jueves, 7 de febrero de 2013

Tribilín: los jardines maternales en la mira


Viviana Taylor
 

Tribilín es un personaje de historieta. Lo sé porque cuando era pequeña leí varias, y lo sé porque hoy –con mucha escuela caminada- estoy escuchando azorada la historieta que se está escribiendo sobre este supuesto Jardín Tribilín.

Las de mi infancia llenaron el concepto con justicia. Estas no: lo que debería ser un escándalo por los hechos y los responsables, se está convirtiendo en un escándalo por los hechos y lo que se oculta. Aunque, la verdad, no veo muchos escandalizados por esto último.

Lo que no termino de entender es si se trata de un verdadero ocultamiento, que en el momento en que escribo estas palabras –escucho sorprendida, pero no del todo, que me cuentan las noticias América- se está cobrando chivos expiatorios corporizados en dos inspectoras de educación; o si se trata de lisa y llana ignorancia, que también se está cobrando dos chivos expiatorios.

Vamos de a poco, porque el tema es complejo. Espero echar un poco de claridad sobre tanta oscuridad que estratégica y políticamente ampara demasiada e injustificada inoperancia.


Hablando de los jardines de San Isidro

La Municipalidad de San Isidro cuenta con 12 jardines de infantes propios (esto es, aparte de los que gestiona la Provincia de Buenos Aires dentro de su territorio). Todos ellos funcionan en dos turnos: de 8 a 12 y de 13 a 17 hs.

Cualquier inquietud o consulta que se tenga sobre ellos puede ser evacuada en la Dirección de Educación (Ituzaingó 531) de lunes a viernes, entre las 8 y las 16 hs. O llamando a 4512-3361/ 3243/ 3219.

Hasta ahí, todo bien. Pero resulta que, según el blog Comunidad Educativa Zona Norte, además –a través de la Subsecretaría de Acción Social- “mantiene jardines maternales que atienden las necesidades de los vecinos más pequeños del distrito, como así también sus padres.”

¿Por qué a través de la Subsecretaría de Acción Social y no de la Dirección de Educación?

En el blog se cita al Jardín Maternal Municipal Santa Rita, ubicado en Céspedes 2942, Villa Adelina (4513-7825): “Este establecimiento tiene una capacidad para 120 niños, de entre 45 días a 3 años. Se trata de una institución que atiende las necesidades biológicas y psicosociales de los niños en las edades establecidas precedentemente, apuntando al desarrollo integral de la personalidad”.

Nombra, además, al Jardín Maternal Municipal Santa Marina, ubicado en Tiradentes 1676, Boulogne (4513-7812): “Cuenta con capacidad para recibir 30 niños de entre 45 días y 3 años, su organización y objetivos, así como los servicios que prestan (sic) tienen las mismas características que los (sic) del  Jardín Maternal Santa Rita”.

Y por último al Jardín Maternal Municipal San Antonio, en Tomkinson 2300, San Isidro (4512-3182): “Cuenta con capacidad para recibir 40 niños de entre 45 días y 3 años. Su objetivo principal apunta a satisfacer todas las necesidades biológicas del niño, estimular y controlar (sic) su estructura psíquica, teniendo en cuenta el desarrollo integral del mismo. A su vez, brinda apoyo a las necesidades socioeconómicas y psicológicas de las familias.”

La referencia para pedir información sobre los jardines maternales municipales es la Subsecretaría de Acción Social -Don Bosco 411, San Isidro- 4512-3174/75. Y es aquí donde comienzan las irregularidades. Si hacemos un poco de historia, va a quedar claro por qué:


Hablando de los jardines de infantes. Un poco de historia
Hay una razón histórica que explica por qué los jardines maternales pueden haber quedado bajo la órbita de Acción Social. Que explica pero que no justifica, claro. De hecho, cuando se trata de hacer un poco de historia del Nivel Inicial en Argentina, el primer antecedente del cuidado de la infancia lo encontramos en la Casa de Niños Expósitos, fundada en 1779 por el Virrey Vértiz, para el cuidado de los niños abandonados.

Cuando se comenzó a pensar en la estructuración del sistema de instrucción pública estatal, se lo hizo en respuesta a un orden conservador cuya meta era la homogeneización, la centralización y el disciplinamiento de la sociedad. Dentro de ese contexto de ideas, Sarmiento propuso un modelo de institución educativa para la primera infancia, inspirado en el modelo de las cunas públicas y las salas de asilo de Francia, destacando su importancia justamente como lugares de homogeneización social temprana, capaces de modificar las pautas culturales familiares.

A pesar de que en 1870 ya había sido creado el primer jardín de infantes -fundado por Juana Manso, con subvención del Estado de la Ciudad de Buenos Aires-, y de que en 1875 se había sancionado la Ley de Educación de la Provincia de Buenos Aires, que estipuló que la función de los Consejos Escolares de Distrito era la creación de escuelas y de jardines de infantes, a principios del siglo XX el jardín de infantes era todavía fuertemente cuestionado. Leopoldo Lugones defendía la idea de que eran poco eficaces y perjudiciales para los niños, y que no debían iniciar su escolaridad antes de los 7 años. Paralelamente, la inserción laboral de la mujer a través de la docencia era fuertemente cuestionada por una sociedad católica y patriarcal. Y así fue como no sólo el crecimiento del nivel se detuvo, sino que se cerraron muchos jardines.

Con Yrigoyen llegaron las influencias de la llamada Escuela Nueva: un movimiento de renovación pedagógica basado en el respeto por las diferencias y los deseos de los alumnos, el aprendizaje en contacto con la naturaleza, el aprendizaje placentero, por el arte y la libre expresión. La educación inicial comenzó un proceso de jerarquización, e inició el camino para abandonar la idea de “guarderías” y avanzar hacia la de “jardines maternales”. Pero con el golpe militar del 76, el nivel volvió a sufrir ajustes y reestructuraciones; se prohibieron libros de niños y se determinaron qué canciones podían escuchar.

Con el regreso de la democracia, el Nivel volvió a tomar impulso, aunque recién con la Ley Federal de Educación (1993) se definieron sus objetivos y explicitaron los contenidos a través de los Contenidos Básicos Comunes.

A pesar de todos sus vicios, la Ley Federal de Educación tiene un mérito: fue la primera en organizar la educación argentina. Es la ley que plateó la obligatoriedad de la sala de 5 años, aunque no definió la responsabilidad político-económica de las salas de 4 y 3 años, ni del jardín maternal, quedando delegada la responsabilidad a las posibilidades de cada jurisdicción.

En el año 2006 se sancionó la Ley de Educación Nacional  26206, hoy vigente. Esta ley reconoce al Nivel Inicial desde los 45 días hasta los 5 años, quedando así jurídicamente organizado.

De esta manera, el Jardín Maternal forma parte del Nivel Inicial, aunque en la Provincia de Buenos Aires –y seguramente en todas las otras jurisdicciones- todavía no se cuenten los suficientes jardines estatales para dar respuesta a esta necesidad.

La primera y obvia consecuencia del hecho de que los jardines maternales formen parte de la estructura del sistema educativo es que estos son instituciones educativas y no de asistencia social. En consecuencia, deben cumplir con los contenidos que tanto las provincias como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires establecen.

Otra consecuencia es que, al formar parte de la estructura del sistema, el Nivel Inicial está atravesado por diferentes modalidades:

·        Educación Artística: y así acceden a profesores de las especialidades.

·       Educación Domiciliaria y Hospitalaria: que garantiza el acceso a la educación de los niños que por razones de salud se encuentran imposibilitados de asistir a la escuela.

·       Educación en Contextos de Encierro: sostiene la escolaridad para los niños menores a 4 años que están acompañando a sus madres, en situación de cárcel, promoviendo –además- su socialización fuera del contexto carcelario.

·       Educación Especial: para garantizar el acceso a la educación de los niños con necesidades educativas especiales, derivadas de alguna forma de discapacidad temporal o permanente.

·       Educación Intercultural Bilingüe: para garantizar el derecho de los pueblos indígenas a recibir una educación que contribuya a preservar y fortalecer su cultura, su lengua, su cosmovisión e identidad étnica.

·       Educación Rural: a través de estrategias de fortalecimiento del nivel y capacitación de los docentes para el trabajo en salas multiedad.


¿Quién enseña en los jardines?
La formación de los docentes se realiza en los Institutos Superiores de Formación Docente, que comprenden tanto las Escuelas Normales en su nivel superior como los Institutos Superiores de Formación Docente dependientes de las provincias y de la Ciudad de Buenos Aires.

·       A nivel nacional, se definen los marcos, principios, criterios, contenidos comunes y formas de organización.

·       A nivel jurisdiccional, de cada provincia y de la CABA, se desarrolla el diseño y plan de formación.

·       A nivel de cada institución, se definen las propuestas y acciones concretas.

La carrera de Profesorado de Nivel Inicial comprende un mínimo de 2600 horas reloj, a lo largo de cuatro años de estudios de educación superior. Y el título que se obtiene es Profesor/a de Educación Inicial.

Para acceder se debe poseer un título de nivel medio/secundario. Muchas jurisdicciones exigen además un examen psicofísico, y algunas –como en el caso de la Provincia de Buenos Aires- exigen uno de aptitud fonoaudiológica para poder realizar las prácticas docentes a partir de 2º año.


¿La educación privada también debe respetar estos principios?
La Dirección General de Educación de Gestión Privada (DGEGP) tiene la responsabilidad de administrar, supervisar y acompañar al subsistema de Gestión Privada conforme con las políticas del Ministerio de Educación (Decreto 2075/07).

La Dirección Provincial de Educación de Gestión Privada, DIPREGEP, dependiente de la Subsecretaría de Educación, es el área específica para la supervisión, fiscalización, control y acompañamiento de las instituciones educativas de gestión privada. Entre sus obligaciones reconoce la aplicación estricta de los diseños curriculares aprobados para el conjunto del sistema educativo.
 
O sea, más allá de los mitos y creencias, la educación privada está controlada por el Estado, y debe cumplir con los mismos lineamientos que la educación estatal.


¿Qué dicen quienes tienen algo que decir
sobre el Jardín Tribilín?

En su blog Comunidad Educativa Zona Norte, la periodista Lea Giarrocco publica un artículo titulado San Isidro: Maltrato en el Jardín Tribilín. Con los chicos, NO, también publicado en otro de sus blogs, El Sanisidrense.

Como casi todos los medios, aclara que el jardín no estaba inscripto en la Dirección Provincial de Educación de Gestión Privada, pero en un párrafo se juega con una afirmación que llama mi atención. Copio textualmente:

Toda la comunidad educativa esta (sic) en el ojo de tormenta tras este problema. Desde DIPREGEP tendrían que salir todos los Inspectores a verificar Jardín por Jardín, ya que se comenta en el ambiente que hay varios establecimientos que no están en regla.”

Cuando dice “todos los Inspectores”, ¿a quiénes se refiere? ¿A todos, todos? ¿O a quien tiene a su cargo la supervisión del nivel?

Por otra parte, ¿cómo supervisar lo que, según el párrafo anterior, para la Dirección no existe?

¿Se espera que tracen una cuadrícula en San Isidro y peinen todo su territorio, buscando en cada casa de familia, en cada salón infantil, en cada patio de juegos, en cada club de barrio, si está funcionando un jardín clandestinamente?
Y cuando habla de "ambiente", ¿de qué ambiente habla? Y si en cierto ambiente se habla del conocimiento de irregularidades de este tipo, ¿cómo es que no se denuncian? ¿Están esperando a que ocurra algo para -como muchos vecinos dijeron ante las cámaras- salir en público a comentar lo que ellos ya sabían y callaron? ¿Nadie se siente culpable por encubrimiento? ¿Nadie tiene, al menos, el pudor de callar ya que no habló cuando debió hacerlo? Ese misterioso ambiente en el que se comentan cosas, tiene ahora la oportunidad de hacer lo correcto. O sumarse a las huestes de los que no hablan cuando deben, pero fabulan cuando otros salen a hablar...

En el mismo artículo, se cita a la Tesorera del Consejo Escolar, Carolina Petikic, quien explicó las condiciones que debe cumplir un jardín privado:

a- Inscripción en DIPREGEP con su número correspondiente.

b- Habilitación edilicia municipal.

c- Personal educativo idóneo con título habilitante, auxiliares y médico pediatra.

Pasemos de la inscripción en DIPREGEP, que ya sabemos que no existió. Y, en la lógica de la burocracia, lo que no existe no se controla: porque no existe.

Pero respecto de la habilitación municipal no podemos decir lo mismo. Numerosas versiones sostuvieron durante estos días que había una habilitación del lugar como salón de fiestas infantiles, pero que dicha habilitación estaba vencida.  Si esta habilitación existió, durante algún momento de los 16 años de vida de este jardín, ¿en ningún momento se acercó un inspector municipal a controlar que lo que allí funcionaba era lo que estaba declarado? ¿No se pidió habilitación para el cartel del frente, o eso tampoco fue controlado? ¿Durante 16 años no se programó ninguna desinfección, desinsectación ni desratización, en el transcurso de las cuales se hubiese llegado a sospechar irregularidades? Si allí se suponía que funcionaba un salón de fiestas infantiles, y si estaba habilitado para servir comida, ¿nunca intervino bromatología? ¿Cuántas personas tienen que estar distraídas, durante 16 años, para que nadie –nunca- haya advertido nada?

De hecho, en la página oficial San Isidro/Prensa, respecto de las habilitaciones de comercios, dice: “La Municipalidad tiene la responsabilidad sobre el inicio como también sobre el retiro de habilitaciones comerciales, industriales, depósitos y extensión de permisos de electromecánica (instalaciones eléctricas y ascensores).”
Entonces, me pregunto: cuando la habilitación venció, ¿nadie controló si el negocio declarado seguía existiendo? Y si se la había dado de baja, ¿nadie controló que se estuviesen cumpliendo las condiciones para su retiro?

Por eso las declaraciones -al menos tal como están citadas en la nota- de la vicepresidente del Consejo Escolar de San Isidro Mirta Ramírez, respecto de que “es responsabilidad de los Inspectores de gestión privada (DIPREGEP), y que tanto el Consejo Escolar de San Isidro como así la Municipalidad no son responsables del accionar privado educativo” suenan a palabras vanas. En este caso, la no responsabilidad del municipio no es algo que se pueda seguir sosteniendo sobre la base de estos hechos.

Por supuesto, tanto las Consejeras Carolina Petikic como Mirta Ramírez, repudiaron el proceder del Jardín Tribilín y recomendaron a los padres que antes de inscribir a sus hijos en un jardín de educación privada corroboren si están habilitados y con personal con título habilitante.

Pero no es fácil hacerlo. La mayoría de los padres no es capaz de distinguir entre una habilitación municipal como local comercial y un nº de DIPREGEP que reconoce a una escuela; ni entre un título docente habilitante y uno de esos cursos tan publicitados para recibirse de maestra jardinera en 1 año. Para eso está el Estado, en este caso municipal: para ejercer la vigilancia y los controles que los vecinos le han delegado.

Por su parte, la Directora General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires Nora De Lucía, y el Secretario de Niñez y Adolescencia Pablo Navarro, denunciaron ante la fiscalía de turno a los dueños, directivos y maestras del jardín. Podríamos preguntarnos qué jurisdicción tienen para intervenir, dado que este jardín no pertenece a la estructura del sistema educativo de la provincia. Bien, fueron rápidos de reflejos e hicieron lo que debían hacer: la denuncia fue por maltrato a los niños. Unos reflejos que debió haber tenido el Intendente Gustavo Posse, quien se preocupó más por excusarse en la ignorancia y mostrarse antes víctima que buscar a los verdaderos corresponsables por incumplimiento de sus funciones de control en el ámbito municipal. Una corresponsabilidad cuyo eco sonaba demasiado cerca.

De Lucía, además, instruyó a la Dirección Provincial de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social para que preste asistencia profesional a los niños que concurrían a este jardín.

Y fue más allá todavía: inició un sumario administrativo y separó de sus cargos a la Inspectora Regional Mónica Seal y a la Inspectora Distrital de San Isidro Patricia Naso, mientras dure la investigación para determinar presuntas responsabilidades. Por mi conocimiento sobre el sistema, y en relación con los datos que manejo (si no hay otros que desconozco) me atrevo a aventurar que las Inspectoras serán restituidas en sus funciones, libres de toda culpa y cargo. Me gustaría que se avanzara en investigaciones a nivel municipal porque todo parecería indicar que lo ocurrido estuvo facilitado por una cadena de corrupción y desidia vinculada con los mecanismos de habilitación municipal.


Y ahora… ¿qué?

Según los datos disponibles, la educación inicial en nuestro país avanza. Tiene sus muchas luces y brillos, pero también sus sombras; sus  avances y sus déficits.

La inclusión de niños de entre 45 días y 2 años en los centros educativos del país no llega todavía al 10%, pero se ha avanzado mucho en los últimos 4 años.

De los niños de 3 años, más del 40% concurre a establecimientos educativos. A los 4 años llegan al 75% y a partir de los 5 años la asistencia es casi total. No es poco en un país donde el 23,7% de los chicos menores de seis años vive en la pobreza, y para los que la educación la única esperanza para superarla.

Con la promulgación en el 2006 de la Ley Nacional de Educación, vigente en la actualidad, se incorporaron los jardines maternales a la organización de la Educación Inicial, y se promueve la universalización de la sala de 4 años (es decir que, sin hacerla obligatoria, esté garantizado que todos los niños tengan vacantes disponibles para su asistencia).

Y con la sanción en 2007 de la Ley Nº 26.233 sobre Centros de Desarrollo Infantil, a través de la cual se los promueve y regula, se crearon estos “espacios de atención integral de niños y niñas de hasta 4 años de edad, que además realicen acciones para instalar, en los ámbitos familiar y comunitario, capacidades que favorezcan la promoción y protección de los derechos de niños y niñas”.
 
Lo que se busca es subsanar las consecuencias de las desigualdades socioeconómicas en el rendimiento escolar de los alumnos más pequeños. Dar más y mejor cobertura a la escolaridad de los sectores sociales que más podrían beneficiarse de ella.

 

Viviana Taylor


Al cierre de esta nota: Concejales descubrieron que San Isidro reconocía al jardín de los maltratos como establecimiento educacional

La intendencia lo calificó de esa manera en un decreto de 2002, publicado en el Boletín Oficial, para eximirlo del pago de tasas. "Esto implica que el municipio conocía al establecimiento y la actividad que se realizaba en él”, consideraron los ediles Leandro Martin y Marcos Hilding Ohlsson, quienes ahora presentarán un pedido de informes. Para leer la nota completa

San Isidro: la suegra de Posse era la que tenía que controlar el jardín Tribilín

María de los Ángeles Broggi es la directora de Educación del distrito y quien debía advertir a la comuna que la institución funcionaba y se maltrataban a los chicos. La oposición detectó que Posse la había eximido de impuestos, por lo que sabía de su existencia. Para leer la nota completa
 

miércoles, 6 de febrero de 2013

Maltrato infantil: ¿qué hacemos?


Viviana Taylor

 

 

A raíz de la repetición de hechos que se vienen sucediendo, de los que dan cuenta las cada vez más frecuentes denuncias de maltrato infantil, decidí correrme por un rato de los temas que generalmente me ocupan en este blog y traer una temática que suelo abordar en otros, a los que se puede acceder a través del Blog de blogs.


La explicación clásica de los expertos en violencia familiar indica que no aumentan los casos de maltrato infantil, sino que ahora son más detectables por médicos, maestros y psicólogos, y más denunciados por las familias. Sin embargo, es difícil acceder a estadísticas confiables sobre la gravedad del fenómeno, dado que no está clara la correlación entre hechos reales y denunciados, aunque diversos informes del Congreso insinúan que por cada caso denunciado hay 10 que son tapados.

Y a pesar de lo que suele creerse, es en los sectores económicos más bajos donde hay una mayor cultura de la denuncia: en los otros suele haber una tendencia a ocultar el problema.

 

Lo que sí podemos afirmar es que hay una sospecha muy fuerte de que la modalidad de maltrato que más creció es el abuso sexual.

El abuso sexual es un problema que deja secuelas para toda la vida y que -si no se trata adecuadamente y a tiempo- en algunos casos puede llevar al chico abusado a convertirse en abusador. De hecho, aunque no todos los niños abusados se convierten en adultos abusadores, sí es cierto que prácticamente todos los abusadores tienen una historia como víctimas de abuso.


El Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia tiene registrado el abuso sexual como el principal problema de los chicos a los que asiste. La misma tendencia se detectó en la Oficina de Asistencia a la Víctima del Delito de la Procuración General de la Nación.

 
El abusador puede ser de cualquier clase social, vivir en la ciudad o el campo, tener cualquier profesión, características étnicas, religión, identidad de género o estado civil. 

A pesar de que no existe un prototipo del abusador, reúnen algunos rasgos comunes. Casi excluyentemente son personas conocidas del chico, aparentemente normales, que recurren al engaño para conquistar la confianza de las víctimas. Algunos amenazan, y otros dan premios u otorgan privilegios de distintos tipos. El violador establece una relación en la que quiere hacer valer su autoridad y poder. Buscan por lo general a chicos menores de 13 años, edad en la que empiezan a ofrecer resistencia. Sin embargo, aunque en menor número, no son pocos los adolescentes abusados.

En el caso de estos, se pueden manifestar como síntomas: falta de confianza, aislamiento, fugas del hogar, depresión severa, promiscuidad. Y aunque estos síntomas por sí solos no son suficientes para validar el diagnóstico de abuso sexual, es importante que sean tenidos en cuenta para la consideración de tal posibilidad.

 

Otras formas comunes de abuso son:

Maltrato emocional: conductas de padres o cuidadores tales como insultos, rechazos, amenazas, humillaciones, desprecios, críticas, aislamiento, atemorización. Pueden causar deterioro en el desarrollo emocional, social o intelectual del niño.

Negligencia: cuando las necesidades básicas del chico (alimentación, higiene, seguridad, atención médica, vestido, educación, etc.) no son atendidas por ningún adulto. Trasladado a nivel emocional, cuando el chico no recibe afecto, estimulación, apoyo y protección necesarios para cada momento de su evolución.

Síndrome de Munchaussen por poder: los padres -o en menor medida otros cuidadores- someten al niño a continuas exploraciones médicas, suministro de remedios o ingresos hospitalarios a partir de razones mentirosas. Es un cuadro psiquiátrico bastante difícil de determinar, pero cada vez más los especialistas están advertidos para diagnosticarlo.

Maltrato institucional: cualquier legislación, procedimiento, actuación y omisión de los poderes públicos o de las instituciones que viole los derechos básicos del niño, el adolescente y la infancia.

 

¿Cómo me doy cuenta de si mi hijo está sufriendo abuso?

 
Jorge Pantin, del cuerpo médico forense de la Corte Suprema de Justicia argentina, señala algunos indicadores que pueden observarse, según la edad de los niños:

En la edad preescolar: Llanto excesivo, sin razón aparente y conducta irritable o agitación extrema en lactantes. Regresión a alguna fase anterior del desarrollo: enuresis –vuelven a hacerse pis, cuando ya estaba controlado-, encopresis –vuelven a hacerse caca cuando ya estaba controlado-, retoman la succión del pulgar, utilización del tono de voz o el lenguaje propio de un bebé. Miedos excesivos (a la oscuridad, a quedarse con determinadas personas, a los momentos de soledad, etc.). Juegos sexuales repetitivos con juguetes, compañeros o mascotas: a estos juegos hay que ponerles mucha atención, ya que el niño tiende a reproducir en el juego lo que le ha ocurrido. Y si bien es cierto que los niños realizan normalmente juegos de exploración sexual, cualquier padre atento podrá notar que este juego excede la simple exploración, e incluso que revela una forma de conocimiento que el niño se supone que no debería tener. Si bien la masturbación es también una forma normal de exploración, se puede observar una masturbación que se torna excesiva, hasta el grado de producir irritación; que se vuelve compulsiva desplazando de la preferencia del niño a otras actividades y juegos, incluso en público.

Otros indicadores que hay que tener en cuenta son los trastornos del sueño (pesadillas, miedo a irse a la cama, a estar solo en el dormitorio); la inapetencia, la voracidad o el cambio de hábitos alimentarios; las dificultades para concentrarse, el retraimiento, las dificultades para la socialización, y la dependencia excesiva respecto de ciertos adultos en presencia de otros. Y quiero insistir en algo que dije antes respecto del juego, pero que se puede manifestar de otras formas: el conocimiento explícito sobre los actos sexuales más allá de la normalidad de la etapa en que se encuentra.

Indicadores en la edad escolar: Además de los indicadores anteriores, se pueden sumar problemas escolares, incluyendo fobias escolares (puede haber abuso por parte de alguien de la escuela), ausencias frecuentes, miedo a volver a casa después del colegio, cambios notorios en el rendimiento escolar. Se puede llegar a observar un excesivo apego a temas de violencia en los dibujos o trabajos escolares. Distanciamiento de los compañeros. Desarrollo de relaciones de amistad inadecuadas para la edad, especialmente con niños más pequeños que pueden ser controlados. Distorsiones de la imagen corporal y problemas relacionados, como miedo a ducharse en los vestidores de escuelas y clubes, temor a que otros la/a vean desnudo/a, ponerse mucha ropa para ocultar el cuerpo. Otra vez, insisto: prestar atención a los conocimientos sexuales avanzados para la edad, los cambios excesivos de humor, la expresión inadecuada del enojo o la angustia extrema, la depresión e incluso las ideas o intentos de suicidio. Un indicador altamente significativo es el inicio súbito de enuresis cuando no hay trastornos orgánicos que la justifiquen.

Algunos indicadores que pueden pasar inadvertidos o no presentarse en edades más tempranas, pueden volverse evidentes: trastornos alimentarios -incluyendo bulimia, anorexia o ingestión compulsiva de comida-. Comportamientos sexualmente manifiestos hacia los adultos, como intentar coquetear y realizar insinuaciones de tipo sexual (como una forma aprendida de comportarse con los adultos). Simulación de actividad sexual sofisticada con niños más pequeños. Juegos sexuales, conductas sexuales abusivas sobre otros niños. Terror a ser rechazado y la recurrencia al sometimiento como forma de aceptación. Actitud de duda, desconfianza y sospecha, y sentimientos de culpa.

Indicadores en la adolescencia: Merma importante en su autoconfianza y autoestima. Malas relaciones con los compañeros. Tendencia a escaparse mucho del colegio o fugarse del hogar. Pasar mucho tiempo en la calle. Trastornos del sueño, incluyendo pesadillas, inquietud al dormir, sueño excesivo. Problemas escolares, incluyendo modificaciones importantes en el rendimiento académico y ausencias excesivas de la escuela. Retraimiento y aislamiento de amigos o compañeros. Consumo de drogas o alcohol. Automutilación, incluyendo quemaduras o cortes en el cuerpo (que con frecuencia son practicadas para ‘liberar’ un dolor interno). Comportamiento promiscuo. Prostitución, depresión, ansiedad y/o irritabilidad excesiva, ideas obsesivas, sentimientos displacenteros recurrentes, ideación, conductas o intentos suicidas. Conducta antisocial.


Estos mismos indicadores, sin los de contenido directamente relacionado con lo sexual, nos pueden resultar útiles para detectar otras formas de maltrato, tanto físico como emocional.
 

¿Puedo prevenirlo?

 
No hay reglas mágicas, pero sí mucho de sentido común. Si sos padre, y querés que tus hijos no sean abusados, tenés que crear tempranamente las condiciones para que puedan decir “no” y –les digan lo que les digan- que tengan la confianza suficiente como para acercarse a contarte lo que sea que les pase.

Ya niños muy pequeños pueden comprender que nadie debe tocarles “las partes del cuerpo que tapa la malla” (si somos demasiado explícitos en señalar la privacidad de la zona genital, los exponemos a formas previas de tocamiento que son parte de la estrategia de seducción de los abusadores) ni deben aceptar la invitación a tocarlas en otras personas. Podemos incorporar muy tempranamente la idea de “ni las que no te gusten o te hagan sentir incómodo”.


Es habitual que obliguemos a nuestros hijos a besar a desconocidos como forma de saludo, a pesar de su resistencia: no hay que obligarlos. Con que digan “hola” y “chau” alcanza sobradamente.

 
Debemos alentarlos a que no guarden secretos con otros adultos, y a que no importa qué tan feo sea lo que tienen para contarnos, no vamos a enojarnos con ellos. Y ser consecuentes: nos cuenten lo que nos cuenten, debemos ser capaces de orientarlos e incluso de imponer límites, sin enojarnos. Si traicionamos nuestras promesas, perderemos confianza. Y esta es la clave: generar confianza suficiente en ellos mismos y en nosotros como para que se sientan capaces de decir que no, contárnoslo, y saberse apoyados.


Deberíamos, además, decirles que no están obligados a obedecer a los adultos. Los niños son susceptibles de abuso porque obedecen a los adultos, y somos los padres quienes les hemos enseñado que es lo correcto. Creyendo bien-educarlos, los exponemos a convertirse en víctimas. El mensaje debe ser claro: no están obligados a obedecer ninguna orden que crean injusta o incorrecta, venga de quien venga. Y ante la duda, deben recurrir a nosotros por consejo. Pero vuelvo a lo anterior: debemos ser consecuentes con esto que les enseñamos. Aunque nos exponga a nosotros mismos a ser desobedecidos. Y está bien que así sea cuando lo que exigimos no es lo correcto.

Y, sobre todo, deberíamos creerles. Los abusadores no responden a un perfil determinado que nos permita darnos cuenta de que lo son, salvo que estemos específicamente entrenados. Y cuentan con eso. Deberíamos creerles a nuestros niños; y ellos deberían saber que les creemos.

 

Teléfonos útiles para tener en cuenta:
Línea de urgencia: 102 (para efectuar consultas o denunciar maltrato, abuso y niños en situación de calle. La denuncia puede ser anónima).
Red Solidaria: (011) 4796 – 3923 / 4796 – 5828
Contame: 0800-2222 800
Cuidaniños (Provincia de Buenos Aires): 0800-666 6466

Viviana Taylor

 

El Diputado Amadeo rinde cuentas


Viviana Taylor

 

Antes que nada, quiero agradecerle al Diputado Nacional Eduardo Amadeo (Bs As – Peronismo Federal) el haberme enviado el enlace de su rendición de cuentas del año 2012.

No es que sea yo un referente de la política, ni técnico, ni alguien a quien tener en cuenta, lo que hace más destacable su actitud. En realidad, Amadeo estaba participando de un intercambio no muy amable  a través de Twitter,  en el que a su interlocutor le ofreció hacerle llegar la rendición de cuentas de su trabajo parlamentario, por si le interesaba leerla. Y yo -como buena comedida que soy, metiéndome en una charla de la que sólo era espectadora- respondí: a mí sí me interesa. Y él, amablemente, accedió.


La verdad, se lo agradezco. La lectura de esta rendición de cuentas fue un ejercicio por demás interesante.

Lo que más llamó mi atención es que la inicia con 28 enlaces a artículos periodísticos sobre cuestiones en las que –de alguna manera- participó. No tenía idea de que en la rendición de cuentas del trabajo parlamentario se pudieran incluir, pero me parece interesante: son una referencia sobre “lo que se ve”, la parte más visibilizada del trabajo legislativo. Y una manera clara de recordarnos que esas actividades no tienen que ver con su mundo privado, sino con su accionar en tanto funcionario público.

La mayoría de estos artículos –abrumadores 20/28- son de La Nación. El segundo puesto lo comparten El Cronista y la agencia de noticias ADN Ciudad, con 3 enlaces cada uno. Y luego vienen  1 de Perfil y 1 más de Infobae.   

Me parece curioso, en primer lugar, que en razón de la línea editorial elegida no hubiese incluido ninguno de Clarín. Y, en segundo lugar, que –al menos como un gesto en favor de la amplitud de opiniones- no hubiese incluido 1 de Tiempo Argentino, Página 12, o de la agencia Télam.

Como hacia el final de la rendición, en el apartado sobre artículos publicados, estos se concentran en El Cronista (4), Perfil (1) y La Nación (1), quizás no se trate de otra cosa que una referencia –inconscientemente exclusiva- a los medios con los que su relación es de mayor habitualidad.

No incluyo el libro que figura al pie de la rendición 2012 como parte de ella,  porque fue publicado en marzo de 2011: País rico, país pobre. Seguramente fue parte de su trabajo en 2010, y es loable que haya conseguido el tiempo para escribirlo. Sólo quien alguna vez hizo el esfuerzo sabe lo meritorio que es hacerlo.


Pasemos a otro apartado: Mis proyectos.

En la rendición, se cuentan 28 en 2012. (Amadeo, si me lee, juéguele unos pesos a la quiniela y después me agradece: el 28 es suyo). El último de ellos es una resolución de pedido de informes verbales a los ministros  de Defensa Nacional -Arturo Puricelli- y de Relaciones Exteriores y Culto -Héctor Timerman- sobre la situación de la Fragata Libertad. Me da la impresión de que los hechos satisficieron sobradamente la inquietud que lo motivó. Una pena que el fragor de la labor parlamentaria no haya permitido que se dieran los tiempos para una declaración de beneplácito por el modo en que se resolvió el problema, extendiendo la recuperación de la Fragata al afianzamiento de la posición soberana ante los fondos de inversión vulgarmente conocidos como “buitre”. Una posición que están tomando muchos otros países.

Pero esta omisión no me sorprendió: como escribí, seguramente fue el fragor de la lucha… Sí, en cambio, me sorprendió la repetición de expedientes de rechazo y repudio no sobre dichos y actitudes de funcionarios del Gobierno Nacional, sino sobre lo que versiones periodísticas dijeron acerca de esos dichos y actitudes. Es en este punto donde la referencia exclusiva a los medios con que se tiene afinidad comienza a preocuparme: el sesgo opera sobre el modo en que se percibe la realidad, y las percepciones motivan decisiones. Quizás pueda parecer una preocupación exagerada, pero el modo en que decide y a partir de qué marco interpretativo lo hace un legislador, para mí es relevante. Porque son decisiones con fuerza de impacto sobre la realidad.

Quizás ese sesgo no haya permitido advertir la diferencia entre realidad y relatos intencionados sobre la realidad, tan fácilmente discriminable en cuanto se accede a las declaraciones no editadas. Voy a optar por creer que se debe al sesgo provocado por la lectura exclusiva de una misma línea editorial, y no a una asociación deliberada por afinidad de intereses.

Como elegiré la ingenuidad al cinismo, nada voy a decir respecto de mis opiniones sobre el pedido de informe sobre “las diversas cuestiones relacionadas con las actividades” (sic) de La Cámpora en diversas escuelas del país: expediente 5568-D-2012. Ni qué hablar del pedido de informes al secretario de Políticas Universitarias de la Nación sobre “diversas cuestiones relacionadas con los antecedentes de las autoridades que ocupan cargos en universidades nacionales”, expediente 5264-D-2012,  porque cuando se leen las motivaciones, como suele suceder en terapia, lo que se dice a la salida es lo que justifica la sesión. Y menos del expediente 4509-D-2012: el renunciado Bargalló, bien renunciado por su propio bien y felicidad lo está. Y a quien habría que pedirle explicaciones es a la Iglesia (además, las fotografías “de la infamia” fueron publicadas en los diarios de su adhesión).

Voy a detenerme, en cambio, en estas otras cuestiones.

 

Régimen de Educación Superior 


En realidad, se trata de la reproducción del expediente 5430-D-2010, por lo tanto no es un propiamente una tarea del año 2012.

Si comenzamos por los fundamentos, lo revisaría completamente: mi primera impresión fue estar leyendo un documento escrito entre fines de los ’80 y principios de los ’90: se describe como novedoso lo que ya no lo es, y el concierto de las naciones tampoco es lo que era. Si este fundamento recoge las ideas directrices de la ley, entiendo por qué no me pareció superadora de la vigente sino más bien un refrito de la Ley Federal de Educación.

Después de leer el texto de la Ley de Educación Superior que se propone, no voy a decir que es mala. Pero sí voy a insistir en que no es superadora de la vigente: en la comparación de los fines y objetivos ya queda evidente.

Pero hay algunos puntos que sí me parece que vale la pena señalar por separado: de su lectura queda claro que se concibe a la formación docente para los niveles inicial y primario como carreras de corta duración, y para las otras modalidades del Sistema directamente se la omite. No sé si se debe al desconocimiento, o a una propuesta de modificación de la estructura del Sistema Educativo; ambas razones me parecen igualmente peligrosas. Y, en sus efectos, contrarias a los fines en que esta propuesta se pretende sustentar.

Respecto de las universidades, la única autonomía que se les reconoce explícitamente es la financiera. No se garantiza el acceso a todos, ya que las condiciones de admisión pueden ser definidas por cada una en función de las necesidades de calificación nacional o regional, por las que se determinan los cupos por carrera (discutible, pero entendible) pero también los planes de estudio. Esto sí me parece gravísimo: lo académico no se reduce a la coyuntura, ya lo hicimos en los ’90 y en la des-formación profesional resultante tenemos la evidencia, sobre todo porque ¿quién fija esas necesidades? ¿Y en relación con qué indicadores, según la valoración de qué criterios, buscando qué objetivos? La formación profesional debe pensarse desde hoy hacia una proyección de 50 años: pensarla desde la coyuntura es formar un aplicador de técnicas (no un profesional) cuyo título, cuando se reciba, estará al menos 5 años desactualizado en su utilidad.


Copio textual del Art. 44, Capítulo IV sobre Universidades: Las universidades ponen especial atención en remediar todo tipo de condición negativa para el aprendizaje universitario, en especial las que presentan las personas con algún grado de discapacidad física, mental o emocional y, aquellos/as que provienen de sectores sociales desfavorecidos y no han tenido oportunidades de un desarrollo de capacidades que les permitan encarar con éxito los estudios universitarios. No entiendo qué se entiende por remediar; ni se me ocurre de qué manera vayan a hacerlo. Para quien no entienda qué es lo que no entiendo, los invito a preguntarle a cualquiera con competencias en el tema acerca del paradigma remedial, y luego pedirle que les explique este artículo. Lo que me preocupa es que cuando se proponen idealizaciones, se termina promoviendo impotencia: como no se puede lo que se quiere, entonces no se hace nada. Este artículo puede terminar justificando la existencia de irrecuperables, por los que se hizo todo y no se obtuvo nada. No creo que haya habido mala fe: creo que fue un desliz voluntarista por desconocimiento.

Y al artículo 45, respecto de la afirmación de las condiciones que las Universidades no consideran para el ingreso, agregaría “la permanencia, el egreso, la acreditación y titulación”. Y no sé si las expresiones “no consideran” y “raza” sean las más precisas. Lo reformularía así: Las universidades respetan en todo las condiciones vinculadas con la cultura, la religión, la orientación sexual e identidad de género, la ideología, la condición económica y social, y toda opción personal de vida que no se contradiga con la sujeción al respeto a la Constitución Nacional, en lo referente al ingreso, permanencia, egreso, acreditación y titulación.” Omití la expresión “otra” en “toda opción personal” (en el proyecto: toda otra opción personal) porque condiciones no son lo mismo que opciones, y las detalladas no lo son. Y consideré importante incluir “que no se contradiga con la sujeción al respeto a la Constitución Nacional” porque tampoco creo que debamos validar todas las opciones como igualmente legítimas.

 

Respecto de que la carrera docente universitaria habilite para el ejercicio de la docencia en todo el sistema de educación superior, creo que habría que ser cuidadoso –entonces- con su reglamentación: deberían hacerse prácticas docentes en los institutos superiores, en cantidad suficiente para conocer su dinámica y su lógica, y no sólo alguna clase aislada o una ayudantía de cátedra universitaria. Creo que la mejor opción sigue siendo la separación entre los profesorados universitarios para el Nivel Superior y la especialización pedagógica para la enseñanza universitaria: los lugares de futura inserción laboral tienen objetivos diferentes, su tarea es diferente, responden a lógicas diferentes.

Para el acceso a los posgrados deberían habilitarse, además, los títulos superiores no universitarios de 4 años. No hay razones ni académicas ni de articulación del sistema que avalen su no habilitación.

Es reiterado el uso del adjetivo oficial como sinónimo de público. Propongo que se use el apelativo público para dar cuenta del tipo de gestión de las universidades e institutos superiores, y se reserve el de oficial estrictamente para los planes de estudio y títulos. Así quedaría claro que todos los planes de estudio y títulos, sean de instituciones públicas o privadas, deben ser oficiales (aprobados y reconocidos por el Estado).

 
 
Sé que si le dedicara más horas de trabajo, podría haber hecho muchos más señalamientos. Sólo quise detenerme en aquellos que me asaltaron la atención en una primera lectura.

La razón para no seguir avanzando en un análisis más profundo es que no creo haber encontrado una justificación suficiente para que el proyecto pueda sostenerse como superador de la ley de educación superior vigente.

Supongo que seguirán trabajando en él. Si persisten en sostener la propuesta, que lo revisen es mi mayor deseo.

 

 

No quiero dejar de agradecer –nuevamente- la buena voluntad del Diputado Eduardo Amadeo al enviarme el link que me facilitó el acceso a todo este material.

 
 

Viviana Taylor