martes, 28 de abril de 2015

A casi dos años del femicidio de Laura Iglesias


La voz de Laura sigue clamando justicia
 
 Este artículo se publicó por primera vez el 1 de junio de 2014. Casi un año después, y a casi dos años del femicidio de Laura -triste aniversario que se cumplirá el 29 de mayo- el juicio está pronto a empezar, pero sigue habiendo un único imputado: Esteban Cuello.
Los  peritos afirman que NO DESCARTAN COAUTORÍA, y que todavía queda mucho por investigar. Testigos dan cuenta de que la escena del crimen podría haber sido manipulada por la policía. Sin embargo, la fiscalía insiste en llegar a juicio con este único imputado.
La voz de Laura sigue clamando justicia.
Este blog seguirá haciéndole eco hasta que lo logre.
 
 
Por Memoria, Verdad y Justicia para Laura
Por Viviana Taylor
 
Laura era como tantas otras mujeres. Parecida a todas, parecida a ninguna.

Era como tantas otras mujeres: parecida a todas en su vulnerabilidad. Una vulnerabilidad que nace del silencio y del ocultamiento. Una vulnerabilidad que se gesta y crece en una forma de violencia de la que se habla mucho y se dice poco. Una forma de violencia sobre la que se hace casi nada.

Laura era como tantas otras mujeres: parecida a ninguna. Cuando la violencia se descargó con furia sobre ella, no fue el puño de una pareja que se creyó dueño de su vida y se apropió de su muerte. No la condenaron la repetición de la comida que no satisface a la angurria siempre insatisfecha, ni de la camisa sin planchar el cuello que se pretende almidonado para simular una cabeza erguida de orgullo, ni del bullicio de los niños que no entienden que el hombre de la casa necesita dormir la siesta. No hubo nada de eso en la furia que se descargó sobre ella.

Laura, cuenta su hermana Alicia, era como ninguna. Años caminando junto a quienes no todos quieren caminar, iluminando oscuridades que a otros hacen huir, la hicieron única. Única en su disponibilidad y capacidad para acompañar a esos muchachos a los que tutelaba, y cuyo respeto sabía ganarse. “Ella sabía cómo hablarles, un joven sólo no la habría atacado de esa manera”, cuenta Alicia. Y su voz se quiebra. Pero se repone: ella es ahora la voz de su hermana Laura. La voz de Laura, que hace un año necesita de otras voces para contarnos qué le pasó y pedir Justicia. Porque lo que a Laura le pasó viene pasando hace demasiado tiempo. Y ya no podemos seguir permitiéndolo.


¿Qué le pasó a Laura Iglesias?

Laura era oriunda de Hurlingham (Pcia de Buenos Aires) pero trabajaba en el Patronato de Liberados Bonaerense en Miramar, donde se había mudado hacía un par de años.

Estaba desaparecida desde el miércoles 29 de mayo, cuando viajó para buscar su auto, que había dejado luego de sufrir un desperfecto técnico.

Al día siguiente, el 30 de mayo, fue encontrada sin vida en el Parque Bristol, apenas a dos cuadras de donde había dejado su vehículo. En principio, se dijo que no le habían robado nada.



La autopsia reveló que Laura fue abusada de múltiples maneras: fue golpeada y ultrajada, y se la ahorcó con el cordón de su propio calzado izquierdo. Luego, fue vestida, su ropa fue acomodada aunque con desprolijidad, y se la ató a un arbusto. Durante la autopsia se descubrió el ADN de un agresor en el cordón con el que había sido estrangulada, que se cotejó con el de un joven de 20 años con antecedentes por violación, que ya había sido aprendido pocas horas después del hecho, acusado de haberle robado el estéreo de su automóvil. Además, se halló el perfil genético de la Laura en la ropa interior y un pantalón del detenido.


Más dudas que certezas

Lo que en principio se consideró un importante paso hacia el esclarecimiento del brutal crimen contra Laura, hoy parecería haberse dirigido más hacia su ocultamiento.

Lo que se sabe:

1.     Según el estudio genético realizado por la Policía Científica, se halló una muestra de ADN del detenido en el cordón con el que se la estranguló a después de ser violada en un descampado del Parque Bristol, en las afueras de la ciudad de Miramar. En el mismo estudio se consignan golpes en el cráneo y lesiones anales y vaginales compatibles con una violación, y lesiones que confirman que Laura luchó para defenderse. La profusión y cantidad de golpes (y esto corre por mi cuenta, pero también lo sostienen sus compañeros de trabajo) puede ser calificada como tortura, así como el modo en que fue estrangulada.

2.     Del mismo modo, se hallaron rastros del perfil genético de Laura Iglesias en el bóxer y un pantalón del detenido, secuestrados durante el allanamiento efectuado el jueves 30 de mayo en la vivienda que ocupaba, a dos cuadras del lugar en que apareció el cuerpo.

3.     El único detenido –Esteban Cuello, un joven de 20 años con antecedentes por violación- fue aprendido por el robo del estéreo del automóvil de Laura (según los primeros informes, no le faltaba nada, así que se presume que no se le habría sustraído ninguna otra cosa), pero luego de que las pericias de ADN lo incriminaran, fue acusado por el fiscal Rodolfo Moure –a cargo de la Fiscalía Descentralizada, por entonces con jurisdicción sobre Miramar- por el delito de abuso sexual seguido de muerte y robo.

4.     Esteban Cuello no estaba bajo su tutela.

5.     En el peritaje forense sobre el cuerpo de Esteban Cuello no se consignaron lesiones compatibles con las producidas contra el cuerpo de Laura Iglesias, ni producto de las que ella podría haberle infligido cuando se defendió, como quedó consignado en el informe al que hace referencia el punto 1.

 

Lo que genera dudas:

1.     ¿Es posible que un único hombre pueda provocar tanto daño a una mujer –y eso sin considerar su pericia para tratar con jóvenes en conflicto con la justicia- sin recibir él mismo algunas heridas?

2.     No se realizaron todas las pericias genéticas sobre todas las prendas de vestir de la víctima. ¿Podría haber en ellas otros perfiles genéticos, además de los del imputado?

3.     ¿Por qué el Patronato de Liberados Bonaerense se refiere a la violación y tortura seguida de muerte de Laura Iglesias como un “fallecimiento”, negando así el grado de desprotección con el que las trabajadoras se enfrentan a las problemáticas sociales del grado de deshumanización y extrema violencia en la que viven sectores excluidos? Romina, una compañera de trabajo, en charla con ANRed, el 4 de junio de 2013 decía que: “era una compañera que activaba mucho. Apareció muerta lamentablemente, y eso nos hace repensar nuestra tarea, cuando salimos a trabajar estamos solas, desprotegidas. Hace tiempo que venimos planteando lo mismo y pedimos soluciones. Cuando hacemos estos reclamos nos quieren mandar un integrante del servicio peninteciario para que haga de seguridad y nosotras no queremos ser cuidadas por el aparato represivo”.

4.     Una fuente cuya identidad preservo conversó con Laura uno o dos días antes de su desaparición. Como la notó preocupada, le preocupó qué le estaba sucediendo. Cuenta que Laura le confesó que estaba afligida, pero que no era nada de índole familiar sino que estaba vinculado con algo que no llegó a precisar. Cuando revela esta charla, también cuenta que en otras ocasiones Laura –reservándose nombres y cargos- le había manifestado estar afligida porque alguno de sus tutelados era presionado por personal de seguridad corrupto para continuar delinquiendo. Y dejó flotando como conclusión: “como le pasó a Luciano Arruga”. Quienes estaban presenten no necesitamos de mayores aclaraciones.

5.     Una de las compañeras de trabajo de Laura visitó a Cuello en la cárcel. Él le confesó haberla violado, pero no matado. Nunca quiso declarar. La sospecha es que fue llevado por la policía al lugar del hecho, y obligado a participar.

6.     En el año 2008, en Santa Teresita, ocurrió otro femicidio con características semejantes: Mara Mateu también fue violada y estrangulada con uno de los cordones de su zapatilla, y apareció en forma similar a la que se encontró a Laura. Por este hecho hay dos hombres condenados a prisión perpetua, pero los padres de Mara sospechan lo mismo que la familia de Laura: la participación policial y el encubrimiento de los posibles involucrados.

 

El 29 de octubre de 2013, cuando se cumplieron 5 meses del asesinato, los trabajadores y trabajadoras de ATE exigieron justicia en los juzgados de Morón y Mar del Plata, y denunciaron que la Policía Bonaerense no garantizaba transparencia en la investigación.

Ese día hicieron entrega de un comunicado dirigido a Scioli, Casal y López titulado “Tu ahorro es nuestra muerte” – Justiciapara nuestra compañera Laura Iglesias, en el que advertían que si bien el Fiscal Rodolfo Moure quería cerrar la investigación y elevar la causa a juicio, junto con la familia de Laura estaban convencidos de la falta de transparencia en la investigación. A las dudas antes mencionadas, suman denuncias:

7.     Que en el expediente figura que el coche apuntaba hacia Mar del Plata, cuando lo hacía hacia Miramar.

8.     Que se hayan obtenido pruebas de ADN en 24 horas.

 

A pesar de los constantes reclamos respecto de que hay importantes líneas de investigación que no han sido tenidas en cuenta, el pasado mes de abril  la Fiscalía marplatense solicitó la elevación a juicio del único imputado del caso. Así, el fiscal Rodolfo Moure prefirió privilegiar el cierre de la investigación antes que ahondar sobre las seguras coautorías y complicidades, y que se cumplan en tiempo y forma las promesas realizadas por la Fiscalía en torno de la investigación.

La causa ya fue elevada a juicio oral por el Juez Juan Tapia, del Juzgado de Garantías 4. Y aunque a los 6 meses del hecho –por pedido de la familia y los compañeros de trabajo de Laura- separó de la investigación a la Policía Bonaerense, expresó en diálogo con Infojus Noticias que “objetivamente en el expediente no hay elementos para pensar en una coautoría”.  Pero abre las puertas a la posibilidad de que en el debate oral surjan nuevos elementos para la actual fiscal de Miramar, Ana María Caro, continúe con la investigación.

Por su parte, en una entrevista con Radio Brisas el pasado 29 de mayo, Carlos Díaz –ATE Mar del Plata- anunció que conjuntamente con la familia de Laura Iglesias y sus compañeras de trabajo se presentarán como amigos del tribunal en la causa, presentando una serie de sugerencias que avalen la existencia de otras personas implicadas en el asesinato, además del imputado Esteban Cuello. Uno de los puntos

de Carlos Díaz en “Brisas Primera Edición”

 


Manuel Iglesias, hermano de Laura, así se refirió al tema en una charla con Víctor Hugo Morales a un año de su asesinato: entrevista

 




Femicidios en Mar del Plata:

Donde Laura es una entre tantas

Comencé escribiendo que Laura era como tantas otras mujeres. Mujeres a las que se pareció en su vulnerabilidad, y revictimizada por el silencio y el ocultamiento.

Pero, a diferencia de ellas, Laura tiene un nombre. Y una familia. Y unas compañeras de trabajo. Y un gremio que se ha movido, indignado y dolido. Laura tiene muchas voces que ponen palabras que rompen con el silencio y el ocultamiento.

http://www.artemisanoticias.com.ar/images/FotosNotas/Femic%20e%20Imp%20chejter05.pdf
 
Femicidio e impunidad es un libro imprescindible para comprender qué es el femicidio y cuáles son las características de la violencia de género en Argentina.

El femicidio es, todos los días y en todas partes del mundo, un conjunto de relaciones naturalizadas en la cultura patriarcal, donde la violencia, el silencio y la impunidad rigen como ley primera.

Una de las investigadoras que han participado en su redacción, Marta Fontenla, sostuvo en su investigación Femicidios en Mar del Plata, que la violencia masculina es sostenida y reproducida por el Estado “no sólo omitiendo tomar medidas para prevenirla y proteger a las mujeres contra ella, sino también manteniendo la impunidad de los perpetradores e incluso directamente a través de sus instituciones y de los funcionarios”.

La investigadora focaliza sobre los crímenes y desapariciones de las mujeres en situación de prostitución en Mar del Plata y sobre los de otras que no lo estaban pero cuyas muertes siguieron el mismo patrón, favorecido por la impunidad.

En Mar del Plata se iniciaron en 1996, con el asesinato de Adriana Fernández, una serie de crímenes y desapariciones contra mujeres que no han sido resueltos. Hasta el momento de la escritura del libro –y de este artículo- sólo se condenó indirectamente a dos suboficiales de la Provincia de Buenos Aires: por asociación ilícita en delitos relacionados con la promoción y facilitación de la prostitución. Tampoco se establecieron conexiones  entre las redes de prostitución organizada que operan en todo el país de manera similar.

En su trabajo, Fontenla cuenta cómo estas mujeres deben pagar por una protección –tanto a las redes de prostitución como a la propia policía- que, si bien no evita que sean objeto de violencia, la sufren en mayor medida quienes no pagan, ya que son permanentemente detenidas.

En los prostíbulos, los regentes “arreglan” con la policía y con otras instituciones del Estado para poder funcionar, y en la calle esta vinculación se da a la vista de todos.

Este circuito está íntimamente vinculado al de la droga, ya que muchas mujeres se drogan o son drogadas para poder mantenerse en esta situación, y/o a la vez son usadas para la distribución y entrega. El secuestro y desaparición de mujeres y niñas está directamente relacionado con estos circuitos, y sigue una operatoria demasiado semejante a la que usaba la última dictadura militar como para poder ser llevada a cabo sin complicidades con el poder: secuestran, desaparecen y asesinan mujeres contando con la complicidad de distintas instituciones del Estado y de los propios clientes prostituyentes, sin que exista a nivel nacional o local un registro completo de la totalidad de las mujeres asesinadas y desaparecidas en estas condiciones.

La única investigación que tuvo algún resultado fue llevada a cabo por el Juzgado Criminal y Correccional de Transición Nº1 de Mar del Plata, a cargo del Dr. Hooft, que investigó las desapariciones forzadas de Silvana Caraballo, Verónica Chávez y Ana María Nores. La sentencia muestra esta red de complicidades y vinculaciones.

En principio la investigación estuvo a cargo de la policía provincial, pero como no había avances Hooft solicitó instructores judiciales al Procurador General de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires. Estos instructores comenzaron la investigación en marzo de 2001 a partir de un entrecruzamiento telefónico que acreditó la existencia de comunicaciones permanentes entre los sectores de la prostitución organizada de Mar del Plata, y dependencias policiales, judiciales y municipales. Incluso se verificaron llamadas entrantes y salientes de teléfonos de oficinas del Comando en Jefe del Ejército, a raíz de la investigación de secuestros, homicidios y delitos graves, 18 de los cuales están vinculados con el caso de las mujeres en situación de prostitución en Mar del Plata.

Del expediente surge que, entre 1997 y 1998, al menos 8 policías varones operaron coordinadamente en hechos delictivos organizando o facilitando la promoción de prostitución, y su protección en calles y prostíbulos. No sólo cumplían funciones dentro de la organización, sino que se encargaban de cobrar compulsivamente a cada mujer una suma semanal para custodiarlas, registrar las patentes de los vehículos de clientes; y a los prostíbulos a cambio de protección. Quedan implicados, entre otros, el policía Ayala y el Fiscal García Berro.

El Comisario Carmelo Impario declaró que “interpreto que algunas de estas chicas (desaparecidas) pueden haberse quedado con un vuelto o cambiarse de bando, víctimas de una actividad mafiosa y de sus posibles protectores… Respecto de las muertas y/o mutiladas interpreto que eran mensajes para otras mujeres que trabajan en el mismo rubro… a modo de advertencia”.

En la sentencia queda muy bien fundada la responsabilidad y participación de la policía y funcionarios judiciales en la explotación de la prostitución, así como la sospecha de su participación en los crímenes asociados con ella. Sin embargo, por los requisitos del establecimiento de la verdad jurídica, fue necesario que los dos policías aceptaran las pruebas que resultan del expediente, en el marco de un juicio abreviado en el que la fiscal y los defensores pactaron penas de cuatro años y cuatro años y dos meses respectivamente. Quedan en esta causa cuatro personas más en calidad de prófugos, entre policías y regentes de un prostíbulo, además de otros procesados.

Las acciones más importantes realizadas desde la sociedad por el esclarecimiento de los crímenes y desapariciones en Mar del Plata, fueron llevadas adelante por el Centro de Apoyo de la Mujer Maltratada. Este grupo de mujeres, comenzó una campaña en 1997 bajo el lema “no hay una vida que valga más que otra”, e hicieron un petitorio para el que juntaron firmas, impulsaron movilizaciones y charlas sobre prostitución, volanteadas, mesas redondas, se entrevistaron con las autoridades, jueces y fiscales que intervenían en las causas. En julio de 1998, al cumplirse un año de la desaparición de Ana María Nores, organizaron una marcha junto con las Abuelas de Plaza de Mayo, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el Encuentro Nacional de Mujeres (Mar del Plata) y sindicatos. Además elaboró un informe que se nombra en la sentencia del Juez Hooft,  en el que refieren que al 9 de agosto de 2002 se registraban al menos 28 víctimas de desaparición o asesinato de mujeres presuntamente en situación de prostitución.

En síntesis, Hooft detuvo a ocho policías y proceso a un fiscal federal (García Berro), de los cuales sólo logró condenar a dos. El número exacto de mujeres asesinadas y desaparecidas en Mar del Plata aún hoy no se conoce, aunque se estima que podrían llegar a 42.

No son casos aislados. Ni son producidos por un asesino serial, como se sostenía por entonces desde los medios periodísticos. Sólo puede existir esta profusión de casos porque hay una red de complicidades entre clientes prostituyentes, proxenetas, policías y funcionarios.

 
Y no son casos aislados porque continuaron. En el marco de las Jornadas Nacionales de Género, el juez Gabriel Bombini junto con la abogada Victoria Vuoto, presentaron un informe (producto del trabajo de investigadores y extensionistas de la Universidad Nacional de Mar del Plata) sobre víctimas fatales de violencia de género en la ciudad, que reveló que entre 2008 y 2012 hubo 21 femicidios en Mar del Plata.

Este año se ha comenzado con el relevamiento de los casos ocurridos en 2013, de modo que los datos son los más actualizados con que se cuenta. Y todavía deben ser procesados con otros, además de volver a revisarse las bases y cruzar la información con los medios de comunicación.



 

Lo interesante es que, si bien la mayoría de los casos parecerían corresponderse con violencia intrafamiliar, no lo son todos.



No son casos aislados, porque continuaron, decía un poco más arriba. Y tanto así continuaron que, a pesar de todavía no haberse relevado los casos ocurridos en 2013, ya han despertado la preocupación de la diputada provincial María Fernanda Raverta, y a través de ella de los diputados de la Provincia de Buenos Aires.

Raverta es la autora (junto con José María Ottavis Arias, Lucía Portos y Miguel Angel Jose Funes) de un proyecto de declaración que fue aprobado sobre tablas por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, en el que se declara la preocupación frente a los asesinatos de Laura Iglesias, Delia Haydée García y Vanesa Chaumont, ocurridos en las ciudades de Miramar, Villa Gesell y Santa Clara del Mar respectivamente, dada la gravedad de los hechos, su cercanía en el tiempo y la proximidad de los lugares en que fueron cometidos. En la fundamentación afirman que “podría tratarse de un patrón criminal que pareciera encontrarse enmarcado en un contexto más amplio de violencia de género. Es decir, estaríamos en presencia de crímenes sociales, que son aquellos inscriptos precisamente, en una matriz forjada al fragor de los principios y valores del patriarcado, y que asume a las mujeres en un cabal estado de indefensión, siendo el blanco constante de la violencia misógina (…) cuya erradicación y combate debe nuclear a todas las instancias del Estado, en afán de promover escenarios de discusión y deconstrucción del universo simbólico en que cimientan dicho contexto. (…) Los hechos acaecidos en las ciudades de Miramar, Villa Gesell y Santa Clara del Mar, de comprobarse las hipótesis iniciales, podrían quedar comprendidos en la figura de femicidio. Es así, que el Estado debe brindar un plexo de garantías en lo concerniente a la investigación de los mismos.”












Algunas preguntas que quedan abiertas
1.     ¿Podría encuadrarse el asesinato de Laura Iglesias en el contexto de los femicidios que vienen sucediéndose en los últimos años en Mar del Plata? Creo que hay dos datos que permiten, al menos, considerar esta posibilidad.

·          Por su trabajo en el Patronato de Liberados, Laura estaba en una posición crítica para mediar entre las personas bajo su tutela y sus posibilidades de reinserción social. Hay evidencias de que algo respecto de su tarea la tenía afligida (según sus propias palabras), así como hay evidencias de que las redes de criminalidad en Mar del Plata han logrado corromper diversos estamentos judiciales y policiales.

·          Los errores y omisiones cometidos durante la investigación de su asesinato, así como la negativa a seguir investigando las vías que quedan señaladas por indicios y sospechas bien fundados. Es especialmente llamativo, a este respecto, que el juez Tapia abra la posibilidad a que se indague respecto de la posibilidad de coautoría y complicidades durante el juicio oral, pero no demande a la fiscal Ana María Caro que continúe con la investigación. Caro es quien quedó desde fines de diciembre de 2013 a cargo de la causa y fue quien efectivizó su elevamiento a juicio tal como la cerró Moure.

 

2.     ¿Cómo podría entenderse el apuro del Fiscal Rodolfo Moure para cerrar la investigación y elevarla a juicio? Cuando se trata de valorar los actos de una persona en particular, es más difícil emitir algún juicio con cierta certeza. Sí puedo, en cambio, ofrecer algunos de sus pensamientos para que cada uno saque sus propias conclusiones.

En abril de 2012, a raíz de una serie de crímenes violentos que se habían sucedido bajo su jurisdicción (Miramar y Balcarse), fue entrevistado por el periodista José Luis Jacobo en el programa Noticias & Protagonistas por FM 99.9. Para explicar el aumento de violencia en Miramar indicó que hay dos ciudades bien diferenciadas: “la urbanizada y céntrica, donde prácticamente no hay delitos, que es la que conocen todos los turistas, con edificios, buenas construcciones, clase media, linda para veranear o hacer turismo de fin de semana… y tenemos otra distinta, en la periferia, con gente venida de otros lados a juntarse ahí. Gente que vive en la precariedad no por una cuestión económica sino por una cuestión cultural; es gente que tiene trabajo o planes sociales pero viven en la marginalidad por elección. Es gente violenta, que se droga. Son dos Miramar bien diferenciadas, cuando nosotros hacemos allanamientos parece que estamos entrando a Fuerte Apache y no a Miramar”.

Para explicar esta brecha entre ambas ciudades (como si efectivamente fuesen dos) apela a varias causas convergentes: “Cada vez se nota más una juventud más violenta porque los delincuentes que están emergiendo son de 17 o 18 años que no los teníamos hasta el momento, y están emergiendo porque han cometido delitos de menores, por lo que nunca les pasó nada, y ahora de mayores se encuentran con que no hay mucha impunidad. Para nosotros es una sorpresa ver la violencia de estos jóvenes que recién empiezan a delinquir”.

“Otro de los parámetros a tener en cuenta es que la mayoría de los delincuentes jóvenes son egresados de la escuela estatal con primaria terminada. Hay una falla en la educación, no se les están transmitiendo los valores necesarios para que puedan después desempeñarse en la vida social”.

“En Miramar todos los delincuentes se entrelazan entre sí de manera familiar, el que no es primo de uno, es abuelo o sobrino (…) Ahí tenemos otro factor, que es la herencia que están dejando los padres”.

Así, la supuesta inimputabilidad habiendo sido menores, el fracaso de la escuela pública y la genética familiar parece explicar por qué la delincuencia se concentra en los barrios periféricos, y lejos de la clase media.

Quizás por eso cuando la violencia estalla en el núcleo mismo de una familia típica de clase media, el primer sospechoso es un joven vinculado con la familia, como sucedió con el caso del asesinato de Gastón Bustamante, de 12 años, por quien acusó a su cuñado, que resultó sobreseído. Una acusación por puro capricho, como la calificó Esteban Viñas, uno de los camaristas.

 

No fue este el único caso irregular. También tuvo a su cargo la investigación del asesinato de Melina Briz (18 años), ocurrido en Balcarse, por el que imputó a su novio. La causa quedó en fojas 0 y fue apartado de ella, cuando la Sala II de la Cámara de Apelaciones y Garantías de Mar del Plata dictó la nulidad de todo lo actuado por considerar que existieron apremios durante la investigación. Este fue el argumento de la Cámara de Apelaciones: “Puede concluirse que la policía, al amparo del fiscal, en afán de esclarecer el hecho bajo su investigación, ha echado mano a antiguas prácticas de neto corte autoritario en franca violación a nuestro sistema constitucional de derecho”.

Si estos dos casos no alcanzan como muestra para responder si este fiscal sería capaz de cerrar una investigación no bien realizada, quizás unas declaraciones de febrero de este año puedan aportar a la cuestión. El secretario de Inspección General Marcelo Pigliacampo y el pesidente del Honorable Concejo Deliberante de Mar Chiquita Miguel Paredi, se reunieron con Rodolfo Moure y su ayudante Diego Benedetti a fin de interiorizarse en las nuevas instrucciones impartidas a nivel policial y judicial. Al finalizar el encuentro, Moure anunció  que se creará una oficina de violencia de género en la comisaría. Hemos tenido bastantes condenas, pero es necesario que esa temática sea abordada con seriedad y personal especializado.” Con los ojos de los diputados de la provincia puestos sobre su gestión y sobre estas causas en particular, se comprende que esté apresurado por ofrecer resultados. Lo que no se comprende es que se justifique en la cantidad de condenas, cuando estas no están alcanzando a todos los culpables; y que no los alcancen porque ha elegido cerrar las investigaciones sin siquiera considerarlos.
 


3. ¿En qué apuros y necesidades se escudará la nueva fiscal, Ana María Caro, para explicar la elevación a juicio de la causa contra Cuello, desoyendo a la familia, los compañeros de Laura, ATE, la Cámara de Diputados y -sobre todo, y más grave- las evidencias que no dejan de hablar desde el cuerpo de Laura marcado por las heridas cuando luchó y se defendió, y del cuerpo de Cuello que no fue herido por esa lucha ni esa defensa? ¿Dónde están esos otros cuerpos, que ya cicatrizaron, que llevaban las marcas de las heridas que provocaron y las que Laura les provocó? Quedan como testigos mudos Cuello, y las ropas de Laura sobre las que no se completaron todos los perfiles genéticos.



Uno y otras pueden hablar.


Pero alguien los tiene que escuchar.


 
 

Viviana Taylor
 
 


Declaración de los trabajadores/as del PLB

El PLB tiene como objetivo prevenir el delito y reducir la reincidencia a través de la inclusión social. Para ello se ocupa, bajo el concepto de “tutela”, de toda persona que cumple en el medio libre una pena impuesta judicialmente; y supervisa población post penitenciaria y no penitenciaria. Los trabajadores del PLB vienen alertando que esta institución se ocupa principalmente del control punitivo y no profundiza en las tareas reales ni brinda recursos que tiendan a la reinserción social de la población tutelar.

Fuente: ATE Sur- Lomas de Zamora

Pronunciamiento de los trabajadores del Patronato de LIberados

SCIOLI- CASAL- LOPEZ: TU AHORRO ES NUESTRA MUERTE

Lo sucedido con el asesinato de nuestra Compañera Laura Iglesias en el marco del trabajo de campo, marca el FINAL de la forma de trabajo que venimos desarrollando hasta ahora en el Patronato de Liberados.

Laura Iglesias formó parte de un núcleo de Trabajadores Sociales que interpelaba la práctica instituida en el PLB como instrumento de políticas del Estado Penal y punitivo que está instalado en la Provincia de Bs. As.

Interpelación que llevó a Laura a buscar siempre el encuentro con el otro para desarrollar una crítica colectiva hacia el trabajo signado por el abordaje individual de “casos” bajo el paradigma del control impulsado desde este Patronato, como la disposición a poner su cabeza y su cuerpo en la búsqueda de construcciones colectivas para la superación de este instituido desde el paradigma de los DDHH y de los trabajadorxs.

Como decíamos convencidos con Laura; más trabajo y menos balas, menos cárceles!!!

El Patronato de Liberados se refiere a la violación y tortura seguida de muerte de nuestra Compañera, como un “fallecimiento” queriendo ocultar la gravedad del hecho y de las problemáticas sociales, del grado de deshumanización y extrema violencia en la que viven los sectores excluídos y lxs que trabajamos con ellos. El PLB niega, también, el grado de desprotección con que las trabajadoras encargadas de dar respuesta se enfrentan a estas problemáticas haciendo uso de herramientas inútiles. Se pretende desde la institucionalidad contener una población excluida del trabajo, de la salud de la educación con políticas de disciplinamiento. Esto da como resultado un empeoramiento progresivo de la capacidad de los sectores populares para desarrollar una vida digna.

Se hace indispensable denunciar los peligros a los que estamos expuestas como mujeres trabajadoras. El femicidio del cual fue víctima nuestra compañera y el ensañamiento sufrido por su condición de mujer no puede dejar indiferentes a los funcionarios del Patronato de Liberados, ni a los trabajadores en su conjunto a la hora de demandar e implementar medidas y acciones concretas que modifiquen una dinámica de trabajo basada en el puro sentido común, fragmentada, desarticulada y descontextualizada.

En la dinámica de las tareas encomendadas a lxs trabajadorxs, las autoridades del Patronato vuelven a mostrar su decisión política de no estar a la altura de las circunstancias, tal como lo deja en evidencia, entre otros, la falta de dispositivos de contención en crisis para lxs trabajadorxs, tantas veces exigidos desde ATE por las características especiales que hacen a nuestra tarea. Una vez más, esta gestión, el Ministro y el Gobernador nos muestra la DESIDIA y ABANDONO en que nos dejan como trabajadorxs con un costo demasiado alto que no vamos a permitirlo; como ejemplo de ello, hasta el seguro de vida ha dejado de costear el patronato hace años, violando la Ley Nacional de Trabajo.

Decimos BASTA. El ahorro que pretende realizar el Gobierno de la Provincia con la falta de personal y condiciones de trabajo acorde a las funciones del Patronato NO LA VAMOS A PAGAR CON LA VIDA DE NINGUN TRABAJADXR MÁS!!!

Nuestras condiciones de trabajo, son nuestras condiciones de vida y de muerte.

Si no hay políticas sociales que contengan el desempleo y el empleo precario, hay más política penal para los sectores populares y pauperización para lxs trabajadorxs.

DEJAMOS EXPLÍTICO QUE NO PERMITIREMOS NINGUNA RESPUESTA DESDE EL ESTADO QUE IMPLIQUE “MANO DURA” ANTE ESTOS HECHOS EN PATRONATO. NO QUEREMOS NI PENITENCIARIOS NI NADA QUE NOS VINCULE CON EL APARATO REPRESIVO DEL ESTADO.

A partir de ahora todos lxs trabajadorxs de este Patronato utilizaremos los días de campo para organizar la creación de formas de abordaje y equipos interdisciplinarios para el desarrollo de las tareas con la población. No saldremos a territorio hasta que podamos organizarnos para ello.

Por todo esto, lxs trabajadorxs del Patronato:

* Exigimos el inmediato y efectivo traslado del cupo laboral de planta permanente y con estabilidad dentro del Estado Provincial que pertenecía a Laura para su hija u otro familiar que requiera de empleo.

* Exigimos incorporación inmediata de personal.

* Recursos reales e inmediatos para responder la demanda de la población

* Exigimos el seguro de vida costeado por la patronal, tal como se establece en la Ley de Trabajo. Así como lugares adecuados para atender.

* Exigimos la creación de un dispositivo de contención en crisis para todxs lxs trabajadorxs del Patronato.

BASTA, LOS TRABAJADORXS DEL PATRONATO NO VAMOS A SEGUIR ABSORBIENDO LA CRISIS DE ESTE GOBIERNO CON NUESTRAS VIDAS!

Compañera Laura Iglesias, PRESENTE, AHORA Y SIEMPRE!!!

TRABAJADORAS/ES DEL PATRONATO DE LIBERADOS - ATE

 

viernes, 27 de febrero de 2015

1º de Marzo: Todos al Congreso


 

Voy en micro

(sin chori y sin coca)

  

Viviana Taylor

 


Mucho se va a  hablar a partir del domingo de la fiesta en que se convertirá el acompañamiento de quienes apoyamos a nuestra Presidenta y a este modelo, cuando Cristina dé apertura al año legislativo. Fiesta que -aunque tendrá su epicentro frente al Congreso de la Nación- se multiplicará frente a las pantallas de los televisores, al lado de la radio y en otros puntos del país.

 

Mucho. Y seguramente durante unos cuántos días. Como mucho se habló y se continúa hablando de la marcha-protesta del 18F.

Mucho. Y seguramente durante unos cuántos días. Como mucho se oirán comparaciones entre una y otra.

Pero no es ahí donde quiero poner la mirada. No me interesa poner el foco en lo que sin dudas resultará superabundante.

Sí voy a detenerme, en cambio, en algo tangencial. En un comentario. Un simple, llano y repetido comentario que no calificaría para ser analizado si no fuese porque  su repetición lo ha convertido casi en una explicación que no requiere justificaciones cada vez que se produce un acontecimiento popular de este tipo:

Están ahí porque los llevan en micro

En micro y por el choripán

En micro, y por el choripán y la coca

En micro, por el choripán y la coca, y les pagaron $100 por cabeza

 

 Me sorprende que en la extensión de las dádivas a casi nadie se le ocurra agregar la marihuana y algo de cocaína… Una falta que demuestra que este tipo de explicaciones viene siendo replicado por quienes poco y nada saben –realmente, en concreto- de lo que son las relaciones clientelares.

Me sorprende pero no me extraña: suele suceder que con más certeza habla quien menos sabe.

 

Vamos por partes.

Si se hace un cálculo rápido a partir de los micros que estabarán estacionados en las cercanías del Congreso y en los que llegarán grupos desde el conurbano y el interior del país, apuesto (hoy, dos días antes) a que de ninguna manera se explicará la magnitud de la afluencia de personas.

Claro que muchos van a llegar en micro. ¿Cómo se supone que podrían llegar, si no, las agrupaciones militantes, sociales, barriales y de cualquier otro tipo cuyos integrantes quieran congregarse para estar juntos?

Algunas ya convocaron en sus sedes y llegarán caminando.

Otras lo hicieron en micros.

Algunos cuántas más prevén viajar en tren, e  imprimirle festejo a los vagones. Y, de paso, festejar su recuperación.

 Tampoco faltarán quienes lleguen a pie –solos, entre amigos, con su familia y desde sus casas- porque las distancias lo permiten.

 

La apelación a la presencia de los micros es la expresión más superficial del prejuicio acerca de que si alguien va a un acto político en adhesión, apoyo o festejo, es porque se lo ha llevado, va contra su voluntad, engañado o comprado.

Por supuesto, el prejuicio no se aplica cuando se convoca para la queja, la resistencia o la protesta. Después de todo, el 18F también llegaron personas a la Plaza en micros, y a nadie se le ocurrió explicar de esta manera parte de la asistencia.

 

El agregado de los choripanes, la coca, y los pesos son la simple apelación a un refuerzo falaz del argumento. La apelación a una matriz de interpretación sobre las relaciones en la política que ya no son las que definen el vínculo entre los representados y sus representantes. Ya no, al menos, para la mayoría de los casos. Porque si algo ha cambiado en estos últimos 12 años son los vínculos entre los líderes políticos y quienes se sienten por ellos liderados. Un cambio que, quienes los ven desde fuera y no se acercan lo suficiente como para poder comprenderlos, persisten en explicar con matrices interpretativas que ya no son efectivas.

 

Antes de continuar quiero hacer una acotación. Cuando hablo de matrices interpretativas estoy haciendo referencia a esos modos de interpretación de la realidad que hemos construido a través de la experiencia: con lo que hemos vivido, lo que hemos visto, lo que nos han inculcado, los valores en los que hemos sido formados y encarnamos, los principios y creencias que nos definen… En fin, modelos que portamos, casi siempre inconscientemente, y que condicionan nuestra manera de pararnos frente a la realidad, cómo la interpretamos, las decisiones que tomamos, cómo actuamos.

El problema con las matrices es que se vuelven cómodas. Una vez construidas están ahí, disponibles para ser usadas. Y las usamos… aunque  se revelen insuficientes o inadecuadas. Simplemente porque son las que tenemos.

Esto es lo que sucede cuando se exagera la importancia de la presencia de los micros, y se refuerza mentirosa pero efectivamente el argumento con chorizos, coca cola y dinero. Es el forzamiento de la matriz de interpretación para que cierre. Porque si no cierra, hay que construir otra… y el proceso de romper con lo que se cree sobre la realidad y construir formas nuevas no es sencillo. Y -a veces- hasta duele.

 

Apelar a una matriz por inadecuada que sea, no es necesariamente un acto de inmoralidad, de falta de inteligencia o de falta de criterio de realidad. Porque no estoy hablando de quienes manipulan los prejuicios de otros para reforzarlos: me estoy refiriendo a quienes apelan a ellas honestamente.

La matriz está porque nos ha pasado lo que nos pasó: nuestra historia podría ser relatada como una larga lucha entre fuerzas de exclusión y de integración.

Una larga lucha en la que nuestra historia nos ha mostrado como sí es posible padecer la marginalidad extrema, el aislamiento social, la pobreza absoluta. Una larga lucha en la que podemos advertir que la exclusión es el resultado de un proceso que ya estaba operando desde mucho antes. Una historia que –si no cerramos los ojos lo que nos permite aprender- nos enseña a reconocer los mecanismos que la ponen en juego.

 

La exclusión es una zona de gran marginalidad, de desafiliación, en la que se mueven los más desfavorecidos. Es la zona de quienes padecen la falta de recursos económicos, pero sobre todo la falta de posibilidades: carecen de soportes relacionales, de protección social, de acceso a los recursos porque todo les queda lejos y no tienen forma de llegar… La posibilidad de salir de esa zona no es una mera cuestión de ingresos: es necesario operar sobre el lugar que se les procura en la estructura social a estos sectores de la población.

 

Claro que no todos hemos transitado por la zona de exclusión. Pero la mayoría de nosotros sí ha padecido mayor o menor vulnerabilidad.

La vulnerabilidad es una zona donde si bien el vínculo social no llega a romperse,  experimenta alguna forma de enfriamiento: precariedad del empleo, alternancia entre empleo y desempleo, insuficiencia de la protección social, limitación en el acceso a los recursos, y -sobre todo- la amenaza del peligro permanente de caída en la exclusión.

La mayoría de nosotros ha experimentado ese tipo de miedo. Un miedo que no es tonto: aprendimos que existe una fuerte correlación entre un orden estable de trabajo (al que van anexas garantías y derechos) y la estructuración de la sociabilidad a través de las condiciones del hábitat, la solidez y la importancia de las protecciones familiares, la inscripción en redes concretas de solidaridad. Es mucho lo que está en peligro cuando peligra el trabajo… Y ya nos pasó que esa amenaza nos haya rondado, o incluso alcanzado.

 

Esta zona de vulnerabilidad, que sí reconocemos muchos (¿la mayoría? ¿casi todos?) nosotros, es estratégica: es allí donde se producen las fronteras hacia el ascenso o la caída. Cuanto más se agranda la zona de vulnerabilidad, mayor es el riesgo de ruptura que lleva a la exclusión. Un aspecto clave que explica esta relación es que la protección social ha estado –en nuestra historia- fuertemente ligada al trabajo protegido: la desestabilización de la organización del trabajo implicó socavar las raíces de las políticas sociales. No hace falta más que mirar a los ’90.

 

El Kirchnerismo ha concentrado las políticas sociales sobre estas zonas, lo que explica el significativo retroceso en las desigualdades, movilizado por un marco general orientado hacia la integración: todos los miembros de la sociedad pertenecemos al mismo conjunto.

Y, en tanto todos los miembros de la sociedad pertenecemos al mismo conjunto, tenemos acceso a los mismos dispositivos sociales: democratización del acceso a la enseñanza, a la propiedad de la vivienda, a la cultura, al consumo, a la salud, a la protección social y previsional, a formar una familia a través del matrimonio igualitario y de la fertilización asistida, al reconocimiento de la propia identidad, a la restitución de la identidad filiatoria…

Es cierto que aún hay sectores que no tienen garantizados el goce pleno de estas protecciones. Pero la pobreza y la marginalidad ya no son concebidas políticamente como situaciones estructurales y naturalizadas que tenemos que tolerar (¿se acuerdan de la expresión de Menem “pobres va a haber siempre”?). Hoy, pobreza y marginalidad son situaciones residuales sobre las que se puede seguir operando. Y ese es parte de los desafíos del modelo: lo que todavía está por hacerse. Claro que para que sea posible seguir profundizando en el modelo es necesario tener continuidad en las políticas que se vienen llevando adelante desde la asunción de Néstor y Cristina Kirchner a la Presidencia. Por eso las elecciones que se aproximan son claves. Porque la decisión que tendremos que tomar es entre dos modelos: ¿cambio y recorte, o continuidad y profundización?

 

Y la posibilidad de continuidad y profuindización es lo que mueve a la esperanza: la posibilidad de mirar de frente, con optimismo, lo que todavía falta por hacer con la convicción de que se trabajará en ello. Porque “lo que falta” es “lo todavía por lograr”.

 

Por eso vamos a estar en el Congreso este domingo 1º de marzo de 2015: porque la esperanza es lo que nos mueve.

La esperanza que nace de la certeza de estar siendo protegidos.

La esperanza en que es posible que todos accedamos a un trabajo legalmente regulado, y a una remuneración acorde.

La esperanza en la escuela pública como lugar de realización de la igualdad de oportunidades.

La esperanza en el acceso a bienes que algunos tienen tan naturalizados que sólo los ven como facturas e impuestos a pagar, y para otros son la expresión concreta de haber sido incluidos: el acceso a los servicios públicos, la vivienda, el ocio y la salud.

La esperanza en la evidencia de los derechos que se universalizan y se van extendiendo: más derechos, para todxs.

La esperanza de saber dónde vamos a llegar, porque queremos llegar, porque tenemos la fuerza y la determinación para hacerlo: es cuestión de tiempo y de esfuerzo. Capacidad de esfuerzo es lo que nos sobra: tiempo es lo que esperamos renovar en las urnas.

 

No se trata de una esperanza boba. Hemos asistido –y estamos asistiendo- a políticas que han entendido que no se trata de una cuestión de inyectar recursos ni de “compensar” desigualdades, sino de trabajar sobre la calidad del vínculo social.

Es una esperanza sostenida en un largo proceso de reafiliación social. Que no es lo mismo que clientelismo político.

El clientelismo político nada tiene que ver con esto. El clientelismo entendido como una forma de satisfacer algunas necesidades básicas de los pobres es una idea reduccionista, anclada en las prácticas iniciales de nuestra democracia. Las relaciones clientelares así entendidas consisten en un intercambio personalizado entre masas y élites, en el cual a cambio de favores, bienes y servicios, las masas aseguran apoyo político y votos.

Si bien esta forma de clientelismo puede perdurar como institución informal ya no reviste la influencia que se le pretende conferir. Y ya no la reviste porque acabar con el clientelismo fue la primera gran lucha que se puso sobre los hombros Alicia Kirchner, cambiando el mapa y el entramado nacional desde las relaciones clientelares hacia las políticas de desarrollo y sociales. No es extraño que se haya ganado con esto odios personales, como el que le dispensa Chiche Duhalde, quien se supo construir un nombre y detentar cierto poder territorial a través de sus “manzaneras”. La pérdida frente a Cristina de aquellas elecciones del 2005 –cuando compitieron como senadoras nacionales por la Provincia de Buenos Aires- que se constituyó en la madre de las batallas entre el kircherismo y el duhaldismo habla por sí de este cambio de paradigma.

 

Llamativamente, este cambio de paradigma de acción política no parece haber impactado en la misma medida sobre el clientelismo como matriz de interpretación, ya que se sigue apelando a él para explicar la adhesión de vastos sectores de la población a las políticas populares. Matriz a la que algunos recurren –como venía diciendo- porque es la disponible, y a la que otros se encargan meticulosamente de realimentar como estrategia de resistencia a esas políticas que, por populares, afectan sus posiciones de privilegio.

Así, se insiste en que es por el clientelismo que los pobres siguen a líderes autoritarios. Y -de paso- se refuerza la percepción de que la Presidenta y sus funcionarios lo son.

Así, se insiste en que es por el clientelismo que se opta por medidas populistas. Y -de paso- se refuerza la percepción de que estas políticas lo son. Y que es malo que lo sean.

 

No hay especialista en política latinoamericana en general, ni estudioso de los procesos políticos en Argentina en particular, que no esté familiarizado con estas imágenes estereotipadas del electorado clientelar cautivo producidas por los medios de comunicación. Un estereotipo que, por un lado, reduce todo vínculo entre representados y representantes a esta práctica; y que, por otro lado, oculta el funcionamiento del verdadero clientelismo en su dinámica más elemental, haciéndolo permanecer desconocido. Esta imagen de una relación basada en la subordinación política a cambio de recompensas materiales se deriva más de la imaginación y del sentido común, alimentados ambos por las descripciones simplificadoras del periodismo y de la oposición más rancia (que siempre habla del clientelismo de los otros, pero nunca del propio) antes que de la investigación social.

 

Descripciones simplificadoras incluso para explicar el clientelismo en épocas más recientes –por ejemplo, entre los ’80 y los ’90-  cuando ya se había transformado en una institución mucho más compleja que la de principios del siglo XX. Y voy a detenerme un poco en esta forma de clientelismo, porque aunque cada vez más reducida y aislada, aún sigue existiendo.

Bajo esta forma clientelar, quienes obtenían un trabajo o un favor a través de la intervención de algún puntero, no expresaban que se les hubiese requerido algo a cambio. Sin embargo, sí se sentían en obligación de compensar el  favor -por ejemplo, de asistir a actos-. Una obligación que debe ser entendida en el marco de una relación de reciprocidad: el puntero necesita apoyo para seguir siéndolo, y el cliente se lo da porque le conviene tener un puntero al que recurrir por ayuda. Era la forma naturalizada de relación entre quienes padecían los problemas y quienes los resolvían. Es esto lo que todavía, residualmente, sigue existiendo.

 

Pero aún bajo esa forma clientelar, la asistencia a actos vinculados a la militancia requería –y requiere- ser entendida más profundamente. Esa forma de asistencia a los actos partidarios puede ser analizada como la participación en un ritual en el que se manifiestan y evalúan las intenciones de los seguidores y los mediadores/punteros. En este sentido, la asistencia a los actos es una buena fuente de información sobre las responsabilidades que tiene un puntero: conviene ir para estar informado.

En ese contexto, es un error pensar al acto como algo diferente, disruptivo de esa relación cotidiana, como algo que viene a agregarse. El acto, en cambio, pasa a ser una parte del proceso de resolución rutinaria de problemas. Un elemento dentro de una red de relaciones cotidianas que se entramaban y permitían obtener un plan social, una medicina, un paquete de comida, o un puesto público.

 

Algo más: en este tipo de relación clientelar que predominó durante esos años, había un fuerte rechazo a la idea de intercambio. Tanto  los mal llamados clientes (jamás se percibieron de semejante forma a sí mismos, este marcaje es una muestra más del prejuicio con que fueron mirados hasta por los investigadores sociales) como punteros hablaban de confianza mutua, de solidaridad, de trabajo conjunto. Los patrones políticos y sus punteros presentan su práctica política como una relación especial con los pobres en términos de cuidado y de servicio. 

Más allá de los prejuicios desvalorizantes, el mayor problema de esta negación –consciente o no- de los mecanismos que sostenían la relación es que terminaban generando una percepción sobre la política que era excluyente de toda posibilidad de obrar y pensar de otro modo. Una percepción que en lugar de luchar contra la exclusión y la vulnerabilidad, las sostenía al ignorar el carácter inherentemente manipulador y coercitivo de esas prácticas:  se legitimaba en el acto de dar un estado desigual en el que se interpretaba como normal que unos pudieran dar y otros tuvieran que recibir.

 

Es de esta naturalización del estado de desigualdad entre quienes dan y quienes reciben donde debemos buscar el germen de otra percepción muy arraigada en muchos argentinos respecto de que hay un tiempo de política o tiempo de elecciones, en el que las demandas pueden ser rápidamente satisfechas porque los políticos quieren conseguir votos.

Esta percepción, a su vez, realimenta la creencia de que la política partidaria es una actividad alejada de las preocupaciones cotidianas de la gente, una actividad sucia, que aparece cuando se acercan los tiempos electorales y desaparece con las promesas incumplidas.

 

En la ruptura de esta forma de relación y de estas percepciones es sobre lo que se concentró Alicia Kirchner desde su trabajo en políticas sociales. Al principio, todo lo que hacía desde Desarrollo Social era transgresor: había que generar nuevas relaciones entre la Nación y los territorios, y para eso era necesario cambiar las relaciones entre la Nación y las provincias, y que los trabajadores sociales pusieran en cuestión su propio rol. Fue a través de este trabajo (que comenzó con el Programa de Promotores para el Cambio Social) que se trazó un mapa social del país para poder generar la información que hiciera posible viabilizar los cambios: apelando a las capacidades de todas las organizaciones de la sociedad civil, partidos, agrupaciones, movimientos; en cada provincia, en cada municipio y en cada localidad; para crear una política pública en el área social de abajo hacia arriba. El objetivo era salir de esa lógica tan instalada por la que los piqueteros pedían planes para instrumentar políticas sociales que rompieran la dependencia política.

 

 

Hoy no podemos seguir apelando a aquellas viejas percepciones, porque  han sido sistemáticamente confrontadas por la realidad de los últimos años, los años del Kirchnerismo.

De la percepción de la política como una actividad discontinua, hemos pasado a una vivir una realidad social progresivamente politizada.

De la percepción de que a través de la política se puede acceder a mejorar la propia posición, hemos pasado a una conciencia creciente de que la política debe estar al servicio del bien común. 

Pero la percepción que más se ha transformado hay que ir a buscarla a los barrios más humildes, donde la mayoría de las personas ya no cree que haya que esperar la ayuda que viene de los punteros y los políticos en períodos de elecciones, sino que la mejora de su calidad de vida pasó a ser un asunto cotidiano, una política de Estado.

 

Cuando en los ’90 se extendieron las zonas de exclusión, y cada vez más personas tuvieron menos acceso a los bienes materiales y simbólicos, los actos políticos eran una gran oportunidad para evadir por un rato la opresión cotidiana de la vida en la villa y el barrio.

Sólo la consideración de la privación extrema a la que las personas estaban sometidas puede volver comprensible el sentido altamente simbólico que se le daba a un viaje gratis al centro de la ciudad. El carácter del acto como espectáculo no puede ser obviado cuando nos preguntamos por qué tanta gente asistía por aquellos años a actos que poco tenían que ver con ellos. El choripán, la cerveza, la coca, y también el porro o el papelito con cocaína, eran parte de su carácter distractivo. El acto político como salida. En el más brutal sentido del término: como salida –por un ratito- de la propia vida.

 

 

Lo que venimos viendo en los últimos años, y lo que vamos a ver este domingo 1º de marzo es otra cosa. Y aunque se insista en poner el acento en los micros, y aunque se sugiera mentirosamente que se pagó o que fuimos por un choripán y la coca, una nueva Plaza estará llena. Esta vez  le toca a la del Congreso.

 

Y, a diferencia de otros años, bajo otro modelo, esta vez no iremos a romper con nuestro cotidiano. Iremos a celebrar lo logrado. Y a renovar la esperanza por los logros que pensamos alcanzar: lo que estamos haciendo y lo que todavía nos falta hacer.

 

Vamos a celebrar que tenemos esperanza

 


Viviana Taylor