Miente, miente, que algo quedará
Por Viviana Taylor
Anoche –jueves 10 de julio de
2014- un extrañamente sonriente Alfredo Leuco estuvo en TN con un no menos
extraordinariamente exultante Nelson Castro.
No, no estaban disfrutando de las
mieles ganadas a fuerza de coraje y tesón por el equipo de Sabella. No, no
estaban imbuidos de los resabios de la fecha patria del día anterior.
La risa y el éxtasis habían
venido de la mano de la ausencia de Boudou para presidir la última sesión en el
Senado. Y, por supuesto, abonaron sus explicaciones con argumentos que –una vez
más- estaban viciados de mentiras.
Dos, principalmente.
La primera de ellas fue dirigida
certeramente a explicar un supuesto retiro de apoyo del gabinete y de los
militantes k al vicepresidente. Y la dispararon directamente contra su persona,
cuestionando su lealtad. “Fue el más cipayo entre los cipayos”, afirmó Leuco,
“un amante de todo lo americano” y –según acotó que habría dicho sobre sí el propio
Boudou- “quien mejor habla inglés” entre los funcionarios. ¿La fuente que nombró? Wikileaks:
donde se expusieron los cables filtrados del gobierno de EEUU sobre
los políticos y gobernantes locales de casi todos los países donde tiene sus
embajadas.
A ver… vayamos a ver qué se
cuenta por allí. En noviembre de 2009 –según uno de esos cables filtrados por
Wikileaks- Boudou asistió a una reunión con un grupo de diplomáticos de la
embajada de EEUU para hablar sobre las negociaciones con el club de París.
En esta reunión, el entonces
ministro de Economía y candidato a vicepresidente de la Nación, dijo que la
Argentina quería volver al FMI para “retomar una relación de treinta años
interrumpida en 2006” y se describió a sí mismo como “descaradamente pro estadounidense”.
Contó que le encanta esquiar en
Aspen y surfear en San Diego, y que es fanático de la liga profesional de
fútbol americano. En el cable también se destacó que “En la reunión, Boudou
habló más inglés que en cualquier otra ocasión que lo hayamos visto”.
Cuando se le preguntó cuáles eran
los planes respecto del FMI y el Club de París, Boudou contestó que el gobierno
quería avanzar con ambos, empezando en el primer trimestre de 2010 por el FMI,
después de un acuerdo con los fondos buitres (en el cable, por supuesto, se los
llama “holdouts”).
Más allá de la tergiversación de
cambiar el comentario respecto de que habló más inglés que nunca, por un
inventado comentario sobre sí mismo respecto de que es el funcionario que más
lo domina –que no tuvo otro valor que el de fundamentar la increíble
interpretación de Leuco de que lo habría hecho para posicionarse como candidato
a un cargo en EEUU- lo realmente interesante es que Leuco parece haber dejado
de leer el cable que usa como fuente justo donde le conviene a lo que pretende
hacernos creer.
Porque lo importante del cable no
son estas afirmaciones (que, por otro lado, no son dichos textuales de Boudou,
sino un comentario sobre qué hizo y qué dijo en la reunión) sino la interpretación
que la entonces embajadora Vilma Socorro Martínez hizo sobre ellas.
El cable, firmado por ella, dice:
“Hasta ahora, más allá de la renegociación con los holdouts, su familiaridad con los Estados Unidos se manifiesta en
la facilidad con que se relaciona con sus interlocutores estadounidenses pero
no en las políticas económicas que ha seguido su gobierno populista.” O sea… lo
que Leuco pretende vendernos como un emblema de cipayismo, la embajada lo
interpreta como puro intento de seducción para lograr los acuerdos y apoyos que
el entonces ministro de economía pretendía.
Sigue el cable: “Sin embargo, se
mostraron interesados en la negociación con los holdouts. El ministro detalló los pasos que tomaría la Argentina y
destacó la importancia de aislar a los fondos buitre. Los describió como “ni
estadounidenses ni argentinos”. Argumentó que eran inversores offshore que mantenían su dinero en
paraísos fiscales y que no empleaban a nadie.”
Qué interesante habría sido que
Alfredo Leuco hubiese resistido la pereza y hubiese seguido leyendo el cable,
en lugar de suspender la lectura en el punto justo donde había encontrado lo
que buscaba, sin avanzar sobre la oración siguiente donde todo tomaba otro
color. Y habría sido interesante porque, si no hubiese sido perezoso (porque no
tenemos por qué desconfiar de su honestidad) habría descubierto que este cable
que cita está maravillosamente entramado con la sesión de ayer, sobre la que siguió
hablando en el programa de Castro, y sobre la que se deslizó su segunda mentira.
Justamente porque la sesión en el
Senado que Boudou no presidió tuvo mucho que ver con los fondos buitres:
proteger los activos del Banco Central de la República Argentina de los posibles
embargos que reclamen.
Detengámonos un poco en esto para
entender sobre qué trató esta sesión especial, que se llevó
adelante el día de ayer -10 de julio de 2014-. La Cámara alta dio por unanimidad
media sanción al proyecto del Poder Ejecutivo que busca proteger los activos de
los bancos centrales extranjeros ante los tribunales argentinos. Lo interesante
es que el proyecto ordena a la Argentina a suscribir convenios internacionales
para que los activos de nuestro Banco Central gocen de la misma inmunidad
frente a eventuales embargos de tribunales de otros países. Así, en un contexto
internacional en el que todos los gobiernos están mirando con temor y
desconfianza a los fondos buitres y a los tribunales de EEUU, se crean las
condiciones para que estos gobiernos busquen proteger sus activos firmando
acuerdos recíprocos por los que nosotros logremos proteger los nuestros.
Indirectamente, esto podría colaborar con atraer más y mejores inversiones, al
proveerles un mayor paraguas de seguridad jurídica, ofreciéndoles una ventaja
frente a otras alternativas de países donde invertir.
Boudou –que como vicepresidente
de la Nación es quien preside al Senado- no asistió a esta sesión, por lo que
fue reemplazado por el presidente provisional de la Cámara alta, Gerardo
Zamora.
¿Cómo explicó Leuco su ausencia?
Según le contó a un Nelson Castro al borde del éxtasis, los senadores
oficialistas se habrían opuesto a su presencia por considerar que, a partir de
su procesamiento por la causa Ciccone, carece de autoridad moral para dirigir
un debate en el Senado. Sin embargo, lo que Leuco calló es que algunos
senadores de la oposición ya habían advertido –en razón de su procesamiento-
que si se presentaba en el recinto, obstaculizarían la sesión según cada uno
decidió que lo haría: desde la amenaza de ocupar el tiempo leyendo fojas de la causa Ciccone o de que le
exigirían que pida licencia en su cargo, hasta que se retirarían.
A ver, estimado Alfredo, pensemos juntos: era una
sesión extraordinaria, sobre un tema estratégico, que requería de una ley
urgente. Ni el oficialismo lo abandonó, como aseguraste; ni el gobierno lo
escondió, como publicó Clarín. Si así hubiese sido, no habría presidido los
festejos por el 9 de julio, y la misma presidenta le hubiese informado la
aceptación de su licencia aunque no la hubiese pedido.
Boudou no asistió porque a veces lo mejor es dar un paso al costado. Porque esa es la actitud con que se
reacciona cuando la Patria es más importante que los intereses de parte, y
cuando los proyectos colectivos son más importantes que las personas que los
llevan adelante.
Me gustaría concluir que nuestras
diferencias de argumentos se deben a que unos y otros estamos posicionados en
convicciones diferentes. Y que, desde esos prismas, es que
interpretamos y actuamos en la realidad.
Pero es difícil adjudicarle la
diferencia en nuestros relatos sobre la realidad a las diferencias entre nuestras
interpretaciones. Es difícil porque no se puede argumentar cuando desde un lado se sostienen con mentiras.
Mentiras a las que les sobra
cualquier adjetivación.
Una mentira es una mentira.
Y anoche –y sólo sobre esto- nos
entregaste dos.
Viviana Taylor