viernes, 21 de marzo de 2014

El miedo como fuerza reguladora



Por Viviana Taylor

 

Hace rato que vengo pensando, repensando, escribiendo y reescribiendo sobre una idea que –paradójicamente- parecería obsesionarme: se puede reconocer el tipo de Estado que intenta instituirse o consolidarse, a partir de la obsesión sobre ciertos argumentos.

 

Antes de comenzar a andar nuevamente este camino de ideas y escrituras, creo conveniente desandarlo un poco para explicitar algunos supuestos de los que parto, como para ir poniéndonos de acuerdo en desde dónde digo aquello de lo que hablo y cómo es que llego a este convencimiento:

En primer lugar, entiendo la noción de realidad social como pluralidad. Esto es, como un conjunto de personas y grupos con sus propios intereses, motivaciones, creencias, aspiraciones… En consecuencia, entiendo a la comunidad sobre todo como un proyecto: una aspiración que nunca es totalmente alcanzada, y está en permanente construcción y reconstrucción.

En segundo lugar, y en ese mismo sentido, creo en la necesidad de un Estado tanto más presente cuanto mayor es la heterogeneidad: cuanta mayor diferencia haya entre los intereses, motivaciones y aspiraciones de distintos sectores –incluso, cuanto más contradictorios puedan ser algunos de ellos- más se necesita de un Estado que regule estas fuerzas en oposición.

En tercer lugar, volviendo a mi primera idea, estoy convencida de que es posible reconocer el tipo de Estado que pretende consolidarse desde estas fuerzas en oposición, a partir de las obsesiones presentes en los discursos que pretenden legitimar una u otra postura.

 

Ya transitada la primera década de este siglo y cerca de promediar la segunda –contrariamente a lo que preveían las posturas sobre la globalización como un proceso de homogeneización social y cultural- los ciudadanos pareceríamos ir asemejándonos cada vez menos, las demandas e intereses son cada vez más variados, y constituimos sectores y grupos entre los que conviven algunos que –más que congregar a un proyecto común- dividen.

Si hacemos una lectura precipitada, guiada por los medios de comunicación hegemónicos, parecería que transitamos hacia “sociedades sectarias”, conformadas por una serie de grupos heterogéneos y yuxtapuestos, que compartimos el territorio pero no nos vinculamos más allá de lo imprescindible, y no siempre amigablemente. Y que esta fractura está atravesándonos no sólo al interior de nuestra frontera, sino que se extiende como un karma a lo largo y ancho de casi toda la región. ¿Quién no ha leído y escuchado hasta casi el hartazgo el concepto de “grieta” sobre el que se han tejido argumentos y hasta fue eje de una campaña electoral?

 

Desde estos medios, los grupos y sectores con poder de determinación y de sumisión a ellos (o sea, los grupos a los que los medios sirven, y los grupos de los que se sirven) intentan instalar –y lo logran con bastante éxito- un fuerte sentimiento de incertidumbre respecto de qué tipo de comunidad es posible construir a partir de esta heterogeneidad.

Es ingenuo seguir pensando prioritariamente a los gobiernos como quienes disciplinan a estas sociedades en construcción, estableciendo regulaciones que las obligan a alinearse detrás de sus políticas. Son más bien las propias corporaciones –del sector con poder económico y financiero- quienes a través de los medios de difusión (no considero que a este respecto podamos ni debamos llamarlos de comunicación ni de información) de los que se sirven quienes crean un discurso legitimador de las regulaciones que promueven, para que sean aceptadas por el conjunto, aun cuando afectan los intereses particulares y colectivos de tantos.

 

Y no les ha resultado difícil dar con el argumento necesario. Parecería ser que han resuelto el problema a través del pánico: si algo tienen hoy en común los diferentes discursos que atraviesan la prensa a lo largo de este ancho mundo, es que se han empeñado en asustar al conjunto de las sociedades para poder manipularlas.

 

¿Cómo lo han logrado?

 

En primer lugar, porque sobran razones objetivas para tener miedo. Si comenzamos hablando de la inseguridad económica, el temor a perder el trabajo es parte de una memoria colectiva que se dispara con cada nueva recesión global. Es, sobre todo, parte de la experiencia histórica reciente y vivida: desde hace 60 años se ha ido profundizando de tal forma la brecha entre ricos y pobres, que en los últimos años no hemos logrado aún alcanzar el estado de bienestar anterior a este proceso instaurado desde la Revolución Libertadora (Fusiladora y Expoliadora), continuada por el Proceso de Reorganización Nacional (la última dictadura cívico-militar-eclesial) y consolidada por los gobiernos neoliberales de Menem y De la Rúa.

Es un argumento falaz, injusto –e incluso irracional- pretender que en una década se logre un estado de bienestar similar al anterior a casi 50 años de destrucción sistemática del Estado y de la economía, con una crecientemente grosera e impudorosa transferencia de riqueza desde los sectores populares a los rentísticos.

Pero es un argumento eficaz. Y lo es porque activa esa memoria histórica y el miedo a que el desempleo, los sueldos míseros, el hambre –y los palos- vuelvan. Y que lo hagan como experiencia colectiva, pero sobre todo como experiencia individual y subjetiva. Porque -seamos honestos- cuando la miseria acecha, no preocupa tanto el ruido que hace el estómago del de al lado, como el miedo a que cruja el propio.

Es un argumento eficaz porque impacta emocionalmente. Y cuando la emoción se activa oscurece a la razón. Ya no importa la realidad: no se teme a lo que es, sino a lo que podría ser si lo que fue vuelve.

 

Podría ser suficiente, pero la inseguridad a la que se apela no es sólo económica. Asustan todavía más con las tasas de criminalidad. Y lo que se cuenta parece contribuir a la construcción de un cierto sentido común sobre ella: aunque los datos reales no parecen indicar una mayor incidencia de estos indicadores sobre otros (incluso, los contradicen) los discursos aluden a una delincuencia sustancialmente encarnada por villeros, inmigrantes -especialmente latinoamericanos- y adolescentes. Categorías que, si bien pueden ir separadas, juntas configuran una imagen más clara y discernible: el perfil del delincuente.

Entonces, cuando se pretende describir a un sospechoso que no encaja en esta percepción mediáticamente construida, se aclara que “no es un chico”, “no parecía drogado”, “estaba bien vestido”, “era rubio”. Se lo describe por la distancia respecto de lo que se piensa que un delincuente es.

Y si todo delincuente es villero, inmigrante latinoamericano y adolescente; entonces todo villero, inmigrante latinoamericano y adolescente es –por inversión y reductivamente- un delincuente.

La “delincuencia” se convierte, así, en una especie de segunda naturaleza. Y si la delincuencia está en su razón de ser, no hay razón para tolerar que sigan siendo. Para el delincuente, mano dura: ni olvido, ni perdón. Ni siquiera justicia.

Para el villero, el inmigrante latinoamericano y el adolescente, tampoco.

 

En un país como el nuestro, que ha construido su experiencia alrededor del mito fundante de “lo argentino” en el crisol de razas, es difícil reconocer esta hostilidad. Sin embargo, se cuela todo el tiempo por los intersticios del lenguaje. Abundan las expresiones “no negro de piel, negro de alma”,  boliferias” o “ferias boliguayas”; es común escuchar a movileros de programas de radio o televisión preguntando por el país de procedencia de los ocasionales entrevistados que no les parecen suficientemente europeos en sus rasgos, o cuya fisonomía o entonación les resulte demasiado nativa, y asombrarse cuando se les responde que es argentina. Los cabecitas negras de ayer son los bolivianos, paraguayos, peruanos, colombianos, ecuatorianos y venezolanos (o cualquiera que se les parezca) de hoy.

Y no me meto con los chinos porque son otra cultura. Si hasta tienen su propia delincuencia y se matan entre ellos. Son lo absolutamente otro.

Así las cosas, no tenemos de qué asombrarnos cuando el lenguaje reaccionario encarna las intenciones e interpretaciones que los buenos modos nos han enseñado a disimular. En él se inscriben expresiones no tan nuevas, pero permanentemente renovadas: son los planeros.

Es por estas identificaciones que las categorías de delincuente y planero están tan íntimamente relacionadas: apelan a dos formas de robarnos -nuestros bienes o a través de los impuestos-. Dos formas de apropiarse de lo que no les corresponde y es de los que trabajamos y nos ganamos la vida honrada y esforzadamente, y estamos obligado al doble cuidado: de la incertidumbre de los avatares económicos, y de la expoliación a través del robo por los delincuentes o a través de los impuestos para los planeros. Dos categorías que bien pueden caberle a la misma persona, configurando el complejo “villero, latinoamericano, adolescente, delincuente y planero”. ¿O acaso no dijo un entonces aspirante a gobernador hoy diputado que “las negritas se embarazan por un plan”, y un dirigente de un partido político centenario que “la asignación se va por la canaleta del juego y de la droga”?

Villero, latinoamericano, adolescente, delincuente, planero, jugador y adicto. Y si adicto, por qué no narco. La instalación de un nuevo miedo. Y vienen por todo: ya lo dijeron.

 

Quizás la raíz de esta apelada, fomentada y realimentada hostilidad está en el desconocimiento sobre lo que excede la propia experiencia: cuanto más desconocemos, más tememos. Por eso es fácil asustarnos con escenarios apocalípticos donde se conjugan caóticamente indicadores macroeconómicos imprecisos con una dosis de contaminación y altas cuotas de corrupción (y -por qué no- algún que otro condimento de patología psiquiátrica).

La hostilidad y la desconfianza permiten la instalación de explicaciones basadas en confabulaciones y complots. Por eso es fácil explicar (y con esto no pretendo justificar, ni lo hago) por qué ante la crítica burda, destemplada y mentirosa de Massa al anteproyecto de Código Penal sobre el que se había estado trabajando durante dos años, y la fuerza de su impacto en un sector bastante extenso de la sociedad, los referentes del radicalismo y el PRO que integraron la comisión redactora, fueron dejados solos por sus partidos en la defensa del texto redactado e incluso desconocidos en su representación. Por eso es fácil explicar el que tantas personas estén dispuestas a sumar su firma a un supuesto petitorio para que no sea debatido, y la plasman en una hoja en la que no se especifica a qué están adhiriendo… Tanta desconfianza puesta en lo que proponen las fuerzas políticas y los referentes académicos y profesionales a través del consenso, y tanta confianza ciega al poner una firma y su número de documento en una hoja que bien podría ser adjuntada a cualquier texto. O peor: porque, mal que les pese, no acompaña a ninguno.

 

La hostilidad y la desconfianza permiten la instalación de explicaciones basadas en confabulaciones y complots, es cierto. Paradójicamente, parecen ir acompañadas por una cuota proporcional de adhesión y confianza ingenua a aquellos a quienes se ha elegido creerles esas explicaciones.

Y esto sucede así porque lo que le otorga credibilidad a estas teorías es que el terreno viene siendo laboriosamente abonado con el desencanto contra la política y la desconfianza en los políticos que no se alinean detrás de los intereses de las corporaciones con fuerza mediática. No es casualidad que quienes más creen en las posturas mesiánicas de quienes (al estilo de Massa) se sostienen en un discurso ambiguo, carente de contenido y pleno de frases de sentido común, o (al estilo de Carrió) se hacen eco y disfrazan de denuncia informada lo que de los mismos medios han tomado, suelen ser quienes tienen menos acceso a la  información sobre la realidad económica, social y política. Y es lógica esta deficiencia en el acceso: esos mismos medios y sectores se han encargado de estigmatizar a aquellos otros que construyen un relato diferente sobre la realidad. Como si sólo hubiese hechos que objetivamente pudiesen ser enunciados, sin interpretaciones. Y como si ellos tuviesen el don intelectual y moral para enunciarlos aséptica y verazmente.

 

En fin, la mejor estrategia para mantenernos asustados son las propias políticas de miedo. Por eso los precoces discursos electoralistas e instituyentes –sobre todo desde el Frente Renovador y el PRO- parecerían resumirse en un “si no somos nosotros, será el infierno”, bajo la forma recientemente inaugurada de “van a sacar a todos los delincuentes a la calle”.

 

Estos grupos –aquí, pero también agarrados como garrapatas a las venas realimentadas de toda nuestra región- han encontrado una forma eficiente de manipulación de estas sociedades crecientemente complejas, y crecientemente sofisticadas en sus demandas: el miedo.

Más aún: lo han convertido en la forma de legitimación más pavorosa. Y la más siniestra.

 

¿El antídoto? Nada nuevo: ciudadanos más informados, que es la única forma de propiciar un mayor espíritu crítico. Y más éticos.

Si volvemos a la idea de que es posible reconocer qué tipo de Estado se pretende consolidar a partir de las obsesiones presentes en los discursos legitimadores, es fácil comprender por qué el tema central sobre el que giran hoy estas discusiones es la posibilidad de una vuelta atrás con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la necesidad de detener el debate sobre el nuevo Código Penal.

También es fácil comprender por qué, más allá de la ambigüedad expresada por Massa al afirmar que los derechos no son del gobierno ni de los docentes, sino de los chicos, desde AméricaTV –el grupo de Vila y Manzano que se ha erigido en su comando de campaña mediática- esta mañana el periodista Antonio Laje en una entrevista con la Directora General de Escuelas bonaerense Nora de Lucía sobre el paro docente que ya lleva 13 días, cerró la misma expresando que “quien no trabaja se tiene que ir” adoptando una postura aún más dura (y hasta intransigente) que la de la propia DGE. Una entrevista confusa… casi una bajada de línea a la funcionaria.

Y es que la educación es otra de las obsesiones en estos discursos legitimadores. Y no una educación entendida como un lugar de democratización y participación, sino como un lugar de control social. Un lugar donde primero se debe controlar a los educadores para que luego, ya domesticados, ellos mismos reproduzcan el control social en sus alumnos y –a través de ellos- en las familias. ¿Qué mejor forma de comenzar el proceso de domesticación y sumisión que amenazando con los sueldos y los despidos? ¿Cómo no atemorizarnos? Es una experiencia que ya hemos vivido. Afortunada (o estratégica, o políticamente) Nora de Lucía no asintió. Y antes de eso ya había expresado su conformidad con que no se descontaran los días de paro. Aún con el conflicto con los docentes en plena tensión, el gobierno de Scioli no está ni cerca de ser lo que promoverían estos sectores desde un hipotético gobierno de Massa.

 

De la educación y la información de los ciudadanos, en definitiva, depende qué tan efectivas son las estrategias de manipulación, regulación y legitimación. De ellas dependen el tipo de Comunidad y de Estado de los que formamos parte y que estamos dispuestos a construir.

Veremos de qué todos nosotros –los ciudadanos- somos capaces.

 

Viviana Taylor

 

sábado, 11 de enero de 2014

Y cayó un rayo


Lo que sigue es un cuento. Todo parecido con la realidad se debe a la casualidad, y la autora de este relato no se hace cargo de la similitud que pudieran tener las (malas) conductas ajenas con su frondosa imaginación para contar historias.

 

Y cayó un rayo

Casi un cuento de hadas


 

Por Viviana Taylor

Había una vez una, en algún lugar, una hermosa playa. Y resulta que en la hermosa playa mucha gente estaba disfrutando de una maravillosa tarde. Tarde de verano. Calurosa.

Y en esa hermosa playa, esa maravillosa tarde, al tiempo se le ocurrió una idea: armar una tormenta. Mala idea. Peor que mala: una tormenta eléctrica.

Y como la playa era hermosa, y la tarde maravillosa, y era verano y hacía calor, y la gente no sabe lo que debería saber, o lo sabe pero no está atenta, o está atenta pero no hace caso… pasó lo que no debió haber pasado. Son cosas que pasan.

Lejos de allí, en otro lugar que no era una hermosa playa pero donde también hacía calor, otra gente se enteraba de lo que había sucedido.

Y entre esa gente, como en todo cuento de hadas, había una bruja mala. Pero como este es un cuento adaptado a nuevos tiempos, vamos a introducir algunos cambios. La mujer no era una bruja mala: era una periodista, que a fuerza de trabajar de vocera de políticos –y por esas cosas de la vida que en este cuento no vamos a contar- se convirtió en operadora política.

La bruja mala (perdón, perdón: actualizo) La periodista operadora política se preguntó desde su cuenta en una red social por qué se estaba hablando de tragedia, si no podría haberse puesto un pararrayos, si no los había en la ciudad donde estaba la hermosa playa, o si sería que no funcionaban. Y como quería comunicarse con una radio sin que otros supieran lo que diría, escribió otro mensaje pidiéndole que la sigan. Y es que no era cualquier radio:  era una radio pública de una ciudad con un gobierno opositor a la gestión dictatorial de una reina nacional.

Y, como no podía ser de otra manera, en unos pocos mensajes más quedó asociada la mala idea que había tenido el clima al arrojarle un rayo a la hermosa playa, con la supuesta corrupción de un supuestamente sobrepagado intendente que no había arbitrado los medios para llenarla de superpararrayos o –por qué no, si habría sido más efectiva- al menos una campana repeledora de rayos, que los hiciese rebotar y –ya que estamos- hasta podría redirigirlos sobre ese castillo de color rosa hacía tantos años usurpado por la reina y su chusma plebeya.

De paso, como el supuestamente corrupto supuestamente sobrepagado intendente había sido director del hospital de la ciudad con la hermosa playa antes de dedicarse a la política, no venía mal expresar los más sinceros deseos de que los heridos fuesen derivados al otro –el de Mar del Plata- ya que el de Gesell (perdón, perdón, corrijo) el de la hermosa playa –parecería, según dijo- era muy limitado.

Claro, es que el supuestamente corrupto supuestamente sobrepagado intendente de la hermosa playa pertenecía a la chusma plebeya que ocupa la casa (perdón) castillo rosado. Y, encima, lo hacía desde las huestes del nunca suficientemente despreciado ministro de interior y transporte, que tanto venía atentando contra los intereses en favor de los cuales opera la periodista.

¿Y saben lo que pasó? ¿Y saben lo que pasó? Noooooo… todas la brujerías de la operadora de Gulubú… En fin. A veces las cosas no prenden. O sí, pero más despacito:

1-    Quien debía salir al aire después de que enviara el mensaje a la radio, ese día no salió. También estas son cosas que pasan…

2-    Por esas cosas de las coincidencias o las casualidades, quien debió salir y no salió, no hizo un solo comentario en las redes sociales sobre la hermosa playa ni la fea tormenta (a pesar de que estaba conectado, y no dejó de hacerlo sobre otras cuestiones). Sí retwitteó, en cambio, el de un compañero de otro medio, con quien  se parapetan espalda contra espalda en la lucha contra la chusma plebeya. El mensaje retwitteado era claro: podría parecer ensañado con un chiste ácido, sobreactuando un desagrado  cuando ninguno de ellos posee un estómago tan delicado. El chiste ofensor podría ser negro, pero tampoco lo era tanto… Pero había sido escrito por alguien de una revista alternativa, y el repudio estaba siendo promovido por el Lobo pseudocientífico de divulgación del Grupo, que tiene sus razones para atacar la publicación. Pero eso también es argumento para otro cuento, y ya lo he contado. La bajada de línea de la crítica era más clara: los ánimos estaban susceptibles, así que el tema no daba para operaciones políticas tan poco sutiles.

3-    Durante un rato más, la operadora política insistió con el supuestamente corrupto supuestamente sobrepagado intendente. Quizás parezca que ahora se han olvidado de él, pero sólo es cuestión de tiempo. Los trebejos de la chusma van y vienen: lo que les importa es la reina. Y más que ella, mantenerse en el tablero: los operadores juegan no para quienes quieren ganar una partida, sino quedarse con el juego.

Ayer, la operadora volvió a sus labores naturales, con su compañero de pantalla, autor del libro-reportaje al más odiado de nuestros dictadores asesinos en el que no agrega nada y desde el que se refuerza la teoría de los dos demonios. Juntos entrevistaron a un intendente que sí es más de su agrado. Uno de los que ahora abrevan en aguas renovadoras: esas aguas en las que nadan con comodidad los políticos de quien fuera vocera –el responsable de que no podamos sacarnos de encima a la multinacional de las semillas transgénicas, y el ex embajador en EEUU durante la presidencia de quien le armó las listas al tigre renovador-.

Todavía no puedo escribir colorín colorado. Este cuento no ha terminado.

 

Viviana Taylor

sábado, 28 de diciembre de 2013

Parada Final: el centro del Círculo Rojo


Todos los caminos conducen a…

 

1ª Parada: Sergio Massa

Cruce de caminos: Sergio Massa – MauricioMacri

2ª Parada: Mauricio Macri




 


Parada Final
El Centro del Círculo Rojo

Por Viviana Taylor


Esta mañana -sábado 28 de diciembre de 2013- la periodista Mona Moncalvillo relató un hecho inquietante en su programa radial Núcleo Duro.
Para quienes no la conocen (cierta prensa hegemónica prefiere no nombrarla ni para criticarla, no vaya a ser que le sumen oyentes aunque más no sea por curiosidad para ver de qué hablan) aclaro que vengo siguiendo a Mona desde el año 1980, cuando la descubrí por sus antológicos reportajes en la recordada Revista Humor®, y no tengo dudas sobre su honestidad intelectual –ni periodística, por si hiciese falta especificar-. De modo que lo que contó, lo doy por corroborado.

Los hechos relatados fueron estos: en la localidad bonaerense de Caseros estaban sufriendo un corte de electricidad como los que se vienen repitiendo y continuando desde hace días, cuando un grupo de vecinos llamó a la casa de otro para invitarlo a hacer un cacerolazo con corte de avenida como protesta. Este vecino expresó su disconformidad con perjudicar a quienes estuviesen intentando llegar a sus casas –igual de acalorados y quizás igual de afectados por los cortes- por lo que después de barajar varias opciones decidieron hacer un cacerolazo en la empresa. Como sabían que no iban a permitirles la entrada, se organizaron y simularon ir a pagar la factura: así fue como de a uno fueron llegando hasta juntarse 25 de ellos, y comenzó el cacerolazo. Después de un rato de bullicio insoportable, apareció alguien con cierto poder de decisión (o de intercesión con quienes efectivamente lo tienen, para ser más precisa) y les prometió que si se retiraban en una hora tendrían la restitución del servicio eléctrico. Pero no accedieron: desconfiados, decidieron quedarse allí hasta que de sus propias casas los llamaran para comunicarles que había vuelto la electricidad. Y cosa ‘e Mandinga, en menos de una hora comenzaron a sonar sus celulares con la buena noticia: ¡volvió la luz!

A ver: estos días –y cada vez que hay una suspensión de servicios de este tipo- se suelen escuchar historias sobre empleados no del todo afectos a la honestidad, o más bien afectos al intercambio de prioridad por estímulos económicos, que por diferentes sumas –peso más, peso menos- restablecen el servicio más rápidamente.

Pero este relato es sustancialmente diferente: no se habla de uno o dos empleados, ni de una cuadrilla que estimulada por unos pesillos desvía su trabajo desde una zona hacia otra. Estamos hablando de una empresa con capacidad para devolver un servicio donde no lo había. Y yo me pregunto: ¿habrán tenido la misma diligencia para privarlos de él? Voy a ser más directa: ¿habrán cortado la luz a propósito, sin aviso previo? Y si lo hicieron: ¿cuántos de estos cortes fueron a propósito? Si fueron “cortes preventivos”, ¿por qué no se avisó de modo que todos pudiésemos prevenirnos de las dificultades inesperadas? ¿O es que detrás de estos cortes hay otras intenciones, de orden político antes que técnico?

Estaba pensando en esto cuando por esas cosas del pensamiento lateral –que es una forma elegante de llamarle a la loca asociación de ideas- recordé una foto. Esta foto.
 


Esta fotografía fue tomada el 19 de noviembre de 2010, durante la fiesta de cumpleaños de Augusto Rodríguez Larreta, quien durante más de diez años fue el gerente de Relaciones Institucionales del Grupo IRSA (propietario de los shoppings Alto Palermo, Paseo Alcorta, Patio Bullrich, Abasto, Buenos Aires Design y Dot; y accionista mayoritario del Banco Hipotecario en sociedad con el Estado).  En la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo señalan como quien –aprovechando la relación con su hermano Horacio Rodríguez Larreta como Jefe de Gabinete- llevó adelante el lobby para que se aprobara el megaemprendimiento inmobiliario que impulsaban tanto el holding Grupo IRSA como la gestión PRO en la ex Ciudad Deportiva de La Boca: un barrio de lujo similar a Puerto Madero con torres de 50 pisos junto a la Reserva Ecológica, que finalmente no logró el acuerdo en la legislatura y se frustró.

Mientras este proceso de lobby estaba en plena gestación, Augusto Rodríguez Larreta apareció en el Boletín Oficial del 18 de abril de 2012, donde se publicó su designación como asesor en del Ministerio de Gobierno porteño, con un sueldo de 16.995 pesos (mayor que el de un director general), a pesar de la incompatibilidad entre los intereses privados que defendía y los públicos que supuestamente iba a defender. Parecería que los porteños iban a pagar con sus impuestos la defensa de los intereses de un puñado de privados. O más bien, era la confirmación de que ya lo estaban haciendo: la publicación fue tardía, puesto que estaba contratado desde el 10 de diciembre de 2011, según consta en la Resolución 71 del Ministerio, como asesor en temas políticos. Y, aunque no se le pagaron los sueldos hasta la publicación de la resolución, el cobro de los mismos fue retroactivo a la fecha de su nombramiento en diciembre.
¿Cuáles eran sus méritos en política? Había sido vocero de los ministros menemistas Oscar Camilión (de Defensa) y Roque Fernández (de Economía); estuvo involucrado en la causa por sobresueldos en el gobierno de Menem (le dictaron la falta de mérito); y en 1999 formó parte del equipo de campaña de Palito Ortega.
Como corresponde al cumpleañero, de pantalón negro y camisa blanca, ocupa el centro de la escena.


El tercero contando desde la izquierda es Jorge Rendo, el principal operador judicial de Ernestina Herrera de Noble –junto con Pablo Casey, sobrino de Héctor Magnetto-. Es su haber cuenta las medidas cautelares contra la Ley de Medios, y la caída de Roberto Marquevich, el juez que dejó de serlo después de haberse entrometido con la identidad de los hijos ilegítimamente adoptados por Ernestina Herrera, que llevan el apellido de Noble a pesar de que llevaba años fallecido cuando los niños nacieron –y, lógicamente, cuando fueron apropiados-. Uso esta expresión porque toda adopción ilegal es una apropiación: no entraré en delicadezas semánticas con un tema de semejante gravedad, sobre el que ya he escrito antes.
Podría parecer extraña la presencia de Rendo en este cumpleaños: el dueño del holding del que el cumpleañero Augusto todavía era gerente, Eduardo Elsztain, había querido formar parte de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), pero Clarín –uno de los dos grupos concentrados que la dominan- se lo impidió por su condición de judío practicante. Sí: por eso. No fue una razón que se hubiesen preocupado por disimular, así que el propio Elsztain lo puede corroborar.

En fin: Elsztain no está en la foto y Rendo sí. Tres años después de cuando fue tomada, Augusto Rodríguez Larreta ya no está en IRSA pero las relaciones con el Grupo Clarín siguen yendo de lo mejor: el macrismo proyecta cederle el edificio El Dorrego a emprendedores privados para que desarrollen un Centro Metropolitano Audiovisual, y transfirió un millón de pesos del programa de Intervención Social en las Villas para  reacondicionar el edificio antes de entregarlo a privados, entre quienes se encuentra Adrián Suar –vinculado al Grupo Clarín a través de Polka/Canal 13-. En efecto, la remodelación fue dispuesta mediante la resolución 647/13 del 30 de agosto de 2013 por el ministro de Desarrollo Económico Francisco Cabrera, con posterioridad al tratamiento en la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña del proyecto de su traspaso a manos privadas.


 Un recorte similar, de 3 millones de pesos, proveyó los fondos transferidos al programa Industria Audiovisual, uno de cuyos eventos es “Buenos Aires, Ciudad de Moda”,  en los que Julieta Spina –la esposa de Augusto Rodríguez Larreta- coordina los desfiles de moda.

 
Evidentemente, la protección mediática del Grupo Clarín y sus asociados (La Nación y Perfil entre otros) le cuesta millones a los porteños, que pagan no sólo con pauta publicitaria, sino sobre todo con negocios inmobiliarios, pérdida de espacios verdes, y honorarios de funcionarios que los defienden y promueven sus negocios.


Volvamos nuevamente a la foto. Tomado del hombro de Rendo aparece Carlos Pagni: el segundo desde la izquierda. También es segundo en La Nación, donde ejerce su oficio de periodista como aspirante a sucesor de Joaquín Morales Solá, el gran novelador de intrigas palaciegas. Por ahora, Joaquín resiste. Pero Carlos hace buenos méritos para sucederlo: sus novelas y noveletas, palaciegas y de negociados y corruptelas varias, nada tienen que envidiarle.

Lo que quizás Carlos Pagni no sospechaba por aquellos días de festejo es que el escándalo por el espionaje a mails de funcionarios iba a llevarlo a ser procesado: en septiembre de 2012 la titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 1 de San Isidro, Sandra Arroyo de Salgado, lo procesó por los delitos de “revelación de secretos”, y un año después -en septiembre de 2013- la Cámara Federal de Apelaciones de San Martín confirmó el procesamiento sin prisión preventiva de Juan Bautista “Tata” Yofre -el ex titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado (ex SIDE) durante la presidencia de Carlos Menem-, del ex agente de inteligencia Pablo Carpintero; el ex secretario general del Ejército Daniel Raimundes; de los directores de los portales SEPRIN y Urgente24 (Héctor Alderete y Edgard Mainhard, respectivamente); del empresario periodístico Néstor Ick; y de los columnistas Roberto Ángel García (Perfil) y el mentado Carlos Pagni. Tuvo suerte: la Cámara atenuó la calificación del delito: todos ellos están imputados por espionaje ilegal, asociación ilícita y encubrimiento agravado. Entre las víctimas figuran la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el por entonces vicepresidente Daniel Scioli, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, la ex ministra de Defensa Nilda Garré, el ex canciller Jorge Taiana, el ex cónsul y actual canciller Héctor Timerman y la ex embajadora en Venezuela Alicia Castro. La Sala I entendió que “con los elementos probatorios reunidos hasta el momento, se pudo acreditar, con la convicción que requiere esta etapa del proceso, que se procuró, buscó y obtuvo información que debía permanecer secreta en función de la seguridad de la Nación”.
Qué afortunado Pagni, que vive en una dictadura como esta y no en un país serio, libre y republicano como Estados Unidos. Seguramente disfrutaría de una tropical Guantánamo sin derecho a juicio y sin esperanza de defensa ni sentencia. Es algo con qué consolarse en caso de que le corten la luz, y sienta que se asa en este diciembre de alerta roja sin heladera ni aire.

El otro abrazado a Rendo –el cuarto, vestido de negro, a contar desde la izquierda- es Alejandro Macfarlane, yerno de Hugo Anzorreguy, ex jefe de la SIDE menemista, de cuya mano -durante el apogeo de Menem- llegó a la presidencia de Telinfor, que junto con Hard Communication –de Rodolfo Galimberti, Jorge Born y “Corcho” Rodríguez- manejaba los juegos telefónicos de Susana Giménez que terminaron en aquel recordado y patético escándalo entre la diva, las empresas y la Fundación Felices los Niños,  entonces presidida por el Padre Grassi –ahora condenado pero aún no secularizado-.
Cuando se tomó esta fotografía era CEO de Edenor, cargo que ocupó desde 2005 hasta febrero de 2012, cuando lo abandonó después de haberse convertido en dueño de EDELAP en diciembre de 2011.  
Pero está claro que no es por estos cargos que está en la foto, sino por su llegada a Papel Prensa, donde se ganó un sumario de la Comisión Nacional de Valores en su contra, junto con Magnetto, José Aranda, Julio Saguier y Alberto Jorge Gowland Mitre, entre otros. La CNV los denunció a todos ellos (miembros privados del Comité Ejecutivo, de la Comisión Fiscalizadora, del Consejo de Vigilancia y directores titulares) por "severas irregularidades" en el funcionamiento de firma.
Por esta asociación se vuelve comprensible que por estos días, en que podrían haberlo crucificado desde sus páginas y las pantallas de TN y Canal 13, su nombre no aparezca vinculado a los cortes de suministro eléctrico, la alusión a su empresa se diluya entre las renombradas y vueltas a nombrar EDENOR y EDESUR –pero, sobre todo, en las acusaciones al gobierno nacional-, y los cortes en La Plata se desdibujen gracias a la omnipresencia de la desventura de los usuarios de Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense. Business are business. Y, entre bomberos, no se pisan la manguera.


Si uno de los dos grupos que dominan a AEA es Clarín, el otro es Techint. Su director corporativo, Luis Betnaza, es el sexto y está tomado de la cintura de Augusto Rodríguez Larreta, con cuyo todavía jefe Elstain también había tenido lo suyo: cuando en 2003 el Grupo Techint quiso quedarse con el Banco Hipotecario, desplazándolo, contó con el apoyo mediático de Clarín y La Nación. Pero el Duhaldismo entró en retirada… y sus anhelos con él.
 
Betnaza es el segundo de Paolo Rocca, el empresario que recientemente, frente a un grupo de estudiantes de ingeniería de la Universidad Austral, ante la pregunta acerca de cómo hacer para que los empleados se sientan cómodos y a la vez exigirles, acotó: “te faltó agregar que hay que pagarles poco”.

 


Aunque el tono de la respuesta puede dejarnos la duda respecto de qué tan en broma fue dicho, y cuáles serán sus verdaderas convicciones sobre el trabajo, el empleo y la empleabilidad, podemos reducir ese margen de duda contextualizándolas en las políticas económicas que defienden: Rocca y Betnaza, quien además es vicepresidente primero de la Unión Industrial Argentina (UIA), tanto desde esta como desde los foros de IDEA vienen pidiendo sistemática y persistentemente una devaluación que reafirman en los medios; y como vicepresidente de la Fundación Mediterránea (de la que actualmente es vocal titular) en los ’90 catapultó a Domingo Cavallo como ministro de Economía de Menem y De la Rúa. Lo que trajeron sus políticas lo llevamos tatuado a sangre y fuego. Y lo que quienes las ponderan cuentan -ya sabemos- es puro cuento.

Quien posa junto a Betnaza, con la camisa blanca por fuera del jean, es Miguel Peirano, a quien siempre se lo vinculó con el Grupo Techint, del que fue empleado por dos años. También se cruzaron en la UIA, donde ocupó diferentes cargos entre 1993 y 2004.

Peirano es uno de esos casos que cuando se tomó la foto todavía nos parecían extraños, pero a los que hoy estamos acostumbrados: fue secretario de Industria, Comercio y Pyme de la Nación hasta 2007 cuando -aunque ya pocos lo recuerdan- fue designado ministro de Economía y Producción (cargo que ocupó entre Felisa Micelli y Martín Losteau, desde el 17 de julio al 10 de diciembre de 2007). Por entonces podríamos haberlo calificado como funcionario K pero, cuando el escándalo por las supuestas coimas de Skanska enfrentó a Néstor Kirchner con Paolo Rocca,  su salida del gobierno dejó en claro a quién le debía lealtad. Y aunque –según ha contado sobre él Clarín- siempre mantuvo sus vínculos con Elisa Carrió, ahora acompaña a Massa en su Frente Renovador.


El primero entre tantas presencias es Jorge Telerman, quien había llegado a jefe de gobierno entre 2006 y 2007, cuando el macrismo eyectó a Aníbal Ibarra apelando a formas y pruritos que perdió en el camino en cuanto Macri ocupó ese lugar. Después de una gestión marcada por las denuncias por el uso indebido del título de Licenciado y una indagación fiscal por el supuesto uso de facturas truchas, integró en 2007 una alianza con Elisa Carrió, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, para poder continuar con la Jefatura de Gobierno.
De esta época viene su relación con Augusto Rodríguez Larreta, quien fue su asesor de campaña, con la que alcanzó apenas el tercer lugar. El primero fue Mauricio Macri, cuyo jefe de campaña del PRO fue Horacio Rodríguez Larreta.
En 2011 Telerman insistió, pero obtuvo apenas el 1,76% de los votos. Y desde mediados de este año forma parte del gabinete de Scioli en la Provincia de Buenos Aires, como presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
 
Mal que pueda pesarle –o no- a Telerman, no representa ni las microgotas de poder que exudan quienes comparten con él la foto. La imagen parece, más bien, una metáfora del verdadero poder detrás de la apariencia de poder. Detrás de una cara conocida y reconocible, entre tantas otras más o menos desconocidas se oculta el verdadero poder, el que está entre las sombras y sólo ocasionalmente se deja ver. Aunque siempre a medias.


El verdadero poder ni siquiera es el que se abraza y es abrazado por Clarín y Techint. El verdadero poder son Clarín y Techint, que abraza abrasando. ¿O abrasa abrazando? No importa: es de ambas formas.

El país que proponen y por el que luchan Clarín y Techint es un país para pocos. Un país en la línea que proponía Martínez de Hoz –el más honesto en explicitarlo- y que se consolidó en la década de los ’90, cuando uno de cada cuatro argentinos perdió el trabajo, se dio la mayor concentración del ingreso de la que pueda dar cuenta nuestra historia, y más de la mitad de los argentinos caímos bajo la línea de la pobreza.

En esta lucha por recuperar ese país que mejor entiende y más le gusta, quizás Clarín haya cometido un error, seguramente envalentonado en la convicción de su pasada omnipotencia: volvió demasiado visibles sus intereses. Como en un ajedrez demasiado confiado, sacrificó a todos sus peones, y ahora le peligran sus más valiosos trebejos.

Quizás por esta imprudencia, por no poder parar en la escalada de agravios y una construcción casi literaria de la realidad cuando debió hacerlo, por no ejercitar la mesura y cuidar la verosimilitud en la elección y el grado de las denuncias, poniendo repetidamente en riesgo una credibilidad cada vez menos creíble, está obligando a salir a otros al juego.

Creo que esta exposición obscena de la miseria del Grupo Clarín, a través de sus medios propios y afines, marca el final de una forma de batalla. Pero no de la guerra.

El Grupo Techint ha dado muestras de estar alistándose para salir al ruedo con más fuerza. Seguramente, también, con mejores armas y estrategias.

Si no me equivoco, esta fotografía nos servirá de testimonio de una época en que todavía no conocíamos ciertos rostros pero que, gracias a la pluralidad de voces que garantizará la Ley de Servicios Audiovisuales que tanto nos costó conseguir, se nos volverán reconocibles.

Los peones, ya los conocemos. Sus nombres y sus caras siguen apareciendo como fieles servidores de su proyecto. Cada vez menos creíbles. Cada vez más payasescos.





Epílogo


Esta serie de posteos, a la que llamé “Todos los caminos conducen a…” tuvo su origen en una expresión de Mauricio Macri: el círculo rojo.


Con esta expresión no desnudó nada que no pudiésemos saber o al menos sospechar. Pero le puso nombre. Y con el nombre llegó la confirmación de su existencia y de su tangibilidad. A partir de sus dichos, no quedaron dudas de que el círculo rojo no sólo tiene una existencia real, sino que actúa. Y ya no podrá hacerlo desde las sombras.


Por esas cosas del destino, apenas unas horas después de posteado el último artículo de esta serie, a Macri volvió a soltársele la lengua. O, con más precisión, esta vez se le soltaron los dedos.

Si bien algunos veníamos sospechando que mucho de este caos emocional que algunos medios venían fogoneando –al calor de la temperatura y los cortes de energía eléctrica- contaba con la colaboración de las empresas en cuestión (y con la sugerencia de esta hipótesis comencé este artículo), volvió a ser su imprudente verborragia la que confirmó las sospechas.


 
La expresión no deja dudas. No usó conjugaciones que sugieran posibilidad. Afirma y da por sentado: los cortes están programados y la información, que podría colaborar en la previsión de al menos parte de las incomodidades que generan, se retacea.

¿Cómo es que Mauricio está tan seguro? Quizás porque lo sabe.

¿Cómo es que Mauricio lo sabe? Quizás porque, además de las relaciones que han quedado descriptas más arriba, hay otra que no entró porque la persona en cuestión no está en la fotografía que articuló la estructura de la descripción, como muchas otras que seguramente también forman parte del núcleo del círculo rojo y tampoco están. Me estoy refiriendo a Nicolás Caputo, amigo de Mauricio Macri y uno de los dueños de  EDESUR.







Caputo no es un recién llegado a la vida del Jefe de Gobierno porteño: se conocen desde los 6 años, cuando ambos iban al colegio Cardenal Newman. Fue quien lo contuvo ante cada destrato de su padre, quien pagó el rescate por su secuestro, y quien lo acompañó como testigo en su casamiento con Juliana Awada.  Por eso, también otros lo han descripto como “hermano de alma de Mauricio”.


Así fue que pasó de ser su sostén emocional a su socio: Caputo es dueño de Mirgor S.A., una empresa de aires acondicionados para autos, que  crearon juntos en 1983, y que luego se expandió a la refrigeración privada, la telefonía celular y los microondas. Y fue la mano derecha de Macri en la compra y venta de jugadores en Boca.
Y de su socio, pasó a parte de la mesa chica en la que Mauricio toma las decisiones de gobierno: apenas asumido su primer mandato como Jefe de Gobierno, Mauricio lo nombró su asesor. Pero fue rápidamente cuestionado por incompatibilidad: Caputo era un fuerte contratista del Estado, y una cosa es disimular su doble juego tras bambalinas, y otra hacerlo subir a escena. Después de un intento por legitimarlo declarando que su cargo era ad honorem, no quedó otra posibilidad que la renuncia.
Sin embargo, Caputo no se quedó afuera. No es extraño verlo llegar después de las reuniones de gabinete, para conversar con los ministros y otros funcionarios sobre cuestiones relativas a la gestión de gobierno. Dicen que tiene más afinidad con el ala peronista del PRO, compensando con carisma y capacidad de diálogo las carencias del Jefe de Gobierno.
Nicolás Caputo es, al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que podríamos llamar una eminencia gris: un poder desde las sombras. De hecho ha sido descripto como el “jefe de gabinete sin papeles”.
 
¿Y qué clase de empresario es? La empresa familiar Caputo S. A. (con una participación del 20% de las acciones) lidera el mercado de la construcción privada (construyó el Shopping Abasto, el Casino Trillenium en Tigre y la planta impresora del diario La Nación). Es, además, contratista en la Ciudad desde la década del ’70. La empresa SES S.A. (que controla en un 50%) es la principal contratista para la reforma y mantenimiento de los hospitales municipales. Si bien estas obras fueron otorgadas antes de la asunción de Macri, la oposición ha señalado en varias ocasiones su recelo por el decreto con que Telerman (el primer personaje que aparece –aunque con difícil justificación- en la fotografía de cumpleaños que inició este posteo), apenas seis días antes de terminar su mandato, avaló la redefinición de mayores costos para esas tareas. En 2010 ganó la licitación para la reparación de 14 escuelas por 30 millones de pesos, y para las obras bajo nivel de los ferrocarriles, durante cuyo trámite se realizó una transferencia de 300 millones hacia Autopistas Urbanas S.A. (AUSA), una empresa del gobierno de la Ciudad, con caja propia, que no está sujeta a la ley de compras y contrataciones.
 La empresa también tiene contratos con la Nación, a través del Ministerio de Planificación Federal: no quedan dudas de que De Vido sabía precisamente a quién le hablaba, cuando ayer -frente a los cortes de energía recurrentes y sostenidos- pidió que los responsables se hicieran cargo. Es que el Grupo Caputo S.A. también opera en el rubro energético a través del Grupo SADESA, que controla el 48,5% de EDESUR.


En EDESUR, Nicolás Caputo ingresó con su nombre, pero no lo hizo así en el negocio de la alta tensión. Sus familiares y los de Macri construyeron junto con José Cartellone las empresas Líneas Mesopotámicas S.A. (LIMSA) y Líneas del Litoral S.A. (LITSA), que se fusionaron recién el año pasado por autorización del Ente Nacional Regulador de Energía (ENRE), pero que en 2006 se quedaron con un negocio de 1001 millones de pesos para la construcción del "Subtramo Norte de la Interconexión Rincón Santa María – Rodriguez", licitado por el gobierno nacional cuando la represa binacional Yacyretá subió su cota para garantizar mayor suministro de energía al norte y a la ciudad de Buenos Aires.
En la actualidad, todo ese tramo de alta tensión está en manos de LITSA: el 46,5% de sus acciones pertenece a Cartellone (a través de Tito Biagini) y otro 40,5% a Sideco Americana del Grupo Macri (a través de Nicolás Caputo).

No se entendería de otra manera la reacción del Jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cuya respuesta a la interpelación de De Vido a los responsables de las empresas, fue suspender sus vacaciones para –en presurosa conferencia de prensa- responder como si el mismísimo diablo le hubiese tocado el propio culo. Parece que nada resulta tan incómodo e impúdico como que a uno le toquen el culo públicamente, cuando lo tiene visiblemente sucio.
 
Este año, además, Caputo se adjudicó la construcción de un edificio para instalar un data center y oficinas que serán utilizados por las empresas First Data Cono Sur y Posnet (por casi 50 millones de pesos) como parte del Distrito Tecnológico que se creó en Parque Patricios.

 
Ahora, en serio… ¿no es una ironía del destino en estos vericuetos del camino, que justo Mauricio y Nicolás funden una empresa que fabrica aires acondicionados, que además Nicolás esté en el negocio de la distribución de la energía y ambos en el de la alta tensión, y se arme semejante zafarrancho en el que Mauricio parecía más interesado en sacar alguna ventaja política y dejar a su nombre fuera del brete, que en resolver algún problema?
Extraña ventaja política la que pueda proveer una conferencia de prensa en la que se apuró a exculpar a su amigo y socio (y, de paso, expulsarse a sí mismo, silenciado tras él), adjudicándole toda responsabilidad al gobierno nacional. Seguramente no se sentía tan apremiado por la emergencia energética que declaró en la ciudad, como por haber tenido que suspender sus vacaciones para poner la cara -paradójicamente- para que permaneciera oculta. Al menos, eso pareció indicar el que –apenas un par de horas después de su vuelta- haya retomado sus vacaciones en Villa La Angostura, sin capacidad ni viveza para quedarse simulando un interés que evidentemente no tenía ni tiene.
En fin… Pasen y vean: las páginas de los amigos son una delicia.
http://www.mirgor.com.ar/esp/un_electronica.php
 
 
http://www.litsa.com.ar/esp/home.html
 

 

 

"Es por mí que se va a la ciudad del llanto,

es por mí que se va al dolor eterno

y al lugar donde sufre la raza condenada,

yo fui creado por el poder divino,

la suprema sabiduría y el primer amor,

y no hubo nada que existiera antes que yo,

abandona la esperanza si entras aquí"

(Inscripción de la puerta del Infierno de Dante)

 
Viviana Taylor