De transexualidad, amenorrea,
y el fiscal sobre el que nadie oyó
Por Viviana Taylor
Me encantan los medios seriamente periodísticos: esos que son
capaces de hacer "periodismo de ramos generales", como denominó a sus
múltiples capacidades la ilustre Mercedes Ninci.
Me encantan porque se asoman a los intersticios (¿las grietas?) y
ven lo que a los demás -pobres mortales arrojados sobre la mediocridad de las
superficies- nos pasa inadvertido.
Tal como lo que sucedió esta semana, cuando la bellísima Belén Etchart (una morocha pulposa de
piernas eternas que obtuvo un honorabilísimo tercer puesto en ese experimento
socio-filosófico-culturo-mediático llamado Gran
Hermano, que honra a una de las mejores letras de la literatura británica)
se sentó en el programa de análisis de obras y entrevistas de artistas de la
cultura popular llamado Intrusos,
del canal televisivo América.
Me encanta porque un canal de noticias, tanto e incluso más serio
y perspicaz, como TN
pudo advertir lo que me había parecido apenas aire soltado al viento: que no es
transexual, que la acusación de serlo
la impactó como si la hubiesen imputado por un delito, que no menstrúa porque
suspendió la toma de las pastillas anticonceptivas que regulan su ciclo
menstrual... En fin: todos esos magníficos
detalles que desnudaron su alma casi tanto como antes habían desnudado su
cuerpo.
Lástima que no presté atención hasta el final, y me perdí advertir
la importancia de todo esto. Porque si hubiese estado atenta, y hubiese
advertido la trascendencia de la no transexualidad y la amenorrea de la joven,
quizás no hubiese distraído vanamente la atención en la intrascendencia de su
despedida.
Y es que justo cuando terminaba de contar estos detalles que
definen su personalidad de artista, y cuando más entusiasmada estaba por
compartir su intimidad pero ya no quedaba nada relevante de ella para contar,
se le ocurrió espetar que había estado de fiesta con Nisman. Y tan poco importante era lo que de ahí podría haberse
obtenido en una entrevista, tan poco atractivo era el tema para los periodistas
que estaban en el piso (y hasta para TN que hizo comentarios sobre ella omitiendo
el detalle, aún cuando está en pleno reflotamiento del tema), que la sacaron de
pantalla.
Un ágil director de cámaras cambió de imagen, y ya no volvimos a
verla: apenas la cara de un visiblemente incómodo Polino diciendo "no
vamos a hablar de quienes no están", un corte publicitario
precipitado... y el único acierto de análisis que tuve: "cuando vuelvan al piso no va a estar más",
le dije a mi hija. Y así fue: a la vuelta del corte, la morocha bella y pulposa
de piernas eternas ya no estaba. Y de ella, si la vimos, ya no nos acordamos.
Como dice el prócer de las noticias, ooootro tema.
Viviana Taylor