Con permiso para espiar
Cada día más cerca del mundo
orwelliano
Viviana
Taylor
Gracias a la Resolución
166 E/2016, la Jefatura de Gabinete nacional está autorizada para utilizar
los datos personales de todos los ciudadanos que estén registrados en las bases
de información de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES). O
sea, prácticamente de TODOS los ciudadanos. ¿Con qué finalidad? La explicitada
es que se los usará para
aplicarlos a estrategias de comunicación del gobierno nacional. Y ya sólo con ella es bastante: dado el año
electoral que se avecina, en un clima de conflictividad social creciente, no es precisamente
poco. Más bien tiende a demasiado
Dicha resolución establece
un convenio firmado entre la Secretaría de Comunicación nacional y la ANSES, y
fue publicada el 25 de julio en el Boletín Oficial.
Por el convenio, que
tiene una duración de 2 años, la ANSES remitirá periódicamente su base de datos
relacionada con Nombre y Apellido, DNI, domicilio, teléfonos, correo
electrónico, fecha de nacimiento, estado civil y estudios de los ciudadanos, a
la Secretaría de Comunicación, datos que le permitirán "instrumentar las
políticas de comunicación pública" oficial, que incluirán estrategias de
comunicación vía "redes sociales", hasta "comunicaciones
electrónicas, telefónicas, conversación persona a persona de forma de lograr un
contacto individual e instantáneo".
Un detalle que a los
medios que analizaron la resolución se les ha pasado por alto es que se establece la intención de limitar
el excesivo uso de los sistemas por hora
de Ráfaga de Transacciones. Y parecería ser una buena intención... Hasta que nos preguntamos qué es una ráfaga
de transacciones, Y por qué se les podría ocurrir "limitarla".
A
pesar de que entre las operaciones de comunicación que se enuncian no se explicita la apelación a operaciones mecánicamente programadas, las transacciones en ráfaga son un tipo particular de ellas: son las que
permiten realizar el envío de archivos -valga la redundancia- “en ráfaga”. Es decir, se preparan todas
las operaciones de comunicación que se desean realizar y se las envía en una
sola transacción. Así, con un único envío se llega automáticamente a ¿miles? ¿millones? de personas. Nada más alejado de la “conversación persona a persona” y del
“contacto individual e instantáneo” que sí se explicitan.
Sería interesante que –dada tanta imprecisión sobre
esto- quedara más claro a qué se refieren con “excesiva utilización del sistema
por hora”: ¿cuántos mensajes por hora debería recibir cada ciudadano en su
teléfono, su correo electrónico o en sus redes sociales para que se considere
que han sido “excesivos”? ¿Y cuántos por día? ¿Por semana? ¿Por mes? ¿Por año?
¿Qué horas serían “excesivas”? Un llamado por hora, entre las 0 y las 5am, ¿sería
utilización excesiva? ¿O sería moderada –aunque inconveniente- por tratarse de
una única llamada por hora? ¿Podrían argüir, incluso, que la utilización de la
operatoria ha sido respetuosa y hasta escasa? Y si tengo una cuenta de correo electrónico personal y una de trabajo, un celular personal y además un teléfono de línea en mi domicilio, una cuenta en Twitter y otra en Facebook, ¿me llegarán ráfagas de mensajes que encontraré en cada uno de ellos? ¿En el teléfono los encontraré en mi cuenta de WhatsApp, en la mensajería y en mi Hangouts, mientras mi teléfono sigue llamando?
En total: ¿cuántos mensajes, en cuántos formatos y en qué soportes, debería recibir cada persona para que se consideren excesivos?
En total: ¿cuántos mensajes, en cuántos formatos y en qué soportes, debería recibir cada persona para que se consideren excesivos?
Por otra parte, volvamos… Si la idea es hacerle
llegar a cada uno mensajes con “información de acciones de gobierno, y con
mensajes de utilidad pública que le resulten de relevancia”, ¿para qué
necesitan todos los datos que la resolución les permite obtener? Salvo que lo
relevante sea tenernos perfectamente identificados…
Por caso, hoy -26 de julio- estuve en la ANSES. Pedí mis datos
personales, y efectivamente me entregaron una impresión en la que aparecen
todos esos datos, pero hay algo más: están los nombres de mis hijos, con sus
respectivos CUIL y fechas de nacimiento. ¿Esos datos se obviarán cuando los
remitan al gobierno? ¿O –ya que están archivados de esa manera y son también información sensible para atención
personalizada para determinar qué me puede resultar relevante- los van a
dejar?
Pero los datos de mis hijos no aparecen sólo entre
los míos. También –sospecho con justa evidencia- deben aparecer entre los datos
de su padre. Entre los que, además, aparecen los datos de otros hijos que a su
vez están entre los datos de otra madre… Qué interesante para construir las redes
familiares.
Vaya si es información sensible…
Pesar que cierto oposicionismo emocional vernáculo hizo
tanto escándalo cuando se comenzó a implementar la tarjeta SUBE aduciendo que a
través de ella se iba a controlar dónde estaba cada quién, cómo había llegado y
cuándo.
La fantasía de ser espiados se ha concretado.
Viviana Taylor