sábado, 18 de julio de 2009

Un 18 de julio

Era una mañana soleada, fría y hermosa. Estaba junto a la ventana de la cocina mínima de entonces, viendo el juego del sol sobre las hojas traslúcidas de los árboles de una quinta vecina. En el living, Nico -mi bebé de 10 meses- se había quedado dormido en su corralito. Ese mismo corralito que había abrigado los juegos y sueños tempranos de todos los bebés de la familia.

Ese momento se me quedó grabado, como todos esos momentos en que sentimos que la vida cambió de repente. Sé que estaba escuchando Radio Mitre, igual que ahora -igual que cada mañana en que estoy en casa, desde siempre-. Y así lo supe. Igual que había sabido del atentado en la Embajada de Israel, dos años antes.

Corrí hacia donde estaba mi hijo, para asegurarme de que seguía allí. Él, dormía. Y yo lloré. Todavía hoy, cuando lo recuerdo, lloro profundamente.