Y la bola de cristal siguió rodando
Por Viviana Taylor
La primera
vez que publiqué sobre Federico Tessore fue el 5 de junio de 2012: Federico
Tessore ¿gurú o chanta?
Por entonces,
había llamado mi atención este caballero. Pero mucho más el que los medios
masivos, tan acostumbrados a echar luces sobre los argumentadores en favor de
sus teorías apocalípticas, lo mantuvieran en relativa reserva. Sobre todo,
porque sus pseudoinformes tienen un considerable peso específico sobre las
estrategias con las que se promueve la construcción de una cierta percepción
social sobre la realidad económica.
¿Cómo lo hace?
Tessore –quien se presenta a sí mismo como fundador y
CEO de Inversor Global, donde se desempeña
desde junio de 2002, después de haber sido asesor de inversiones en el Citibank
y en Capital Markets Argentina- viene publicando desde 2011 un spot
llamado “El fin de la Argentina”.
Este mismo spot, con
algunas variaciones menores, ha sido republicado en 2012:
Y remixado en 2014. Algo que ya consideraría necesario cualquier campaña que se hubiese considerado como tal… Aunque los esfuerzos –las evidencias documentales están a la vista de quienes quieran seguir sacrificialmente este derrotero- no han sido suficientes: aquí para acceder al video
Para quienes quieran
evitarse el disgusto de la factura mal hecha, del escaso criterio estético, del
nulo rigor conceptual y de la desconsideración de la realidad, van algunos comentarios
sobre el contenido del engendro. Y una perlita final.
Quizás una de las
primeras cosas que llame la atención es la insistencia en que las personas no
podemos influir en lo que sucede en la economía del país, a pesar de que sí
podemos padecerla. Este argumento es necesario que sea sostenido (falsamente) en su valor de verdad (una verdad al menos, cuestionable, debatible y contextualizable) porque es el
presupuesto que le permite afirmar que –consecuentemente- el informe presentado no es político.
Justamente, el informe
(en realidad, deberíamos inscribirlo en la categoría de publicación publicitaria) parte de dos afirmaciones que da por
ciertas y, por lo tanto, considera incuestionables:
·
No hay nada que podamos
hacer más que defendernos de las crisis económicas.
·
Si alguien nos confronta
con la idea de que las estrategias propuestas son ellas mismas generadoras de
crisis, Tessore ya se adelantó a responder por nosotros. No es posible: y así
quedamos exculpados de cualquier reproche que pudiera hacerer una conciencia
moral medianamente formada –sea propia o ajena-.
La interpretación sobre la realidad argentina
que Tessore viene haciendo a lo largo de los años, sin considerar cambios de
escenarios internos ni externos, no sólo está descontextualizado y resulta ajeno
a todo análisis de la realidad concreta de los hechos, sino que –además- está construido sobre falacias argumentativas:
enumera hechos históricos acontecidos en contextos diferentes sin hacer
referencia a ellos, y esto sin decir que –además- se trata de hechos que
refieren a situaciones que no son comparables unas con otras. Parecería ofrecer
muchos datos, la mayoría de los cuales no son ciertos o resultan
incomprobables. Agrega cuadros, que son ilegibles y sin las referencias
necesarias para poder interpretarlos. Y los pasa con la misma rapidez con la
que en los primeros informes presenta algunas fotografías que apelan a la
emocionalidad. Unos y otras no buscan ayudarnos a seguir un razonamiento, sino
impactar contra nuestra más primitiva emocionalidad.
En la segunda, del 16 de abril del mismo año, se
difundían sus acciones de capacitación para inversores individuales: “¿Cómo aprender a invertir en
la Argentina?”
Y apenas dos días después, 18 de abril, otra en la
que se promueve una estrategia de inversión que recuerda a la de los fondos buitres.
Claro que los llaman con un nombre mucho más encantador: “Los ángeles que invierten en
la web”.
Si consideramos el posicionamiento de la línea
editorial de La Nación respecto de economía y finanzas, y tenemos en
cuenta su grado de influencia sobre ciertos sectores de la población con
incidencia sobre ellas, se va a comprender perfectamente por qué es preocupante
el esfuerzo realizado por instalar las ideas de Tessore desde este medio. Una
vez logrado, pasó a ser una de sus fuentes
confiables y uno de sus opinólogos
incuestionables a la hora de analizar la situación económica y financiera
argentina.
Que La Nación sea
el ariete mediático de Tessore no lo hace el único medio desde donde permea sus
propuestas.
En el blog Vil Metal
una de sus administradoras describe la experiencia de haber asistido a un
seminario de dos semanas con Federico Tessore. El posteo corresponde al 10 de
agosto de 2010. Y le dedica dos posteos más: el 22 de septiembre de 2010
y 12 de septiembre de 2010, en plena época de impregnanción de sus ideas. Este blog
está administrado por dos periodistas: Cecilia Bouffet trabaja en la Revista Noticias desde 2005 y creó este
blog en 2010, asociado a un programa de radio en FM Milenium. Y Virginia Porcella es periodista especializada en
economía y profesora de la Universidad
Abierta Interamericana. Tiene un programa en Radio UBA todas las mañanas y un programa semanal dedicado a
emprendedores en FM Palermo.
Otro blog en el que aparece la colaboración de
Tessore es Punto de Vista Económico.
Tampoco se trata de un blog de amateurs o principiantes, sino de profesionales
y profesores universitarios que han escrito libros y colaboran en revistas de
la especialidad.
También podemos citar a Business is fun.
Detrás de este blog hay trabajando un grupo bastante nutrido de personas.
Fernando Arocena es director de las revistas Punto a Punto y Ocio,
accionista y socio fundador de Editorial
CEO desde 1997, columnista televisivo en El Show de la Mañana (canal 12), asesor de marketing y comunicación
para empresas. José Busaniche es periodista en Punto a Punto, donde también colabora Lucas Croce desde 2001. Mauro
Duarte, por su parte, trabaja en una compañía multinacional a la que no
nombra, y por supuesto, en la revista Punto
a Punto. Jimena Domínguez y Consuelo Cabral no dicen mucho sobre su
currículum, aunque esta última termina su presentación en el blog con la frase “En fin, hay q meterle onda al tema de
cambiar el mundo, es nesario.” (sic)
Muchos son –además- otros blogs que le han prestado
(alquilado) su espacio a este video, no siempre con la aclaración de que se
trata de un anuncio publicitario. Fueron los que –consciente o
inconscientemente, voluntaria o involuntariamente- colaboraron en viralizarlo.
¿Si no me pregunto hasta qué punto mis posteos
también colaboran con esta viralización? No creo: tengo un caudal de lectores
mucho (muchísimo) más restringido que otros blogs, mucho (muchísimo) más conocidos. Y, por otra
parte, la publicación de estos videos la hago acompañada de su crítica. Mi
esperanza es que en algo –mínimo
seguramente, pero en algo- colaboren para desacreditarlos.
Y si estamos entre quienes más bien presuponen que un
blog no tiene suficiente fuerza de impacto como para preocuparnos, su
articulación con esos otros medios de alcance más masivo y –sobre todo- con
algunos de los docentes que transitan cátedras universitarias, sí debería
ponernos en alerta.
Volvamos a contenido de estos videítos: mientras
Tessore nos hace un recorrido por su
tiendita de horrores, nos promete generosa y altruistamente que va a compartir
con nosotros sus estrategias de supervivencia. Y que, si tenemos suerte, hasta
quizás ganemos algo de dinero. Quien sabe… hasta puede ser que nos hagamos
ricos. Después de todo, desde 2011 viene insistiendo en que quienes han seguido
sus consejos han obtenido una ganancia del 122% anual, sin que aluda a ninguna
variación (en más o en menos) en los tasas de rendimiento interanuales. Una
maravilla de estabilidad matemática, además de una genialidad de las finanzas.
Sus propuestas son
básicamente cuatro:
1. Hay que ocultar el dinero del gobierno, y así evitaremos pagar impuestos.
2. Hay que comprar activos en el exterior, no invertir en el país. Y son
buenas opciones el oro y la plata.
3. Hay algo que afirma que es “100% retorno”,
pero no termina de aclarar de qué se trata. La explicación, que exuda
hermetismo, no me hace pensar en otra cosa que inversiones en armamentos,
drogas o comercio de influencias. Aunque también podría ser esto que él hace,
algo así como ser un Claudio María Domínguez, sólo que en lugar de
espiritualidad express ofrece dinero express.
4. Y por último, insiste con la compra de
activos de alta rentabilidad, que por supuesto tampoco nombra, y vuelvo a oler
ese tufillo a ilegalidad o simple trampa.
Estas dos últimas propuestas también me hacen pensar
en los fondos buitres (ángeles de las
finanzas, como él los llama). Aunque, para sacarnos las dudas, tenemos que
suscribirnos a su publicación (en fin, la oferta es altruista, pero no tanto).
En definitiva, ¿qué es lo que nos dice Tessore?
Que nada tiene que ver nuestra conducta individual
con lo que nos pasa colectivamente como país. Por lo tanto, no podemos influir
sobre él, ni bien ni mal. Pero el país sí puede arruinarnos la vida. Y
va a hacerlo.
También nos dice que hay formas de evitar la
desgracia económica personal que -definitiva y prontamente- les llegará a los
demás: evadamos impuestos, fuguemos nuestro dinero del país, especulemos con
divisas y activos financieros. No importa si se trata de acciones legales o si
estamos cometiendo delitos. Y si alguien piensa que esto sólo puede colaborar con
la generación de esa crisis que Tessore viene vaticinando, él ya lo dijo
primero: nada podemos hacer para influir sobre la economía. No hay responsabilidades
individuales (ni siquiera penales) con consecuencias sociales.
Federico Tessore es un personaje peligroso. Y no lo es por la inconsistencia,
la inmoralidad y la ilegalidad de sus argumentos, que casi cualquiera pueda
reconocer. Lo es porque les está proveyendo esos argumentos a muchas otras
personas que crean opinión pública, y a quienes sus pseudoanálisis le dan un
soporte de supuesta conceptualidad académica a la que apelar cuando la cita de fuentes y de opiniones de especialistas se impone.
Ahora bien, ¿a qué le apuesta Federico Tessore?
En primer lugar, no se trata de otra cosa que de un
negocio. El señor ha fundado una compañía que se dedica a dar cursos y vender consejos. Así de
simple. Y si esos consejos son fácilmente comprensibles para la mayoría, mejor,
porque entonces más vende (y se gana mucho vendiéndole unos panfletitos por unos
módicos pesos anuales a mucha gente). Lo
módico del precio es lo más interesante: no se trata de informes destinados a
grandes empresas: cualquier economista o financista desecharía por burdos y
primitivos los informes que se sirven de semejantes videos como publicidad. Su target somos las personas comunes, sin
suficientes conocimientos pero con suficiente capacidad de paranoia como para
creerle sus vaticinios.
Por eso abona a argumentos simplistas y falaces:
simplemente porque son vendibles. Y si son vendibles, generan dinero.
Pero además, esos mismos argumentos simplistas y
falaces también son difundidos por los medios sobre los que influye (y no
porque sus dueños y editorialistas los crean ciertos, sino porque apuntan al
mismo target) y a precio de tapa de
diario, o gratis a través de internet, radio y televisión.
Así es como se produce una asociación en la que
todos ellos ganan: Tessore logra publicidad para la venta de sus panfletos, y
los medios colaboran en crear las percepciones sobre las que él fundamenta sus
pronósticos y propuestas. ¿Será este su “100% retorno”?
Otro ejemplo: supongamos que se publica en un
diario que no hay suficiente dinero en los cajeros automáticos para abastecer
la demanda de todo el fin de semana. O más, que está faltando liquidez. Si
muchos de los que leen la noticia se asustan y deciden asegurarse dinero en efectivo
–que quizás ni siquiera pensaban retirar- terminarán vaciando los cajeros antes
de que el dinero sea repuesto el lunes. En donde vivo, San Miguel, esto pasa
todos los fines de semana. Porque bastó con que sucediera una vez, para que la
conducta quedara fijada. Esto también ha sido estudiado por la Psicología: se
llama aprendizaje por refuerzo único,
y está asociado a la alta emocionalidad que se sintió en el momento en que un
evento ocurrió: en el momento de ir al cajero y encontrarlo vacío. Por supuesto
que no es esa la mejor situación para reflexionar acerca de lo que pasó:
simplemente le dedicamos unos pensamientos al Banco, a la Presidenta, al
Gobernador, y a la madre que nos (les) dio la vida.
Esta es la estrategia que tienen hoy ciertos medios
para influir políticamente. Como no pueden determinar las líneas de la política
económica, crean expectativas negativas sobre ella para influir sobre el
comportamiento de la sociedad.
La Nación cometió un error al publicar –identificándolo con
nombre y apellido- que sigue los caminos sugeridos por Tessore. Otros medios
fueron más astutos. Sin embargo hablan de ajuste, fuga de capitales, desplome
del precio de la soja, devaluación del real y su impacto sobre el peso,
descontrol en los subsidios, ajuste de tarifas… Y no sienten ningún pudor
cuando los datos duros de la realidad los desmienten. Después de todo, también
se encargan afanosamente de ocultarlos: crearon una realidad paralela, y se
esfuerzan denodadamente por sumergirnos en ella.
Los esfuerzos que vienen realizando para generar
expectativas negativas para condicionar la conducta de los actores de la
economía están claros. Y a través del clima negativo que propician, buscan influir
sobre la política. Esta es la perlita que aparece en la última versión del
video: se afirma que el próximo gobierno “va a tener” (sic) que tomar medidas
que harán aumentar los precios, suprimir subsidios, devaluar y que todo esto
generará desempleo. Ya les están preparando la justificación para las medidas
de ajuste que sus candidatos –los neoliberales
Massa y Macri y sus laderos secuaces, por supuesto- están dispuestos a
tomar. Y la culpa, por supuesto, será de Cristina: en este videíto remixado
factura 2014 también se la nombra explícitamente. Nada más parecido al gorilístico
argumento de los defensores de la revolución fusiladora: las carencias
económicas a las que sometió al pueblo argentino eran consecuencia del
dispendio y la corrupción peronista. Y a quien confrontara con esto, paredón.
No podría terminar este posteo sin el detalle que
hace a la delicia final: Fernando Tessore es en sí mismo un fraude, en
coherencia con la inmoralidad y la ilegalidad de sus propuestas. Como cantó un
catalán, “uno sólo es lo que es y anda
siempre con lo puesto”. El spot que presentó y representó como su análisis
sobre la realidad económica argentina no es otra cosa que la afanosa adaptación de la carta
que otras personas construyeron -con los mismos fines que él decidió adoptar- para asustar a los inversores norteamericanos.
Pero esa es otra historia que ya otro se encargará de contar.