Por Viviana Taylor
Ayer me llegó a través de Twitter este mensaje, escrito por la gente de
la revista Barcelona. El tema no me resultó totalmente ajeno, porque
algo se ha estado comentando en los últimos días, aunque para quienes no
estamos directamente afectados o implicados, es un tanto engorroso entender de
qué se trata.
Con un poco de dedicación y tiempo, no fue difícil encontrar
algunas puntas como para ir tirando a ver qué aparece. Y si bien el relato
seguramente resultará obvio para quienes participan del problema, creo que nos
viene bien una explicación sencilla a los legos.
La clave para empezar a desanudar este embrollo la encontré en la revista
Mu, en su artículo “Sin kioscos y sin ley”, escrito con motivo del piquete que los canillitas porteños organizaron
frente al Centro de Distribución como forma de reclamar a la Asociación
de Editores de Revistas el cumplimiento de la promesa de otorgarles una
suma que compense la pérdida del porcentaje que históricamente obtenían por su
trabajo.
Ahí es donde las cosas comienzan a
volverse confusas para nosotros, los legos, sobre todo porque tres publicaciones (La Garganta Poderosa, Barcelona y Mu) no sólo apoyaron, sino que formaron parte de una medida de fuerza
que en apariencia las perjudicaba. ¿En qué consiste este conflicto tan complejo,
que provoca semejantes paradojas?
Parece ser que lo que está en juego, y es ahí donde se cruzan los
intereses tanto de quienes producen estas revistas como de los canillitas, es el
circuito de distribución y comercialización de publicaciones: quién lo va a controlar,
quién va a participar de él y quiénes se van a quedar fuera.
Según la carta que suscribieron las tres revistas, tanto los
canillitas como los editores independientes constituyen una parte fundamental
en la cadena de distribución y comercialización de publicaciones, una cadena que
parecerían querer cortar y controlar algunos sectores corporativos que
intervienen en el circuito.
Según denuncian, estos grandes sectores corporativos están
sufriendo una fuerte crisis de credibilidad y baja de calidad informativa en
los medios gráficos que publican, como consecuencia de que han dejado de vivir
de las noticias que publican para pasar a hacer negocios con la información que
ocultan. Y el modo de paliarla es convertir cada kiosco en una boca de expendio
donde puedan controlar qué es lo que se ofrece, neutralizando las publicaciones
con las que disienten en la percepción de la realidad que buscan instalar, y
compensando la baja de ventas. Este punto en particular, que para los editores
independientes -que viven de la venta de sus publicaciones- es una condena a
muerte, a estos otros medios corporativos no los afecta de igual manera ya que
no viven de las tapas que venden sino de la pauta publicitaria y los negocios
que promueven. Y, por supuesto, tampoco se ven afectados por los mismos costos,
ya que acceden a papel barato, cuya producción y comercialización también
controlan.
Recordemos que la Papel Prensa, la única
fábrica de papel para diarios del país, es la piedra fundacional del monopolio
informativo que construyó el Grupo
Clarín en los últimos 30 años. De hecho, hasta la última dictadura cívico
militar, Clarín, que había sido
creado en 1945 por el fallecido Roberto Noble (de orígenes socialistas, luego
desarrollista, más tarde militante de la causa fascista y admirador de
Mussolini) vendía 300 mil ejemplares por día, menos de la mitad de los 700 mil
de Crónica. Pero con la llegada al
poder de Jorge Rafael Videla, Clarín en sociedad con La Nación, se
quedó con Papel Prensa, y en
consecuencia con el monopolio del insumo principal de los diarios. Con el paso
del tiempo, el poder que le otorgó Papel
Prensa le permitió crecer y convertirse en el grupo de comunicación más
diversificado del país y logró una posición dominante en todos los mercados
culturales (televisión abierta y de cable, gráfica, radios, Internet, etc.). Los conflictos de
estas empresas con el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner se explican por su decisión de avanzar en la
desmonopolización del papel para diarios y propiciar un rol más activo del
Estado en la dirección de Papel Prensa
para lograr una justa distribución de la materia prima de los diarios y garantizar
la libertad de expresión para los medios más pequeños e independientes.
Pero mejor vayamos más despacio, por partes, porque este análisis
requiere de considerar demasiadas variables.
Tradicionalmente, el circuito
de distribución y venta de publicaciones en la Capital Federal tenía cuatro
actores: el editor, el distribuidor, los recorridos y los canillitas. En este
sistema, quien lo controla tiene en sus manos el destino de cualquier
publicación. O de todas. La postura de los canillitas a este respecto es clara:
“Para nosotros tiene que ser un sistema
solidario, donde las publicaciones más grandes soporten los mayores costos y
permitan así el desarrollo de nuevos títulos”.
Según nos recuerda Mu
en su artículo, “la primera mutación del
esquema tradicional se puso de manifiesto cuando el gremio que conduce Hugo Moyano (recordemos que hoy está al frente su hijo, Pablo) obligó, con bloqueos y
paros, a reconocer a los trabajadores de los recorridos como afiliados a su
gremio.” Fui a buscar las versiones taquigráficas de las reuniones que se
hicieron por ese motivo en la Comisión
de Libertad de Expresión de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación,
y me encontré con algunas cosas muy interesantes.
En la Reunión de Tablas del 4 de diciembre de 2008, con la Presidencia
de la Diputada Giúdici, y la presencia de los diputados Morandini, Quiroz, Bertol e Iglesias, estaban
representadas las siguientes asociaciones: por ADIRA, los señores Fernando Cuello y Felipe Videla; por la Sociedad de Distribuidores de Diarios,
Revistas y Afines los señores Oscar Pepe y Martín Codo; por ADEPA el señor Martín Etchevers; por AEDBA, su presidente el señor Gowland
Mitre y el señor Pablo Casey; por la Asociación
Argentina de Editores de Revistas, los señores Daniel Ripoll y Santiago
Mendive. Es muy interesante la descripción que se hace del sistema de
distribución, con sus recorridos exclusivos y excluyentes, y de cómo comenzaron
las dificultades con el gremio de los camioneros. A pesar de que todo el relato
no muestra otra cosa que un conflicto estrictamente gremial, la Diputada Morandini hace referencias
directas y explícitas a complicidades entre el gremio de los camioneros con el
gobierno nacional contra la libertad de expresión.
En la Reunión de Tablas del 20 de mayo del 2009, la Presidenta de la Comisión, Diputada Giúdici, aclara que “varios señores diputados nos avisaron que
están en otras comisiones, incluso en este momento hay una reunión de bloque,
por lo que se les hará muy difícil llegar a horario; tal vez se incorporen a lo
largo de la reunión.” De la versión taquigráfica sólo se obtiene la
participación de las Diputadas Bertold y
Quiroz. Asistieron, además, integrantes de la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines, los
señores Martín Codo, Oscar Pepe y Patricia Cristaldo, “quienes vienen a darnos un panorama de la situación actual a raíz del
conflicto suscitado entre el sindicato de camioneros y la sociedad de
distribuidores. Ya tratamos este tema el año pasado en una reunión de comisión,
en la que además estuvieron invitados
integrantes de la asociación de editores”, según aclara la Presidenta
Giúdici, en referencia a la reunión del 4 de diciembre de 2008. Los otros
actores, presentes en la reunión anterior, brillaron por su ausencia.
En la reunión Oscar Pepe se
refiere a una nota aparecida en el DiarioClarín ese mismo día, diciendo que el mismo exigía una rápida solución al
conflicto que venían teniendo con los camioneros, para que se “garantice la libertad de circulación de
diarios y revistas y la protección de los derechos fundamentales consagrados en
la Constitución”. Lo cierto es que Clarín
no hace propias estas palabras, sino que cita el reclamo de la Sociedad de Distribuidores. Pepe, en
representación de esta Sociedad, parecería confundir en una sola las
intenciones de ambos. Pero lo cierto es que en la publicación ni siquiera se
encuadra la noticia en un contexto de peligro para la libertad de prensa, sino
exclusivamente en la cuestión sindical.
Es muy
interesante ver cómo, a pesar de que desde la Comisión se trataba de vincular
este problema a un posible futuro ataque a la libertad de prensa por parte del
gobierno, en alianza con Moyano a través del sindicato de los camioneros, nada
de esto estaba pasando.
En lo
inmediato, el resultado de este conflicto fue una
notable mejora en las condiciones salariales de los empleados que -si bien impactó
en los costos del sector- no fue un golpe tan grande como el que vendría
después.
Pero antes de ese segundo gran golpe,
los canillitas ganaron una larga batalla. Un triunfo que quizás explique la
crudeza de los ataques que luego se sucedieron. Resulta que el miércoles 8 de septiembre de 2010 recuperaron la exclusividad de la venta de diarios y revistas, con la firma de la reglamentación del decreto que daba por caducada su desregulación, que se había establecido por el decreto 1025/2000 durante la presidencia
de Fernando de la Rúa. Mediante este decreto, se había consolidado la
autorización del ex ministro de Economía
Domingo Cavallo para la libre distribución de publicaciones en
supermercados y otros puntos de expendio, además de que se alteró el porcentaje
de ganancia sobre el precio de tapa que obtenían los canillitas.
Esta nueva medida, además de derogar
la desregulación, estableció la creación del Registro Nacional de Vendedores de Diarios y Revistas, en el que
deben inscribirse los titulares del derecho de parada, reparto y de líneas de
distribución de diarios y su zona de influencia, recuperó el feriado por el Día
del Canillita el 7 de noviembre, y abrió la posibilidad de renegociar los porcentajes
de ganancias sobre el precio de tapa.
Lógicamente, la medida fue bastante
criticada por algunos sectores de la industria gráfica, aunque adujeron que la
razón de su resistencia se debía a que la venta de estos productos
exclusivamente por mano de los canillitas agravaría la caída en las mismas.
Algo que, como veremos un poco más adelante, no era la preocupación genuina.
La resistencia llegó a tal punto que Clarín, La Nación y Perfil se negaron a acatar el primer feriado del que los canillitas gozaron en muchos
años, el 7 de noviembre de 2010. En su momento, Omar Plaini, por entonces Secretario
general del Sindicato de Vendedores de Diarios, Revistas y Afines (Sivendia), repudió la actitud denunciando
que se trataba de “un atropello. Como no
pueden sobornar a la comisión directiva, ofrecen el precio total de tapa a los
vendedores. Nosotros no vamos a resignar nuestros derechos y convicciones.”
Y abrió la puerta que la desregulación había cerrado en su momento: “El jueves pasado, hicimos un plenario de los trabajadores en el que acordamos reclamar el precio que nos corresponde porque Clarín, desde el año 2001, nos bajó ocho puntos el porcentaje”.
Y abrió la puerta que la desregulación había cerrado en su momento: “El jueves pasado, hicimos un plenario de los trabajadores en el que acordamos reclamar el precio que nos corresponde porque Clarín, desde el año 2001, nos bajó ocho puntos el porcentaje”.
Con el nuevo
decreto se dejaba atrás una década marcada por la influencia de los medios
hegemónicos, y los canillitas volvían a tener prioridad sobre el canal de
distribución y venta.
La guerra estaba
siendo declarada.
Fue en este contexto de conflictividad
entre los medios más poderosos por un lado, y los independientes y los
canillitas por el otro, que se dio la segunda mutación, siguiendo la expresión
de Mu: “la mayoría de los diarios y revistas comerciales ya no vive de las
publicaciones que venden sino de negocios que van desde la pauta publicitaria (que
es negra tanto en su versión oficial como privada) hasta los lobbys que
disfrazan como información. Necesitan, entonces, de los kioscos para lucirlos.
Así, un circuito que era usado para la distribución y venta fue usurpado para
el traslado y la exhibición.” Según el diagnóstico de la empresa auditora
encargada de analizar el impacto de la crisis en el sector de la distribución,
el mayor gasto lo genera Clarín, porque
usa el circuito 5 ó 6 veces por cada edición, dada la cantidad de suplementos y
cotillones que saca. Y esto a pesar de que cada vez vende menos. La ecuación,
para los canillitas, no cierra: son ellos los que, de todos estos costos, no
ven nada.
En medio de esta situación, apareció
un nuevo eslabón en la cadena, un actor desconocido e inesperado: la REDIAF.
La REDIAF es, según como la define Clarín, la cámara que agrupa a los puestos de diarios y revistas.
Extraña definición, porque es una
empresa que hasta ahora era desconocida por los editores, a pesar de lo cual
resulta que descubrieron que tenían con ella una deuda contraída en diciembre
de 2011, fecha en la que el Centro de
Distribución -gerenciado por REDIAF-
decidió prorratear sus costos de estructura entre aquellos que le generaban
devolución de ejemplares no vendidos en los kioscos. A pesar de que los costos
de estructura son ocasionados mayoritariamente por Clarín, como reveló la auditoría, la deuda se les facturó a los
editores más pequeños, independientes.
Datos Comerciales de REDIAF S A
CUIT 33-69231832-9
Denominación: REDIAF S A
CUIT: 33-69231832-9
Tipo: Persona Jurídica
Fecha Contrato
Social: 20-06-1997
Teléfono: Ver
en Páginas Amarillas
Impuestos y fecha de alta
- GANANCIAS SOCIEDADES: 11-1997
- SICORE-IMPTO.A LAS GANANCIAS - 94: 01-2000
- SICORE-IMPTO.A LAS GANANCIAS - 116: 01-2000
- SICORE-IMPTO.A LAS GANANCIAS - 160: 04-2000
- IVA: 11-1997
- GANANCIA MINIMA PRESUNTA: 12-1999
- REG. SEG. SOCIAL EMPLEADOR: 02-2000
- BP-ACCIONES O PARTICIPACIONES: 05-2003
- REGIMENES DE INFORMACIÓN: 01-2007
Actividades
- 513211: Venta al por
mayor de libros y publicaciones
- 513212: Venta al por
mayor de diarios y revistas
- 632000: Servicios de
almacenamiento y depósito (Incluye silos de granos, depósitos con cámaras
frigoríficas, almacenes para mercancías diversas, incluso productos de
zona franca, etc.)
- 743000: Servicios de
publicidad
- 749900: Servicios
empresariales n.c.p.
Quizás esto parece muy raro de
entender, pero con un dato más puede ser puesto en contexto. Uno del que casi
nadie habla: parecería ser que el Grupo Clarín ha estado comprando varios recorridos y, por lo tanto, parece haber
logrado tomar el control del Centro de
Distribución. De a poco, todo comienza a tener sentido…
Omar
Plaini lo dice bien
claro: “Clarín ya ha comprado
distribuidoras. Ahora es una empresa de contenido y distribución. El 30% de los
puntos de venta lo controla a través de testaferros, dicho por los propios
distribuidores”.
Es la larga mano del Grupo Clarín la responsable de las deudas inventadas por la REDIAF. Deudas inventadas que, sin embargo, la mayoría de los editores se apresuró a pagar bajo la amenaza de que si no lo hacían quedaban excluidos del sistema. Pago que no evitó que les llegara una nueva facturación con un aumento del 130% y la noticia de que la siguiente sería casi 300% mayor. Entonces sí se plantaron: las cifras son impagables y han dejado al descubierto que, de que lo que se trata, es de generar una situación que empuje a la exclusión a las revistas que viven de su venta, que son las que –justamente por venderse- les dejan alguna ganancia a los canillitas. Ganancia de la que ellos comen. De ahí la alianza entre ambos.
Es la larga mano del Grupo Clarín la responsable de las deudas inventadas por la REDIAF. Deudas inventadas que, sin embargo, la mayoría de los editores se apresuró a pagar bajo la amenaza de que si no lo hacían quedaban excluidos del sistema. Pago que no evitó que les llegara una nueva facturación con un aumento del 130% y la noticia de que la siguiente sería casi 300% mayor. Entonces sí se plantaron: las cifras son impagables y han dejado al descubierto que, de que lo que se trata, es de generar una situación que empuje a la exclusión a las revistas que viven de su venta, que son las que –justamente por venderse- les dejan alguna ganancia a los canillitas. Ganancia de la que ellos comen. De ahí la alianza entre ambos.
Esta no fue la única estrategia del Grupo Clarín para controlar la cadena
de distribución. En octubre de 2011 adquirió la distribuidora y cadena de librerías Cúspide. Desde entonces, muchas
editoriales independientes dejaron de ser aceptadas por la cadena. La revista Mu cuenta el caso de su editorial: los
títulos editados por lavaca vendían
en el circuito de Cúspide la mitad
de una edición. Del último título publicado, Argentina Originaria, no
aceptaron ninguno.
Todo se va volviendo cada vez más oscuro…
Detrás de tanta confusión hay otro negocio, todavía más turbio. Como veníamos
diciendo, hay publicaciones –como Clarín-
que no viven de la venta de sus ejemplares. El dinero obtenido por la venta es
insignificante en relación con lo obtenido por la pauta publicitaria. Y el
papel, cuya producción controla, vuelve más insignificante todavía los costos
de producción. Y ahora que controlan toda la cadena, desde la producción de
papel hasta la distribución de las publicaciones, pretenden cobrar por no
vender. En una charla con la gente de La
Garganta Poderosa, Plaini
explica, en referencia a la REDIAF: “Argumentan que estos costos los generan las
devoluciones. Pero cobrar las devoluciones desfigura todo el negocio porque los
editores pueden sospechar que no se reparten todos los ejemplares que entrega.
Por ejemplo: a ustedes ¿cuántos ejemplares te cantan como devolución? Bueno: a
mi kiosco no me llegó ninguna. Y te pueden decir acá los muchachos cuántos ni
la recibieron”.
Claro que la REDIAF no aceptó mansamente esta resistencia de los canillitas a
saldar las deudas inventadas: ya sancionó
a una editorial, negándose a repartir sus ediciones hasta tanto no deje en
claro sus cuentas. Y este fue el contexto en el que se produjo el último
conflicto con los canillitas, que decidieron ir a un paro para reclamar un
aumento en el porcentaje de las ventas, que la mayoría de los diarios –adivinen
cuál no- aceptaron. Ahora, además, reclaman lo mismo para las revistas: piden
un aumento de $1 por las publicaciones cuyo precio de tapa sea menor a $10, y
de $2 para las que los superan. De ese aumento, el 75% sería para los canillitas
y el 25% para los recorridos, dinero que sólo lo generarían los ejemplares
efectivamente vendidos. Queda claro quién es el único que quiere hacer negocios
con la no venta.
Pero… algunas publicaciones
comerciales remarcaron sus títulos con este aumento, y no lo destinaron a los
canillitas, provocando el piquete con el que bloquearon la salida de las nuevas
ediciones.
Evidentemente, la alianza estratégica
entre algunas editoriales y los canillitas es sólo coyuntural. ¿Otro ejemplo?
Un inmenso negocio que sólo puede reportarles ganancias a las editoriales, a
costas de perjudicar a los canillitas. Para verlo basta con que nos preguntemos
de dónde salen esas revistas tan
primorosamente exhibidas en bares, clínicas, y otros lugares con sala de espera,
de las que disfrutamos los clientes y pacientes de la zona metropolitana.
Según cuenta
SIVENDIA, estas revistas llegan por fuera del sistema de distribución y
venta de revistas, con lo que se ocasiona un perjuicio económico a los
trabajadores de las paradas y los repartos. Por supuesto, se trata de un
sistema ilegal, ya que la actividad está regulada, como hemos contado más
arriba.
La cosa es
así: las revistas que no son vendidas deben ser devueltas a las editoriales, para
que sean desnaturalizadas. Pero parecería ser que estas revistas no salen, como
deberían, de circulación. Por el contrario, son puestas en estos lugares, con
ediciones de números apenas salidos del circuito de devolución. Una de las
empresas que se encarga de estos revisteros, Cemar, ofrece por $30 por
mes un revistero actualizado con cerca de 50 revistas. Los costos no cierran de
ninguna manera. Otra de las empresas, El Revistero, dice que obtienen
esos bajos costos por acuerdo con las editoriales, aunque algunas de ellas lo
niegan. Sea como sea, lo cierto es que no se cumple con el reglamento del
sistema. Y el perjuicio les llega a los canillitas por vía doble: porque se
abre un circuito paralelo que compite con ellos frente a estos clientes, y
porque pueden ofrecer las revistas a un precio incluso por debajo del costo. Y esto, sin contar, todas las otras irregularidades asociadas como el no descuento de las revistas devueltas de los costos a pagar.
Claro que
para las editoriales que han entrado en este negocio ilegal se trata de un buen
trato: lo que están vendiendo a costos irrisorios es material que, de todos
modos, debían descartar. La única editorial que parecería mantenerse fiel a la
política de control y de respeto al sistema de distribución y venta es Atlántida,
la única que no tiene ninguna de sus publicaciones en los catálogos de estas
empresas. Las revistas de la editorial que se leen en distintos lugares llegan
desde las paradas, y las que no se venden se destruyen. Como indica la ley.
Aliados en
la gran guerra contra el inmenso enemigo común, que libran sus propias batallas
internas…
Se avecina
el 7 de diciembre, y –como vemos- el Grupo Clarín se ha esforzado por
llegar con el control fortalecido sobre la prensa gráfica, aprovechando los
intersticios de la Ley de Servicios Audiovisuales, que dejó fuera a los
medios gráficos y de internet. La Asociación de Revistas Culturales Independientes
(AReCIA - integrada por más de 200
publicaciones de todo el país) elaboró un proyecto de ley de promoción y
fomento de las publicaciones culturales gráficas y de Internet autogestivas,
con la que intenta cubrir esta ausencia.
Seguramente todavía hay y habrá mucho
más por ver… Y veremos qué es lo que pasa.
Por Viviana Taylor
A las pocas horas de haber posteado este artículo, en mi página de Facebook llegó el siguiente comentario. Con la autorización de su emisora, lo publico: la experiencia que cuenta enriquece el relato que he hecho.
Además, me hizo llegar las cartas que envió en razón de las dificultades a las que ha hecho referencia. Las respuestas que ha recibido no me han sido enviadas ni pueden ser publicadas porque cuentan con una cláusula de confidencialidad.
ANEXO: