Monsanto
vuelve a ser noticia. INFOBAE publica hoy que “el secretario de Agricultura,
Lorenzo Basso, habría firmado una resolución que dispone la liberación
comercial de la soja “Intacta RR2 Pro”, modificada genéticamente por Monsanto
para lograr un cultivo más resistente al conocido herbicida glifosato
autorizarían la venta de una nueva soja, más resistente al glifosato.”
Para
poder contextualizar e interpretar la significatividad de esta noticia,
seguramente necesitemos considerar algunas cuestiones.
En primer lugar, cuando
hablamos de Monsanto,
hablamos de la firma por excelencia en el mercado de los organismos
genéticamente modificados.
La
entrada de Monsanto a nuestro país con sus productos genéticamente modificados fue
propiciada por Felipe Solá, Secretario de Agricultura del Presidente
Carlos Saúl Menem, convirtiéndose en el segundo país, después de Estados
Unidos, en autorizarla. Además, la entrada fue promovida por los medios de
comunicación, con los que ha establecido negocios muy interesantes. Para
lograrlo se violaron procedimientos administrativos, se ignoraron los
cuestionamientos de las instancias técnicas, y no se realizaron los análisis
especificados por distintos organismos, además de que sobran las evidencias de
que el expediente –firmado por Solá el 25 de marzo de 1996- fue
prácticamente redactado por la propia Monsanto, como ya he contado en este mismo blog en una
entrada anterior: La guerra de la Triple Alianza: Monsanto – Clarín – La Nación.
En
esa misma nota también relaté cómo se silenciaron los estudios sobre los peligros
que reviste el glifosato, tanto para la vida humana como la de otras especies;
y hasta qué punto las prácticas promovidas por la empresa provocan el
agotamiento y la desertificación de los suelos, así como la contaminación del
agua. El caso paradigmático es el del doctor Andrés Carrasco, uno de los
investigadores más importantes de nuestro país, con una experiencia de 30 años
en desarrollo embrionario y que presidió el CONICET, quien fue víctima de difamación por denunciar los efectos
de los agroquímicos sobre la salud humana.
En
segundo lugar, hoy se publica esta noticia: la liberación
comercial de la soja Intacta RR2 Pro, y seguramente muchos interesados
celebrarán. Antes de explicar en qué consiste, quizás sea oportuno aclarar que
no se trata de una tecnología del todo novedosa. Intacta RR2 Pro es otra manera de llamar a la tecnología Bt RR2Y, que ya se venía desarrollando
y, puntualmente en nuestro país, es la tecnología subyacente a la variedad de
maíz Genuity VT Triple PRO que la empresa presentó el 10 de abril de 2010 y cuya
desregulación por el mismo Ingeniero Lorenzo Basso anunció el 20 de octubre de
ese mismo año. No voy a sobreabundar aquí en explicaciones respecto de esta
tecnología, porque ya lo he hecho en el artículo de este mismo blog que cité
unos párrafos más arriba y se puede consultar. Así que simplemente voy a
aclarar que se trata de un triple evento tecnológico, que vuelve a la semilla
resistente a las plagas que comúnmente la afectan, y al glifosato, a la vez que
aumenta el rendimiento.
Si
la tecnología no es del todo nueva, ¿cómo es que se la presenta como tal?
Sencillo: la marca registrada Roundup –con la que Monsanto comercializa
el glifosato, que vende junto con las semillas modificadas para ser resistentes
a él- expiró en el año 2000. Para no perder ganancias vinculadas a esas
regalías, lo que la empresa hace es ir actualizando los nombres de las marcas
comerciales con que vende el glifosato, y así lo vende bajo otros muchos nombres
comerciales, como Aquaneat, Aquamaster, Rodeo, Pro Concentrate, Genesis
Extra II, Razor Pro, Buccaneer. RoundupUltramax es el nuevo nombre del producto que vende
vinculado a esta nueva variedad de semilla, a la que se declara resistente.
El
diario La Nación ya había adelantado esta información desde el viernes. Y lo
hizo con bastante detalle aunque evitando, por supuesto, las controversias
sobre el glifosato respecto de las consecuencias de su uso sobre las vidas y la
salud humana, de otras especies animales y vegetales, y la contaminación de los
suelos y las napas freáticas.
Mucho
más interesante es la lectura del relato que hace Clarín, que titula: Elgobierno aprobó una nueva súper soja transgénica de Monsanto. Sugiero que vayan
a la noticia si les interesa confirmar un datito que acá les comento tangencialmente:
no sólo aprovecha para hacer loas al producto, sino que en el primer párrafo –como
quien no quiere la cosa- posiciona a Felipe Solá casi como el gran promotor del
desarrollo del campo. ¿Haciendo campaña, se le llama? De paso, aporta a una
información un tanto engañosa, ya que los eventos tecnológicos introducidos –como
hemos visto- no son nuevos.
Y, en tercer lugar, algo
más sobre la estrategia comercial de Monsanto. A esta práctica de ir cambiándole los
nombres comerciales a los mismos productos, con ligeras modificaciones en los
componentes no esenciales, de modo de seguir cobrando regalías, se le suma
otra. Un problema muy serio con el que debía
luchar la empresa era la tendencia de los productores a conservar parte de las
semillas obtenidas en la cosecha para una nueva siembra. Astuta, la empresa introduce
variaciones en las semillas, con promesas de mayor rendimiento vinculado a la tolerancia
a los “nuevos herbicidas” que ella misma comercializa. Así, junto con otras
prácticas comerciales, obligar a los productores a volver a comprarlas en lugar
de conservar una parte.
Esta
vez, los medios no alineados a Clarín y La Nación decidieron no hacer alardes
con esta noticia. Saben que se trata de un franco retroceso en la lucha contra
la empresa. Por su parte, esta nueva variedad de soja llega con la explicación
de la gente de Monsanto de que, si se la rota con la variedad de maíz que lleva
esta misma modificación genética, el aumento de la productividad de la soja
siguiente será de un 17% más.
Probablemente,
a la luz de las promesas incumplidas y de la publicidad engañosa a las que
Monsanto –y sus socios en Expoagro La Nación y Clarín, y en la UEDAP Clarín
Rural- nos tienen acostumbrados, no sean más que disparates. Algo que, de
hecho, estos medios deben tener claro porque, con algo de pudor, están
publicando porcentajes muchos más bajos.
Sin
embargo, no sería justo adjudicarle al gobierno toda la responsabilidad por
esta aparente claudicación: son demasiados los sectores sentados del otro lado
de la mesa: junto con la empresa, Clarín y La Nación están la Sociedad Rural
Argentina, la Federación Agraria, y no pocos políticos alineados a esta alianza.
Uno de los cuales, Felipe Solá, está comenzando a tomar un claro protagonismo.
Y no es casual.