Es de mañana y todavía es temprano. En la radio escucho a Rodríguez Larreta, que aún entrevistado por un periodista amigable como Nelson Castro, no puede evitar tartamudear. Esa forma tan particular de hablar, que a algunos les concede cierta pátina de intelectual reflexivo, en él evidencia vacilación. El tipo de vacilación propio de quien ha construido una versión sobre los hechos, y debe cuidarse de recordar los detalles para no revelar la trama.
Comencemos por los hechos. El sábado 2 de junio, el
Jefe de Gabinete de la CABA, Horacio Rodríguez Larreta estaba reunido con un
grupo de vecinos en un club de Villa del Parque, en Nazca 2325. Según el mismo
Rodríguez Larreta, la razón de la reunión era el tratamiento de “temas del
barrio”. Al parecer se estaba desarrollando con normalidad, cuando irrumpió un
grupo de jóvenes. Y hasta ahí los hechos sobre los que todos acuerdan. Porque
justo a partir de allí los relatos comienzan a separarse, entre ellos y de la
verdad.
No sabemos a ciencia cierta el número de ingresantes,
tanto así difieren las versiones. No tenemos tampoco muy claro quiénes fueron.
En un principio, Rodríguez Larreta aseveró que se trataba de jóvenes de La
Cámpora. Y aunque luego trató de desmarcarse de la acusación, amparándose en
que él sólo había repetido lo que habían dicho “los vecinos” (así, en genérico,
y por lo tanto sin que nadie pueda contradecirlo ni confirmarlo), en cada
aparición en los medios quedó clara su intención de instalar esta versión: él
dice que los vecinos dicen que fueron los de La Cámpora; que no lo dice él, que
sólo repite lo que otros dicen. Pero lo sigue aseverando. Al parecer el
argumento se fundamenta en que antes de iniciarse la reunión, en las cercanías
del club habrían sido vistos algunos adherentes a la agrupación repartiendo
volantes. Y eso a pesar de la lógica de su presencia, puesto que justamente a
la vuelta del club donde se realizó la reunión está el local donde se
congregan. Y a pesar de que –hasta ese momento-
no estaban provocando ningún disturbio ni molestando a nadie.
Ese mismo día, en su Facebook, Rodríguez Larreta
escribió:
Como hago todas las semanas, me
reuní con vecinos para conversar temas del barrio. Esta vez fue en Villa del
Parque. Lamentablemente, en un momento entraron 20 patoteros que nos pegaron,
nos insultaron, nos tiraron huevos y vinagre. Según los vecinos, estas personas están identificadas con La
Cámpora y antes de entrar a golpearnos, llevaban banderas con consignas de esa
agrupación. Nunca en mi vida viví algo así, le pegaron a una señora mayor, otra
chica con el ojo morado y a Franco, que es de mi equipo, le partieron la nariz
a trompadas. Repudio enérgicamente estos ataques violentos, vengan de quien
vengan. Nosotros vamos a seguir reuniéndonos con los vecinos y dialogando.
También le dedicó a los hechos tres entradas en el
Twitter, y luego se llamó a silencio hasta el día de hoy, lunes 4:
En reunión
con vecinos, entraron 20 patoteros Nos pegaron, nos insultaron, nos tiraron
huevos y vinagre. Según vecinos, son de La Campora
Nunca viví
algo así. Le pegaron a una señora mayor, una chica con el ojo morado y a uno de
mi equipo le partieron la nariz de una trompada.
Lamento y
repudio enérgicamente estos ataques violentos, vengan de quien vengan. Nosotros
vamos a seguir dialogando con los vecinos.
Llamativamente, según INFONews,
dos días después declaró: “No sé si
eran de La Cámpora. La denuncia la hicieron los vecinos. A mí personalmente no
me tomaron declaración, pero por supuesto estoy a disposición de la Justicia.
Lo que tengo es que una de las personas me dejó el volante que repartían en la
esquina, según la gente, algunos de los que entraron”.
Digo “llamativamente” porque apenas
después del ataque la Policía Federal ya había detenido a una persona vinculada,
que se identificó como barrabrava del Club Comunicaciones. Este hombre, que
según informó la Policía tiene 33 años, quedó detenido en la Comisaría 41 y
pertenecería a la facción más dura de la hinchada. También informaron que los
agresores eran un grupo de vecinos y socios del Club Comunicaciones, que entró
en quiebra en el año 2000.
En este punto se vuelve necesario
recordar que existe un conflicto de intereses entre el club y el Gobierno porteño,
ya que este aspira a levantar la quiebra para quedarse con la gerencia de la
institución. Este escenario se complejiza aún más si también recordamos que el
Sindicato de Camioneros está interesado en quedarse con el club. Este relato no
son meras especulaciones: en este momento se está a la espera de una resolución
de la Justicia, que debe decidir quién se hace cargo de la institución.
En resumidas cuentas, hay tres actores
en juego que podrían tener participación en el incidente, ninguno de los cuales
parecería ser La Cámpora. Pero, a la vez, es en este juego de intereses que se
comprende por qué Rodríguez Larreta pretende desviar el foco de la atención
hacia otros conflictos, aunque le cueste levantar un nuevo frente de tormenta.
Más allá de este relato de los hechos,
lo más interesante es lo que no está, lo silenciado, de lo que no hay.
En primer lugar, no hay ninguna referencia en el Twitter de
Mauricio Macri -Jefe de Gobierno del que Rodríguez Larreta es Jefe de Gabinete-
sobre estos incidentes. Ese día se limitó a escribir “Tonia en guerra c la espinaca !!” incluyendo fotografía. Y al igual
que Rodríguez Larreta, el día 3 se llamó a silencio.
Por su parte, poco tuvo para decir Diego Santilli, Ministro de Medio
Ambiente y Espacio Público, a pesar de que no sólo este hecho, sino los
cacerolazos que acontecieron ese mismo día (y el anterior) y el sí brutal
ataque a camarógrafos de canal 7 sucedieron en ámbitos públicos. Como si no se
tratara más que de un simple ciudadano manifestando su solidaridad, les dedicó
dos twits:
Lamentable la
agresión a @horaciorlarreta y vecinos en V del
Parque. No puede ser que pasen estas cosas en la Argentina de hoy.
Desde ya que
también repudio la violencia ejercida contra el equipo periodístico de 678. La
violencia debe ser PASADO en Argentina
Quizás, con esa actitud prescindente,
Macri y Santilli se estén desmarcando de un problema que los ensucia, y quieran
evitar todas las salpicaduras posibles. Si tienen suerte, y evitan ser
implicados, tal vez el tema salga de los medios antes de que alguien los
relacione con él. Pero no olvidemos que de lo que se trata es de un conflicto
por quién se hará cargo del club, algo en lo que los tres tienen injerencia
directa según sus cargos y las funciones adscriptas a ellos. De ninguna manera
se trata de un grupo de patoteritos que se entretuvieron pegándole a Larreta y
a inocentes vecinos.
Y ahí viene otra cuestión sobre lo que
no aparece, lo que no se dice, lo que no hay. Me tomé el trabajo de buscar
todas las imágenes que se estuvieron publicando sobre los hechos. Si aparece alguna que no he logrado encontrar
y contradice lo que voy a afirmar, ruego que me la envíen y prometo corregir de
inmediato la publicación y hacer todas las disculpas y aclaraciones del caso.
Pero lo cierto es que he buscado y mucho. Y he hecho una comparación de lasimágenes cuya publicación se ha repetido.
Lo primero que llamó mi atención es la
sobreabundancia de imágenes en un sentido y la ausencia en otro. Esto me hace
suponer que no se trató de la impericia de quien sacó fotos en medio de un
problema y no registró lo importante. Está muy bien registrado lo que se quiere
mostrar: se ve el antes y el después. ¿Ninguna del momento de un golpe, el
vuelo de un huevazo, la irrupción de la patota violenta? Con esto no estoy
diciendo que no haya ocurrido que un grupo de violentos interrumpiera la reunión:
lo que estoy cuestionando es el grado de violencia. No se ha dado a publicidad
ni una imagen de alguien siendo pateado en el suelo, como se relató. No hay una
fotografía de una nariz rota a patadas, ni de un ojo amoratado. La única imagen
que muestra que algo pudo haberle sucedido a una persona, son las marcas de
salpicadura de huevo fresco en la parte trasera de la pierna de un pantalón
femenino. Luego algunas sillas caídas, algunas mesas corridas, las paredes algo
manchadas… nada como lo que se relató. Nada que con un balde, un trapo y
detergente no pueda solucionarse.
Y la tercera ausencia, quizás la más
grave. Otra cosa que no hay es la denuncia –según él mismo cuenta- de Rodríguez
Larreta frente a la policía. ¿No es su obligación, no ya como funcionario sino
como ciudadano, denunciar los delitos que presencia? ¿Por qué no lo hizo? No me
gustaría pensar que para evitar la falsa denuncia, o sea, incurrir en un
delito. Es fácil acusar a alguien de un hecho cuando se lo hace ante los
medios, pero la falsa denuncia frente a la policía tiene otras consecuencias
legales.
¿Si creo que el incidente lo armaron
Rodríguez Larreta y el Gobierno porteño? De ninguna manera. Sí creo que, una
vez ocurrido, aprovecharon la ocasión y reconstruyeron la historia. Como bien
sabemos, la historia siempre la escriben los que ganan. Es que si uno se apura
y la escribe antes, es la propia versión la que nos da las de ganar.