Todos los caminos conducen a…
2ª Parada: Mauricio Macri
Por Viviana
Taylor
La realidad
puede ser muchas cosas, pero jamás es aburrida. Y pocas cosas de la realidad
suelen ser más fascinantes que las historias que entraman secretos y poder.
Quizás por eso, desde que se comenzó a hablar de la posible existencia –hoy por
nadie cuestionada- del Club Bilderberg, se ha convertido en uno de los grupos
que más llaman la atención del público en general.
El Club es
una camarilla formada por algunos de los hombres más ricos, poderosos e
influyentes de Occidente, que se reúnen secretamente para planear eventos que,
finalmente, simplemente suceden. Se trata de banqueros, políticos, miembros de
la realeza, financistas internacionales y dueños de los principales medios de
comunicación.
Si ya de por
sí la historia no resultara en sí misma interesante, Mauricio Macri le ha
agregado un condimento especial para nosotros, humildes pobladores de lejanas
tierras del sur al sur de todo. ¿Tenemos en Argentina nuestro propio Club,
semejante a este? ¿De eso se trata el mentado Círculo Rojo? Así pareció
sugerirlo en una reciente entrevista que le concedió al diario Perfil, en la
que aprovechó para presentarse como presidenciable.
Con un solo
golpe de efecto de su no bien adiestrada lengua, desbarató por el aire como
quien le da a una voluta, el suspenso sobre la dirección hacia la que se
dirigía este camino en el que vengo señalando paradas y cruces. Bueno: no tanto
suspenso, tampoco… Nada de lo que ya no viniésemos hablando, pero permítanme el
desliz literario. La única sorpresa, en verdad, es que un mandadero se haya hecho
cargo, quizás por una loca asociación de ideas como la que me afectó en el
cruce de caminos anterior a esta parada. Y quizás esta loca asociación de ideas
que le soltó la lengua haya sido motivada -¿sospechamos juntos?- por el descaro presidencial de diferenciar
suplentes de titulares, sayo aquel que este monje ha decidido que le calza
perfecto.
La
declaración, sin dudas, ha resultado en un espectacular golpe de efecto, y los
medios han decidido no dejar que pase de largo. De todos modos, se están dando
demasiadas cosas por supuestas, así que mejor comencemos por el principio…
CM/MM/SM
Carlos Menem fue un presidente de diseño. Como él mismo admitió, si en la campaña por
su primera presidencia hubiese dicho qué iba a hacer, nadie lo habría votado.
Sin embargo, fue reelecto, aun cuando ya sabíamos qué iba a hacer porque ya
venía haciéndolo. Y, mal que nos pese recordarlo, hace poco más de diez años
fue el candidato que más votos obtuvo en la primera vuelta de las elecciones en
las que aspiraba a lograr su tercera presidencia. Con segundas y terceras
elecciones queda más claro el papel de los medios para instalarlo, recurriendo
a fantasmas que –de todos modos- eran menos peligrosos que la realidad que
estaban creando.
Para que
haya un candidato de diseño –y más aún, un presidente prediseñado- es necesario
que alguien lo produzca: esa fue quizás la primera ocasión en que el ahora tan
mentado Círculo Rojo encontró al
político ideal, que lo alejó de la necesidad de usar otros métodos menos
elegantes y ya por entonces menos tolerados.
Con Carlos
Menem las políticas neoliberales se instalaron legitimadas en las urnas: se
achicó el Estado, se benefició a sectores privilegiados a través de las
privatizaciones y se desprotegieron las clases populares, a las que se
disciplinó mediante el desempleo y la flexibilización laboral. Políticas
neoliberales por las que se incrementó el endeudamiento y se achicó la
economía, y que desembocaron inevitable y previsiblemente en la crisis que estalló en el
2001, frente a la que los voceros del Círculo reaccionaron como si se tratara de un evento con el que nada habían tenido que ver.
Claro que Carlos Menem no era la única apuesta del
Círculo Rojo. Ya desde mucho antes de su primera
presidencia se venía trabajando en la creación de un candidato. A pesar de lo
que ha afirmado María Laura Santillán
desde una de las tribunas de adoctrinamiento masivo del Círculo (la pantalla de
canal 13, en el horario central de Telecnoche) acerca que un candidato puede aparecer en 15 minutos, no significa que no se
trabaje sobre su emergencia desde mucho antes. Revelación no es aparición: Sergio Massa bien lo sabe. Y otros,
antes que él, lo supieron también.
De hecho,
cuando todavía María Laura seguramente ni soñaba con ser vocera de un Círculo
cuya existencia quizás hasta ignorase, ya hablaba alto Bernardo Neustadt y hacía rato que venía haciéndolo. El mismo
Bernardo Neustadt que no había ahorrado críticas al gobierno de Illia, y que
promovía descaradamente las privatizaciones acorralando al gobierno de Alfonsín
desde un escritorio compartido por el nunca democrático y pseudorepublicano
Mariano Grondona. El mismo Bernardo Neustadt que, según él mismo contara, en
1985 inició una serie de reuniones con un grupo de entonces jóvenes empresarios
para tentarlos con su ingreso a la política. De estas reuniones, que se
extendieron a lo largo de años, consiguió dos
mosqueteros, como él mismo los llamó. Y así lo contó (el destaque con negrita es mío):
En
1985
inauguraba mi primera casa en Punta del Este: La Soñada. Invité a desayunar a
Francisco de Narváez (32 años) y a Mauricio Macri (26 años), Manuel Antelo (32
años) y creo que a Eduardo Costantini (38 años).
También a jóvenes -hombres y mujeres de edades parecidas. Empezaba la
democracia de Alfonsín.
Hablamos de un tema tabú que lo repetí en los últimos 50 años: una generación
entrando en política. Grito general: «¡No!».
Macri lo vio como posible, pero lejano. Y entre medialunas y vigilantes terminó
la mañana fracasada.
En 1991,
en el restorán NOVECENTO en Punta del Este, a mi invitación insistente y casi
estúpida, concurrieron Francisco de Narváez (38 años), Mauricio Macri (32) y
Manuel Antelo (38), Eduardo Costantini (42). Gobernaba Menem. Había novedades
para un ideario conservador -liberal-progresista.
Ellos seguían siendo para mí la generación
que podía suceder a Menem.
Les expliqué que las ráfagas de la historia las manejaban generaciones de
emprendedores. Y ellos lo eran. Jóvenes, exitosos, visitadores del mundo, que no iban a enorgullecerse como Balbín o
Alfonsín o Kirchner de no haber salido nunca del país.
Sabían pagar un salario. LO TENIAN TODO. Desde la cama caliente hasta la sopa
fría de un gazpacho.
Hay un tango que se llama «MI NOCHE TRISTE». Fue la mía. Me dijeron que no. No
se los reprocho. Simplemente, se los recuerdo. En el recetario de aquellos
tiempos había 10 líneas que explicaban por qué no había que entrar en política
y otras 1.000 que hablaban de la desgracia que padecería el país por no entrar,
por ser espectadores de brazos cruzados. Prefirieron ser la mujer del otro.
La vida los fue empujando. La realidad también.
Del que se vayan todos pasamos a que se quedaron todos. Y si entró alguno
nuevo, ya era viejo. Hoy casi con 50 años encima o más ya están por tomar el
tren de la historia.
Unos decidieron hacer bien lo que hacían, como Antelo, Costantini. Al menos conseguí dos mosqueteros: Macri y
De Narváez. Y miles de BARRAS SENSATAS.
Desde lo alto de su Santuario, el cardenal Bergoglio nos acompaña. O, para no
comprometerlo, sentimos que nos acompaña. Y en los subsuelos del alma, el
rabino Sergio Bergman, con hábito o sin él, adhiere a la idea de dejar de ser
HABITANTE para ser CIUDADANO. Sabe que lo quieren crucificar. Pero también
conoce cómo se resucita.
Postdata:
«HEMOS CORONADO CON LAURELES CABEZAS PIOJOSAS»
(Dostoievski).
Carlos Menem fue el candidato de diseño
frente a un grupo de jóvenes empresarios que podrían haberlo sucedido desde el
mismo corazón del Círculo Rojo. Pero no funcionó entonces, ni funcionó después
de su segunda presidencia, y siguió sin funcionar.
Finalmente el Círculo logró instalar a Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos
Aires, para desde ella volver a imponer las políticas neoliberales, pero no
logró proyectarlo a nivel nacional. Y a su segundo mosquetero, Francisco De Nárvaez, el carisma
prestado por el humorista e imitador Fernando Peña le duró lo que el
Alika-Alikate: le alcanzó para llegar a una banca de diputado nacional, en la
que se durmió literal y simbólicamente.
Para consolidar a Mauricio Macri en vistas a
las elecciones presidenciales del 2015, era necesario pararlo junto a un nuevo
candidato de diseño que le hiciera de sostén. Y esta vez le tocó el turno a Sergio Massa, más parecido a aquel otro
–Carlos Menem- de lo que pueda estar dispuesto a admitir: no sólo se lo ha
diseñado para decir lo que no va hacer, y hacer lo que no está diciendo, sino
que se lo ha rodeado de una lista de candidatos que de tan parecida a la del
riojano parece la misma: los mismos personajes, la misma estética, los mismos economistas
de los 90 con las mismas propuestas (y la misma tendencia a hacerlas a puertas
cerradas, en una reunión con empresarios en la que presentó a Martín Redrado como su asesor económico
y la promesa de la vuelta a las políticas neoliberales). Y, por supuesto, con
una alianza electoral con el macrismo a través de la incorporación de los
candidatos del PRO a las listas de su Frente Renovador, que no ha hecho otra
cosa que renovarle el nombre al menemismo residual que se habían quedado sin un
líder convocante tras el cual alinearse.
Sin atender a estos vericuetos no es posible
comprender por qué De Narváez se ha sentido traicionado, ni por qué Macri ha
reclamado ser reconocido, ni por qué Massa –con tan buenos resultados en las
PASO- se hace el distraído.
Sin atender a estos vericuetos, tampoco es posible
comprender por qué casi en un grito desesperado, como temiendo ser soltado,
Mauricio Macri ha hablado del Círculo Rojo y ha anticipado que será él quien le
soltará la mano a Massa pasadas las elecciones de octubre. Después de todo,
como bien sabe Macri y quizás no tanto Massa, él sí es parte del círculo (como
hemos visto en su cruce de caminos) y no un proyecto de diseño recién adoptado.
Macri en el
Círculo Rojo
Volvamos a las palabras de Neustadt:
“Del
que se vayan todos pasamos a que se quedaron todos. Y si entró alguno nuevo, ya
era viejo. Hoy casi con 50 años encima o más ya están por tomar el tren de la
historia.
Unos decidieron hacer bien lo que hacían, como Antelo, Costantini. Al menos conseguí dos mosqueteros: Macri y
De Narváez.”
La noche en que caía Fernando de la Rúa junto
con su Ministro de Economía Domingo Cavallo, a quien había nombrado para el
cargo presionado por el mismo Círculo Rojo que ahora les soltaba la mano, una
impresionante multitud de argentinos llenaba la Plaza de Mayo y otros lugares
paradigmáticos en todo el país al grito de “que se vayan todos, que no quede ni
uno solo”.
Ese fue el escenario oportuno para la
aparición en la arena de la política de personajes vinculados a los sectores
empresarios, que dieron en autodenominarse “la nueva política”. En ese contexto
fue que se revelaron Mauricio Macri
y Francisco De Narváez, cumpliendo
el aforismo de María Laura acerca de que “en
15 minutos puede aparecer un candidato”. Claro que, como sabemos, venían
siendo preparados desde mucho antes.
Con ellos se acababa la necesidad de cooptar,
corromper o comprar voluntades de políticos: se instalaba a los propios
empresarios en la arena del poder político, sin intermediarios.
Por aquel entonces Macri y De Narváez eran
socios y, como no tenían partidos políticos que los respaldaran ni querían
mostrarse como tales, crearon Fundaciones a las que mostraron como sus equipos
de gobierno; contrataron publicistas para instalarse como quien instala un
producto (ahí entró en el juego Durán Barba), y encuestadoras para ver los
progresos en los resultados de la campaña publicitaria. Así fue como accedieron
a la Cámara de Diputados, ambos de un modo olvidable: Macri no iba nunca y De
Narváez no participaba en los debates.
De hecho, no fue la banca lo que le sirvió a
Macri para catapultarse a la candidatura a Jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, sino la presidencia de Boca, hábilmente usada por Durán Barba,
quien construyó una campaña basada en frases emotivas y vacías de contenido,
sin ideas ni propuestas y con el acompañamiento de Gabriela Michetti como candidata a Vicejefa para “humanizar la
campaña”. Así fue que logró el 45,6% de los votos en primera vuelta y el 60,9%
en la segunda.
Claro que Gaby era mucho más que una buena
chica católica en sillas de ruedas para enternecer a las multitudes votantes.
Entre otras muchas cosas, a través de la Fundación Grupo Sophia (que financiaban entre otros la fundación liberal Konrad
Adenauer, Ledesma, McDonald’s, Medicus y Techint) entre 1995 y 1998 había
practicado la reingeniería de la ANSES desfinanciada por las AFJP; en 1998 de
la Secretaría de Desarrollo Social, administrando programas focalizados del
Banco Mundial; y en el año 2000 del PAMI, en programas de transparencia de los
que Graciela Ocaña no encontró rastros.
Cuando Mauricio Macri asumió en 2007 y
presentó su equipo de gobierno, quedó claro por qué iba a ganarse el apelativo
de “club de amigos”: muchos eran gerentes de grandes empresas privadas, amigos,
compañeros de escuela y hasta directivos de Boca. Pero muy pocos eran
políticos.
Pronto quedó claro
–también- que estaba más concentrado en oficiar de opositor al gobierno
nacional que en hacerlo como Jefe de Gobierno de la Ciudad: en agosto de 2008,
según supimos cuando se develaron los cables de la Embajada a través de
Wikileaks, Macri recibió en su despacho a Carl Meacham, un funcionario senior del comité de
Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, a quien le dijo que los
argentinos estarían contentos si cayera el gobierno de los Kirchner; y su
asesor en política exterior Diego Guelar (que había sido embajador en EEUU
durante el gobierno de Menem) acotó que les daba 60 días de vida.
Está claro que la profecía no se cumplió. Y,
contrariando sus aspiraciones, cuando llegó el turno de las elecciones
legislativas del año 2009, ya también estaba claro que con el favor de los medios y con
un gabinete de amigos afines al Círculo de poder al que no sólo representaban,
sino del que formaban parte, no alcanzaba para consolidarse en el gobierno a
través de las bancas. Fue así que, como la única posible candidata con buena
imagen en las encuestas era la Vicejefa de Gobierno Gabriela Michetti, Macri la
presionó por consejo de Durán Barba para abandonar su cargo y lanzarse
nuevamente a una candidatura, esta vez para diputada nacional. Así fue como el
PRO perdió en esa ocasión gran parte de su caudal de votos de la elección
anterior, y la propia Michetti siguió perdiendo su propio capital político
personal en razón de su pobre actuación como legisladora.
A pesar de que esta prueba legislativa era
una muestra de su casi nula proyección nacional, Mauricio no dejó de jugar
fuerte en cuestiones de política nacional. De
hecho, en diciembre de 2009, con el entonces Vicepresidente Julio Cobos y De
Narváez, se reunieron con el Subsecretario para América Latina del Departamento
de Estado Arturo Valenzuela, y con empresarios norteamericanos en la Embajada
de EE. UU.
En dicha reunión se cuestionó la seguridad
jurídica de Argentina, por lo que Valenzuela le declaró a los medios que habían
sido convocados que “hasta que no haya
cambios, no podrían realizarse las inversiones que se planean”.
Lo que quedó claro en la reunión fue que
tanto los empresarios como el Subsecretario Valenzuela pretendían un trato
semejante al que habían recibido en la década del 90 durante el gobierno de
Menem (cosa que manifestaron explícitamente), cuando los Tratados Bilaterales de Protección de Inversiones les garantizaban
beneficios privilegiando sus intereses por sobre los del Estado Argentino.
También quedo claro que ni Macri ni De Narváez estaban allí como representantes del país, sino
de los intereses de los empresarios. Y Cobos estaba presente violentando el
protocolo, puesto que ningún país prevé que un subsecretario extranjero sea
recibido por el presidente del país anfitrión, a no ser que éste así lo decida:
y él no había sido enviado por Cristina.
La presencia de Cobos en esa reunión reveló
una intromisión poco transparente de los Estados Unidos en la política interna
de la Argentina, que se dio en el marco de los planteos que la empresa Kraft le
estaba haciendo al Estado por haber sido obligada a la reincorporación del
personal despedido, el de la empresa Torneos y Competencias por la televisación
del fútbol, y la ley de servicios audiovisuales. Y la presencia de Macri –junto
con De Narváez- revela la primacía de sus intereses de empresario por sobre el
interés común que debería representar en tanto Jefe de Gobierno. Queda claro
que este cargo es apenas un instrumento en favor de sus verdaderos intereses,
que comparte con el grupo cuyos intereses sí representa porque es el grupo al
que efectivamente pertenece.
Mientras tanto, su gestión de
gobierno hablaba por sí misma: a través del veto y la no reglamentación se impuso sobre la voluntad legislativa, incluso vetando proyectos votados por sus
propios legisladores. El veto se constituyó en un instrumento para
redireccionar las políticas de la ciudad hacia prácticas más afines a los
intereses de mercado, al concentrarse en las leyes sobre políticas sociales, de
derechos humanos, salud, educación, protección ambiental y de patrimonio
histórico que los obstaculizaran.
A través de Wikileaks también nos enteramos
que en febrero de 2010, apenas dos meses después de aquella reunión en la
Embajada de EEUU, Mauricio reconoció que su gestión no le había ganado votantes
a nivel nacional, esta vez en un almuerzo con la embajadora Vilma Socorro Martínez, en el que le
pidió que incrementara sus críticas al gobierno nacional. El cable refiere que
“Como ya lo ha hecho en el pasado, Macri
presionó sobre el enfoque de los Estados Unidos hacia los Kirchner, urgiendo
una crítica más abierta de las medidas que consideramos poco sabias. La
embajadora contestó que continuaremos buscando una relación de trabajo positiva
con el gobierno de Argentina”. Lo interesante viene poco después: “Macri se lamentó de lo que describió como el
asalto de la presidenta y del primer esposo, Néstor Kirchner, a las
instituciones del gobierno y la responsabilidad fiscal. Nótese sobre este
último punto que en una visita anterior Macri había reconocido que el gobierno
de los Kirchner era el único que cuidó la caja y siempre tuvo superávit fiscal
desde que tiene uso de la memoria”.
No es tan revelador el verlo fastidioso, conspirador
e incoherente, como lo es el descubrirlo torpe y superficial. El mismo cable
también cuenta que, durante ese mismo almuerzo, “Describió su presidencia del Club Atlético Boca Juniors como una
educación política sobresaliente, manejar temas como el acceso a la prensa y a
los vestuarios, la distribución de los asientos y las decisiones comerciales al
frente de un club con 15.000 socios”. El cable no lo dice, pero adivino
expresiones entre burlonas y de espanto.
Sin embargo, vale la pena poner el foco sobre
Boca. Mauricio ganó en 1995 las
elecciones de la presidencia, y logró ser reelegido por 12 años consecutivos.
Sobre todo, si se considera el modo en que su propio padre, Franco Macri, la
recuerda calificándolo de “pelotudo”:
Cuando asumió la primera presidencia encontró
al club debilitado en su situación financiera, por lo que creó el Fondo Común
de Inversiones, donde Boca conservaba el 50% de los jugadores que compraba y el
otro 50% era de los inversores.
Según cuenta la Revista XXIII en su edición del 21 de febrero de 2013, otro emprendimiento fue la creación de Boca
Crece S.A. en conjunto con el Grupo Clarín, a quien le correspondió el 50% de las acciones y el otro
50% a Macri. La sociedad se creó con el fin de explotar todo lo relacionado con
el merchandising, la televisación de los partidos y los eventos. Dado que el
presidente de una asociación civil sin fines de lucro no puede formar parte de
una asociación comercial con vinculación económica con la sociedad que preside,
Macri fue denunciado por un grupo de socios y en 1996 debió donar su
participación en la sociedad a Boca. Claro que antes se encargó de licuarla: el
Grupo Clarín –teóricamente- empezó a poner plata que fue licuando la
participación de Boca, que pasó a tener el 1,66%. En esa época Boca Crece llegó
a facturar más de un millón de dólares por año. Y en el año 2003, cuando
Mauricio decidió landarse a la política, los ingresos alcanzaron los 30
millones de pesos.
El canal deportivo Boca TV, que entre 2003 y 2005 salió al aire por Cablevisión, fue
otro de los negocios de esta sociedad Macri-Clarín. Cuando dejó de ser
rentable, pasó a Multicanal y luego fue abandonado.
Estas sociedades entre Macri y el Grupo
Clarín allanaron el camino para que la comisión directiva del club aprobara la
venta de los derechos de televisación a Canal 13 para todos los partidos que se
disputaran por la Copa Libertadores de América.
Y allí está: fastidioso, conspirador, incoherente,
torpe, superficial, y hasta pelotudo. Pero, a pesar de todo lo que podamos
pensar de él, sigue estando. Y es que, a diferencia de otros, no es un funcionario de diseño: es de los
propios. Y por los propios se sostiene.
Tan propio es que el Grupo Macri en 1975 poseía 7 empresas, que al terminar la dictadura
militar se habían incrementado a 46. Y no se detuvieron allí. El menemismo le
permitió al Grupo hacerse de algunos de los negocios más escandalosos de la época.
En 1997, con el Banco de Galicia como socio
minoritario, logró la concesión por 30 años del servicio postal, a cambio de un canon semestral de 51,6 millones de
pesos/dólares, que dejó de abonar en 1999.
La deuda del Grupo con el Estado es de 659
millones de dólares, sólo considerando lo que dejó sin pagar, sin considerar
los intereses. Para reducir el monto de esta deuda, el Grupo pretendió que se
computaran las indemnizaciones por el despido masivo de 10.000 empleados como
si fuesen inversiones de la empresa. Y, a fuerza de encarecer los servicios del
Correo Argentino, reclama que en
realidad es el Estado quien le debe $1.070 millones.
Otro de los grandes negocios fue la concesión de los peajes de 1.080,51 km
de rutas nacionales a otra de las empresas del Grupo Macri, Servicios Viales S.A., que se benefició
aún más por dos decretos de Fernando De la Rúa que favorecieron a los
concesionarios de las principales rutas nacionales (por los que la Oficina Anticorrupción lo denunció
junto con varios de sus ministros por malversación de caudales públicos y
fraude a la administración pública). Las tarifas de peaje, durante los 10 años
de convertibilidad, muestran un aumento del 31,01% promedio, y la empresa tuvo
ganancias que llegaron en 1995 al 102% anual libre de impuestos. Además, obtuvo
el pago indebido de U$S 58.705.758, cuando en realidad le adeudaba al estado
U$S 17.397.228, con lo que obtuvo un beneficio ilícito de U$S 76.102.986.
Por su parte, SOCMA (Sociedades Macri),
en la que desde 1985 Mauricio Macri ejerció como Gerente General, tuvo sus
propios beneficios cuando Carlos Grosso
(ex titular e “hijo dilecto” de Franco) llegó al gobierno de la Ciudad y firmó
un contrato por 20 años con Sistemas
Catastrales (una de las Sociedades) desde la que manejó la detección de
infracciones en obras y la fiscalización de la construcción de edificios, la
aprobación de planos y las ampliaciones no declaradas de viviendas.
ManLiBa, otra
asociación de SOCMA con una empresa radicada en Bahamas, logró en 1990 la
prorrogación de su contrato, asegurándole una tarifa de 50 dólares la tonelada
de basura recolectada: altísima en relación con las entonces vigentes.
INTRON, como parte
de un sub-holding junto con Sistemas Catastrales, accedió también gracias a
Carlos Grosso al negocio de la administración de los recursos del Gobierno de
la Ciudad, a través de UTE-Rentas, a
quien se le encargó la emisión de las facturas de ABL y del impuesto automotor, por un contrato de 10 millones de
pesos anuales. Y al control fotográfico de vehículos.
Por su parte, SEPSA, más conocida como Pago
Fácil, también perteneciente al Grupo, fue contratada por el Banco Ciudad para el cobro de
impuestos, con una facturación que promedió los 4 millones de pesos anuales.
En 1992 Mauricio se hizo cargo de la
vicepresidencia de la automotriz Sevel,
hasta que en 1994 fue nombrado presidente. Durante su gestión fue procesado por
contrabando, y según la DGI la empresa evadió unos 55 millones de pesos
enviando autopartes a Uruguay amparándose en el régimen de exportaciones, con
las cuales habrían armado coches que después se habrían importado en Argentina,
cobrando los reintegros correspondientes.
De esta manera, el crecimiento de esta empresa está directamente
asociado a la manipulación de los mecanismos de protección: destruyó la
integración del sector afectando a los autopartistas y promovió un fuerte
déficit, estafando al Estado Argentino.
Tan propio
del Círculo Rojo es que, cuando accedió a la jefatura del Gobierno porteño,
desde allí también logró realizar algunos muy jugosos acuerdos con empresas del
Grupo Clarín.
Dos de ellos fueron con la empresa Prima: uno por U$S 274 millones por la
entrega de 156 mil netbooks a los alumnos de las escuelas públicas primarias y
de 16 mil notebooks a sus docentes; y otro por el cual se le otorgaron los
servicios integrales de internet a todas las net y notebooks que entregó su
gestión por un monto adicional de $2.857.000. En 2011, tanto los montos como la
celeridad con que se concretaron los acuerdos suscitaron muchos pedidos de
aclaración por parte de los diputados opositores, aunque nunca recibieron
precisiones de parte del Ejecutivo de la Ciudad respecto de las contrataciones.
Otro negocio con el Grupo Clarín se hizo a
través de su editorial Tinta Fresca,
a quien se le encargaron manuales para las escuelas.
Estos negocios con el Grupo Clarín, que
vienen gestándose desde aquellos otros que Mauricio concretó siendo presidente
del Club Boca Juniors, explican sus declaraciones sobre el tema de Fútbol para Todos, respecto del
sinsentido de subsidiar transmisiones de fútbol que generan mucho dinero, y
dada la cantidad de empresas dispuestas a invertir en él.
También explica por qué el Grupo Clarín
presionó al sector privado para que se niegue a participar con publicidad en
las transmisiones del Fútbol para Todos, boicoteando la sustentabilidad de su
autofinanciamiento, mientras espera que en las próximas elecciones
presidenciales se pueda colocar en la Casa Rosada a uno de los propios. Y así
recuperar parte del dinero perdido. O, mejor dicho, dejado de ganar.
Queda claro que Mauricio Macri es parte de la
patria contratista que debilitó al
Estado argentino en beneficio de sus propios intereses. Como tal, es una de las
personas más ricas de la Argentina, aunque no se sabe con exactitud la magnitud
de su fortuna. Según su declaración jurada presentada en 2012, su patrimonio se
incrementó un 84%, y supera los 61 millones de pesos, compuesto por:
Depósitos en Banco y Empresas: $ 22 millones
Cta Cte: $ 6 millones (herencia de su tío Jorge Blanco Villegas y cesión de
acciones de SOCMA que le hicieron sus hermanos)
Depto. en Palermo: $2.6 millones
Campo de 67h en Maldonado, Uruguay
No es extraño, en este contexto, que tal como
ha manifestado en la Embajada de EEUU, Mauricio Macri perciba que su paso por
el Club Boca Juniors fue lo más significativo para prepararse para su entrada
en la política. Quizás su paso por el club no haya sido útil para el desarrollo
de sus habilidades de gestión, ni para su entrenamiento para la arena política,
pero sin dudas lo fue para el entretejido de las redes de sostén con su grupo
de representación.
Tampoco es extraño que los 12 años
consecutivos en la presidencia del club hayan sido la experiencia que lo
decidió a incursionar en la política en 2003, aunque el proceso de seducción
–como ya vimos- había comenzado mucho antes, de la mano de Bernardo Neustadt
como vocero de los grupos de poder a los que el propio Macri ya pertenecía.
Lo hizo fundando el partido Compromiso para
el Cambio, con el que se presentó a elecciones para Jefe de Gobierno, que
perdió frente a Ibarra-Telerman. En 2005 fundó junto a Ricardo López Murphy el
partido Propuesta Republicana –más conocido como PRO- con el que obtuvo una
banca a Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Y en 2007 accedió a la
Jefatura de Gobierno junto con Gabriela Michetti, para la que fue reelecto en
2011 junto con María Eugenia Vidal.
El paso de
Mauricio Macri por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no dejará
demasiados buenos recuerdos. Al escándalo de los vetos seriales y de una
Metropolitana erigida en brazo armado de una gestión afecta al disciplinamiento
y la represión, se le suman las excusas de la desintitucionalización de los pacientes
del Borda y el Moyano, dejándolos a la deriva o a expensas de la medicina
privada, para promover negocios inmobiliarios; la desinversión en educación
pública con el consecuente aumento de los subsidios a las escuelas privadas; el
sistemático y permanente intento de retorno a las privatizaciones; y un
incremento de la deuda de la Ciudad de Buenos Aires que alcanzó
el 234% entre 2007 y 2012.
Salvo quienes tuvieron contacto más directo
con él, seguramente muy pocos sabrán que –además- dejó en no pocos funcionarios
y periodistas el desagradable recuerdo de una molesta muletilla: “Sexo,
droga y rock and roll”. Esa
misma muletilla con la que respondió dos veces a diversos requerimientos el
mismo día: el 22 de octubre de 2009, en el encuentro con el Partido Demócrata
de Mendoza (el tradicional partido conservador mendocino). La primera vez, fue
su respuesta cuando le preguntaron cómo motivar a los chicos que querían
ingresar a la política; la segunda respuesta fue al final de la visita, y se la dio al periodista Maxi Quinteros cuando firmaba un convenio con el intendente Fayad, y dio que bastante que hablar y bromear,
hasta que una cronista -visiblemente incómoda- le pidió: “Ahora en serio… Ingeniero…”
Cerrando el Círculo
Desde que Macri se lanzara hacia el 2015, y
lo hiciera hablando de la existencia de un Círculo Rojo del establishment que
trabaja para generar la salida de Cristina Fernández de Kirchner del gobierno,
mucho se ha discutido sobre quienes podrían conformarlo.
Macri, después de lo que seguramente ya debe
haber advertido como una imprudencia, insistió que está formado “por personas del mundo del hacer, del pensar”
y que “no lo personalizaría en alguien”.
Algunos miran hacia la Fundación Pensar, una organización que se define a sí misma como “la usina de ideas del PRO”, en la que
convergen Miguel Braun (un
economista neoliberal), Iván Petrella
(un licenciado en Relaciones Internacionales doctorado en Religión y Derecho en
Harvard), la Diputada Laura Alonso
(ex integrante de Poder Ciudadano y lobbysta de los fondos buitre en Argentina
de quienes recibe dinero a través de una ONG), entre otros. Aunque no aparece
entre sus integrantes, Martín Redrado
–que hoy forma parte del Frente Renovador de Sergio Massa- suele participar de
algunas de sus actividades.
Sin embargo, la Fundación -más que el propio
Círculo- parecería ser la mediadora ante los candidatos a las funciones de
gobierno, colaborando con su diseño a medida del gusto de banqueros, dueños de
medios, empresarios monopólicos y corporativos.
Los (pseudo)periodistas al servicio de las
operaciones mediáticas, los gurúes financieros y los representantes de la doctrina
que prefieren verse a sí mismos como intelectuales, parecerían más bien meros
promotores de intereses ajenos asumidos (convencida o sicariamente) como
propios.
Los expertos en bloqueos, saqueos,
boicoteadores y generadores de caos, grietas y divisiones, son apenas mano de
obra brutal para el trabajo pesado. El aro más externo del círculo, la parte más
rápida y fácilmente descartable.
Pero para el círculo el verdadero problema,
en este momento, no es quedar develado. Ya bastante se lo ha vapuleado en los
últimos tiempos. El problema es que el 2015 está demasiado cerca y que, si bien
es cierto que un candidato puede aparecer en 15 minutos, lleva años diseñarlo.
Mauricio, el candidato por excelencia, el que
no requiere de diseño para saber a qué mandos responde y qué intereses defiende,
no tiene proyección nacional. Y la asociación con Massa no parece estar
rindiendo: alguno de los dos no entendió de qué se trata. O ninguno de ellos lo
ha hecho.
Para colmo, el Ministerio de Gobierno que fue creado luego de la reelección de
Macri para extender su alcance a todo el país, en vistas al 2015, está
resultando un fiasco. Emilio Monzó y
Marcelo Daletto, al frente de su gestión, resultaron un compendio de
irregularidades administrativas y no lograron aportar al armado de una alianza
con el peronismo disidente en la Provincia de Buenos Aires, para lo que se los
había convocado.
La comunera Julieta Costa Díaz descubrió que el Ministerio de Gobierno gastó un
total de $886.448 en viajes, caterig y contratación de eventos durante 2012,
dinero aportado por los porteños que se utilizó para armar la campaña a nivel
nacional en el interior del país.
En catering y viáticos se gastó el equivalente
a 100 becas de comedor anuales para chicos que asisten a colegios públicos de
doble jornada.
En gigantografías se gastó lo mismo que en
equipamiento hospitalario. Sólo que la licitación publicitaria para las
primeras se realizó en 90 días, y las de equipamiento de hospitales tardaron
entre dos y tres años.
La Casa de la Ciudad en Córdoba fue usada
para que el legislador Sergio Bergman
presentara su libro “Cábala, un GPS del
alma” y para charlas con la diputada Gabriela
Michetti. En Rosario se instaló otra.
Para defenderse de las acusaciones por el
fracaso para establecer alianzas electorales, Monzó se justifica en que en el
caso de De Narváez la culpa fue del colorado por no saber resignar aspiraciones
personales, y destaca los acuerdos alcanzados con Miguel del Sel, Héctor Baldassi y Carlos MacAllister, en el mejor
estilo de los acuerdos faranduleros menemistas.
Después de todo, con Menem comenzó el ciclo,
cuando Mauricio fue tentado a incursionar en la política de la mal llamada
antipolítica: la política al servicio del mercado. Y, después de todo, allí
estaba –a su lado, siendo tentado como él, y como iniciático socio- el mismo De
Narváez con quien hoy tanto le cuesta acordar.
Bien les vendría, a ambos, oir las palabras
de Zulemita, que bien sabe de qué habla:
No tengo odios, sólo que cuando veo a gente que traicionó a papá, o que no reconoce que están donde están gracias a él, me duele. Por ejemplo, Mauricio Macri, el espacio para crecer se lo dio mi papá. Lo mismo pasa con Francisco de Narváez.
Viviana Taylor