La
presentación de nuestra Presidenta ante el Comité de Descolonización de las
Naciones Unidas, amerita que hagamos un poco de historia para recordar que
estuvimos a punto de recuperar la soberanía sobre ellas, y cómo fue que la perdimos.
Oportunidad que hoy luchamos por recobrar.
Veamos:
el 9 de enero de 1999 el Diario Hoy de la Plata publicó una nota, que tituló “En
1974 hubo otra propuesta para devolver las Islas Malvinas al país”.
Copio
texto de la nota para su mejor lectura:
En
1974 Gran Bretaña propuso a la Argentina devolverle las Malvinas previa
institución de un condominio de 25 años para la explotación conjunta de los
recursos de las islas, es decir que en este 1999 la bandera celeste y blanca
hubiese vuelto a flamear soberana sobre el archipiélago.
El
general Juan Domingo Perón, por ese entonces en su
tercera presidencia, estaba decidido a aceptar esa propuesta británica, pero su
fallecimiento frustró las negociaciones que, por cierto, hubieran cambiado
radicalmente el eje de la sangrienta historia que envolvió a las Malvinas en
1982.
María
Martínez de Perón, quien sucedió a su difunto esposo en la Casa Rosada, dudaba
sobre la conveniencia de acordar un condominio, pero fue José
López Rega, su influyente ministro de Bienestar
Social, quien terminó por desechar de plano el ofrecimiento del Gobierno de
Londres.
La
información fue suministrada a una agencia de noticias por funcionarios
retirados del Servicio Exterior, quienes –con expreso pedido de no divulgar sus
identidades- revelaron datos de aquellas negociaciones que les confió hace un
cuarto de siglo el entonces canciller Alberto
Vignes.
La
propuesta paso a paso
La
mañana del 8 de mayo de 1974 el embajador británico en la Argentina James
Hutton entrevistó a Vignes en el Palacio San Martín y le comunicó la
propuesta de su gobierno de acordar un condominio de 25 años sobre las islas
como paso previo al reconocimiento de la soberanía argentina.
El
ofrecimiento estaba contenido en un documento semioficial (“non
paper”), es decir sin el clásico membrete, pero identificado con las
siglas y el escudo del Foreing Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores de
Gran Bretaña), precisaron los ex diplomáticos consultados.
Esa
misma tarde, Vignes comunicó la novedad al presidente Perón, quien se
entusiasmó con el ofrecimiento, por lo cual le ordenó al canciller que
convocara a un grupo de diplomáticos de “absoluta confianza”
para iniciar las tratativas tendientes a la aceptación de la propuesta.
El
ministro le manifestó su temor de que aceptar la exigencia británica de un
condominio de 25 años, como requisito para el reconocimiento de la soberanía
argentina, podría generar descontento en la población, especialmente, en los
sectores más nacionalistas de las fuerzas armadas. Los informantes indicaron,
al r e c o r d a r comentarios de Vignes sobre esa reunión, que Perón le dijo
más o menos lo siguiente: “usted preocúpese de que esa propuesta
avance. De los muchachos me encargo
yo, les diré que ya tenemos una “pata”
adentro y sin derramar sangre de
argentinos”.
A
fines de mayo de 1974 murió Hutton, quien fue inhumado en el cementerio
británico de La Chacarita, de Capital Federal, y el 1º de julio siguiente
falleció Perón, por lo que las tratativas entre los funcionarios de la
Cancillería y de la embajada británica quedaron m o m e n t á n e a m e n t e
suspendidas.
En
setiembre de ese año el nuevo embajador británico Dereck
Ash presentó sus cartas credenciales a la presidente María Martínez
de Perón, oportunidad en la cual eldiplomático comunicó que el Gobierno de Londres
“aún aguardaba” una respuesta argentina sobre aquella propuesta. Ante Vignes,
presente en la audiencia como establece el protocolo diplomático, la viuda de
Perón le respondió que “el general estaba de acuerdo, pero yo no soy mi
marido”, aunque tranquilizó al embajador británico diciéndole que el Gobierno
argentino no tenía todavía “una respuesta definitiva”.
Dos
semanas después, por expresas indicaciones de la presidente Perón, el canciller
Vignes informó en una reunión de ministros sobre el ofrecimiento británico,
pero López Rega lo interrumpió para decir, en tono tajante, que “los
ingleses se dejen de joder, o entregan todo
o no entregan nada”.
Nunca
más en las reuniones del gabinete nacional de aquella administración peronista
se volvió a mencionar la propuesta británica y el embajador Ash tuvo que conformarse
con respuestas dilatorias del canciller Vignes, por lo que esas tratativas entraron
definitivamente en un punto muerto.
La
propuesta británica no llegó a buen puerto por la resistencia de los kelpers.
Vamos
a agregar algunos datos a los del artículo con que iniciamos esta lectura.
Por ejemplo, vale la pena acotar que, entre otros puntos, el acuerdo de 1974 proponía que las banderas de Gran Bretaña y Argentina fueran "enarboladas juntas" en tierra malvinense, que allí convivieran el inglés y el castellano como idiomas oficiales, la doble ciudadanía para los isleños, y que el gobernador de las islas fuera "designado de manera alternada por la Reina y el presidente argentino".
Por ejemplo, vale la pena acotar que, entre otros puntos, el acuerdo de 1974 proponía que las banderas de Gran Bretaña y Argentina fueran "enarboladas juntas" en tierra malvinense, que allí convivieran el inglés y el castellano como idiomas oficiales, la doble ciudadanía para los isleños, y que el gobernador de las islas fuera "designado de manera alternada por la Reina y el presidente argentino".
Otro
punto del artículo sobre el que se pueden agregar más datos es que, si bien durante
el gobierno de Isabel Martínez, viuda de Perón, se desistió de las
negociaciones, un documento del 20 de diciembre de 1974 revela que al menos
hasta ese momento el proyecto estaba todavía en la agenda argentina y británica.
El texto consiste en una versión en castellano de otro non-paper británico,
firmada y sellada por el Departamento de traducciones de la Cancillería
argentina.
También
podemos considerar que, a pesar de los
exabruptos –o en razón de ellos- de López Rega y la indecisión de Isabel
Martínez, fueron los ingleses quienes suspendieron las negociaciones. Según
cuenta Ortiz de Rozas “los ingleses se
dieron cuenta de que sin Perón la iniciativa no iba a ningún lado, y retiraron
la propuesta”.
¿Quién
es Ortiz de Rozas? Se trata de una de las pocas personas que puede contar a
ciencia cierta qué ocurrió. Fue embajador en Gran Bretaña, Austria, Francia y
Estados Unidos; presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y
jefe de la misión para las negociaciones con Chile bajo la mediación del Papa
Juan Pablo II. De hecho, intervino en distintas negociaciones confidenciales
sobre las Islas Malvinas, algunas de las cuales llegó a revelar en su libro “Confidencias
diplomáticas”, editado en junio de 2011.
Ortiz
de Rozas estaba cumpliendo funciones en la ONU cuando Vignes le contó de la
propuesta británica de condominio y le entregó una copia del non-paper. Según sus
propias palabras en una entrevista al Diario La Nación, “me confió que Perón lehabía expresado: Aceptemos. Una vez que pongamos pie en las Malvinas no nossaca nadie, y poco tiempo después la soberanía será argentina por completo”.
Claro
que Perón falleció el 1 de julio de 1974, y el gobierno de su sucesora, Isabel
Martínez, pronto se sumiría en serios conflictos políticos internos. Y si bien ni
Argentina ni Gran Bretaña volvieron a dar señales con respecto al condominio,
la brecha se amplió después del golpe de Estado de la Junta Militar y la
instauración de su dictadura, cuando empezó a tomar fuerza el camino bélico.
Ortiz de Rozas estaba en la embajada argentina en
Londres cuando, en la madrugada del 2 de abril de 1982, se conoció el
desembarco argentino en Malvinas. En la misma entrevista a La Nación relata: "Apenas
me enteré, supe que el trabajo de años se venía abajo. Lo único que logró Galtieri
fue darle la oportunidad a Margaret Tatcher de no ser eyectada del gobierno
británico”.
"Además de trágico, el de la guerra fue un
camino equivocado, porque se habían dado pasos concretos para resolver el
problema de la soberanía por la vía pacífica", reflexiona.
Y en ese punto de la entrevista es cuando recuerda
un hecho que da cuenta de cuán cerca estuvimos de recuperar la Soberanía de las
Islas: "En 1966 Henry Hohler, subsecretario del Foreign Office para
Asuntos de América del Sur, me invitó a un restaurante muy bueno de Londres y
en términos confidenciales me informó que las islas ya no tenían el valor
estratégico de antaño y que tarde o temprano iban a integrarse con Argentina.
Me recomendaron hacer lo posible para conquistar la mente y el corazón de los
isleños".
Si tenemos en cuenta esta reunión de 1966, y la
propuesta que le acercaron a Perón en 1974, no caben dudas: el gobierno
británico quería sacarse de encima a Malvinas. Y la Argentina había estado
aprovechando la oportunidad para recobrar su soberanía sobre ellas: los
malvinenses solían visitar con frecuencia la Argentina Continental para hacer
compras, paseos turísticos, asistir a hospitales para recibir una asistencia de
mayor calidad y mejor tecnología a la que podían acceder en las islas, estudiar
en colegios y universidades; e incluso se instalaban instituciones nacionales en las islas y maestros argentinos enseñaban en susescuelas.
Mientras que de un lado estaban quienes llevaban estas negociaciones, actuando permanentemente condicionados por los sectores nacionalistas más recalcitrantes -civiles y militares-, del otro lado quedaban los que tuvieron la responsabilidad histórica por el desastre de 1982, junto con los jefes militares que consideraban agotadas las vías de la negociación y echaron por la borda todos los avances que se habían logrado: Nicanor Costa Méndez y Roberto Alemann, canciller y Ministro de Economía de la dictadura presidida por Galtieri.
A partir de las palabras del ya citado Ortiz de Rozas, queda claro que es con ellos que fracasaron las estrategias de conquista: "Incluso en febrero de 1982, días antes de la guerra, en las rondas de la ONU se discutió la posibilidad de un retroarriendo, para que los ingleses se comprometieran a administrar las Malvinas por un determinado número de generaciones y luego cedieran la soberanía”. Es evidente que el desembarco del 2 de abril de 1982 no fue, entonces, un error político en las estrategias de recuperación. Fue, simplemente, una acción criminal dirigida a otros fines, que nada tenían que ver con la soberanía sobre las Islas. Una acción criminal cuyas consecuencias todavía estamos pagando, y en estos días, frente al Comité de Descolonización de laONU, están intentando compensarse.
Mientras que de un lado estaban quienes llevaban estas negociaciones, actuando permanentemente condicionados por los sectores nacionalistas más recalcitrantes -civiles y militares-, del otro lado quedaban los que tuvieron la responsabilidad histórica por el desastre de 1982, junto con los jefes militares que consideraban agotadas las vías de la negociación y echaron por la borda todos los avances que se habían logrado: Nicanor Costa Méndez y Roberto Alemann, canciller y Ministro de Economía de la dictadura presidida por Galtieri.
A partir de las palabras del ya citado Ortiz de Rozas, queda claro que es con ellos que fracasaron las estrategias de conquista: "Incluso en febrero de 1982, días antes de la guerra, en las rondas de la ONU se discutió la posibilidad de un retroarriendo, para que los ingleses se comprometieran a administrar las Malvinas por un determinado número de generaciones y luego cedieran la soberanía”. Es evidente que el desembarco del 2 de abril de 1982 no fue, entonces, un error político en las estrategias de recuperación. Fue, simplemente, una acción criminal dirigida a otros fines, que nada tenían que ver con la soberanía sobre las Islas. Una acción criminal cuyas consecuencias todavía estamos pagando, y en estos días, frente al Comité de Descolonización de laONU, están intentando compensarse.
Justamente una de las consecuencias que estamos pagando es que, en materia de soberanía, se logró menos en relación con Malvinas en los últimos treinta años que en los primeros treinta. En aquellos primeros treinta años se estaban dando pasos que iban construyendo un sentimiento en los isleños de que la integración con Argentina era más conveniente para sus intereses que la tutela negligente que recibían de la Corona. Por eso es que la referencia histórica sobre los reclamos sigue siendo la línea Perón-Frondizi-Illia, que se quebró en abril de 1982.
No hubo, en cambio, una línea Alfonsín-Menem-Kirchner que pudiera romper la marca que dejó la Resolución 502 del 3 de abril de 1982, que señaló a la Argentina como país agresor.
Por eso, la última frase del artículo publicado por el diario Hoy en 1999 –“La propuesta británica no llegó a buen puerto por la resistencia de los kelpers” puede ser, contextualizada en el momento histórico al que se refiere, inexacta. Pero sí podríamos leerla como una consecuencia no buscada del derrotero al que nos sometió la Dictadura. Una más.
Esperemos estar escribiendo otra historia.