Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula da Silva en Mar del Plata en 2005 lo dejó fuera de juego. Y desde 2011 lo ampara la Alianza del Pacífico, que integra como país observador pero con altísima incidencia sobre la política de los países que la componen como miembros plenos y –consecuentemente- sobre los acuerdos que se alcanzan en su seno.
Volviendo: desde que existe este mecanismo específico de vigilancia y control instituido por su Oficina de Patentes, cada embajador estadounidense elevó un informe anual al Departamento de Estado sobre la situación de la propiedad intelectual en Argentina, junto con la recomendación de mantenernos en la lista de seguimiento prioritario.
Los dos temas álgidos que determinan que sigamos allí son la comercialización de medicamentos y la circulación de software no registrado y libre.

La cuestión de los medicamentos
En varios informes de la embajada de EEUU se incluyen quejas de los laboratorios Bristol-Myers Squibb, Eli Lilly and Company y Merk, Sharpe & Dohme. Todas estas quejas coinciden en que en Argentina existen “trampas regulatorias” (en referencia a las leyes que regulan el patentamiento de medicamentos) que permiten a los laboratorios nacionales ignorar las patentes estadounidenses y comercializar libremente medicamentos.
Vamos a focalizar sobre una de estas denuncias, para entender la envergadura de lo que se discute. En enero de 2007, la empresa farmacéutica Bristol-Myers Squibb (BMS) y el laboratorio Pfizer -ambos estadounidenses- obtuvieron la patente de la didanosina, un antirretroviral para tratar el VIH-sida. Inmediatamente BMS solicitó (y logró rápidamente) una medida cautelar en contra del local laboratorio Richmond, que había ofrecido vender didanosina al Programa de VIH-sida del gobierno argentino.
La Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos y la Cámara Empresaria de Laboratorios Farmacéuticos sacaron un aviso de una página completa en la mayoría de los diarios denunciando la situación porque “genera monopolios y pone en riesgo la provisión de medicamentos y nombrando al juez que tomó la causa: Alejandro Saint Genes, del Juzgado Nacional Civil y Comercial Nº 9.
La Cámara Argentina de Especialidades Medicinales, a la que pertenece BMS, defendió la decisión del juez Saint Genes en una gacetilla que distribuyó a la prensa: “las patentes no generan monopolios; por el contrario, alientan la competencia por generar productos innovadores en beneficio de la sociedad”.
Al día siguiente, el ministro de Salud, Ginés González, se sumó a la disputa diciendo que las patentes medicinales “generan monopolios y ponen en riesgo el acceso a los medicamentos”. También escribió un editorial el 20 de abril en el que tildó a los pacientes de VIH-sida de “rehenes” de las empresas multinacionales.
La repetición de este tipo de casos, que impulsaron una enorme cantidad de pedido de cautelares abusivas de laboratorios y farmacéuticas extranjeros (especialmente estadounidenses) contra laboratorios locales, profundizó las decisiones regulatorias en torno de la propiedad intelectual en productos medicinales. Y, desde entonces,  la situación ha cambiado radicalmente.
En mayo de 2012 Argentina puso en vigencia rigurosas pautas de examen de patentes farmacéuticas, que instruyen a los examinadores del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI). Estas pautas indican que las combinaciones de compuestos ya existentes no son patentables, puesto que carecen de novedad y actividad inventiva que justifique el otorgamiento de una nueva patente sobre los principios activos que se encuentran en dominio público o prontos a expirar las patentes. Sin embargo, sigue siendo muy común que las compañías farmacéuticas intenten repatentar las mismas moléculas realizándoles pequeños cambios, o combinando drogas ya existentes, o que reclamen la perpetuidad de las patentes, para poder cobrar precios exorbitantes por medicamentos que son accesibles en el mercado como genéricos de calidad y a buen precio.
Esta práctica de patentamiento abusivo había sido tan común hasta la normalización de estas pautas, que una de las tareas del INPI durante 2012 consistió en la revisión de las 186 patentes que se habían otorgado el año anterior, de las cuales el 94,6% eran de titularidad de no residentes en el país. Y la revisión reveló una realidad escalofriante: apenas el 2,7% correspondían a nuevos productos identificados mediante estructura y nombre.
El 61,3% de las solicitudes correspondían a patentes del tipo Markush, que son las que comprenden una estructura madre que puede dar lugar a un conjunto de millones de compuestos y permiten protegerlos a todos, sin necesidad de fabricar cada uno de ellos, ensayarlos o siquiera de identificarlos. Y en un porcentaje menor, a patentes tipo evergreening: una estrategia semejante a las de tipo Markush pero focalizada en una combinación específica de drogas ya existentes.

A pesar de las revisiones, BMS y Laboratorios Gilead volvieron a intentarlo: solicitaron el patentamiento con el nombre de ATRIPLA® para una combinación evergreening de antirretrovirales (TDF + FTC + EFV) de uso prioritario en el país, lo que motivó la presentación de la primera oposición (Llamado de Atención) en nuestro país, en diciembre de 2013.
Al dar a conocer públicamente el llamado de oposición, el presentante Pablo García (Secretario General de la Red Argentina de Personas Positivas, una organización que trabaja desde 1998 para mejorar la calidad de vida de personas con VIH-Sida) afirmó que “este medicamento es muy importante para nuestra población porque es de muy fácil administración en una sola toma diaria, es decir, una sola pastilla por día”. Y un estudio de precios realizado por la Red Latinoamericana por el Acceso a los Medicamentos, demostró que el medicamento TDF + FTC + EFV que se comercializa en exclusividad en Argentina bajo el nombre comercial de ATRIPLA®, le cuesta al programa de provisión pública U$S 2605 por persona por año.
Pablo García sostiene que “Nos preocupa la sostenibilidad del Programa de Provisión de Medicamentos, y más aún cuando con las nuevas guías de tratamiento, más personas necesitan comenzar el tratamiento con antirretrovirales en forma temprana y como vemos los precios son cada vez más altos a causa de la protección de patentes.”
Por su parte, Lorena Di Giano (Fundación GEP, otra de las presentantes) expresó que “La legislación nacional argentina en materia de patentes cuenta con mecanismos legales que permiten accionar en los casos de abusos de la industria farmacéutica y por ello hemos presentado la oposición a la patente solicitada por Gilead Sciences y Bristol Myers”.
Y el legislador Alex Freyre, presidente de la Fundación GEP, acotó: “Las patentes farmacéuticas retrasan la entrada de medicamentos genéricos al mercado, impiden la competencia de precios y ponen grandes desafíos para el acceso a la salud de la población”.
Acompañaron la oposición:
·        Red Argentina de Personas Positivas (Redar Positiva)
·        Fundación Buenos Aires SIDA
·        Fundación Grupo Efecto Positivo (Fundación GEP)
·        Vox Asociación Civil
·        Gente Buena del Sur Asociación Civil
·        RAJAP -Red Argentina de Jóvenes Positivos
·        Red Formoseña de Personas que Viven con VIH
·        Asociación Civil Nokanchis

Por un caso similar al presentado por BMS, en 2003 Aventis Pharma S.A. (hoy Sanofi Aventis) solicitó una cautelar contra Microsules Argentina S.A., por una patente de procedimiento sobre el polimorfo trihidrato del principio activo oncológico docetaxel. En diciembre de 2013 la justicia determinó que la medida cautelar había sido abusiva, y Aventis Pharma fue condenada a pagarle a Microsules una indemnización para resarcirla de los prejuicios ocasionados, que –con intereses- supera los $15 millones.
Por otro caso semejante, apenas unos meses antes -en mayo de 2013- el también quejoso de embajadas Laboratorio Eli Lilly, había perdido un juicio iniciado en 2003 contra Ivax por el antipsicótico Olanzapina.

Estos fueron apenas dos ejemplos de los muchos casos que se precipitaron a partir de la nueva reglamentación del INPI, que tuvo como consecuencia adicional la exigencia a la Justicia de la obligación de considerar el cumplimiento de la totalidad de los requisitos de patentamiento antes de otorgar medidas cautelares.
 


Esta preocupación por el modo en que los países desarrollados presionan sobre los países en desarrollo para imponerles condiciones de protección sobre sus marcas y patentes no es exclusiva de Argentina.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó en abril de 20012 un documento de discusión titulado La declaración de Doha 10 años después y su impacto en el acceso a los medicamentos y el derecho a la salud.
En el documento la PNUD alerta sobre la proliferación de tratados de libre comercio que contienen normas sobre propiedad intelectual, ya que considera que impactan negativamente en el acceso a los medicamentos y que pueden impedir la sustentabilidad de los tratamientos contra el HIV y enfermedades relacionadas. Por eso alerta a los países en desarrollo que no hayan incorporado las flexibilidades del acuerdo sobre los ADPIC vinculadas con la promoción del acceso a los medicamentos, a que lo hagan inmediatamente, asegurándose de que existan procedimientos de oposición previos y posteriores a la concesión de una patente, y a que revisen sus políticas de patentabilidad de productos farmacéuticos para evitar la proliferación de patentes con baja o inexistente novedad, actividad inventiva y/o aplicabilidad.

Como hemos analizado, Argentina ya estaba trabajando en esto e introdujo las nuevas reglamentaciones en mayo de 2012, apenas un mes después del llamado de alerta de la PNUD.

Pero el compromiso que nuestro país ha asumido sobre el tema va más allá de la revisión de normas internas: ha asumido una posición activa al respecto en los organismos multilaterales en lo que participa.
En el marco de la 19ª sesión del Comité Permanente sobre el Derecho de Patentes de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), que se llevó a cabo entre el 25 y el 28 de febrero de 2013, Argentina intervino durante el debate del tema “Las Patentes y la Salud”.
Nuestra delegación apoyó la propuesta del Grupo Africano y del Grupo de la Agenda para el Desarrollo, para implementar un programa de trabajo dirigido a fortalecer la capacidad de los estados miembros para adaptar sus sistemas de patentes y utilizar plenamente las flexibilidades del sistema internacional para fomentar las prioridades de política pública en el ámbito de la salud.
Este apoyo estuvo en clara oposición a la propuesta de EEUU, quien pretendía instalar un programa de trabajo para borrar las regulaciones locales para el patentamiento, con la pretensión de que es la existencia de estas regulaciones la que vuelve difícil la disponibilidad de medicamentos seguros y eficaces. Y así fue manifestado: Argentina aclaró que no es competencia de la OMPI discutir temas como medicamentos falsificados y de calidad inferior, ya que “la cuestión de medicamentos falsificados no tiene relación con la observancia del derecho de patentes sino con las leyes sobre comercialización de los medicamentos”, por lo que el foro adecuado “para tratar las metodologías que permitan garantizar la calidad, la seguridad y la eficacia de los medicamentos y productos para la salud es la OMS”.

También preocupado por este lobby de los países desarrollados (especialmente EEUU) a través de su participación en los organismos multilaterales, el Max Planck Institute for Intellectual Property and Competition Law (MPI)  elaboró los Principios para las Disposiciones sobre Propiedad Intelectual en Acuerdos Bilaterales y Regionales, que fueron formalmente presentados en junio de 2013, en el marco del XXXII Congreso Anual de la Association for the Advancement of Teaching and Research in Intellectual Property (ATRIP).
El documento advierte que los países desarrollados presionan para que sean aceptadas sus disposiciones de propiedad intelectual al celebrar acuerdos bilaterales con países no desarrollados y emergentes, incluyéndolas como moneda de cambio: las usan como condición para su firma, valiéndose de las normas internacionales que ellos mismos promueven y de la falta de transparencia e inclusión en los procesos de negociación (que llevan adelante, por ejemplo, a través del procedimiento de Sala Verde de la OMC –que expliqué en detalle en mi posteo anterior- según el cual un número reducido de países llega a los acuerdos, que el resto debe consensuar sin haber sido consultado).
En este contexto, el Max Planck Institute  presentó este documento de discusión, que busca promover una mejor reglamentación de la propiedad intelectual internacional que resulte equilibrada y mutuamente beneficiosa (lo que está en línea con la posición asumida por Argentina) y que se encuentra abierto a la adhesión de académicos, investigadores y practicantes.

Esta vez no tengo un cable filtrado de la embajada con el último informe sobre nuestro país, correspondiente al año 2013, para constatar cuál es la lista de la Oficina de Patentes en que se recomienda incluir a Argentina en 2014. Pero sospecho cuál ha sido, porque nuestra calificación no cambiado.


La cuestión del software
Durante la representación de Wayne, la embajada de los Estados Unidos también acusó recurrentemente al Estado argentino de abastecerse hasta un 90% de software no registrado. Sin embargo, más allá de las denuncias explícitas, lo que en realidad lo preocupaba era el software libre (al que incluía en sus informes como parte de aquella categoría) dado que, a pesar de ser completamente legal y no estar en conflicto con la propiedad intelectual, consideraba que era una amenaza para los posibles contratos que empresas informáticas estadounidenses  podrían obtener en Argentina.
Y razón no le faltaba: el entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández había firmado un convenio con Red Hat para impulsa el uso de software libre en la administración pública del Estado, en la que -según afirmaba- su uso ya había alcanzado el 60%.
Es que la cuestión de las patentes es, antes que nada –y después de todo- una cuestión de negocios.

Pero seguramente su preocupación se extendía más allá de la pérdida de negocios para unas cuántas empresas estadounidenses. Quizás lo que más le preocupaba fuese que se cerraran las puertas que le había abierto Ricardo  Lorenzetti el 27 de enero de 2006.

Resulta que ese día fue la segunda vez en que Lorenzetti concurrió a la embajada para reunirse con Wayne, y la primera en que iba solo y ya como presidente de la Corte Suprema de Justicia. Durante la reunión, el embajador Wayne le preguntó si el presupuesto judicial (que administra la Corte) alcanzaba para que funcionara bien, a lo que Lorenzetti respondió que la falta de recursos le impedía adquirir la tecnología necesaria para mejorar su eficiencia.
A pesar de este pedido disfrazado de queja, no existían tales problemas de presupuesto: el gobierno argentino ya había dispuesto fondos para inversiones en tecnología. Aun así, la embajada ofreció que sus especialistas accedieran a la red informática del sistema judicial argentino para proveer asistencia técnica. Y Lorenzetti lo permitió.
La versión oficial es que tal asistencia proveyó de asesoramiento técnico directo al equipo de investigaciones de la oficina de Derecho Comparado de la Corte Suprema y de acceso directo a su colección virtual de recursos legales de los Estados Unidos. Pero conocida la red de espionaje con que los Estados Unidos intervino (e interviene) sobre otros Estados, parece que los permisos que autorizó Lorenzetti fueron excesivos. Sobre todo si no fueron debidamente informados. Y eso sin entrar a considerar si la provisión de acceso directo a los recursos legales de los Estados Unidos es  de doble vía.
De lo que no tengo dudas es de que todo se debe haber hecho con software debidamente registrado.


Una batalla comercial, legal, cultural, y política
La batalla que se empeña en librar los Estados Unidos para garantizar la defensa de la propiedad intelectual de los estadounidenses ha sido larga, y estratégicamente ordenada.
Luego de que Argentina aprobara en 2003 una modificación a la Ley de Patentes que no satisfizo a los intereses que pretendían proteger los TRIPS a través de la OMC, la estrategia no consistió únicamente en mantener al país en la lista de vigilancia prioritaria en la que estábamos desde 1996, sino que la embajada decidió alentar la redacción secreta de un nuevo proyecto de ley de marcas registradas, que alcanzara amplias facultades jurisdiccionales y duras sanciones para los infractores.
El primer paso de la estrategia consistía en redactar una ley a gusto y conveniencia de los intereses estadounidenses, e introducirlo en el Congreso para su tratamiento legislativo. Lo logró en agosto de 2004 con un proyecto que involucraba a la Agencia Impositiva (AFIP) en investigaciones de piratería, expandía la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF) para incluir la piratería de marcas entre los crímenes que le corresponder investigar, y aumentaba las penas para los convictos de piratería de marcas, eliminando el servicio comunitario como una sentencia posible, volviéndola de encarcelamiento efectivo. Pero no tuvo éxito.
Un abogado que ayudó a redactarlo (y que no es nombrado en los cables filtrados por Wikileaks) le aseguró a la embajada que el proyecto sería reintroducido en 2006, y culpó por el fracaso de la legislación al letargo de las cámaras de comercio argentinas que –según consta en los cables- habría asegurado que no apoyaron el esfuerzo.
A pesar de la reserva de su nombre, todo parecería indicar que el abogado en cuestión es el Dr. Roberto Porcel, quien no se ha cansado de publicar artículos sobre el tema, con demasiadas referencias explícitas como para no suponerlo implicado en la redacción de este proyecto.
El Dr Porcel es un interesante personaje: socio del Jockey Club Argentino y del Buenos Aires Rowing Club, su estudio está registrado en la International Trademark Association (INTA). Amigo íntimo de Sergio Massa (que no se cansa de aparecer en todas las investigaciones como promotor de los intereses de los EEUU), cuando éste era Jefe de Gabinete, en los medios se especuló que Porcel podría ser nombrado ministro de Justicia de la Nación en reemplazo de Aníbal Fernández. Y es un nombre que sigue barajándose cuando se piensa en la conformación de su equipo de funcionarios propuestos para el 2015. Actualmente, está abiertamente comprometido en la defensa del fiscal Campagnoli, en la oposición más rancia al kirchnerismo, en favor de los fondos buitre, y es abogado y asesor de Jesús Cariglino, el massista intendente del municipio bonaerense de Malvinas Argentinas.
Como a principios de 2007 el tratamiento del proyecto de ley seguía trabado, la embajada le encargó a la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham) que escribiera su propio proyecto, inspirándose en el aquel otro que no había prosperado a pesar de su reintroducción el año anterior.
Aunque tampoco aparece nombrada (en los cables se habla de “un legislador que piensa igual que nosotros”) la Senadora Nacional por la provincia del Chaco Mirian Curletti  (UCR) fue quien presentó este proyecto renovado, logrando que tome estado parlamentario el 22 de junio de 2007. Y -recorriendo los artículos del Dr Porcel- parecería que el Diputado Cristian Ritondo fue quien tomó la posta de Curletti cuando ella perdió la banca en diciembre de ese año. De sus artículos también se desprende que Ritondo fue otro de los autores de aquel proyecto original en cuya redacción habría participado el propio Porcel.

 


Queda claro que la redacción de una ley hecha al gusto y medida de los intereses estadounidenses no era suficiente sin este imprescindible segundo paso de la estrategia: el reclutamiento de legisladores afines para que la presentaran en el Congreso argentino a título propio, y no en nombre de la embajada ni de la cámara.
La propia embajada afirma en un cable fechado el 11 de mayo de 2007 que no va admitir que está detrás del proyecto de ley redactado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina, porque sería “contraproducente”. La estrategia era bien explícita: trabajar con las cámaras de negociones y representaciones diplomáticas, y con los miembros del Congreso de la Argentina que “piensen como nosotros”.

Pero esto tampoco era suficiente para garantizar el éxito buscado. El tercer paso propuesto fue trabajar con la Cámara de Comercio, las escuelas, universidades, medios de comunicación y referentes culturales, para instalar la idea de que es necesario defender la propiedad intelectual y aplicar penas de cárcel a los infractores.
Una de las acciones en este sentido fue la celebración conjunta, entre la embajada y la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, del Día de la Propiedad Intelecual, el 26 de abril de 2007. Y lo hicieron con el lanzamiento de un concurso organizado por la Cámara y con el embajador como anfitrión, destinado a estudiantes universitarios y jóvenes profesionales. Los participantes debían escribir un ensayo sobre cómo la propiedad intelectual beneficia a la Argentina, y los ganadores recibirían cursos de posgrado gratis en una universidad local.
Además, se lanzó una campaña de prensa para intentar compensar el escándalo por las patentes de medicación para el VIH-Sida,  que había estallado sobre los laboratorios farmacéuticos estadounidenses BMS y Pfizer. El Cronista Comercial colocó el tema de la defensa de la propiedad intelectual en tapa, y publicó un editorial de tres cuartos de página firmado por el embajador Wayne, sobre su relación con la creatividad.
Por su parte, la Oficina de Prensa de la embajada trabajó con un editorialista local cuya identidad preservó, para coordinar un segundo editorial que salió sin firma esa misma mañana en La Nación, para asociar la piratería a la pérdida de creatividad y el empobrecimiento cultural. ¿Habrá sido Joaquín Morales Solá, a quien a través de los años la embajada ha reconocido como su principal portavoz para transmitir sus mensajes a la opinión pública argentina, a través de sus columnas dominicales en ese mismo diario?  

En agosto la embajada llevó adelante un taller multidisciplinario sobre el derecho a la propiedad intelectual, diseñado y dirigido por el director del programa de OPDAT (Office of Overseas Prosecutorial Development, Assistance and Training) del departamento de Justicia y su equipo de entrenadores.  El taller se aprovechó para la redacción de un borrador de manual de buenas prácticas para la defensa de la propiedad intelectual, específico sobre y para la Argentina.
Entre los participantes argentinos estuvieron un juez federal criminal, fiscales (federales, de la provincia y de la ciudad de Buenos Aires), investigadores de Gendarmería y de Prefectura, autoridades impositivas y aduaneras, abogados privados que trabajan temas de propiedad intelectual y representantes de organizaciones privadas.
Llamativamente a nadie le llamó la atención que además se hubiese invitado a un funcionario aduanero y otro de la fiscalía de la región de la Triple Frontera “por el alto nivel de crímenes vinculados con la piratería en la región”, y que se aprovechara su nada casual presencia para justificar la presentación de las agencias de seguridad de la embajada (FBI y DEA) en un evento cuyo tema de tratamiento era la propiedad intelectual: “una oportunidad importante ya que muchos de los participantes tienen responsabilidades que se extienden más allá del tema de propiedad intelectual”, quedó escrito en el cable del 30 de agosto de 2007.
El 11 de septiembre de 2007, le volvió a tocar a la AmCham ser sede de una nueva actividad. Esta vez se trató de una conferencia académica internacional sobre propiedad intelectual, de la que participaron Nike, Ford y Microsoft. Un cable de la embajada fechado el 20 de septiembre destaca que considera que la misma logró relevancia gracias a un editorial de Wayne oportunamente publicado por Clarín el día anterior.
A través de estas actividades la AmCham cumplió con el doble cometido de crear una Ley de Marcas Registradas usando como modelo el proyecto de 2004, que como ya vimos había sido presentado en el Congreso por Mirian Curletti, a quien los cables nombran como “un parlamentario que piensa como nosotros”; y difundir sus intereses para naturalizarlos y volverlos de sentido común.
La suerte, sin embargo, no siempre estuvo de su parte. A pesar de los esfuerzos y de las estrategias desplegadas, el escándalo recurrente que provocaron las repetidas demandas de  empresas farmacéuticas develó que todo se reduce a una cuestión de negocios en los que no se juega limpio. Y el proyecto –una vez más- naufragó.
 
Pero el tema viene con epílogo. Tras la partida de Wayne, en 2009, la embajada no pareció volver a preocuparse por el tema de la propiedad intelectual.
El manual de buenas prácticas, que iba a ser financiado por la embajada y distribuido en 2008, nunca apareció. Al menos, como documento de la embajada o de la AmCham. Aunque podría haber tenido cierta influencia sobre la Guía de buenas Prácticas en Gestión de la Transferencia de Tecnología y la Propiedad Intelectual, que presentó en noviembre de 2012 el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y en la que se reconoce la colaboración de Innovos Group S.A. (Argentina), Neos Ltda. (Chile) y The International Technology Transfer Institute –ITTI, University of Hampshire School of Law (Estados Unidos) y se cita abundante bibliografía de universidades estadounidenses.

El cuarto y último aspecto de la estrategia desarrollada por la embajada fue la organización de un grupo de fiscales, jueces, y funcionarios del gobierno argentino dispuestos a trabajar en coordinación con ella para mejorar la protección de la propiedad intelectual estadounidense en Argentina. Cuarto y último a los efectos de explicarlos ordenadamente... porque en realidad todos estos aspectos se tuvieron en cuenta permanente y sinérgicamente.
Para hacerlo, la embajada se valió de un programa organizado desde 2001, “Justicia para el Cambio”, que consiste en el financiamiento de un viaje anual a los Estados Unidos para estudiar administración de justicia. De hecho, el embajador Wayne conversó en 2008 con el presidente de la Corte Suprema de Justicia Lorenzetti sobre su viaje anual junto con Maqueda, por invitación del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) y con el financiamiento de la embajada. E incluyó en la charla la posibilidad de invitar a participar ese año a algunos miembros del equipo técnico del Plan Nacional de Gestión Judicial.
El embajador le mencionó, tres formas en que la embajada podía cooperar con la gestión del sistema judicial argentino:
1.    organizando conferencias para formar formadores con especialistas de instituciones judiciales de los Estados Unidos, como el Centro Judicial Federal, y funcionarios judiciales, entre ellos el secretario para el Distrito de Puerto Rico;
2.    la organización de programas de formación de educación a distancia a través de videoconferencias digitales
3.    traer a un experto en evaluación para identificar posibles mejoras en la implementación del Plan de Gestión Judicial.
Más directo es el caso de los jueces, fiscales y funcionarios que participaron en las reuniones con los expertos en propiedad intelectual en la embajada y que luego viajaron a los Estados Unidos para recibir entrenamiento: así como los informes de Wayne no nombran a los legisladores argentinos que presentaron proyectos de ley en el Congreso, tampoco lo hace con ellos. Y han sido muy cuidadosos al proteger su identidad: los viajes no fueron financiados por la embajada sino triangulados a través del Bureau of International Narcotics and Law Enforcement Affairs (INL), la agencia internacional antinarcóticos del Departamento de Estado. Quedaron bajo la órbita de su seguridad nacional.
A pesar de tanto silencio, la presencia insoslayable parecería ser la de Ricardo Lorenzetti: se reunió en siete ocasiones con el embajador norteamericano, entre mediados del 2006 y principios del 2010. Un cable diplomático dice que la embajada le pagó un viaje, otro que se comprometió a buscar recursos para financiar un congreso de jueces que Lorenzetti estaba organizando y un tercero que especialistas contratados por la embajada modernizaron el sistema informático de la Corte Suprema. Cada una de estas referencias es por sí suficientemente sugestiva como para que merezca ser analizada.
En su segunda visita del 27 de enero de 2006 (la primera a la que fue solo, ya que en la anterior había acompañado a Petracchi y se había mantenido en silencio),además de pedir ayuda para la modernización tecnológica del sistema (como ya detallamos), Lorenzetti elogió el sistema jurídico estadounidense y le anunció a la embajada que “espera promover” una conferencia judicial panamericana similar a una que la Corte Suprema de los Estados Unidos había organizado en 1995, y que  había sido financiada por Unaited States Agency for International Development (USAID), la oficina de desarrollo del Departamento estadounidense.
Cada vez que leo este párrafo –o el cable del que tomé la información- me pregunto qué posibilidades había de que Lorenzetti no supiera qué es y qué hace la USAID. ¿Qué tan ingenuo podía ser frente a la ficción de que es una agencia de asistencia independiente y no parte del esquema de seguridad nacional estadounidense? ¿Qué tan ingenuo podía ser, cuando para pedir financiamiento acomodó tan bien su discurso al de los intereses estadounidenses, al explicitar que los temas de la conferencia serían el estado de derecho y la protección de derechos en América? Los mismos temas que Estados Unidos había pretendido instalar como preocupación continental a través del ALCA, malogrado meses antes en Mar del Plata.
Lo que sí es seguro es que lo que entonces debía haber sido al menos una sospecha para quien ocupaba la presidencia de la Suprema Corte, hoy es una certeza: el presupuesto del Departamento de Estado y de la USAID pasaron desde este año a ser parte del presupuesto de seguridad nacional. Así, los Estados Unidos asumieron sin ocultamientos que el Departamento de Estado forma parte de su estructura de consolidación del poder.
Si volvemos sobre la cuestión de que fue en esta misma reunión que Lorenzetti abrió las puertas para una posible (¿segura?) infiltración por parte de las agencias estadounidenses, me siento inclinada a afirmar que ese día fue aciago para la seguridad de nuestro Estado y de los intereses de todos los argentinos. Una amenaza que –me temo- aún pende sobre nuestras cabezas.

La embajada, a través de sus cables, también da cuenta de que financió el viaje que Lorenzetti hizo a Washington entre el 1º y el 5 de octubre, para reunirse con varios miembros de la Corte Suprema de Estados Unidos, del Centro Judicial Federal, del American Law Institute y profesores de derecho de la Georgetown University y de la University of Maryland.
A su vuelta, Lorenzetti se reunió con Wayne para informarlo acerca del viaje y para retomar el tema de la conferencia judicial que se había pospuesto a julio de 2009: expresó su preocupación por la “amenaza a las libertades fundamentales en Bolivia y Venezuela” y comunicó que los otros miembros del Mercosur querían asistir y apoyaban su enfoque. Pero el financiamiento que esperaba de la USAID no sería tal: la embajada le hizo saber que la USAID sólo ofrecía cubrir los gastos de viaje de los jueces de los países más pobres.
La conferencia volvió a postergarse, esta vez para septiembre de 2009. Y Lorenzetti y Maqueda volvieron a viajar a los Estados Unidos para su organización. Una frase muy interesante para el análisis es que el embajador Wayne no le solicitó al Departamento de Estado su apoyo para la organización de la conferencia, sino para el proyecto de Lorenzetti de creación de un cuerpo regional para defender el Estado de derecho en América. Para la creación de la Alianza del Pacífico -que ha asumido ese propósito en articulación con el gobierno de Washington-  todavía faltaban casi dos años. ¿Andaría en eso, por entonces, don Ricardo Lorenzetti?
La página web del Centro de Información Judicial (CIJ) registra que la Conferencia de Cortes Supremas de las Américas finalmente se realizó el 3 y 4 de septiembre de 2009 en el hotel Hilton de Puerto Madero. Asistieron treinta magistrados de la región. En la apertura hablaron Lorenzetti y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. El cierre lo compartieron Lorenzetti y la jueza de la Corte Suprema estadounidense Ruth Bader Ginsburg. No constan referencias sobre su financiamiento.


Poco tiempo después de finalizada la conferencia, Wayne dejó su cargo y fue sucedido por Vilma Socorro Martínez. Bajo la nueva administración, tanto la embajada como Lorenzetti parecieron perder interés mutuamente.
Aparentemente.
El nombre de Lorenzetti volvió a aparecer abrupta e impensadamente en un cable fechado en enero de 2010 en el que se da cuenta de una reunión entre la nueva embajadora y la diputada nacional por el PRO Gabriela Michetti. Sorpresivamente, Michetti comenzó a dar detalles de la existencia de un grupo informal de políticos opositores, jueces y empresarios que se reunían en secreto. Como si con la confidencia no alcanzara, agregó que le gustaría que la embajadora conociera al grupo. Y entre los integrantes que nombró incluyó al presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Según contó, este grupo informal está formado, además de por sí misma y por Ricardo Lorenzetti, por el diputado nacional por la Coalición Cívica Alfonso Prat Gay; el gobernador peronista de Salta Juan Manuel Urtubey, el presidente del Partido Radical Ernesto Sanz, y empresarios y banqueros. Y se encargó de aclarar que la mayoría de los principales líderes de la oposición podría incluirse en el mismo. A la única que dejó afuera, explícitamente, fue a Elisa Carrió. Y eso que presumen de ser buenas amigas.

Pero lo más revelador llegó al final: cuando invitó a la embajadora a conocer al grupo, le preguntó si algún experto de los Estados Unidos podría hablarle al grupo de algún tema que fuera de su interés. Supongo que es lógico: si uno va a avasallarse, hay que hacerlo apropiadamente. No es cuestión de errarle a los deseos del señor.

Concluyendo…
Tantos hilos se soltaron al ir abriendo esta madeja, que va a ser necesario volver a juntarlos para no olvidar con qué habíamos comenzado.
Para ir concluyendo, voy a apelar a una anécdota que grafica claramente lo que hemos venido deshilvanando sobre el modo en que Estados Unidos concibe la propiedad intelectual y la protección de sus marcas y patentes.
El 7 de octubre de 2009 la embajadora Vilma Socorro Martínez firmó un cable titulado “Liderando el camino hacia la edificación verde en la Argentina”, en el que habla de las dificultades para vender una certificación estadounidense de “edificios verdes” llamada LEED (Leadership in Energy & Enviromental Design).
El informe va más allá del análisis de las ventajas con que este tipo de edificios (de bajo consumo energético) favorece el medio ambiente: destaca que la venta de certificaciones ayuda a las empresas de Estados Unidos porque éstas tienen los materiales y la experiencia que hace falta para fabricar edificios de ese tipo que cumplan con la norma LEED.
El Argentina Green Building Council (Consejo Argentino de Edificios Verdes) organizó un evento para promocionar la norma LEED. Y en un extraño rapto de sinceridad, la embajada admite en el cable en el que lo cuenta que La certificación de edificios verdes aporta un ejemplo interesante del delicado balance que deben mantener los argentinos entre el reconocimiento del valor de la tecnología y las ideas de los Estados Unidos y sus sospechas de estar siendo cooptados por reglas estadounidenses.
Parece que, se trate de medicamentos, software, edificios verdes, o lo que sea que esté en cuestión, no podemos distraernos del peligro de estar siendo cooptados por reglas al servicio de los intereses estadounidenses. Después de todo, hasta ellos mismos admiten la posibilidad.
A nuestro alrededor abundan quienes lo han sido.


Viviana Taylor

jueves, 31 de julio de 2014

Sergio Massa presentó su equipo de Política Exterior


497 días para el fin

¿Entre el postkirchnerismo y la política vintage?


 
 
 
 
 
 
Por Viviana Taylor


El 28 de julio, hacen apenas tres días, el Frente Renovador que conduce el diputado Sergio Massa, lanzó una campaña con afiches y pantallas digitales, en los que aparece la cuenta regresiva a contar desde 500 días hasta la finalización del gobierno de la presidenta Cristina Fernández, el 10 de diciembre de 2015, cuando se produzca la sucesión presidencial. O hasta el fin del kirchnerismo, como a muchos más les gusta interpretar.

Este es el inicio de una campaña con la que buscamos que la gente mire al futuro y tenga la certeza de que algo mejor es posible”, explicaron desde el equipo de asesores de Massa.

Por supuesto, la respuesta no tardó en llegar: en alusión a su presencia a cuatro partidos en Brasil, el senador Alberto De Fazio respondió rápidamente sobre el tiempo que falta para el próximo mundial. Y, de paso, dejó en claro que esas cuentas no lo dejan exactamente bien parado si se las compara con otras, respecto de su asistencia a la Cámara de Diputados.

La afición de Massa por definir mediáticamente su actividad política no es novedad: con un estilo forjado por la ética, la estética y la retórica que le imprimió el menemismo en los ’90 a la farandulización de la política, hoy podemos identificarlo sin demasiados esfuerzos como parte de la misma tribu partidaria. Una ética, una estética y una retórica que no se ha privado de matizar con los tonos, las formas y los contenidos duhaldistas. Un reformador vintage, podría decirse. O puro gatopardismo (según las categorías culturales que nos resulten más afines).

Sin embargo, no viene mal recoger el guante que el compañero Massa nos ha lanzado al rostro. Aceptemos el desafío y hagamos el ejercicio de mirar al futuro. ¿Qué nos propone para este postkirchnerismo que parecería asolarnos desde un horizonte que no hace más que acercarse?

Con el ejercicio que estamos teniendo estos últimos días para analizar toda realidad a través del tamiz de la política exterior, creo que podríamos comenzar por mirar –justamente- el equipo que diseña su agenda para este ámbito.

El armador del equipo es Sebastián Velesquen, exsecretario de Relaciones Internacionales de la Municipalidad de Tigre durante la intendencia de Sergio Massa, quien coordina un equipo integrado por el exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Santiago Cantón y tres vicecancilleres (Andrés Cisneros, Jorge Faurie y Martín Redrado).

 
Santiago Cantón es una figura sumamente interesante. Una de esas personalidades que podrían honrar cualquier equipo de trabajo: durante 11 años estuvo a cargo de la secretaría ejecutiva de la CIDH. Honra que se esfuma en cuanto se aclara el contexto que lo obligó a renunciar. Y ahí se dividen las aguas.

La versión oficial que van a contarnos desde el Frente Renovador, que es la que sostiene Santiago Cantón a cuantos quieran compadecerse de él, es que fue una víctima de la actitud autoritaria y cuasi dictadora del presidente Hugo Chávez. Nos contarán en 2011 fue obligado a renunciar por el Secretario General de la OEA José Miguel Insulza, por pedido y exigencia de Venezuela, que se había comprometido a darle el voto necesario para su elección a cambio de la promesa de que Insulza cumpliera con el pedido de renuncia. Hasta ahí, una víctima por su defensa en favor de las libertades y los derechos humanos. Una víctima construida.

La verdad de lo que ocurrió, por supuesto, fue otra. Santiago Cantón había sido denunciado como un agente de la CIA, que desde su designación frente a la CIDH (una comisión de la OEA) había venido trabajando junto con la ultraderecha latinoamericana en el debilitamiento de los gobiernos de Venezuela, Colombia, Ecuador, Colombia, Cuba y Nicaragua.

La denuncia más explícita contra él fue la que hizo públicamente, en rueda de prensa con corresponsales extranjeros y nacionales, el entonces presidente Chávez, en febrero de 2010, por haber apoyado a regímenes dictatoriales en el pasado y por haber reconocido la legitimidad del gobierno golpista de Pedro Carmona Estanga, usurpado tras derrocar al gobierno democrático de Venezuela en abril de 2002.

Justamente, el 13 de abril de 2002, la CIDH presentó un informe ante el canciller de la dictadura de Carmona, Rodríguez Iturbe, donde se reconoce al “excelentísimo” gobierno instalado en esa fecha y se le solicita una escueta información sobre el paradero del “señor” Hugo Chávez, quien estaba secuestrado y en riesgo de ser asesinado (seguramente recordarán que la orden para suspender su ejecución llegó cuando el grupo de fusilamiento ya estaba preparado para dispararle). Cito textualmente: “Ruego al ilustrado gobierno de su excelencia, proporcionar a la CIDH la información que considere pertinente”.

Llamativa diferencia con el trato que Cantón le dispensó a Venezuela en 2010, con Chávez nuevamente en el poder: no sólo se refirió públicamente a él como quien había derrocado a Carmona, en una extrañísima lectura de los acontecimientos, sino que le dedicó 322 páginas a un informe desfavorecedor, que coincidió con una gira oficial que realizó por entonces Hillary Clinton por varios países de América Latina (Uruguay, Chile, Costa Rica, Brasil y Guatemala) y con un aporte de 50 millones de dólares que le hizo EEUU a la OEA para un programa de apoyo a la democracia en la región, que en realidad estaba dirigido a financiar movimientos y grupos desestabilizadores de la derecha en los países con gobiernos de corte popular, y que estaban trabajando para consolidar la UNASUR, estimulados por la histórica creación de la CELAC y el ALBA, organismos en los que ya se estaba llegando a la coordinación de proyectos conjuntos. Una de esas decisiones conjuntas fue el pedido Insulza, que estaba buscando su reelección en la OEA, de la destitución de Cantón al frente de la CIDH por su apoyo a los gobiernos y movimientos golpistas en América Latina.
¿Hace falta imaginarnos su postura frente a los organismos regionales?


Andrés Cisneros fue el vicecanciller que entre los años 1992 y 1996 acompañó al entonces canciller Guido Di Tella en la política de seducción a los malvinenses con ositos Winnie the Pooh, que aún defiende como política válida para la recuperación de la soberanía sobre las tierras usurpadas. Pero sus éxitos no terminan allí: suele publicar en Agenda Estratégica, el sitio de Internet del Instituto de Planeamiento Estratégico dirigido por Jorge Castro, un ex funcionario menemista condenado en julio de 2012 a un año y medio de prisión en suspenso e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos por intento de defraudación a la administración pública con un pedido de fondos para pagar un seminario sobre alfabetización informática (en julio de 1999) cuyos gastos en realidad fueron costeados por Microsoft Argentina.
En este medio se pueden encontrar numerosas publicaciones de Andrés Cisneros, en la que un argumento suele ser recurrente: Argentina es un país aislado y para dejar de serlo debe separarse de los “delirios bolivarianos”, superar el papelón de la Cumbre en Mar del Plata (en referencia al rechazo al ALCA) y volver a las discusiones por eventuales tratados de libre comercio.
Su postura está sintetizada en una frase, que expresó en un reportaje a Infobae el 18 de junio de 2012: “Es cierto que la Argentina es el país emergente que luego de los 90 desempeñó el papel más deslucido en comparación, por ejemplo, con Brasil, pero resulta altamente improbable que se lo aparte o expulse del G20, porque todavía existe la expectativa de que en el mediano y largo plazo volvamos a ser importantes”. Dicho por quien, en el mismo reportaje, considera que España ambiciona un asiento en el grupo, y merece tenerlo “por el importante peso de su economía en el plano internacional”.
Creo que tampoco hace falta que nos esforcemos demasiado por imaginar su posicionamiento frente a la política exterior que debería asumir Argentina.


Jorge Faurie fue vicecanciller de Ruckauf, durante el gobierno de Duhalde hasta su renuncia para desempeñarse como embajador en Lisboa, donde estuvo 9 años. Uno de los hechos por los que se lo recuerda es por haber sido quien acompañó al entonces presidente uruguayo Battle a la quinta de Olivos a entrevistarse con Duhalde, cuando le pidió disculpas al pueblo argentino por habernos llamado “ladrones”. Sin embargo es mucho más interesante la historia acerca de por qué y cómo dejó su cargo.

Y lo cuenta Clarín, quien por entonces no se imaginaba que Faurie sería doce años más tarde uno de los hombres de Massa, ni se imaginaba que doce años más tarde Massa sería uno de sus propios hombres.
En una nota del 16 de agosto de 2002, Clarín califica a Faurie como “la primera víctima política del escándalo por las cuentas menemistas en Suiza”.
Faurie había sido quien le había renovado el pasaporte diplomático a su amigo y socio comercial Ramón Hernández (en Costes S.R.L., con domicilio legal en el Alvear Palace Hotel, una empresa que además no tenía declarada). Hernández es recordado por haber sido el secretario de Menem. Y el pasaporte diplomático en cuestión le permitió pasar aduanas sin ningún control… y Hernández no lo devolvió.
La historia no terminó tan mal: como suelen hacer otras instituciones, los castigos se revisten de traslados. Y Faurie terminó en la embajada argentina en Portugal.
Para ocupar el cargo que dejó vacante, fue designado Martín Redrado, quien hasta entonces estaba a cargo de la secretaría de Relaciones Económicas Internacionales.

 
Martín Redrado, además de vicecanciller durante la presidencia de Eduardo Duhalde, fue presidente del Banco Central entre septiembre de 2004 y enero de 2010, durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Su participación en este equipo es clave para entender no sólo el posicionamiento ideológico frente a la política exterior que propone el Frente Renovador de Massa, sino sobre todo porque devela en favor de qué intereses se juega.

Cuando estalló el escándalo por la filtración de los cables de las embajadas de Estados Unidos, a través de Wikileaks, Redrado quedó expuesto como el economista de cabecera de la embajada estadounidense en Argentina, muy a pesar de ambas partes: en un cable de marzo de 2007 quedó escrito que Redrado había pedido dos veces que se proteja estrictamente su identidad para preservarlo como informante privilegiado de la embajada. Y a partir de allí, todos los cables que lo mencionan agregan a su nombre la referencia “(PROTEGER ESTRICTAMENTE)”. A su vez, la embajada, le pidió en numerosas ocasiones hacer lobby en el gobierno en favor de sus intereses: la reserva estaba mutuamente garantizada.

Pero la primera vez que lo nombra un cable no es esa, ni es en Argentina. Redrado fue nombrado por primera vez en un cable de octubre de 2003 de la embajada estadounidense en Brasilia, cuando era vicecanciller de Duhalde. En el mismo se lo nombra como un aliado en el proyecto de EEUU para crear una zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego, el ALCA.

Ese cable es muy importante para comenzar a devanar la madeja de este análisis: en él, la entonces embajadora en Brasil Donna Hrinak, cuenta que el único obstáculo para la creación de un tratado de libre comercio continental era el gobierno de Luiz Inácio da Silva (Lula), quien apoyaba la propuesta que había presentado su canciller Celso Amorim en la cumbre de cancilleres en Trinidad y Tobago que se había realizado la semana anterior. Esa propuesta, que Amorim presentó en nombre del Mercosur, reducía al ALCA a casi nada, al delegar los temas que le interesaban a EEUU a la negociación dentro de la Organización Mundial del Comercio. Y cuenta que el presidente de la delegación argentina, Martín Redrado –entonces secretario de Comercio Exterior- se había retirado de la cumbre un día antes para no estar en la votación, tomando distancia de Brasil y del Mercosur.

Para esa fecha, Néstor Kirchner hacía apenas 6 meses que estaba en el gobierno, y Hugo Chávez cuatro años. Por ese entonces, no se imaginaron que dos años más tarde, Lula, Néstor y Chávez se unirían para derrotar al ALCA en la histórica cumbre de Mar del Plata en 2005, a partir de la cual pasó a ser considerado un proyecto prácticamente muerto. Esa misma cumbre que Andrés Cisneros califica como “el papelón de Mar del Plata” y que dejó a Martín Redrado en una delicada posición entre los intereses de la embajada a la que sirve (y que no es precisamente la argentina) y el gobierno del que participaba (que, lamentablemente, sí lo era).
¿Y cuáles eran esos intereses que la embajada de EEUU buscaba proteger y el ALCA pretendía instrumentar? Acuerdos de servicios, inversión, propiedad intelectual y compras del gobierno. En un próximo posteo me encargaré de este tema, porque es imprescindible para comprender qué es lo que está en juego, y desde cuándo se viene jugando (y qué tan fuerte).


Caído en desgracia el ALCA, la embajada de EEUU comenzó a mostrar un creciente interés por la Organización Mundial del Comercio (OMC), a través de la cual podría hacer valer los intereses por los que venía velando y parecían haber quedado desguarnecidos.

Cuatro años antes, en 2001, se había iniciado la Ronda de Doha, una gran negociación en el marco de la OMC para liberalizar el comercio a nivel mundial, cuyo objetivo apuntó a completar los temas que habían quedado pendientes en el ciclo anterior, la Ronda de Uruguay. Estos temas eran el comercio de servicios, la agricultura, los textiles y la propiedad intelectual.

Pero las negociaciones en este nuevo marco no son sencillas: la OMC administra unos 60 acuerdos, y el sistema por el que se organiza impone a sus miembros a la adhesión total a todos sus acuerdos, lo que implica que el consenso general siempre conlleve un juego de equilibrio de extrema complejidad en el que cada país debe ver cómo se pueden compensar beneficios y perjuicios en temas diferentes.

Para superar el estancamiento en las negociaciones por la complejidad de estos acuerdos, ya en la Ronda anterior se había instrumentado un tipo de negociación conocida como de la Sala Verde que consiste en una serie de reuniones informales, entre un número reducido de países con interés en el tema a ser negociado, que construyen un acuerdo que luego debe ser ratificado por consenso por todos los países miembros, aunque no hayan sido invitados a las reuniones.

Con las apuestas echadas ahora sobre la Ronda de Doha, Redrado (ya como presidente del Banco Central) vuelve a aparecer en escena. En un cable de agosto de 2007, la embajada de EEUU en Argentina revela que en una reunión que el 31 de julio tuvo con el entonces embajador Earl Wayne, le informó que él era el hombre de la Organización Mundial del Comercio en el gobierno argentino, y que su Director General –Pascal Lamy- lo había instado a asumir la política comercial dentro del gobierno de Argentina. El pedido de Lamy y la visita a la embajada no eran ingenuos: la OMC venía de fracasar en el intento de lograr un acuerdo a nivel mundial en la reunión que se acababa de celebrar en Ginebra. La Argentina -como la mayoría de los países en desarrollo- se negaba a cualquier acuerdo si antes los países desarrollados no reducían los subsidios e impuestos a las importaciones en el sector agrícola; y los EEUU –como la mayoría de los países desarrollados- bregaban por un tratado que incluyera transparencia en las compras de gobierno, reglas aduaneras uniformes y acuerdos para facilitar la inversión extranjera y garantizar la competitividad. En síntesis, mientras los países desarrollados pedían un acuerdo igualitario entre desiguales, los países en desarrollo pedían hacer efectivas esas supuestas condiciones de igualdad.

El  pedido de Lamy y la visita a la embajada tampoco eran inocentes: Redrado le expresó a Wayne que “será bienvenido” cualquier argumento en favor de la postura de los EEUU ante la OMC. En el cable, Wayne comenta que entendió que Redrado le estaba sugiriendo que estaba trabajando para cambiar el voto argentino, y que se mostró optimista respecto de que en los primeros 100 días de un probable gobierno de Cristina Kirchner se adoptaría una política económica más ortodoxa.

Como hoy sabemos, el gobierno que entonces era una probabilidad se volvió real, pero Argentina no varió su heterodoxia económica ni su voto en la OMC. Así que en otro cable –fechado en noviembre de 2007- se cuenta que el embajador le pidió expresamente que intercediera ante el gobierno argentino para que reviera su postura “obstruccionista” en la Ronda de Doha. Redrado respondió que ya lo había hecho, hablando con el canciller Jorge Taiana y con los representantes argentinos ante la OMC. Pero Argentina siguió sin votar a favor, y la Ronda culminó sin acuerdo.

Uno de los motivos más importantes del fracaso de la Ronda, fue que la mayoría de los países en vías de desarrollo se negaron a suscribir acuerdos de los que no habían participado (y a los que se había llegado a través del sistema de la Sala Verde). Pero el golpe más fuerte se lo fueron dando los organismos regionales y de países emergentes, que le dieron un marco más equitativo y económicamente sustentable a la proliferación de acuerdos bilaterales y regionales por fuera del control de Estados Unidos, Canadá, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

La última referencia a Redrado en los cables de la embajada de EEUU es del 5 de febrero de 2010. Apenas 7 días después de su retiro del Banco Central, otro informante de identidad reservada (el banquero Willie Stanley, del Banco Macro) afirmó que Redrado habría cobrado sobornos durante su gestión al frente de la Comisión de Valores en el gobierno de Menem, cuando era conocido como el golden boy de las finanzas argentinas.

Este equipo enmarca las propuestas de Sergio Massa para un eventual gobierno a partir de 2015 y permite significar una afirmación que podría resultar un tanto confusa: “Lo primero que tenemos que hacer es reforzar la agenda positiva con los países (con los) que tenemos sinergia. Por ejemplo, Brasil en los temas comerciales y bilaterales, y para fortalecer el Mercosur. Y con Chile, por la pata con la Alianza del Pacífico”.



¿Qué es la Alianza del Pacífico?
Es un bloque comercial conformado por Chile, Colombia, México y Perú. La propuesta se dio a conocer en Lima el 28 de abril de 2011, por iniciativa del entonces presidente del Perú Alan García Pérez, que extendió la invitación a los presidentes de Chile, Colombia, México y Panamá, para profundizar la integración de sus economías y definir acciones conjuntas para la vinculación con Asia Pacífico a través de acuerdos comerciales bilaterales. Además, convinieron alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, y mantener el proceso abierto para todo país interesado. Panamá no es socio pleno sino país observador, junto con otros treinta y un países (desde 2012, ya no todos limitantes con el Pacífico)

Actualmente está funcionando el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), formado por Chile, Colombia y Perú, a través de la integración bursátil de sus Bolsas de Valores (México no ha completado su ingreso).

Durante la última década, las economías del Atlántico (representadas por Argentina, Brasil y Venezuela) han crecido con mayor rapidez. Y aunque los analistas económicos pronostican que en los próximos años crecerán a un ritmo mayor las de los países de la Alianza del Pacífico, no hay evidencias de que esta afirmación sea cierta, ni podemos suponer que –en caso de serlo- esos beneficios provocarán necesariamente una mejoría objetiva de las condiciones de vida de sus pueblos.

Como expresó con toda claridad el Premio Nobel 2008 Paul Krugman al referirse al modo en que los medios analizan la realidad Argentina, hay mucho para desconfiar sobre la veracidad de los informes que presentan las corporaciones, los organismos internacionales y sus voceros. Cuando el expresidente peruano Alan García –fundador de la Alianza del Pacífico- afirma que buena parte del continente está pagando los costos del proteccionismo exagerado, calla que no hay mayor proteccionismo que tras el que se amparan Estados Unidos y Alemania. Sin embargo, tacha de “política irresponsable” a la instrumentada por los países del Mercosur, con un argumento demasiado similar –aún en la exacta elección de las palabras- a las que usan otros críticos de las mismas políticas, de los mismos países, asiduos visitantes de las mismas embajadas.

Según Alan García, durante este año -2014- la Alianza del Pacífico crecerá en promedio 4, 25% (contra los posibles 2,5% del grupo del Atlántico) impulsada por altos niveles de inversión extranjera y baja inflación, según las previsiones realizadas por Morgan Stanley (la compañía financiera estadounidense con fuerte presencia en América Latina, donde desarrolla su actividad como banco de inversiones y agente de bolsa). ¿Cómo confiar en las previsiones de Morgan Stanley, que celebró con el título “Viva España” el informe sobre el desembarco de los fondos buitre en España en 2013, como si fondos de especulación fuesen equiparables a fondos de inversión? ¿Cómo confiar en las previsiones de cualquier banco de inversiones y agente de bolsa, que gana dinero manipulando creando escenarios financieros que le resultan ventajosos, a partir de la manipulación de datos? Vistos los antecedentes, los países de la Alianza del Pacífico deberían cuidarse de los informes que los alientan a abrirse a las inversiones extranjeras.

Estos informes también afirman que el crecimiento económico que vino sosteniendo China explica el ascenso de las exportaciones de Argentina, Venezuela y Brasil, pero que ya no podrá continuar a partir de este año. Y a eso le adjudican la baja en el crecimiento. Sin embargo, la realidad ya los ha desmentido: hace apenas unos días atrás, Argentina acaba de firmar 20 acuerdos bilaterales con China (y esto sin contar los firmados con Rusia en la misma semana, simplemente porque no fue nombrada en el argumento).

 

En lo que sí coinciden uno y otro bloque –el del Atlántico y el del Pacífico- es en señalar como el momento clave de la diferenciación entre ambos  a aquel en el que se unieron Argentina, Brasil y Venezuela en 2005 para poner fin de la propuesta de creación del Área de Libre Comercio de las Américas.

Los gobiernos del bloque del Pacífico afirman que la preocupación por el fracaso del ALCA los impulsó a conformar la Alianza, creando su propia zona de libre comercio y estrechando lazos con Washington.

Desde el bloque del Atlántico afirman que cuando Néstor Kirchner, Lula y Hugo Chávez le dijeron NO al ALCA, lo que estaban haciendo era poner a los tratados de libre comercio (TLC) en otro marco de referencia y cerrar una ecuación económica y financiera desventajosa para el continente. Luiz Inácio da Silva, expresidente de Brasil, declaró que la Alianza estaba tratando de traer de vuelta el Consenso de Washington. Y el presidente de Bolivia Evo Morales afirmó en el Foro de São Paulo en 2013 que la Alianza del Pacífico era un esquema geopolítico diseñado por Estados Unidos para oponerse a los gobiernos progresistas e izquierdistas de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay y Venezuela, por lo que veían a la Alianza como un organismo creado como contrapeso del Mercosur.

En la última reunión del Foro de São Paulo la Alianza del Pacífico fue definida como “un enfoque intervencionista, oportunista, anti-izquierdista para atacar a la soberanía de las naciones de América del Sur.”

A pesar de todos los esfuerzos en contrario, los gobiernos populares (despectivamente llamados populistas por los liberales) se fueron fortaleciendo en la región, y el Mercosur pudo replantearse en su matriz política, social y cultural. A pesar de los esfuerzos en contra (de los que participaron activamente los personajes que conforman el equipo que ha presentado Massa) se pudieron conformar la Unasur y la CELAC, que generaron una nueva institucionalidad pensada desde la perspectiva de la generación de empleo, la inclusión social, de distribución de la riqueza, de integración productiva, de potenciación del mercado regional, y de complementariedad entre pueblos y gobiernos.

El marco de la cumbre de la CELAC-UE del 27 de enero de 2013 –que se realizó en Santiago de Chile- facilitó el encuentro de los mandatarios de los países de América Latina y de Europa. Esta circunstancia dejó en claro las diferencias entre los dos bloques regionales latinoamericanos: un bloque congregado en torno del Mercosur, que desconfía de la globalización y otorga al Estado un papel más importante en la economía; y otro bloque, compuesto por la Alianza del Pacífico, que promueve el libre comercio y la apertura del mercado.

En síntesis, el Mercosur y la Alianza del Pacífico representan dos procesos diferentes, con objetivos distintos y que implican modelos políticos que benefician a sectores sociales disímiles. No son compatibles, no son combinables.

Sin embargo, no es extraño que Massa diga soñar con ser ese imposible puente que logre unir el Mercosur con la Alianza del Pacífico, considerando que la Alianza es la esperanza renovada de EEUU después de los fracasos del ALCA y la Ronda de Doha. Está cada vez más claro que quienes proponen unirse como observadores a la Alianza del Pacífico son funcionales a la política neoliberal que se impulsa desde los Estados Unidos.

Joseph Stiglitz –economista estadounidense, ganador de un Premio Nobel en el 2001- ha analizado en varios artículos que pueden encontrarse en la red, que a menudo muchos países aceptan los tratados de libre comercio bajo la promesa de que permitirán lograr mejores tasas de empleo, mayores índices de inversión y ayudarán a alcanzar un crecimiento sostenido.

Esta es la razón a la que apeló Sergio Massa en el Foro de Diálogo Interamericano, en un evento en el que participó durante su estadía en Washington en marzo de este año: “Si hay confianza habrá inversiones, volverán los flujos de dólares y no habrá necesidad de controles de cambios como los que se ven hoy en día”.

Sin embargo, las regulaciones que se empeñan en desconocer Sergio Massa y su equipo especialistas en relaciones internacionales, fueron creadas para otorgar cierta protección a los trabajadores, las industrias nacionales, y el medio ambiente. Desmantelarlas es debilitar a los actores nacionales frente a los internacionales. Amparados en el discurso de una libertad que prometen, sólo garantizan dependencia. Una dependencia que, dados los antecedentes que cargan sobre sus espaldas, no podemos considerar que son solo cuestiones ideológicas: cuando se han puesto tan directamente al servicio de intereses ajenos al país y al orden democrático, exceden la consideración de la posible honestidad de sus argumentos. Son lobbistas. Y no están al servicio de los intereses argentinos.

Insisto, por si no he sido clara. El Mercosur y la Alianza del Pacífico representan dos procesos diferentes, con objetivos distintos y que implican modelos políticos que benefician a sectores sociales disímiles. No son compatibles, no son combinables. El discurso que Sergio Massa sostiene sobre sus intentos para construir un puente entre ellos, no es más que la expresión de su funcionalidad a la política neoliberal. Y el equipo que ha convocado para que diseñe su agenda en política exterior es la expresión más clara de su compromiso al servicio de intereses que no son argentinos.
 


Viviana Taylor

 

viernes, 11 de julio de 2014

Dos mentiras de un solo tiro: Nelson Castro y Alfredo Leuco en TN


Miente, miente, que algo quedará

 

Por Viviana Taylor

Anoche –jueves 10 de julio de 2014- un extrañamente sonriente Alfredo Leuco estuvo en TN con un no menos extraordinariamente exultante Nelson Castro.

No, no estaban disfrutando de las mieles ganadas a fuerza de coraje y tesón por el equipo de Sabella. No, no estaban imbuidos de los resabios de la fecha patria del día anterior.

La risa y el éxtasis habían venido de la mano de la ausencia de Boudou para presidir la última sesión en el Senado. Y, por supuesto, abonaron sus explicaciones con argumentos que –una vez más- estaban viciados de mentiras.
Dos, principalmente.

La primera de ellas fue dirigida certeramente a explicar un supuesto retiro de apoyo del gabinete y de los militantes k al vicepresidente. Y la dispararon directamente contra su persona, cuestionando su lealtad. “Fue el más cipayo entre los cipayos”, afirmó Leuco, “un amante de todo lo americano” y –según acotó que habría dicho sobre sí el propio Boudou- “quien mejor habla inglés” entre los funcionarios. ¿La fuente que nombró? Wikileaks: donde se expusieron los cables filtrados del gobierno de EEUU sobre los políticos y gobernantes locales de casi todos los países donde tiene sus embajadas.

A ver… vayamos a ver qué se cuenta por allí. En noviembre de 2009 –según uno de esos cables filtrados por Wikileaks- Boudou asistió a una reunión con un grupo de diplomáticos de la embajada de EEUU para hablar sobre las negociaciones con el club de París.

En esta reunión, el entonces ministro de Economía y candidato a vicepresidente de la Nación, dijo que la Argentina quería volver al FMI para “retomar una relación de treinta años interrumpida en 2006” y se describió a sí mismo como “descaradamente pro estadounidense”.

Contó que le encanta esquiar en Aspen y surfear en San Diego, y que es fanático de la liga profesional de fútbol americano. En el cable también se destacó que “En la reunión, Boudou habló más inglés que en cualquier otra ocasión que lo hayamos visto”.

Cuando se le preguntó cuáles eran los planes respecto del FMI y el Club de París, Boudou contestó que el gobierno quería avanzar con ambos, empezando en el primer trimestre de 2010 por el FMI, después de un acuerdo con los fondos buitres (en el cable, por supuesto, se los llama “holdouts”).

Más allá de la tergiversación de cambiar el comentario respecto de que habló más inglés que nunca, por un inventado comentario sobre sí mismo respecto de que es el funcionario que más lo domina –que no tuvo otro valor que el de fundamentar la increíble interpretación de Leuco de que lo habría hecho para posicionarse como candidato a un cargo en EEUU- lo realmente interesante es que Leuco parece haber dejado de leer el cable que usa como fuente justo donde le conviene a lo que pretende hacernos creer.

Porque lo importante del cable no son estas afirmaciones (que, por otro lado, no son dichos textuales de Boudou, sino un comentario sobre qué hizo y qué dijo en la reunión) sino la interpretación que la entonces embajadora Vilma Socorro Martínez hizo sobre ellas.

El cable, firmado por ella, dice: “Hasta ahora, más allá de la renegociación con los holdouts, su familiaridad con los Estados Unidos se manifiesta en la facilidad con que se relaciona con sus interlocutores estadounidenses pero no en las políticas económicas que ha seguido su gobierno populista.” O sea… lo que Leuco pretende vendernos como un emblema de cipayismo, la embajada lo interpreta como puro intento de seducción para lograr los acuerdos y apoyos que el entonces ministro de economía pretendía.

Sigue el cable: “Sin embargo, se mostraron interesados en la negociación con los holdouts. El ministro detalló los pasos que tomaría la Argentina y destacó la importancia de aislar a los fondos buitre. Los describió como “ni estadounidenses ni argentinos”. Argumentó que eran inversores offshore que mantenían su dinero en paraísos fiscales y que no empleaban a nadie.”

Qué interesante habría sido que Alfredo Leuco hubiese resistido la pereza y hubiese seguido leyendo el cable, en lugar de suspender la lectura en el punto justo donde había encontrado lo que buscaba, sin avanzar sobre la oración siguiente donde todo tomaba otro color. Y habría sido interesante porque, si no hubiese sido perezoso (porque no tenemos por qué desconfiar de su honestidad) habría descubierto que este cable que cita está maravillosamente entramado con la sesión de ayer, sobre la que siguió hablando en el programa de Castro, y sobre la que se deslizó su segunda mentira.

Justamente porque la sesión en el Senado que Boudou no presidió tuvo mucho que ver con los fondos buitres: proteger los activos del Banco Central de la República Argentina de los posibles embargos que reclamen.

Detengámonos un poco en esto para entender sobre qué trató esta sesión especial, que se llevó adelante el día de ayer -10 de julio de 2014-. La Cámara alta dio por unanimidad media sanción al proyecto del Poder Ejecutivo que busca proteger los activos de los bancos centrales extranjeros ante los tribunales argentinos. Lo interesante es que el proyecto ordena a la Argentina a suscribir convenios internacionales para que los activos de nuestro Banco Central gocen de la misma inmunidad frente a eventuales embargos de tribunales de otros países. Así, en un contexto internacional en el que todos los gobiernos están mirando con temor y desconfianza a los fondos buitres y a los tribunales de EEUU, se crean las condiciones para que estos gobiernos busquen proteger sus activos firmando acuerdos recíprocos por los que nosotros logremos proteger los nuestros. Indirectamente, esto podría colaborar con atraer más y mejores inversiones, al proveerles un mayor paraguas de seguridad jurídica, ofreciéndoles una ventaja frente a otras alternativas de países donde invertir.
Boudou –que como vicepresidente de la Nación es quien preside al Senado- no asistió a esta sesión, por lo que fue reemplazado por el presidente provisional de la Cámara alta, Gerardo Zamora.

¿Cómo explicó Leuco su ausencia? Según le contó a un Nelson Castro al borde del éxtasis, los senadores oficialistas se habrían opuesto a su presencia por considerar que, a partir de su procesamiento por la causa Ciccone, carece de autoridad moral para dirigir un debate en el Senado. Sin embargo, lo que Leuco calló es que algunos senadores de la oposición ya habían advertido –en razón de su procesamiento- que si se presentaba en el recinto, obstaculizarían la sesión según cada uno decidió que lo haría: desde la amenaza de ocupar el tiempo leyendo fojas de la causa Ciccone o de que le exigirían que pida licencia en su cargo, hasta que se retirarían.

A ver, estimado Alfredo, pensemos juntos: era una sesión extraordinaria, sobre un tema estratégico, que requería de una ley urgente. Ni el oficialismo lo abandonó, como aseguraste; ni el gobierno lo escondió, como publicó Clarín. Si así hubiese sido, no habría presidido los festejos por el 9 de julio, y la misma presidenta le hubiese informado la aceptación de su licencia aunque no la hubiese pedido.

Boudou no asistió porque a veces lo mejor es dar un paso al costado. Porque esa es la actitud con que se reacciona cuando la Patria es más importante que los intereses de parte, y cuando los proyectos colectivos son más importantes que las personas que los llevan adelante.

Me gustaría concluir que nuestras diferencias de argumentos se deben a que unos y otros estamos posicionados en convicciones diferentes. Y que, desde esos prismas, es que interpretamos y actuamos en la realidad.

Pero es difícil adjudicarle la diferencia en nuestros relatos sobre la realidad a las diferencias entre nuestras interpretaciones. Es difícil porque no se puede argumentar cuando desde un lado se sostienen con mentiras.

Mentiras a las que les sobra cualquier adjetivación.

Una mentira es una mentira.

Y anoche –y sólo sobre esto- nos entregaste dos.


Viviana Taylor

martes, 8 de julio de 2014

Kuadernos Nº 1: De palomas, halcones, buitres y ratas



Ayer, 7 de julio de 2014, apareció el primer número de los Kuardernos para el pensamiento y la acción.



Según cuentan de sí mismos, estos kuadernos "pretenden ser una pequeña gota en ese océano que necesitamos y en ellos tratar temas que merecen una reflexión más profunda, un debate que nos enriquezca y fundamentalmente que nos sirva para defendernos mejor frente a los ataques de los enemigos y contribuir a que este proceso iniciado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández en 2003 no sucumba bajo los embates de las políticas neoliberales. Ni que puedan volver a establecerse en el gobierno quienes tanto daños han hecho al pueblo argentino cuando allí estuvieron."


El equipo de Redacción está conformado Graciela Egurza, Adríán Pecorino, Fernando Pisani y Viviana Taylor, pero sus escritos no estarán firmado (ni por un autor ni varios) dado que pretenden que sean una obra colectiva, por lo que las ideas que exponen son de libre uso y reproducción, en todo o en parte. Además están abiertos a que se sumen colaboradores.

 

Aquí comparto el 1º número, que está en tres versiones:

1- Para bajarlos, y después leerlos en pantalla o imprimirlos.

2- Para leer en línea (en formato interactivo, y pasando las páginas como si fuese un libro)

3- Edición especial para imprimirlos a doble cara en forma de cuadernillo.



 


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