Viviana
Taylor
Comienzo a
escribir este artículo apenas unos minutos después de ver en la televisión
pública al Presidente Mauricio Macri hablando en la cena anual de la Fundación
Libertad.
No es un
lugar habitual para un presidente argentino. Y extraño hubiese sido que Néstor o Cristina hubieran
asistido, siendo la fundación un territorio tan resistente a todo lo que ellos
representaron y representan. Resistente y reactivo: lugar que no se han
privado de explicitar.
Pero no es el caso de Mauricio Macri. Ni es un sitio
nuevo para él ni para quienes lo acompañan, y lo han hecho tantas otras noches.
Pero, ¿qué es la Fundación Libertad?
¿A quiénes y qué intereses representa?
Hace casi dos
años –el 18 de agosto de 2014- publiqué el artículo “Así interviene la CIA en Argentina”, en el que le dediqué unos cuántos parágrafos a
la fundación.
Ese artículo
había sido precedido por otros dos (497 días para el fin: ¿Entre
el postkirchnerismo y la política vintage? y
La defensa de la propiedad
intelectual como caso de análisis) en los que había analizado algunos de los
modos en que Estados Unidos coopta voluntades en favor de sus intereses al
promover y establecer sus relaciones de política exterior, puntualizando
Argentina.
Y en este, el
tercero, profundizaba en el modo en que Estados Unidos crea las condiciones
para tal promoción y cooptación, a través de la injerencia directa en otros
países a través de sus servicios de seguridad nacional.
Así fue como apareció
en escena la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional),
el organismo al
servicio del Departamento de Estado de los Estados Unidos, encargado de
reforzar la política exterior estadounidense, a través de la distribución de la
mayor parte de la ayuda exterior de carácter no militar, sea directamente o a
través de agencias subsidiarias.
Gracias a la difusión de los documentos de la CIA
que filtró Edward Snowden no necesitamos especular sobre la dirección de estas
acciones: queda claro que Estados Unidos propició golpes, dictaduras genocidas,
políticas económicas predatorias y élites financieras (que han quedado
visibilizadas a través de su acción como fondos
buitre) cuyo objetivo es la apropiación de recursos naturales, materiales y
humanos de regiones cada vez más extendidas.
Por supuesto que tanto en nuestra región como en la
propia Argentina todavía son muchos quienes sostienen que este tipo de
intervención es fruto de una pura ficción conspirativa. Esta ceguera para ver
lo evidente en las pruebas que se van sumando sigue siendo afanosamente
alimentada por los formadores de opinión aliados o cooptados por la diplomacia
estadounidense a través de sus embajadas (como ha quedado revelado en los
cables difundidos por WikiLeaks) y a través de la compleja red de organismos
que articulan sus acciones en torno del espionaje, la formación de cuadros
políticos y dirigenciales, y la desestabilización de gobiernos y economías, tal
como han filtrado tanto Snowden como Manning, y a pesar del retroceso en
estos dos últimos años de las políticas populares: justamente para consolidar
tal retroceso.
Entre los organismos direccionados hacia este fin, la
USAID es uno de los más activos. No sobreabundaré aquí en su
descripción, ni en la de sus relaciones con los fondos buitres (a través de
Paul Singer), el Poder Judicial (con Lorenzetti a la cabeza), ni el Diario
Clarín, dado que ya lo hice en el artículo que más arriba he citado (Así
interviene la CIA en la Argentina).
Sí, en cambio, voy a volver sobre la acción
conjunta de dos de las fundaciones que en Argentina forman parte de la red de
organizaciones que operan por su orden: la Fundación Pensar y la Fundación
Libertad.
En 2008 la USAID financió un encuentro de la
derecha internacional, que tuvo al Nobel Mario
Vargas Llosa como animador principal, y contó con varios expertos alineados con las políticas del
Consenso de Washington: el periodista de La Nación Carlos
Pagni, el excandidato presidencial Ricardo López Murphy, y el por
entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri
(quien también preside la Fundación Pensar, que está integrada por diputados
y políticos del PRO y es uno de los satélites más activos de la Fundación
Libertad).
Entre el 8 y
el 12 de abril de 2013, la USAID volvió
a financiar otra cumbre de la derecha internacional organizada por la Fundación
Libertad, para debatir sobre los populismos
regionales. A la misma volvió a concurrir Mario Vargas Llosa, su hijo
Álvaro (ambos con una clara posición reaccionaria ante los gobiernos populares
de la región), José María Aznar (el expresidente español que impulsó la
invasión a Irak); el pinochetista Joaquín Lavín; el presidente de la
emisora venezolana RCTV Marcel Granier, que impulsó y apoyó el golpe
contra Chávez en 2002. Y, aunque se esperaba a la cubana anticastrista Yoani
Sánchez (una de sus niñas mimadas) a último momento desistió de la visita.
Como era de esperarse, abundaron las críticas contra los procesos emancipadores
de la región, y los expositores llegaron a pedir “terminar con los gobiernos
populares en curso” para reemplazarlos por “otros más modernos”. Un proceso que, tres años después, podemos
considerar que les está resultado exitoso.
Tanto la Fundación Libertad como la Fundación Pensar están financiadas por
el National Endowment for Democracy (NED), quien a su vez está
financiada oficialmente por el Congreso norteamericano, y constituye otro de
los hilos de esta red de organizaciones vinculadas con la CIA y la Seguridad
Nacional estadounidense.
Una acotación al margen: la
NED –financista de los ataques contra Cuba- fue creada por Ronald
Reagan y entre sus integrantes están Terence Todman, el ex embajador
en Argentina durante el gobierno de Menem, y Francis Fukuyama, aquel
politólogo norteamericano de origen japonés que preanunciaba el fin de la historia
que nunca llegó, pero esta élite de la derecha insiste en instaurar.
En estos
momentos, mientras termino de tipear este nuevo artículo, el ya presidente
Mauricio Macri preside la cena anual de la Fundación Libertad. Una vez más el
invitado de honor es Mario Vargas Llosa.
El mismo que
durante la tarde concedió un “ciclo de
entrevistas” a periodistas.
Periodistas
escogidos, por supuesto, de entre una lista muy breve. Demasiado para ser un “ciclo”:
la Fundación Libertad publicó en su cuenta de tuiter las fotografías de las dos
entrevistas que le hicieron.
Una, para
canal 26, realizada por Clara Mariño y Ceferino Reato, quienes suelen invitar al
programa que comparten a miembros de estas fundaciones, que hoy son funcionarios
del gobierno nacional. Reato, incluso, presentó su último libro en la Fundación.
Otra, hecha
por Joaquín Morales Solá, periodista estrella tanto de La Nación como del Grupo
Clarín. Quizás sea esta estelaridad la que le mereció estar a solas con el ya
habitual Nobel, y aparecer con nombre propio en el tuit de la Fundación.
Si hubo otras entrevistas, por otros periodistas, parece que no merecieron ser destacados por la Fundación.
Volviendo a la cena, este año tienen mucho para festejar en Argentina.
Y en América
Latina, mucho por proyectar.
Cambiamos. Y
celebran el cambio en marcha.