sábado, 5 de octubre de 2013

Un alto en el camino: de candidatos, pasteras y un conflicto que no debería haber sido.


Todos los caminos conducen a…

 

1ª Parada: Sergio Massa

Cruce de caminos: Sergio Massa – MauricioMacri

2ª Parada: Mauricio Macri


 


Un alto en el camino:

De candidatos, pasteras

y un conflicto que no debería haber sido.

 

Viviana Taylor


El renovado conflicto que la pastera UPM ex-Botnia ha generado –y agravado en estos días- entre Uruguay y Argentina, nos está proveyendo de evidencia más que contundente para los argumentos que venimos sosteniendo en los últimos artículos posteados, respecto de cómo algunos candidatos no son más que paradas (simulando alternativas y diferencias que no son tales) en un camino que conduce a la defensa de los mismos intereses de las mismas partes.


El jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, y el bloque de diputados del Frente Renovador, que responde a Sergio Massa –y que mantiene con Macri lo que él mismo ha definido como “una alianza electoral hasta el 28 de octubre”- tomaron distancia de la posición argentina en el conflicto por la pastera, y se alinearon con el gobierno uruguayo en el diferendo cuyo eje es la posible contaminación del Río Uruguay por parte de la empresa finlandesa y sus efectos sobre la población entrerriana que vive en Gualeguaychú.

 
 
De hecho, Macri eligió hacerlo explícitamente, poniendo en duda la posición del gobierno argentino y dándole credibilidad al uruguayo: "Según Uruguay se están cumpliendo todos los estándares ambientales". Llamativamente, al expresar su deseo de que la Argentina no recurra "a La Haya" para dirimir el diferendo, afirmó su deseo en que no se repitiera lo que consideró "un papelón".

Lo que no queda claro es si esta alusión a un pretendido papelón se debe a la desinformación sobre este –entre otros tantos- tema, o a la suposición de ignorancia en los ciudadanos, a los que se puede convencer con frases altisonantes aunque estén vaciadas de contenido o de verdad.



 
Que tal fallo no haya determinado el cierre de la pastera, y si bien no alcanzó para satisfacer la postura argentina, lejos estuvo de habernos significado “un papelón”. Claro que quizás alguien que ha sido formado para las lides políticas desde la gestión de un club (sobre lo que él mismo se ha ufanado) entienda que los logros, sean en el campo del fútbol o en el de la política, sólo se cuentan cuando se cierran con goles que derrotan a los contendientes; y que cualquier situación en contrario constituye “un papelón”. Si fuese esto, su primitiva concepción respecto de lo político lo disculparía: siempre es menos grave que ser militantemente ignorante, y muchísimo menos que ser un descarado mentiroso en favor de intereses que nos son ajenos.

 
Por su parte (que no es otra, aunque pueda parecerlo) el bloque de diputados del Frente Renovador también cuestionó la reacción del gobierno en el conflicto con Uruguay por la papelera UPM/ex-Botnia. Los legisladores que responden a Massa afirmaron que "el gobierno argentino no parece entender lo que está en juego en este momento y prefiere –como es su costumbre– levantar el tono antes que sentarse a una mesa a conversar. El desencuentro por la pastera no puede agredir tanta historia y futuro en común como los que tenemos argentinos y uruguayos”.

Leyendo el comunicado emitido por este bloque, que conduce Roberto Mouillerón, lo que queda claro es que son ellos quienes parecerían no comprender lo que está en juego. O que, comprendiéndolo, eligieron pararse en una vereda diferente a la que eligió Argentina y –sin dudas- a la que le conviene al pueblo uruguayo.

Lo que no dicen en el comunicado es que lo que está en juego es que la pastera tiene su origen en un Tratado Bilateral firmado por Uruguay y Finlandia durante el gobierno del Presidente Jorge Battle, quien se refirió al mismo diciendo que el Acuerdo con Finlandia garantiza una formidable inversión, la más importante inversión en términos directos que se haya hecho en el Uruguay a lo largo de toda su historia.”
 
 

No hay descripción más clara sobre la naturaleza de estos tratados que la del fiscal civil de Uruguay, Enrique Viana, quien describió la situación como "un regreso al feudalismo". Y no es para menos: "En esta situación, están pesando los compromisos internacionales que son los tratados y contratos de inversión, que suponen condicionamientos de la voluntad soberana de los Estados, que quedan a merced de las imposiciones, privilegios y prebendas que estas grandes empresas y corporación, obtienen en esos negociados", explicó Viana a Radio del Plata. “Como Estado, Uruguay está condicionado a la voluntad de Botnia, porque hay tratados de inversión con Finlandia".

Otra voz crítica llegada desde el Uruguay es la del Senador socialista del Frente Grande Roberto Conde, quien denunció que la pastera quiere “cambiar las reglas de juego” al solicitar un aumento en la producción autorizada de celulosa, que le fue aprobada por el ejecutivo uruguayo. Y no es para menos: Conde, quien fue vicecancillar de Uruguay, aseguró en una entrevista concedida a Télam que “es UPM la que plantea un cambio en las reglas de juego que Uruguay le viene garantizando desde que invirtió y con las que desarrolla sus actividades, que le proporcionan altísimas ganancias”. Y agregó: “La empresa sabe perfectamente que su solicitud no se puede dirimir solamente dentro del campo del derecho interno de Uruguay. UPM sabe desde el primer momento que se ha instalado en un entorno geográfico regulado no sólo por el derecho interno uruguayo sino también por el derecho internacional, esto es el tratado bilateral argentino-uruguayo que se refiere al cuidado del río Uruguay. Por lo tanto, la empresa no puede pretender que Uruguay decida por sí mismo si le autoriza o no un aumento de producción. Es una pretensión equivocada y provocativa pretender que Uruguay autorice unilateralmente este tipo de pedido”.


Sin embargo, Mujica lo hizo.

Lo hizo sometiéndose a una extorsión: la planta aumentó el ritmo de producción para concluir el máximo anual permitido en agosto (y no en octubre, como hasta ahora) para poder negociar un aumento del máximo permitido, a cambio de no dejar sin trabajo a miles de obreros.

Lo hizo desde su despacho, anunciando que se trataba de “una decisión dolorosa”, que se había quedado “sin espacio para negociar”, y que se trata de “una autorización provisoria, revocable” supeditada a que la pastera construya una torre para bajar la temperatura de los desechos y que disminuya los niveles de fósforo en los efluentes.

O sea que lo hizo reconociendo que la pastera contamina: lo hace volcando efluentes a 32° cuando la temperatura del río no debe superar su promedio de 20°; que los efluentes contienen 0,9 miligramos de fósforo por litro cuando lo permitido por la legislación uruguaya es un máximo de 0,025 miligramos, que el cromo y los fenoles están en un 400% por arriba de lo permitido; además de pesticidas y endosulfán (un químico prohibido durante el gobierno de Mujica).

Lo hizo y, a pesar de lo equivocado y provocativo de tal concesión –según las palabras del Senador uruguayo Conde- recibió el apoyo de Macri y del massismo, quienes una vez más se han alineado en favor de intereses que no son los argentinos pero, no nos equivoquemos, tampoco son los uruguayos.
 

Macri y el massismo se han alineado en favor de los intereses que defienden estos tratados bilaterales, que no son otros que los intereses del capital concentrado: el de las multinacionales.

 


 
 
Viviana Taylor