domingo, 29 de septiembre de 2013

Cruce de caminos: Mauricio Macri - Francisco De Narváez


 

Todos los caminos conducen a…

 




 


Cruce de caminos:

Mauricio Macri – Francisco De Narváez

 

Por Viviana Taylor

 

Las historias de la política son historias de pasiones. No podría ser de otra manera.

A tal punto no podría ser de otra manera, que ésta en particular podría contarse como uno de esos culebrones mexicanos que cobijan las siestas de invierno. Pero en aquellas novelas siesteras, donde los malos son descaradamente malos, y buenos impolutamente buenos, es fácil elegir entre unos y otros.

Las historias de la política son infinitamente más interesantes. E intrincadas. Y llenas de sorpresas y vericuetos. Historias en las que se suceden los meandros, las vueltas y revueltas. Historias en las que, a veces, hasta se completa un giro de 360° y todo vuelve a estar donde comenzó. Cosas de la política.



Cuando los calores de la campaña por las recientes PASO comenzaron a hacerse notar, la política nos regaló una de estas historias de amores desairados, resentimientos, despecho y reclamos. Una de esas historias con final anunciado… a pesar del cual la magistralidad de su relato nos mantuvo en vilo, esperando a ver cómo es que iba a ocurrir lo que todos sabíamos que finalmente sucedería.

Una historia que podríamos resumir en apenas un párrafo: Sergio Massa y Mauricio Macri se unieron en una alianza política, que fortaleció la provisión de candidatos para el primero, a la vez que los sostenía como tales a pesar de la falta de proyección nacional del segundo. Alianza que, antes que después, Francisco De Narváez denunció, haciéndose eco de lo que ya muchos otros venían comentando. Y no podía ser de otro modo, siendo que De Narváez es quien resultaba desairado: Mauricio le había dado la espalda, buscándose un compañero “lindo y joven” (Chiche Duhalde dixit), apadrinado por quienes en otros tiempos habían puesto su mirada en él. Un nuevo compañero que ni siquiera tenía las agallas de reconocerlo. Así, como una novia despechada de telenovela mexicana, Francisco reclamaba por el amor perdido, y Mauricio simplemente le daba la espalda, por un Sergio que públicamente lo desairaba.

No faltaron condimentos. Los empresarios de los medios de comunicación hegemónicos –entre otros- presionaron a Francisco para que la separación no llegara a divorcio: muchas esperanzas habían invertido en su matrimonio con Mauricio, y si ahora era necesario un tercero para mantenerlos unidos, no era para dividir el patrimonio, sino para sumarle encanto. Después de todo, a pesar de sus ambiciones a flor de piel y su genuflexión congénita hacia los poderes fácticos, Sergio no trae de cuna lo que Maurico y Francisco llevan como marca de clase: ya se sabe, no es lo mismo un recién llegado que un nacido y criado. Menos aun cuando de la identificación con los intereses de clase se trata.


Hagamos un poco de historia. La suficiente como para saber de qué estamos hablando. La necesaria como para comprender desde cuándo vienen caminando juntos, y cuál es ese camino en común que tienen transitado.


Como ya conté en la parada anterior, fue el operador periodístico Bernardo Neustadt quien en 1985 inició una serie de reuniones con un grupo de jóvenes empresarios para tentarlos con su ingreso a la política. De esas reuniones, de las que también participaban Manuel Antelo y Eduardo Constantini y que se extendieron a lo largo de los años, consiguió dos mosqueteros –según él mismo los llamó: Mauricio Macri y Francisco De Narváez.

La reunión clave parecería ser la que se hizo en 1991 en el restaurante Novecento de Punta del Este. Con Carlos Menem en la presidencia, tenía novedades para comentar: la consolidación de lo que llamó un ideario conservador-liberal-progresista. Y ellos eran la generación que podía suceder a Menem.

Macri seguía mostrándose tan interesado como en el ‘85, pero también seguía pensando que el proyecto era para el futuro. Los otros le dijeron que no. Sin embargo, años después, De Narváez terminó por tentarse con la posibilidad, aunque extemporáneamente: los cantos de sirena del ideario conservador-liberal-progresista lo sedujeron cuando ese mismo ideario –más conservador que liberal, y más liberal que progresista- hizo estallar al país por los aires.


De hecho, después del que se vayan todos, la única cara nueva fue la del empresario Francisco De Narváez. Una cara nueva para unas prácticas viejas.

El mismo De Narváez que –según él mismo cuenta- se nacionalizó en 1983 para poder votarlo a Alfonsín, en el 2001 votó a Luis Zamora, y en 2002 apoyó a Mauricio Macri para luego impulsar un acuerdo entre Elisa Carrió y López Murphy.

Ese mismo De Narváez, el jueves 24 de abril de 2003, en el acto de cierre de campaña de Menem-Romero en River, cantaba “y ya lo ve, y ya lo ve, es para Duhalde que lo mira por TV”, fue fiscal de mesa el domingo, y el lunes ofreció las oficinas de su Fundación Unidos del Sud en Las Cañitas, para que trabajaran los equipos de Menem. Así fue como el riojano le pidió que coordinara algunos de sus equipos hasta la que consideraba su segura asunción, a cambio del Ministerio de Desarrollo Humano o Ayuda Social. Ya sabemos que a Seguro se lo llevaron preso, y que ni Menem obtuvo su tercer mandato, ni De Narváez ministerio alguno.

Sin embargo, el gustito a política lo dejó con ganas de más, y en las elecciones legislativas de 2005 fue electo Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires, por la lista que presidía Chiche Duhalde: un encuentro de notables. De la mujer que notablemente sostiene que la tarea de la mujer en la política es hacer lo que le dice su marido, y del hombre que notablemente había cantado contra el de Chiche, apenas dos años antes.

Dos años después, en 2007, se comenzó a tejer una historia más que interesante, cuando se presentó con el partido Unión-Pro como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, acompañado por Jorge Macri –primo de Mauricio- como vicegobernador. Bernardo Neustadt vivió apenas lo suficiente para ver a sus ahijados aliados, uno desde la ciudad y otro desde la provincia: fallecería en condiciones miserables, despreciado y abandonado, apenas un año más tarde. Al menos debe haber tenido esta última satisfacción. Si es que estaba en condiciones para disfrutarla.

Cuando en las elecciones legislativas de 2009 se consolidó la alianza con Mauricio Macri, a la que se sumó Felipe Solá y con la colaboración de Eduardo Duhalde cual Papa Negro, la convivencia no fue fácil. Quienes conocen bien las intimidades del macrismo cuentan que Jorge Macri –que había compartido fórmula con Francisco apenas dos años antes, y al frente de la conducción del PRO bonaerense- tuvo que correrse para dejar a la provincia en manos de Néstor Grindetti –por entonces ministro de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires- por un reclamo del propio De Narváez, quien lo acusó de “estar rodeado de chorros”. No deja de ser interesante que la denuncia se haya sostenido en la existencia de unos videos que le habría entregado el ex diputado menemista Miguel Angel Toma -por entonces su asesor en temas de inteligencia y seguridad- y de cuya existencia al menos tres diputados macristas pueden dar fe, aunque eligen la reserva de fuente. Por esas vueltas de la vida –y por esos meandros de la política- Miguel Angel Toma había sido designado en 2002 Secretario de Inteligencia del Presidente Duhalde: sí, ese mismo Duhalde contra el que Francisco cantaba por aquel entonces, lo que no obstaba para que eligiera a sus ex funcionarios como sus asesores ni a él mismo como colaborador silencioso. Las grabaciones de la discordia no habían llegado accidentalmente a sus manos: habían sido planificadas por el propio Toma en sociedad con Frank Holder, un ex espía de la CIA, director de la rama iberoamericana de la agencia de asesoramiento de riesgo empresarioFTI Consulter.


A pesar de la gravedad de la denuncia y la contundencia del reclamo, Francisco sólo obtuvo una victoria a medias: Jorge Macri abandonó la conducción del PRO en la provincia, pero no se corrió de la escena política.

¿Por qué De Narváez intentó sacarse de encima a quien había sido su compañero de fórmula apenas dos años antes? Parecería ser que lo cierto es que nunca se llevaron bien: la alianza duró poco tiempo y el bloque que conformaron en la Legislatura bonaerense finalmente se quebró. La crisis de los videos no alcanzó a borrar a Jorge Macri del mapa político, pero al menos lo corrió del armado de los legisladores nacionales y provinciales para las elecciones por venir.

Así fue como las elecciones de 2011 lo encontraron a Jorge Macri refugiado en su pago chico, el Municipio de Vicente López, donde ganó la intendencia. Por otro de los meandros de la política, que no deja de dar giros ¿inesperados?, otra vez se lo encuentra asociado con un De Narváez. Claro que esta vez no es con Francisco, sino con Carlos, su hermano: el intendente y el empresario están denunciados por supuesta falsificación de un documento que habilita la construcción de un helipuerto.

Esta vez, parece que Toma y Holder no grabaron nada; y que Francisco eligió no denunciar a los “chorros” de los que Jorge Macri parecería seguir rodeándose. Es que, como decía mi abuela, dos que duermen en el mismo colchón terminan con la misma opinión.

Quizás no se trate de un silenciamiento, sino de un simple olvido. No sería extraño que Francisco haya elegido –o los mecanismos inconscientes de represión lo hayan hecho por él- olvidar las elecciones del 2011. Esas elecciones inaugurales Primarias, Abiertas, Obligatorias y Simultáneas a las que llegó aliado con Ricardo Alfonsín –de la Unión Cívica Radical- por las que se presentó como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y de las que salieron separados antes de llegar a las definitivas. Una alianza de la que lo único que parece haber continuado vigente es el acuerdo en que “de eso no se habla”.

De lo que tampoco suele hablarse es de que este empresario devenido político parecería haber estado más activo en acciones vinculadas a la corrupción y la ilegalidad que a la labor parlamentaria.

Quienes han compartido el recinto con él, prácticamente no podrían reconocerle la voz si no fuese por su presencia en los medios: en los cinco años que mediaron entre 2006 y 2011 sólo habló cuatro veces. Y todas durante el primer año. En 2011 rompió la racha de silencio que se había impuesto: pronunció apenas 385 palabras. Exactamente la misma cantidad que llevo sombreadas en verde hasta este punto.


 
Mientras tanto, durante ese mismo período, estuvo involucrado en causas por lavado de dinero, por evasión de impuestos y por no justificar ante la AFIP su incremento patrimonial desde 2005; fue denunciado por su incompatibilidad como diputado y empresario de medios –desde cuya función ejerció acciones de censura-, por corrupción relacionada con aportes ilegales a la campaña legislativa de 2009 y por anticipo sistemático en los tiempos de campaña en varios períodos electorales; y estuvo vinculado con la causa por el tráfico de efedrina, aunque luego se lo desvinculó.



 



Y así, entre silencios y ausencias, se mantuvo aferrado a su banca hasta ahora. Hasta ahora, en que hace apenas tres meses y medio (aunque parezca que pasó toda una vida) el dirigente denarvaísta José Pepe Scioli dijo lo que otros pensaban pero no se animaban a decir: “No vale la pena seguir insistiendo en algo que no va a funcionar.” Y con la simpleza de las verdades sin adorno, dio por terminadas las negociaciones con el macrismo para un acuerdo electoral en la Provincia de Buenos de Aires. Y habló de aquello de lo que no se habla: “Hemos aprendido de la experiencia de 2009, cuando Unión-PRO se rompió poco después de los comicios”.

Las razones se parecían demasiado a las de un viejo matrimonio que se cansó de remendar sábanas: que unos no pueden pedir porque no tienen votos que los avalen, y que los otros no quieren concederles lo que ya les prometieron a otros.

Quizás el error fue que Francisco se sintió más acompañado de lo que realmente estaba: miró tras de sí y pensó que la Juan Domingo, la CGT de Moyano, la Federación Agraria, Carbap, la gente de De la Sota, y hasta los que se desmigaban del PRO y el Radicalismo lo estaban siguiendo. Y que eran suficientes.

Quizás ese error original haya desnudado que, sin importar cuánto hace que transita la política, no piensa como político ni políticamente: esperando que Massa se definiera, no vio en la indefinición explícita una estrategia implícita. Cómo iba a suponer, él –que creyó que las campañas se hacen anticipándose a los tiempos y con más dinero- que a los candidatos también se los entroniza por aclamación. Y no supo escuchar que los murmullos que pedían definiciones eran el preludio del clamor.

Tampoco advirtió que los viejos enemigos se empoderan: Jorge Macri se cobró venganza. Y la saboreó fría. Y la juzgó deliciosa. Ya había anticipado que veía muy difícil un acuerdo entre el macrismo bonaerense y el denarvaísmo. Y remató: “las confianzas están rotas”.

Después pasó –como dicen en el barrio- lo que tenía que pasar. Macri se abrazó a Massa, aunque Massa callaba –y más aún, negaba- la alianza. Y Macri comenzó a reclamar ser reconocido, y ser legitimado, porque no quería ser el amor clandestino al que se goza pero del que no se habla: el amor de los placeres vergonzantes. Macri había dejado su vieja alianza con De Narváez –problemática y conflictiva, pero sostenida en el tiempo- por esta nueva alianza que lo había seducido pero no lo blanqueaba. Y ahí estaba De Narváez, despechado e iracundo, arremetiendo contra quien le había robado lo que sentía suyo. Nada se desea tanto como lo que se tuvo y se dejó ir, cuando otro lo hace propio.

Lo más triste, lo más patético, lo más cruel, es que quienes Francisco creía que lo apoyarían lo fueron abandonando. Y ni siquiera lo hicieron para alinearse detrás de su antiguo compañero: explicitaban su apoyo al nuevo. A ese: al otro. Al que ni siquiera viene de donde ellos vienen; al transmigrado. Al que quién sabe si lo identifica lo que a ellos identifica. Al recién llegado.

Como si la humillación no hubiese sido suficiente, justo cuando ya no iba quedando nadie acompañándolo; justo cuando él mismo decidía sumarse para no quedar tan solo, para no sentir tanto frío, el ex secretario de Deportes de Carlos Menem y suegro de Sergio Massa, un compañero de otros caminos, Fernando Galmarini, espetó: “Sergio Massa engancha lo que venga”.

Qué le vas a hacer, Francisco. Para él, no sos especial. Como tampoco lo es Mauricio. Y te dejó afuera: en el camino hacia el centro del círculo rojo te dejó sin parada. Sos apenas un cruce de caminos, pero das a una cortada.

Igual, ya sabés: las alianzas se reciclan y dan revancha. En el 2015 ¿nos vemos?

 

Viviana Taylor
 
 


 

domingo, 15 de septiembre de 2013

2ª Parada: Mauricio Macri


Todos los caminos conducen a…





2ª Parada: Mauricio Macri

 

Por Viviana Taylor

 
 

La realidad puede ser muchas cosas, pero jamás es aburrida. Y pocas cosas de la realidad suelen ser más fascinantes que las historias que entraman secretos y poder. Quizás por eso, desde que se comenzó a hablar de la posible existencia –hoy por nadie cuestionada- del Club Bilderberg, se ha convertido en uno de los grupos que más llaman la atención del público en general.



 
 
El Club es una camarilla formada por algunos de los hombres más ricos, poderosos e influyentes de Occidente, que se reúnen secretamente para planear eventos que, finalmente, simplemente suceden. Se trata de banqueros, políticos, miembros de la realeza, financistas internacionales y dueños de los principales medios de comunicación.

Si ya de por sí la historia no resultara en sí misma interesante, Mauricio Macri le ha agregado un condimento especial para nosotros, humildes pobladores de lejanas tierras del sur al sur de todo. ¿Tenemos en Argentina nuestro propio Club, semejante a este? ¿De eso se trata el mentado Círculo Rojo? Así pareció sugerirlo en una reciente entrevista que le concedió al diario Perfil, en la que aprovechó para presentarse como presidenciable.
 

Con un solo golpe de efecto de su no bien adiestrada lengua, desbarató por el aire como quien le da a una voluta, el suspenso sobre la dirección hacia la que se dirigía este camino en el que vengo señalando paradas y cruces. Bueno: no tanto suspenso, tampoco… Nada de lo que ya no viniésemos hablando, pero permítanme el desliz literario. La única sorpresa, en verdad, es que un mandadero se haya hecho cargo, quizás por una loca asociación de ideas como la que me afectó en el cruce de caminos anterior a esta parada. Y quizás esta loca asociación de ideas que le soltó la lengua haya sido motivada -¿sospechamos juntos?- por el descaro presidencial de diferenciar suplentes de titulares, sayo aquel que este monje ha decidido que le calza perfecto.
 



 
La declaración, sin dudas, ha resultado en un espectacular golpe de efecto, y los medios han decidido no dejar que pase de largo. De todos modos, se están dando demasiadas cosas por supuestas, así que mejor comencemos por el principio…

 
CM/MM/SM

Carlos Menem fue un presidente de diseño. Como él mismo admitió, si en la campaña por su primera presidencia hubiese dicho qué iba a hacer, nadie lo habría votado. Sin embargo, fue reelecto, aun cuando ya sabíamos qué iba a hacer porque ya venía haciéndolo. Y, mal que nos pese recordarlo, hace poco más de diez años fue el candidato que más votos obtuvo en la primera vuelta de las elecciones en las que aspiraba a lograr su tercera presidencia. Con segundas y terceras elecciones queda más claro el papel de los medios para instalarlo, recurriendo a fantasmas que –de todos modos- eran menos peligrosos que la realidad que estaban creando.
 
 
 
 
 
Para que haya un candidato de diseño –y más aún, un presidente prediseñado- es necesario que alguien lo produzca: esa fue quizás la primera ocasión en que el ahora tan mentado Círculo Rojo encontró al político ideal, que lo alejó de la necesidad de usar otros métodos menos elegantes y ya por entonces menos tolerados.
 
 
 


Con Carlos Menem las políticas neoliberales se instalaron legitimadas en las urnas: se achicó el Estado, se benefició a sectores privilegiados a través de las privatizaciones y se desprotegieron las clases populares, a las que se disciplinó mediante el desempleo y la flexibilización laboral. Políticas neoliberales por las que se incrementó el endeudamiento y se achicó la economía, y que desembocaron inevitable y previsiblemente en la crisis que estalló en el 2001, frente a la que los voceros del Círculo reaccionaron como si se tratara de un evento con el que nada habían tenido que ver.

 

Claro que Carlos Menem no era la única apuesta del Círculo Rojo. Ya desde mucho antes de su primera presidencia se venía trabajando en la creación de un candidato. A pesar de lo que ha afirmado María Laura Santillán desde una de las tribunas de adoctrinamiento masivo del Círculo (la pantalla de canal 13, en el horario central de Telecnoche) acerca que un candidato puede aparecer en 15 minutos, no significa que no se trabaje sobre su emergencia desde mucho antes. Revelación no es aparición: Sergio Massa bien lo sabe. Y otros, antes que él, lo supieron también.

De hecho, cuando todavía María Laura seguramente ni soñaba con ser vocera de un Círculo cuya existencia quizás hasta ignorase, ya hablaba alto Bernardo Neustadt y hacía rato que venía haciéndolo. El mismo Bernardo Neustadt que no había ahorrado críticas al gobierno de Illia, y que promovía descaradamente las privatizaciones acorralando al gobierno de Alfonsín desde un escritorio compartido por el nunca democrático y pseudorepublicano Mariano Grondona. El mismo Bernardo Neustadt que, según él mismo contara, en 1985 inició una serie de reuniones con un grupo de entonces jóvenes empresarios para tentarlos con su ingreso a la política. De estas reuniones, que se extendieron a lo largo de años, consiguió dos mosqueteros, como él mismo los llamó. Y así lo contó (el destaque con negrita es mío):

En 1985 inauguraba mi primera casa en Punta del Este: La Soñada. Invité a desayunar a Francisco de Narváez (32 años) y a Mauricio Macri (26 años), Manuel Antelo (32 años) y creo que a Eduardo Costantini (38 años).
También a jóvenes -hombres y mujeres de edades parecidas. Empezaba la democracia de Alfonsín.
Hablamos de un tema tabú que lo repetí en los últimos 50 años: una generación entrando en política. Grito general: «¡No!».
Macri lo vio como posible, pero lejano. Y entre medialunas y vigilantes terminó la mañana fracasada.



En 1991, en el restorán NOVECENTO en Punta del Este, a mi invitación insistente y casi estúpida, concurrieron Francisco de Narváez (38 años), Mauricio Macri (32) y Manuel Antelo (38), Eduardo Costantini (42). Gobernaba Menem. Había novedades para un ideario conservador -liberal-progresista.
Ellos seguían siendo para mí la generación que podía suceder a Menem.
Les expliqué que las ráfagas de la historia las manejaban generaciones de emprendedores. Y ellos lo eran. Jóvenes, exitosos, visitadores del mundo, que no iban a enorgullecerse como Balbín o Alfonsín o Kirchner de no haber salido nunca del país.
Sabían pagar un salario. LO TENIAN TODO. Desde la cama caliente hasta la sopa fría de un gazpacho.
Hay un tango que se llama «MI NOCHE TRISTE». Fue la mía. Me dijeron que no. No se los reprocho. Simplemente, se los recuerdo. En el recetario de aquellos tiempos había 10 líneas que explicaban por qué no había que entrar en política y otras 1.000 que hablaban de la desgracia que padecería el país por no entrar, por ser espectadores de brazos cruzados. Prefirieron ser la mujer del otro.
La vida los fue empujando. La realidad también.
Del que se vayan todos pasamos a que se quedaron todos. Y si entró alguno nuevo, ya era viejo. Hoy casi con 50 años encima o más ya están por tomar el tren de la historia.

Unos decidieron hacer bien lo que hacían, como Antelo, Costantini. Al menos conseguí dos mosqueteros: Macri y De Narváez. Y miles de BARRAS SENSATAS.

Desde lo alto de su Santuario, el cardenal Bergoglio nos acompaña. O, para no comprometerlo, sentimos que nos acompaña. Y en los subsuelos del alma, el rabino Sergio Bergman, con hábito o sin él, adhiere a la idea de dejar de ser HABITANTE para ser CIUDADANO. Sabe que lo quieren crucificar. Pero también conoce cómo se resucita.
 
 
Considerando que la columna de Ámbito Financiero de donde tomo este fragmento la escribió en el año 2007, queda lastimosamente claro a quién le dedica la frase final.
Postdata:
«HEMOS CORONADO CON LAURELES CABEZAS PIOJOSAS»
(Dostoievski).

 

Carlos Menem fue el candidato de diseño frente a un grupo de jóvenes empresarios que podrían haberlo sucedido desde el mismo corazón del Círculo Rojo. Pero no funcionó entonces, ni funcionó después de su segunda presidencia, y siguió sin funcionar.

Finalmente el Círculo logró instalar a Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires, para desde ella volver a imponer las políticas neoliberales, pero no logró proyectarlo a nivel nacional. Y a su segundo mosquetero, Francisco De Nárvaez, el carisma prestado por el humorista e imitador Fernando Peña le duró lo que el Alika-Alikate: le alcanzó para llegar a una banca de diputado nacional, en la que se durmió literal y simbólicamente.

Para consolidar a Mauricio Macri en vistas a las elecciones presidenciales del 2015, era necesario pararlo junto a un nuevo candidato de diseño que le hiciera de sostén. Y esta vez le tocó el turno a Sergio Massa, más parecido a aquel otro –Carlos Menem- de lo que pueda estar dispuesto a admitir: no sólo se lo ha diseñado para decir lo que no va hacer, y hacer lo que no está diciendo, sino que se lo ha rodeado de una lista de candidatos que de tan parecida a la del riojano parece la misma: los mismos personajes, la misma estética, los mismos economistas de los 90 con las mismas propuestas (y la misma tendencia a hacerlas a puertas cerradas, en una reunión con empresarios en la que presentó a Martín Redrado como su asesor económico y la promesa de la vuelta a las políticas neoliberales). Y, por supuesto, con una alianza electoral con el macrismo a través de la incorporación de los candidatos del PRO a las listas de su Frente Renovador, que no ha hecho otra cosa que renovarle el nombre al menemismo residual que se habían quedado sin un líder convocante tras el cual alinearse.

 

Sin atender a estos vericuetos no es posible comprender por qué De Narváez se ha sentido traicionado, ni por qué Macri ha reclamado ser reconocido, ni por qué Massa –con tan buenos resultados en las PASO- se hace el distraído.

Sin atender a estos vericuetos, tampoco es posible comprender por qué casi en un grito desesperado, como temiendo ser soltado, Mauricio Macri ha hablado del Círculo Rojo y ha anticipado que será él quien le soltará la mano a Massa pasadas las elecciones de octubre. Después de todo, como bien sabe Macri y quizás no tanto Massa, él sí es parte del círculo (como hemos visto en su cruce de caminos) y no un proyecto de diseño recién adoptado.



 

Macri en el Círculo Rojo

Volvamos a las palabras de Neustadt:

“Del que se vayan todos pasamos a que se quedaron todos. Y si entró alguno nuevo, ya era viejo. Hoy casi con 50 años encima o más ya están por tomar el tren de la historia.

Unos decidieron hacer bien lo que hacían, como Antelo, Costantini. Al menos conseguí dos mosqueteros: Macri y De Narváez.”

La noche en que caía Fernando de la Rúa junto con su Ministro de Economía Domingo Cavallo, a quien había nombrado para el cargo presionado por el mismo Círculo Rojo que ahora les soltaba la mano, una impresionante multitud de argentinos llenaba la Plaza de Mayo y otros lugares paradigmáticos en todo el país al grito de “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

Ese fue el escenario oportuno para la aparición en la arena de la política de personajes vinculados a los sectores empresarios, que dieron en autodenominarse “la nueva política”. En ese contexto fue que se revelaron Mauricio Macri y Francisco De Narváez, cumpliendo el aforismo de María Laura acerca de que “en 15 minutos puede aparecer un candidato”. Claro que, como sabemos, venían siendo preparados desde mucho antes.

Con ellos se acababa la necesidad de cooptar, corromper o comprar voluntades de políticos: se instalaba a los propios empresarios en la arena del poder político, sin intermediarios.

Por aquel entonces Macri y De Narváez eran socios y, como no tenían partidos políticos que los respaldaran ni querían mostrarse como tales, crearon Fundaciones a las que mostraron como sus equipos de gobierno; contrataron publicistas para instalarse como quien instala un producto (ahí entró en el juego Durán Barba), y encuestadoras para ver los progresos en los resultados de la campaña publicitaria. Así fue como accedieron a la Cámara de Diputados, ambos de un modo olvidable: Macri no iba nunca y De Narváez no participaba en los debates.

De hecho, no fue la banca lo que le sirvió a Macri para catapultarse a la candidatura a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sino la presidencia de Boca, hábilmente usada por Durán Barba, quien construyó una campaña basada en frases emotivas y vacías de contenido, sin ideas ni propuestas y con el acompañamiento de Gabriela Michetti como candidata a Vicejefa para “humanizar la campaña”. Así fue que logró el 45,6% de los votos en primera vuelta y el 60,9% en la segunda.

Claro que Gaby era mucho más que una buena chica católica en sillas de ruedas para enternecer a las multitudes votantes. Entre otras muchas cosas, a través de la Fundación Grupo Sophia (que financiaban entre otros la fundación liberal Konrad Adenauer, Ledesma, McDonald’s, Medicus y Techint) entre 1995 y 1998 había practicado la reingeniería de la ANSES desfinanciada por las AFJP; en 1998 de la Secretaría de Desarrollo Social, administrando programas focalizados del Banco Mundial; y en el año 2000 del PAMI, en programas de transparencia de los que Graciela Ocaña no encontró rastros.
 
Cuando Mauricio Macri asumió en 2007 y presentó su equipo de gobierno, quedó claro por qué iba a ganarse el apelativo de “club de amigos”: muchos eran gerentes de grandes empresas privadas, amigos, compañeros de escuela y hasta directivos de Boca. Pero muy pocos eran políticos.

 
Pronto quedó claro –también- que estaba más concentrado en oficiar de opositor al gobierno nacional que en hacerlo como Jefe de Gobierno de la Ciudad: en agosto de 2008, según supimos cuando se develaron los cables de la Embajada a través de Wikileaks, Macri recibió en su despacho a Carl Meacham,  un funcionario senior del comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, a quien le dijo que los argentinos estarían contentos si cayera el gobierno de los Kirchner; y su asesor en política exterior Diego Guelar (que había sido embajador en EEUU durante el gobierno de Menem) acotó que les daba 60 días de vida.

Está claro que la profecía no se cumplió. Y, contrariando sus aspiraciones, cuando llegó el turno de las elecciones legislativas del año 2009, ya también estaba claro que con el favor de los medios y con un gabinete de amigos afines al Círculo de poder al que no sólo representaban, sino del que formaban parte, no alcanzaba para consolidarse en el gobierno a través de las bancas. Fue así que, como la única posible candidata con buena imagen en las encuestas era la Vicejefa de Gobierno Gabriela Michetti, Macri la presionó por consejo de Durán Barba para abandonar su cargo y lanzarse nuevamente a una candidatura, esta vez para diputada nacional. Así fue como el PRO perdió en esa ocasión gran parte de su caudal de votos de la elección anterior, y la propia Michetti siguió perdiendo su propio capital político personal en razón de su pobre actuación como legisladora.

A pesar de que esta prueba legislativa era una muestra de su casi nula proyección nacional, Mauricio no dejó de jugar fuerte en cuestiones de política nacional. De hecho, en diciembre de 2009, con el entonces Vicepresidente Julio Cobos y De Narváez, se reunieron con el Subsecretario para América Latina del Departamento de Estado Arturo Valenzuela, y con empresarios norteamericanos en la Embajada de EE. UU.

En dicha reunión se cuestionó la seguridad jurídica de Argentina, por lo que Valenzuela le declaró a los medios que habían sido convocados que “hasta que no haya cambios, no podrían realizarse las inversiones que se planean”.

Lo que quedó claro en la reunión fue que tanto los empresarios como el Subsecretario Valenzuela pretendían un trato semejante al que habían recibido en la década del 90 durante el gobierno de Menem (cosa que manifestaron explícitamente), cuando los Tratados Bilaterales de Protección de Inversiones les garantizaban beneficios privilegiando sus intereses por sobre los del Estado Argentino.

También quedo claro que ni Macri ni De Narváez estaban allí como representantes del país, sino de los intereses de los empresarios. Y Cobos estaba presente violentando el protocolo, puesto que ningún país prevé que un subsecretario extranjero sea recibido por el presidente del país anfitrión, a no ser que éste así lo decida: y él no había sido enviado por Cristina.

La presencia de Cobos en esa reunión reveló una intromisión poco transparente de los Estados Unidos en la política interna de la Argentina, que se dio en el marco de los planteos que la empresa Kraft le estaba haciendo al Estado por haber sido obligada a la reincorporación del personal despedido, el de la empresa Torneos y Competencias por la televisación del fútbol, y la ley de servicios audiovisuales. Y la presencia de Macri –junto con De Narváez- revela la primacía de sus intereses de empresario por sobre el interés común que debería representar en tanto Jefe de Gobierno. Queda claro que este cargo es apenas un instrumento en favor de sus verdaderos intereses, que comparte con el grupo cuyos intereses sí representa porque es el grupo al que efectivamente pertenece.
 
 
Mientras tanto, su gestión de gobierno hablaba por sí misma: a través del veto y la no reglamentación se impuso sobre la voluntad legislativa, incluso vetando proyectos votados por sus propios legisladores. El veto se constituyó en un instrumento para redireccionar las políticas de la ciudad hacia prácticas más afines a los intereses de mercado, al concentrarse en las leyes sobre políticas sociales, de derechos humanos, salud, educación, protección ambiental y de patrimonio histórico que los obstaculizaran.

Asimismo, creó la Policía Metropolitana a la que dotó de un perfil represivo, tergiversando el espíritu de la ley de creación dictada por la Legislatura. La dotó armas no permitidas, la autorizó a usarla en ocasiones en que no se justificaba el uso de la fuerza represiva, incorporó a agentes que había sido separados de la Policía Federal, y está procesado por asociación ilícita y espionaje a través de escuchas telefónicas, en perjuicio de dirigentes políticos y sociales, docentes y hasta familiares.
 
 

 

A través de Wikileaks también nos enteramos que en febrero de 2010, apenas dos meses después de aquella reunión en la Embajada de EEUU, Mauricio reconoció que su gestión no le había ganado votantes a nivel nacional, esta vez en un almuerzo con la embajadora Vilma Socorro Martínez, en el que le pidió que incrementara sus críticas al gobierno nacional. El cable refiere que “Como ya lo ha hecho en el pasado, Macri presionó sobre el enfoque de los Estados Unidos hacia los Kirchner, urgiendo una crítica más abierta de las medidas que consideramos poco sabias. La embajadora contestó que continuaremos buscando una relación de trabajo positiva con el gobierno de Argentina”. Lo interesante viene poco después: “Macri se lamentó de lo que describió como el asalto de la presidenta y del primer esposo, Néstor Kirchner, a las instituciones del gobierno y la responsabilidad fiscal. Nótese sobre este último punto que en una visita anterior Macri había reconocido que el gobierno de los Kirchner era el único que cuidó la caja y siempre tuvo superávit fiscal desde que tiene uso de la memoria”.

No es tan revelador el verlo fastidioso, conspirador e incoherente, como lo es el descubrirlo torpe y superficial. El mismo cable también cuenta que, durante ese mismo almuerzo, Describió su presidencia del Club Atlético Boca Juniors como una educación política sobresaliente, manejar temas como el acceso a la prensa y a los vestuarios, la distribución de los asientos y las decisiones comerciales al frente de un club con 15.000 socios. El cable no lo dice, pero adivino expresiones entre burlonas y de espanto.
 
Sin embargo, vale la pena poner el foco sobre Boca. Mauricio ganó en 1995 las elecciones de la presidencia, y logró ser reelegido por 12 años consecutivos. Sobre todo, si se considera el modo en que su propio padre, Franco Macri, la recuerda calificándolo de “pelotudo”:



Cuando asumió la primera presidencia encontró al club debilitado en su situación financiera, por lo que creó el Fondo Común de Inversiones, donde Boca conservaba el 50% de los jugadores que compraba y el otro 50% era de los inversores.

Según cuenta la Revista XXIII en su edición del 21 de febrero de 2013, otro emprendimiento fue la creación de Boca Crece S.A. en conjunto con el Grupo Clarín, a quien le  correspondió el 50% de las acciones y el otro 50% a Macri. La sociedad se creó con el fin de explotar todo lo relacionado con el merchandising, la televisación de los partidos y los eventos. Dado que el presidente de una asociación civil sin fines de lucro no puede formar parte de una asociación comercial con vinculación económica con la sociedad que preside, Macri fue denunciado por un grupo de socios y en 1996 debió donar su participación en la sociedad a Boca. Claro que antes se encargó de licuarla: el Grupo Clarín –teóricamente- empezó a poner plata que fue licuando la participación de Boca, que pasó a tener el 1,66%. En esa época Boca Crece llegó a facturar más de un millón de dólares por año. Y en el año 2003, cuando Mauricio decidió landarse a la política, los ingresos alcanzaron los 30 millones de pesos.

El canal deportivo Boca TV, que entre 2003 y 2005 salió al aire por Cablevisión, fue otro de los negocios de esta sociedad Macri-Clarín. Cuando dejó de ser rentable, pasó a Multicanal y luego fue abandonado.

Estas sociedades entre Macri y el Grupo Clarín allanaron el camino para que la comisión directiva del club aprobara la venta de los derechos de televisación a Canal 13 para todos los partidos que se disputaran por la Copa Libertadores de América.

 
Y allí está: fastidioso, conspirador, incoherente, torpe, superficial, y hasta pelotudo. Pero, a pesar de todo lo que podamos pensar de él, sigue estando. Y es que, a diferencia de otros, no es un funcionario de diseño: es de los propios. Y por los propios se sostiene.

 
Tan propio es que el Grupo Macri en 1975 poseía 7 empresas, que al terminar la dictadura militar se habían incrementado a 46. Y no se detuvieron allí. El menemismo le permitió al Grupo hacerse de algunos de los negocios más escandalosos de la época.
 

En 1997, con el Banco de Galicia como socio minoritario, logró la concesión por 30 años del servicio postal, a cambio de un canon semestral de 51,6 millones de pesos/dólares, que dejó de abonar en 1999.

La deuda del Grupo con el Estado es de 659 millones de dólares, sólo considerando lo que dejó sin pagar, sin considerar los intereses. Para reducir el monto de esta deuda, el Grupo pretendió que se computaran las indemnizaciones por el despido masivo de 10.000 empleados como si fuesen inversiones de la empresa. Y, a fuerza de encarecer los servicios del Correo Argentino, reclama que en realidad es el Estado quien le debe $1.070 millones.

Otro de los grandes negocios fue la concesión de los peajes de 1.080,51 km de rutas nacionales a otra de las empresas del Grupo Macri, Servicios Viales S.A., que se benefició aún más por dos decretos de Fernando De la Rúa que favorecieron a los concesionarios de las principales rutas nacionales (por los que la Oficina Anticorrupción lo denunció junto con varios de sus ministros por malversación de caudales públicos y fraude a la administración pública). Las tarifas de peaje, durante los 10 años de convertibilidad, muestran un aumento del 31,01% promedio, y la empresa tuvo ganancias que llegaron en 1995 al 102% anual libre de impuestos. Además, obtuvo el pago indebido de U$S 58.705.758, cuando en realidad le adeudaba al estado U$S 17.397.228, con lo que obtuvo un beneficio ilícito de U$S 76.102.986.

Por su parte, SOCMA (Sociedades Macri), en la que desde 1985 Mauricio Macri ejerció como Gerente General, tuvo sus propios beneficios cuando Carlos Grosso (ex titular e “hijo dilecto” de Franco) llegó al gobierno de la Ciudad y firmó un contrato por 20 años con Sistemas Catastrales (una de las Sociedades) desde la que manejó la detección de infracciones en obras y la fiscalización de la construcción de edificios, la aprobación de planos y las ampliaciones no declaradas de viviendas.

ManLiBa, otra asociación de SOCMA con una empresa radicada en Bahamas, logró en 1990 la prorrogación de su contrato, asegurándole una tarifa de 50 dólares la tonelada de basura recolectada: altísima en relación con las entonces vigentes.

INTRON, como parte de un sub-holding junto con Sistemas Catastrales, accedió también gracias a Carlos Grosso al negocio de la administración de los recursos del Gobierno de la Ciudad, a través de UTE-Rentas, a quien se le encargó la emisión de las facturas de ABL y del impuesto automotor, por un contrato de 10 millones de pesos anuales. Y al control fotográfico de vehículos.

Por su parte, SEPSA, más conocida como Pago Fácil, también perteneciente al Grupo, fue contratada por el Banco Ciudad para el cobro de impuestos, con una facturación que promedió los 4 millones de pesos anuales.

En 1992 Mauricio se hizo cargo de la vicepresidencia de la automotriz Sevel, hasta que en 1994 fue nombrado presidente. Durante su gestión fue procesado por contrabando, y según la DGI la empresa evadió unos 55 millones de pesos enviando autopartes a Uruguay amparándose en el régimen de exportaciones, con las cuales habrían armado coches que después se habrían importado en Argentina, cobrando los reintegros correspondientes.  De esta manera, el crecimiento de esta empresa está directamente asociado a la manipulación de los mecanismos de protección: destruyó la integración del sector afectando a los autopartistas y promovió un fuerte déficit, estafando al Estado Argentino.
 

Tan propio del Círculo Rojo es que, cuando accedió a la jefatura del Gobierno porteño, desde allí también logró realizar algunos muy jugosos acuerdos con empresas del Grupo Clarín.

Dos de ellos fueron con la empresa Prima: uno por U$S 274 millones por la entrega de 156 mil netbooks a los alumnos de las escuelas públicas primarias y de 16 mil notebooks a sus docentes; y otro por el cual se le otorgaron los servicios integrales de internet a todas las net y notebooks que entregó su gestión por un monto adicional de $2.857.000. En 2011, tanto los montos como la celeridad con que se concretaron los acuerdos suscitaron muchos pedidos de aclaración por parte de los diputados opositores, aunque nunca recibieron precisiones de parte del Ejecutivo de la Ciudad respecto de las contrataciones.

Otro negocio con el Grupo Clarín se hizo a través de su editorial Tinta Fresca, a quien se le encargaron manuales para las escuelas.

 
Estos negocios con el Grupo Clarín, que vienen gestándose desde aquellos otros que Mauricio concretó siendo presidente del Club Boca Juniors, explican sus declaraciones sobre el tema de Fútbol para Todos, respecto del sinsentido de subsidiar transmisiones de fútbol que generan mucho dinero, y dada la cantidad de empresas dispuestas a invertir en él.

También explica por qué el Grupo Clarín presionó al sector privado para que se niegue a participar con publicidad en las transmisiones del Fútbol para Todos, boicoteando la sustentabilidad de su autofinanciamiento, mientras espera que en las próximas elecciones presidenciales se pueda colocar en la Casa Rosada a uno de los propios. Y así recuperar parte del dinero perdido. O, mejor dicho, dejado de ganar.
 

Queda claro que Mauricio Macri es parte de la patria contratista que debilitó al Estado argentino en beneficio de sus propios intereses. Como tal, es una de las personas más ricas de la Argentina, aunque no se sabe con exactitud la magnitud de su fortuna. Según su declaración jurada presentada en 2012, su patrimonio se incrementó un 84%, y supera los 61 millones de pesos, compuesto por:

Depósitos en Banco y Empresas: $ 22 millones
Cta Cte: $ 6 millones (herencia de su tío Jorge Blanco Villegas y cesión de acciones de SOCMA que le hicieron sus hermanos)
Depto. en Palermo: $2.6 millones
Campo de 67h en Maldonado, Uruguay
 

No es extraño, en este contexto, que tal como ha manifestado en la Embajada de EEUU, Mauricio Macri perciba que su paso por el Club Boca Juniors fue lo más significativo para prepararse para su entrada en la política. Quizás su paso por el club no haya sido útil para el desarrollo de sus habilidades de gestión, ni para su entrenamiento para la arena política, pero sin dudas lo fue para el entretejido de las redes de sostén con su grupo de representación.
Tampoco es extraño que los 12 años consecutivos en la presidencia del club hayan sido la experiencia que lo decidió a incursionar en la política en 2003, aunque el proceso de seducción –como ya vimos- había comenzado mucho antes, de la mano de Bernardo Neustadt como vocero de los grupos de poder a los que el propio Macri ya pertenecía.

Lo hizo fundando el partido Compromiso para el Cambio, con el que se presentó a elecciones para Jefe de Gobierno, que perdió frente a Ibarra-Telerman. En 2005 fundó junto a Ricardo López Murphy el partido Propuesta Republicana –más conocido como PRO- con el que obtuvo una banca a Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Y en 2007 accedió a la Jefatura de Gobierno junto con Gabriela Michetti, para la que fue reelecto en 2011 junto con María Eugenia Vidal.

 

El paso de Mauricio Macri por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no dejará demasiados buenos recuerdos. Al escándalo de los vetos seriales y de una Metropolitana erigida en brazo armado de una gestión afecta al disciplinamiento y la represión, se le suman las excusas de la desintitucionalización de los pacientes del Borda y el Moyano, dejándolos a la deriva o a expensas de la medicina privada, para promover negocios inmobiliarios; la desinversión en educación pública con el consecuente aumento de los subsidios a las escuelas privadas; el sistemático y permanente intento de retorno a las privatizaciones; y un incremento de la deuda de la Ciudad de Buenos Aires que alcanzó el 234% entre 2007 y 2012.
 
 

Salvo quienes tuvieron contacto más directo con él, seguramente muy pocos sabrán que –además- dejó en no pocos funcionarios y periodistas el desagradable recuerdo de una molesta muletilla: Sexo, droga y rock and roll.  Esa misma muletilla con la que respondió dos veces a diversos requerimientos el mismo día: el 22 de octubre de 2009, en el encuentro con el Partido Demócrata de Mendoza (el tradicional partido conservador mendocino). La primera vez, fue su respuesta cuando le preguntaron cómo motivar a los chicos que querían ingresar a la política; la segunda respuesta fue al final de la visita, y se la dio al periodista Maxi Quinteros cuando firmaba un convenio  con el intendente Fayad, y dio que bastante que hablar y bromear, hasta que una cronista -visiblemente incómoda- le pidió: “Ahora en serio… Ingeniero…”

 

Muchos más recordarán, en cambio, que su campaña política fue financiada en parte por dinero procedente del proxeneta y traficante de mujeres Raúl Martins, un ex agente de la SIDE. Así que no hay demasiado de qué asombrarse.




Cerrando el Círculo

Desde que Macri se lanzara hacia el 2015, y lo hiciera hablando de la existencia de un Círculo Rojo del establishment que trabaja para generar la salida de Cristina Fernández de Kirchner del gobierno, mucho se ha discutido sobre quienes podrían conformarlo.

Macri, después de lo que seguramente ya debe haber advertido como una imprudencia, insistió que está formado “por personas del mundo del hacer, del pensar” y que “no lo personalizaría en alguien”.


Algunos miran hacia la Fundación Pensar, una organización que se define a sí misma como “la usina de ideas del PRO”, en la que convergen Miguel Braun (un economista neoliberal), Iván Petrella (un licenciado en Relaciones Internacionales doctorado en Religión y Derecho en Harvard), la Diputada Laura Alonso (ex integrante de Poder Ciudadano y lobbysta de los fondos buitre en Argentina de quienes recibe dinero a través de una ONG), entre otros. Aunque no aparece entre sus integrantes, Martín Redrado –que hoy forma parte del Frente Renovador de Sergio Massa- suele participar de algunas de sus actividades.


Sin embargo, la Fundación -más que el propio Círculo- parecería ser la mediadora ante los candidatos a las funciones de gobierno, colaborando con su diseño a medida del gusto de banqueros, dueños de medios, empresarios monopólicos y corporativos.
Los (pseudo)periodistas al servicio de las operaciones mediáticas, los gurúes financieros y los representantes de la doctrina que prefieren verse a sí mismos como intelectuales, parecerían más bien meros promotores de intereses ajenos asumidos (convencida o sicariamente) como propios.
Los expertos en bloqueos, saqueos, boicoteadores y generadores de caos, grietas y divisiones, son apenas mano de obra brutal para el trabajo pesado. El aro más externo del círculo, la parte más rápida y fácilmente descartable.


Pero para el círculo el verdadero problema, en este momento, no es quedar develado. Ya bastante se lo ha vapuleado en los últimos tiempos. El problema es que el 2015 está demasiado cerca y que, si bien es cierto que un candidato puede aparecer en 15 minutos, lleva años diseñarlo.

Mauricio, el candidato por excelencia, el que no requiere de diseño para saber a qué mandos responde y qué intereses defiende, no tiene proyección nacional. Y la asociación con Massa no parece estar rindiendo: alguno de los dos no entendió de qué se trata. O ninguno de ellos lo ha hecho.

Para colmo, el Ministerio de Gobierno que fue creado luego de la reelección de Macri para extender su alcance a todo el país, en vistas al 2015, está resultando un fiasco. Emilio Monzó y Marcelo Daletto, al frente de su gestión, resultaron un compendio de irregularidades administrativas y no lograron aportar al armado de una alianza con el peronismo disidente en la Provincia de Buenos Aires, para lo que se los había convocado.

La comunera Julieta Costa Díaz descubrió que el Ministerio de Gobierno gastó un total de $886.448 en viajes, caterig y contratación de eventos durante 2012, dinero aportado por los porteños que se utilizó para armar la campaña a nivel nacional en el interior del país.

En catering y viáticos se gastó el equivalente a 100 becas de comedor anuales para chicos que asisten a colegios públicos de doble jornada.
En gigantografías se gastó lo mismo que en equipamiento hospitalario. Sólo que la licitación publicitaria para las primeras se realizó en 90 días, y las de equipamiento de hospitales tardaron entre dos y tres años.

La Casa de la Ciudad en Córdoba fue usada para que el legislador Sergio Bergman presentara su libro “Cábala, un GPS del alma” y para charlas con la diputada Gabriela Michetti. En Rosario se instaló otra.

Para defenderse de las acusaciones por el fracaso para establecer alianzas electorales, Monzó se justifica en que en el caso de De Narváez la culpa fue del colorado por no saber resignar aspiraciones personales, y destaca los acuerdos alcanzados con Miguel del Sel, Héctor Baldassi y Carlos MacAllister, en el mejor estilo de los acuerdos faranduleros menemistas.


Después de todo, con Menem comenzó el ciclo, cuando Mauricio fue tentado a incursionar en la política de la mal llamada antipolítica: la política al servicio del mercado. Y, después de todo, allí estaba –a su lado, siendo tentado como él, y como iniciático socio- el mismo De Narváez con quien hoy tanto le cuesta acordar.

Bien les vendría, a ambos, oir las palabras de Zulemita, que bien sabe de qué habla:

No tengo odios, sólo que cuando veo a gente que traicionó a papá, o que no reconoce que están donde están gracias a él, me duele. Por ejemplo, Mauricio Macri, el espacio para crecer se lo dio mi papá. Lo mismo pasa con Francisco de Narváez.

 


Viviana Taylor