No nos
olvidemos de Fernando Carrera
Hace 4 años –el
6 de junio de 2012- salió
el fallo de
la Corte anulando
la condena
contra Fernando Carrera.
Pero la
historia no terminó.
Por Viviana Taylor
La mañana del
26 de enero de 2006 amanecimos con
el impactante
relato de una loca carrera que había terminado con la
vida de un niño, su madre y otra mujer.
La historia
de lo ocurrido, como en tantas otras, puede ir diluyéndose progresivamente,
hasta que –finalmente- ya poco quede por recordar. Pero, en este caso, bien vale
la pena hacer un esfuerzo, porque los detalles son los que cuentan.
Cerca de las
13 hs, un militar y su hijo adolescente salían de una sucursal de la Banca
Nazionale del Lavoro en Morón, de donde habían sacado dinero en efectivo. Al
parecer, fue desde allí que los siguieron dos ladrones –en un Peugeot 205
blanco- hasta Villa Lugano. Cuando el militar y su hijo bajaron de su propio
auto fueron sorprendidos por los ladrones, con quienes forcejearon, y el
militar declaró que durante ese forcejeo le disparó a uno de ellos desde una
corta distancia aunque erró, y que cuando quiso volver a hacerlo se le trabó el
arma. Ante la amenaza de que iban a matar a su hijo, les entregó el dinero: los
ladrones volvieron a subir al Peugeot 205 blanco y huyeron.
En ese
momento, el sobrino del militar (estaban frente a la casa de su hermana) salió
a la calle y le ofreció a su tío salir a perseguirlos: se subieron nuevamente
al auto, y los siguieron a toda velocidad.
Mientras
tanto, algunos vecinos ya habían alertado a la policía de lo que estaba
ocurriendo, de modo que llegaron a la zona varios patrulleros de la Comisaría
52.
Por celular,
su hermana se comunicó con el militar para preguntarle por dónde estaban, y le
comunicó a los policías que iban hacia Pompeya, quienes a su vez avisaron a las
Comisarías 34 y 36.
Fue
justamente en Villa Lugano donde el militar y su sobrino perdieron de vista el
auto con los ladrones a los que perseguían. Pero minutos después, un policía
dijo haberlo visto muy cerca del Puente Uriburu, que une a la Ciudad de Buenos
Aires con el Partido de Lanús. Fue por este aviso que la policía cerró el
acceso al puente para evitar su huida hacia la Provincia de Buenos Aires.
Según se
contó en los medios, versión que reprodujeron de la que les dio la policía, en
ese lapso uno de los ladrones se bajó del vehículo con el dinero. Este no
fue un hecho que constataron sino uno que supusieron, ya que cuando
volvieron a verlo sólo estaba el conductor, y cuando revisaron al
automóvil no había rastros de lo robado.
También,
según cuentan estas mismas versiones, en ese momento el ladrón que había
quedado en el vehículo dobló de contramano por la avenida Sáenz, hacia la
estación del tren, y pisó a fondo el acelerador. A más de 100 km/h de
contramano- pasó un semáforo en rojo e intentó hacer lo mismo con otro, en el
cruce de la Avenida Sáenz y Esquiú, frente a la Basílica que está en el barrio
de Pompeya. En ese cruce atropelló a un grupo de personas, provocando la muerte
de un niño de 6 años, su madre y otra mujer, hiriendo a una mujer embarazada, y
dejando en plena crisis de nervios a la abuela del niño y a la hija de la mujer
embarazada. Después chocó contra una Renault Kangoo en la que viajaban dos
hombres de nacionalidad coreana –que también quedaron heridos- y fue por esto que la policía pudo
alcanzarlo.
Según cuentan
las versiones, el ladrón quedó atrapado dentro del coche, y se produjo un
tiroteo entre él y tres policías que lo venían persiguiendo en un Renault 9. El
ladrón quedó gravemente herido por un disparo en el pecho (luego se constató
que fueron ocho) y otro en la cara. Eran las 13:50 hs del martes 25 de enero de
2005.
Fernando
Carrera se enteró de que estaba detenido y había sido acusado de este crimen
cuando se despertó en el hospital. Y en el año 2007 fue condenado a 30 años de
prisión, condena que cumplía en Marcos Paz.
Pero la
historia no terminó allí: Carrera juró y perjuró que era inocente. El cineasta
Enrique Piñeyro se interesó por su causa y logró reunir evidencias suficientes
para probar no solamente que su condena había sido injusta, sino que no se
debía a un error dado que la causa había sido deliberadamente armada para
condenarlo. Con estas pruebas armó un relato que se plasmó en su documental El Rati Horror Show.
El escándalo
que provocó la aparición de este documental tuvo mucho que ver en la revocación
de la sentencia, que se logró el 5 de junio de 2012, por la cual la Suprema
Corte de Justicia de la Nación anuló la sentencia a 30 años de prisión, y
ordenó revisar el caso.
Los jueces
Ricardo Lorenzetti, Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda y Eugenio Zaffaroni habían
admitido el recurso de queja extraordinario, señalando que los
damnificados por el robo (que, no
olvidemos, habían forcejeado con los ladrones, a quienes tuvieron cara a cara)
no reconocieron a Carrera ni al arma que le secuestraron. La defensa argumentó,
además, que el arma no había sido secuestrada, sino plantada: argumento que queda reforzado por el hecho de que no se
pudo constatar ningún otro disparo además de los que realizó la policía. El tan
mentado tiroteo nunca existió: todos los disparos provinieron del mismo lado.
Los
magistrados también objetaron que esté probada “la existencia de sirenas durante la persecución policial y que (el
acusado) condujo el vehículo en pleno control como también que disparó contra
las fuerzas policiales y tuvo en su poder el arma secuestrada”. En la
persecución Carrera recibió un disparo en la cara, según detalla el texto del
voto de Zaffaroni: esto podría haberle afectado la conciencia, perturbando “su senso-percepción y en particular su
juicio crítico, su atención y fijación”. Lo que explicaría que optara por
huir, ante el temor de ser asesinado.
Además, el
auto con el que circulaba Carrera resultó ser de una marca distinta a la del
que venían persiguiendo, algo que también observó Zaffaroni.
Por su parte,
la entonces ministra de Seguridad Nilda Garré, decidió revocar los
sobreseimientos administrativos que beneficiaban a los oficiales implicados.
Pero la
historia tampoco terminó ahí. Y no es que sigue abierta porque los culpables del robo,
los heridos y los muertos no hayan sido identificados. No terminó porque el 12 de
agosto de 2013 la Sala III de la Cámara Federal Casación Penal, integrada por
los jueces Mariano Borinsky, Liliana Catucci y Ana María Figueroa, volvió a
considerar que Carreras fue autor de aquel hecho, encontrándolo culpable por
"tres homicidios culposos agravados
por haber sido ocasionado por la conducción imprudente de un vehículo automotor
y la cantidad de víctimas, lesiones culposas, portación ilegítima de arma de
guerra y robo con armas". Con argumentos absurdos y negándole el
derecho a no declarar de todo acusado, los camaristas Borinsky y Figueroa
votaron por condenarlo a 15 años; y Catucci propuso una condena de 20 años.
Así, Carrera fue condenado a 15 años de prisión (sin pedido de detención) por
lo que Carrera podría volver a prisión si el fallo queda firme.
La defensa presentó
un recurso extraordinario ante la Corte. Su versión es que Carrera escapó
pensando que lo seguían ladrones -los policías no estaban identificados-, que
la sirena no se escuchó en medio del tráfico de Pompeya, que le plantaron un
arma y que recibió un tiro mientras conducía que lo dejó inconsciente al frente
de un auto sin control. Sobre el nuevo fallo de Casación.
El miércoles
26 de agosto de 2015, la procuradora fiscal ante la Corte Suprema Irma Adriana
García Netto, dictaminó que resultaba procedente el recurso extraordinario
interpuesto por la defensa.
Sin embargo,
Netto destacó que como en esta oportunidad los cuestionamientos se centraban “en
la inteligencia de un pronunciamiento anterior de (la propia Corte) dictado en
la misma causa (…) son sus miembros los que se encuentran en mejores
condiciones para desentrañar el alcance” de lo expresado en esa ocasión. Además, explicó que el
propio tribunal supremo había resuelto que “si la Procuración General de
la Nación no tuvo opinión consonante en un anterior pronunciamiento de ese Alto
Tribunal en la misma causa (…) son los miembros de la Corte Suprema a quienes
compete expedirse en la materia en debate”.
En caso
de que la condena quede firme, y la Corte Suprema no se juegue en declararlo
inocente –como estuvo en su poder hacerlo y prefirió la tibieza de pedir la
revisión de la sentencia- esta es una de las ocasiones en que se debería apelar
al indulto presidencial. Y –lamento decirlo, pero más lamento la certeza con
que lo creo- no le veo pasta a este presidente para honrar a la Justicia con
semejante decisión. Queda esperar (tanto ha esperado ya Carrera…) que cuando
llegue la confirmación de la sentencia sea fuera de un mandato con las
características de este gobierno, y lo haga en uno de corte más popular, con
una perspectiva democrática, democratizadora y democratizante de la Justicia:
una Justicia para todos.
Mientras
tanto, Carrera sigue padeciendo esta justicia que no hace Justicia.
Y con él,
todos somos víctimas.
Por Viviana
Taylor